CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DESARROLLO REGIONAL EN MÉXICO (1970 – 2010)

CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DESARROLLO REGIONAL EN MÉXICO (1970 – 2010)

Jorge Isauro Rionda Ramírez (CV)

PLANTEAMIENTO:

Desde 1983 que se inician las reformas institucionales que abren la economía nacional a su anexión al esquema de globalización y producción compartida, que se da a una escala mundial, y que propiamente es parte de la lógica del llamado régimen de producción flexible, los supuestos neoclásico adquieren peso en cuanto los planteamientos que sustentan las supuestas ventajas de cambiar de esquema económico.

El esquema de desarrollo endógeno que la nación implementa desde mediados de la década de los años 30 a la actualidad, da la país 40 años de prosperidad y crecimiento sostenido, con importantes avances en materia de desigualdad social y distribución social del ingreso nacional en los estratos socioeconómicos de la nación.

Una de las razones que recientemente se admite respecto al milagro económico de entonces es que éste no es más que el resultado de una coyuntura internacional favorable. Previa la segunda contienda mundial, el aprovisionamiento que los Estados Unidos otorga a las naciones que entran en conflicto, especialmente para pertrechar la guerra, otorga a México, como a toda América latina, una creciente y consistente demanda de productos básicos nacionales. El incremento significativo de las exportaciones del país le otorgan las bases financieras para la expansión del crédito con bajas tasas de interés, y de inflación, y sobre todo, el clima de estabilidad a largo plazo, necesario para incentivar la inversión nacional.

Otros factores internos también influyen en este despegue de la economía nacional, como lo es el orden social obtenido desde las bases corporativas del nuevo régimen post revolucionario. El clima de paz social propicio para la seguridad y la estabilidad política. La nacionalización de sectores que son estratégicos para la nación (de 1936 a 1938), tales como la energía eléctrica, la minería, la industria del petróleo, ferrocarriles nacionales, el telégrafo y el teléfono, entre otras más. Así también no es menospreciable el crecimiento demográfico en una nación que contaba con grandes extensiones de territorio con muy bajo nivel de población. El alto grado de proteccionismo con respecto al comercio exterior que causa la consolidación de negocios con una alta capacidad de monopolización de sus mercados, y con ello, de capitalización y modernización de la industria. El esquema, sin embargo, dependía grandemente de las ventas al exterior, entonces favorable.

Tanto Japón como la Comunidad Económica Europea en los años 60, van recuperando sus espacios económicos perdidos durante la segunda contienda mundial. Su recuperación marca el ocaso de la hegemonía norteamericana en el orbe. El primer síntoma lo da la balanza de cuenta corriente norteamericana que en 1971 cae en un significativo déficit, el mismo que se vuelve persistente en los años siguientes. Un factor importante es la crisis financiera del patrón de cambios oro – dólar, al quedar al descubierto que la Unión Americana no tenía reservas de oro suficientes para amparar, a la paridad del momento, el valor del dólar.

Aunque es común  que en la historia aspectos incidentales como fechas, personas, montos y otros datos, sean considerados como causales y móviles del cambio, en realidad lo que se vive en 1971 es efecto de los que desde 1960 se viene observando en la economía mundial: el arribo de la producción flexible, que parte fundamentalmente de fórmulas de organización productiva basadas en organizaciones asiáticas, propiamente se trata de la toyotización.

Occidente pronto descubre que la crisis de los años 90 es efecto principal y fundamentalmente en su pérdida de eficiencia en la producción. Ya no se es competitivo en comparación de los asiáticos, especialmente Japón, que lidera a toda la economía de la cuenca del pacífico oriental. Por tanto, en los años 80, Inglaterra y los Estados Unidos de América emprenden a escala mundial la reestructuración económica de corte post fordista.

