APORTES DE LA CIENCIA REGIONAL AL ESTUDIO DEL CAMBIO CLIMÁTICO

APORTES DE LA CIENCIA REGIONAL AL ESTUDIO DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Andrés E. Miguel Velasco (CV)
Pedro Maldonado Cruz (CV)
Julio César Torres Váldez (CV)
Nestor Solís Jiménez(CV)

CAPÍTULO 2. EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO PROBLEMA REGIONAL

2.1. El cambio climático como problema de investigación en la Ciencia Regional

Ha sido señalado que un tema fundamental para la Ciencia Regional (CiЯ) es el correspondiente al desarrollo. De manera específica, la misma concibe el ÐЯ como el proceso generador de riqueza económica y bienestar para la sociedad y sus regiones. Una variante del mismo es el desarrollo regional sustentable (ÐЯS), el cual es el logro del bienestar social basado en el equilibrio entre la sociedad, su economía y sus recursos naturales, cuya conceptualización más popularizada es la que lo define como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” (CMMAD 1988) que habitan las regiones, concepto acompañado de sugerencia de medidas relacionadas con la regulación del manejo de los recursos naturales, y el apego a normas para cuidar el ambiente, que poco a poco han arraigado en las políticas públicas de las regiones y ciudades.
Por otra parte, el cambio climático (C2) se conceptualiza como la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional, cuyas manifestaciones más evidentes a través de sucesos relacionados con las sequías, inundaciones, huracanes, etc., se han hecho presentes desde las últimas décadas del Siglo XX, y que gradualmente se ha acomodado como una política pública.
La vinculación del desarrollo y el C2 posee un impacto en los recursos naturales y el bienestar social, y se convierte en una prioridad nacional para lograr los niveles de producción de riqueza requeridos con la finalidad de incrementar el nivel de vida de la población, lo cual, entre otros aspectos, se refleja como un costo ambiental. Desde la perspectiva de las cuentas nacionales ecológicas, se estima que el costo ambiental equivale en promedio a 13% del PIB, lo que es muy significativo. Esta valoración se estima por la suma de dos componentes: los costos por agotamiento de los recursos y el costo por degradación (Nadal 2007).

Se espera que una de las repercusiones inmediatas del C2 se manifieste en el ciclo hidrológico de las regiones, alterando el acceso al agua. Esta es un elemento clave del ÐЯS, indispensable en sus aspectos sociales, económicos y ambientales.  El agua es vida, esencial para la salud humana.  El agua es un bien social y económico que debe distribuirse en primer lugar para satisfacer necesidades humanas básicas: el acceso al agua potable y al saneamiento constituye un derecho humano.  No hay nada que pueda sustituir el agua: sin ella perecen los seres humanos y los organismos vivos, los agricultores no pueden cultivar los alimentos, las empresas no pueden funcionar. La seguridad del abastecimiento de agua es un aspecto clave de la reducción de la pobreza.

El C2 es uno de los factores que representa un problema y que pone en entredicho el ÐS de las regiones de México y del plantea, y que en el futuro de manera particular afectará el recurso natural agua, con su consiguiente impacto en el bienestar social. Esto es relativamente grave, ya que según Landa y Carabias (2007), independientemente del C2, más del 70% de los cuerpos de agua presentan algún grado de contaminación; más del 15% de los acuíferos se encuentran sobreexplotados; por lo menos el 57% del volumen de agua subterránea que se utiliza proviene de acuíferos sobreexplotados y se está minando la reserva de agua subterránea a un ritmo de 6 Km3 por año; la deforestación y el asolvamiento por erosión han provocado la disminución de los caudales de muchos ríos, dejando de ser permanentes un gran número de ellos; existe sobreexplotación pesquera e invasión de especies exóticas en los principales lagos; el desvío de cauces de ríos ha ocasionado, entre otras, la extinción de especies acuáticas.

La sobreabundancia, y la escasez de agua dulce, son factores limitantes para el ÐЯ, pudiendo ser de origen natural, donde las condiciones fisiográficas limitan la disponibilidad del recurso, o ser provocada por el hombre, por sus actividades y por la densidad poblacional. La escasez de agua dulce por actividades humanas es provocada por los índices de consumo (cantidad), fundamentalmente por la degradación de la calidad del agua dulce debido a la contaminación (Yoshinaga y Alburquerque 2010). Se estima que el C2 tiende a repercutir en lo inmediato en el acceso al agua por parte de las regiones, y en consecuencia, de la población que las habita.