La implementación del esquema flexible requiere que los espacios económicos se sumen a la lógica de una producción compartida. Esto es, que cada Región del mundo aporte las ventajas competitivas locales a los esquemas mundiales de producción. Para ello es entonces un requerimiento imprescindible que la periferia del capitalismo abra sus economías a las inversiones que las naciones del centro, naciones industrializadas, arriben a sus territorios llevando sus industrias para que operen dentro de sus economía, a lo que se concibe como integración económica.

El sustento radica en que en este nuevo esquema, todos salen ganando, esgrimiendo tesis del periodo clásico de la economía tales como la ventaja absoluta de Adam Smith (1723 – 1790), la ventaja comparativa de David Ricardo (1772 – 1823), o los costos de oportunidad y la demanda recíproca de John Stuart Mill (1806-1873).

Algunos otros autores de la tesis liberal destacan por sus estudios en la sustentación de las ventajas del libre comercio, como lo son Alfred Marshall (1842-1924) y Francis Ysidro Edgeworth (1845-1926).

Los primeros 4 autores aquí señalados son parte de la escuela clásica, pero Edgeworth es de la corriente marginalista, escuela neoclásica. Igual de Bertil Ohlin (1899 – 1979). De estos se aportan los trabajos de la escuela marginalista de los que destacan Heckscher y Ohlin1 o Teoría de las proporciones factoriales (Bajo, 1991)2 . Así como otros autores como es la ventaja competitiva de M. Porter (1991)3 dentro de la teoría de la organización industrial.

Así, los nuevos paradigmas económicos abren la posibilidad de un nuevo enfoque en el crecimiento económico y el desarrollo. Bajo las tesis liberales, como neoliberales, el encanto de las ventajas del libre comercio resurge, amparando ante todo el postulado de un esquema que es muy ajeno a la teoría económica, pues más bien se trata de uno de corte organizacional, propio de la administración: el régimen de producción flexible, también llamado toyotización, post fordista, post organizacional.

Más allá de los planteamientos clásicos y neoclásicos, se presentan las ventajas de este nuevo esquema respecto al respectivo a la producción rígida como las siguientes:

  1. Se trata de un esquema que le quita la rigidez al de la producción en serie puesto que mediante la implementación de los círculos de calidad (empresas maquiladoras), cada fase de la producción se hace independientemente de las demás.
  1. Por otra parte, este esquema no supone una línea cronológica de producción, dada por series de tiempo en los pasos de armazón, puesto que todas las fases de dan simultáneamente.
  1. Admite la inclusión de innovaciones tecnológicas, puesto que la destreza alcanzada mediante la implementación de las mismas en la esfera productiva no disloca las proporciones productivas, puesto que se dimensiona la plata a la nueva dimensión de producción y eficiencia lograda, de forma permanente.
  1. Se trabaja a la máxima destreza, y no a la mínima destreza que impone quien inicia la línea de ensamblaje, propio de la producción fordista, donde se tiene que trabajar a un ritmo que todos alcancen, y es necesariamente aquella que corresponde al menos diestro.
  1. Y lo más importante para el tema que es interés del presente trabajo, el esquema de producción flexible incorpora las ventajas competitivas Regionales, a escala mundial, a sus procesos de producción, donde pequeñas ventajas competitivas adquiridas en lo local, suman una abierta ventaja a escala global.

Con lo anterior se tienen entonces que las tesis económicas, si bien justifican la ventaja del libre comercio, es en realidad la administración la que supone una ventaja real en materia de la organización social, como internacional, del trabajo y la producción, donde queda entreverado que se trata por ello de una nueva división y especialización internacional del trabajo.


1 Chacholiades, Miltiades (1989) Comercio Internacional. Mc Graw Hill. México.

2 Bajo, Oscar (1991)Teorías del comercio internacional. Antonio Bosch Editor.Barcelona, España. Citado por Orozco (1998).

3 Porter, Michael E. (1991) La ventaja competitiva de las naciones. Editorial Vergara. Buenos Aires, Argentina.