La construcción de esquemas metodológicos para los estudios regionales que nos den una explicación coherente de estas interrelaciones es importante para elucidar las relaciones entre sistemas culturales, cambios económicos y procesos ecológicos (Halperin 1989; Hilhorst 1990). Un aspecto práctico del enfoque regional consiste en permitir la evaluación de hipótesis particulares de los cambios y tendencias espaciales y temporales del C2 en poblaciones locales (Van Young 1992). El territorio regional implica constantes cambios entre las relaciones jerárquicas entre sistemas culturales y naturales, que resultan de un acceso diferenciado a una amplia cantidad de recursos regionales. La región (Я) es el espacio del discurso que sirve como un dominio y un objeto de las relaciones económicas, prácticas políticas y sistemas culturales (Lomnitz-Adler 1991), y en las mismas el C2 ocupa un lugar relevante como un problema que en el futuro afectará el bienestar de la población.

De manera elemental, las regiones pueden clasificarse en regiones naturales y regiones sociales. Algunas regiones naturales con que hoy contamos son el bosque de coníferas y encinos, bosque de montaña, pastizal, matorral, chaparral, sabana, selva seca, selva húmeda, cuencas hidrológicas..., las cuales han venido evolucionando a través de los cambios climáticos y geológicos que ha vivido la Tierra.

Las regiones sociales son modificaciones o adaptaciones del ser humano a las regiones naturales que, en algunos casos resultan ser las denominadas zonas económicas, los territorios delimitados por la presencia de determinadas culturas, las zonas marítimas de los países, continentes, países, o grupos de estados o municipios, como sucede en México. Las regiones sociales son sistemas complejos cuyas estructuras políticas, económicas, sociales, ambientales y culturales interactúan para facilitar la autorregulación, autoorganización y adaptación de las sociedades a su entorno y a las condiciones cambiantes a las que se encuentran sometidas constantemente. En la práctica, estas regiones han sido generadas y son modificadas por los diversos intereses de la sociedad; en algunos casos, como resultado de conflictos de las sociedades en y por el territorio geográfico, que de igual manera, varía a lo largo de la historia. Hoy en día, una de estas modificaciones proviene de la interacción de las regiones naturales sobre las regiones sociales, interacción que se argumenta ha sido provocada originalmente por estas últimas, y que entre otros aspectos se manifiesta a través del C2.
Por otra parte, el clima de las regiones depende de un gran número de factores que interactúan de manera compleja. éste se concibe como un estado cambiante de los parámetros de la atmósfera como la temperatura, precipitación, humedad y la evaporación, mediante sus interacciones con el mar y los continentes, en diversas escalas de tiempo y espacio. Cuando un parámetro meteorológico como la precipitación o la temperatura sale de su valor medio de muchos años, se habla de una anomalía climática ocasionada por forzamientos internos, como inestabilidades en la atmósfera y/o el océano; o por forzamientos externos, como puede ser algún cambio en la intensidad de la radiación solar recibida o incluso cambios en las características del planeta (concentración de gases de efecto invernadero, cambios en el uso de suelo, etc.) resultado del comportamiento natural del ambiente, y hoy en día, básicamente atribuidos a la actividad humana.
Los impactos de un clima anómalo o extremo en diversos sectores de la actividad humana han llevado a la sociedad, incluyendo a sus instituciones de gobierno, a interesarse en el tema del C2. Las agendas de las naciones desarrolladas y en desarrollo incluyen un componente dedicado al análisis de los potenciales impactos del C2, de la vulnerabilidad de las regiones a condiciones extremas en el clima, así como de las potenciales medidas de adaptación ante tales cambios.
La Tierra absorbe radiación solar (radiación de onda corta), principalmente en la superficie, y la redistribuye por circulaciones atmosféricas y oceánicas para intentar compensar los contrastes térmicos, principalmente del ecuador a los polos. La energía recibida es re-emitida al espacio (radiación de onda larga) para mantener en el largo plazo, un balance entre energía recibida y re-emitida. Cualquier proceso que altere tal balance, ya sea por cambios en la radiación recibida o re-emitida, o en su distribución de la Tierra, se reflejará como cambios en el clima.
Los aumentos en la concentración de los llamados gases de efecto invernadero (GEI), como el CO2, CH4 o los CFC, producto de la actividad humana, reducen la eficiencia con la cual la Tierra re-emite la energía recibida al espacio. Parte de la radiación saliente de onda larga emitida por la Tierra al espacio es re-emitida a la superficie por la presencia de esos gases. Así, la temperatura de superficie se elevará para emitir más energía, pero gran parte de ella queda “atrapada” por la presencia de los gases de efecto invernadero, sin poder salir al espacio para alcanzar el balance que mantiene relativamente estable el clima. Si las concentraciones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, la temperatura de la superficie del planeta mantendrá una tendencia a aumentar.

En el caso de México, y concretamente para el Estado de Oaxaca en el Sur de este país, se estima que la temperatura media anual estatal por década ha sido de 21.6°C, 21.76°C, 21.85°C y 23.71°C, para los años 70, 80, 90 y 2000 respectivamente; identificándose de los años 70 hasta el año 2000 un incremento de 2°C; y  según los registros de los últimos años este aumento de temperatura tiende a continuar.

En el caso de otra variable climatológica como la evaporización anual, para el periodo 1930–2010 los valores medios obtenidos fueron de 1,827.61 mm, el valor mínimo fue de 690.07 mm, el cual se registró para el año de 1986. La máxima evaporación anual fue de 2,254.27 mm y se dio en el año 2003. En la última década se observa una mayor evaporización (Gráfica No. I.3.; CONAGUA 2012). En los resultados de la climatología histórica de la principal ciudad de este Estado, la ciudad de Oaxaca, también se identifica que cada año aumenta más la evaporización con respecto a las precipitaciones.
En México existen 235 estaciones climatológicas dependientes de la Secretaría del Medio Ambiente y los Recursos Naturales (SEMARNAT) que monitorean la calidad del aire y contaminantes como ozono, monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno, partículas suspendidas menores a 10 microgramos y totales. Los escenarios que proyectan las concentraciones de gases de efecto invernadero para México muestran que: i) para el año 2020 la precipitación variará entre +5 y -5 % y la temperatura media anual aumentará entre 0.6 y 1.2 °C; ii) en 2050 la precipitación variará entre +5 y -15 % y la temperatura media anual aumentará entre 1.0 y 2.0 °C; y iii) y en 2080 la precipitación variará entre +10 y -20 % con incremento de la temperatura media anual entre 2 y 4 °C (INE 2000).

En Oaxaca se identifican diversos  sectores vulnerables al C2. En cuanto al agua, la entidad se encontrará con presión media (20-40%) del recurso para 2025 (INE 2000). Podría presentarse escasez o déficit de aguas superficiales para satisfacer crecientes demandas de distintos distritos de riego. En el caso de los centros urbanos, se señala que las condiciones de vulnerabilidad están dadas por una alta concentración demográfica, procesos de industrialización, aumento de vehículos automotores e incremento de población con altos niveles de pobreza.

En el Estado de Oaxaca, México, la deforestación en las partes montañosas ha disminuido la captura de agua, al mismo tiempo que la demanda de agua de las ciudades es creciente. En años recientes, la agricultura de riego por bombeo se ha incrementado, disminuyendo los mantos freáticos. En el futuro la competencia por el agua se incrementará si no se regulan los usos del líquido (Liverman 1995). Los climas secos cálidos y semicálidos incrementarán su superficie cubriendo áreas como el centro del estado (Villers y Trejo 1995). En el sector salud se menciona que los efectos del incremento de temperatura tienen relación con el aumento del número de casos de dengue (INE-SEMARNAT sf), y el paludismo, el cual principalmente tiende a afectar las localidades rurales de difícil acceso.

Algunas evidencias de los impactos recientes del C2 registrados en el mundo, México, y el estado de Oaxaca (tabla 12ª), se indican a continuación.

En la primavera de 1998, durante casi dos meses una espesa nube de humo cubrió la mayor parte de México. La nube comenzó en el sur y sureste del territorio y se fue expandiendo lentamente hasta alcanzar la frontera con Estados Unidos. Ese fue el año más seco y cálido de los registrados, y tuvo como principal efecto una sucesión de incendios forestales que arrasaron millones de hectáreas de selvas y bosques en Brasil, Centroamérica, Indonesia, Canadá y México y generaron una gigantesca capa de humo. Los habitantes de los países afectados estuvieron cerca de vivir una tragedia. En el año 2003 se presentó una inusitada canícula que estableció récords nunca vistos en los termómetros de Francia, Portugal, España, Alemania, Bélgica e Inglaterra. En Córdoba y Sevilla las temperaturas alcanzaron 45, 50 y hasta 55 grados centígrados durante agosto. El saldo en muertes por el calor se calcula entre 20 mil y 30 mil, una estadística muy poco publicitada (Toledo 2012).

En México, la inundación de Tabasco, estado ubicado en el sureste mexicano, es considerada como el más grave desastre natural enfrentado por el estado mexicano en los últimos 50 años. La planicie tabasqueña es atravesada por los dos ríos más caudalosos de México, el río Usumacinta y el río Grijalva, que junto con otras corrientes sobrepasaron sus máximos históricos a causa de fuertes lluvias ocurridas en su territorio y en las zonas altas del vecino estado de Chiapas. La inundación comenzó el 31 de octubre de 2007 al inundarse la capital del estado y la principal ciudad de esta entidad, Villahermosa, que en conjunto con las zonas rurales y restantes municipios afectó el 80% del territorio del estado. El gobierno de Tabasco calculó en más de $50,000 millones las pérdidas causadas por la inundación, por lo que según expertos se requerían inicialmente unos $20,000 millones para la recuperación de la entidad. La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros estimó en más de $7,500 millones el monto a pagar por los daños que ocasionaron las inundaciones. Más de 23,000 unidades vehiculares fueron siniestradas, convirtiéndose en la mayor catástrofe en cuanto a pérdidas de automotores en la historia del país.

En los años siguientes, en el planeta se han registrado fenómenos inesperados como el aumento en la potencia de huracanes, como Katrina en 2005, la reducción de los casquetes polares y de los glaciares de las principales montañas del mundo (la de los Himalaya afectará a millones de habitantes de China e India), la reducción de los ciclos térmicos en el océano Pacífico (conocidos como El Niño y La Niña), y el aumento en la acidez de los mares. Finalmente en los últimos años se han presentado severas sequías e inundaciones extremas en regiones tan dispares como el centro de Europa, la cuenca amazónica, Colombia, Rusia o Estados Unidos. En 2012 Groenlandia se ha quedado sin su capa de hielo en solamente cuatro días, y los fenómenos de El Niño y La Niña han reducido sus ciclos de siete a dos años. La situación se ha tornado más preocupante según lo indican los últimos reportes. Estos informes proyectan sus datos a una nueva fecha seminal: el 2050. En este año, la población alcanzará más de 9 mil millones de seres humanos, que vivirán un escenario energético límite, con muy poco o nada de petróleo, y toda una gama de fenómenos extremos provocados por el C2. Energía, alimentos, agua, seguridad y empleo serán bienes extremadamente escasos. Si no se toman previsiones, se estará realmente cerca de una catástrofe planetaria (Toledo 2012).

En el año 2011, en México murieron por sequía 450 mil cabezas de ganado en estados del norte. La Confederación Nacional Campesina de este país informó que los estados afectados fueron Guanajuato, Chihuahua, Zacatecas, Durango, Sinaloa, Coahuila, San Luis Potosí, Tamaulipas y Jalisco. Expertos del Servicio Meteorológico Nacional señalaron que el fenómeno de la sequía se presentó en el 70% del país, lo que sumado a las heladas e inundaciones provocadas por el cambio climático, significó la afectación de alrededor de 12 millones de cabezas ganado, 35 por ciento del hato nacional que se encuentra prácticamente en huesos por la falta de agua y de forrajes, los que por su escasez se han encarecido en algunas partes hasta en más de 50% (Valadez 2011).

Ante los retos del C2, la producción de alimentos se ha vuelto aún más vulnerable en México al aumentar la demanda de agua y los episodios de temperaturas extremas. La seguridad alimentaria está en franco riesgo. El Estado mexicano no puede seguir desentendiéndose de esos grandes problemas. En su condición actual, la producción de alimentos es ya crecientemente deficitaria. En el periodo reciente, la dependencia alimentaria de maíz promedió 31.9%; la de frijol, 8.2; de trigo, 42.8, y de arroz, 67.9%. La prolongación de esa tendencia sugiere la insostenible situación de que, hacia el año 2025, habría que importar uno de cada dos kilos de maíz consumidos en México. No hay soluciones mágicas para enfrentar esta problemática. Ni el cultivo de maíz transgénico, que implica grandes riesgos y que no aumenta los rendimientos, ni la autoproclamada agricultura de conservación del proyecto Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro) –ambas apoyadas de manera contingente por el Estado mexicano– serán la solución al déficit del campo mexicano (Turrent 2011). El C2 tiende a agravar esta situación.

Por otro lado, el las regiones del Estado de Oaxaca, en el Sur de México, también se han manifestado diversos eventos que indican la presencia del C2 en su comportamiento.

En resumen, para la CiЯ el cambio climático (C2) es el momento histórico que viven las regiones naturales por la transición climática a la que están sometidas prácticamente desde mediados del Siglo XX debido, entre otras causas, a la emisión de GEI por parte de las regiones sociales, y que a la vez tiende a afectar desfavorablemente a las propias regiones sociales en la actualidad. El mismo se conceptualiza como la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Sus manifestaciones cada vez afectan más las actividades y la calidad de vida humanas, lo que gradualmente se ha hecho evidente a través de sucesos relacionados con las sequías, inundaciones, huracanes, etc., a partir de las últimas décadas del siglo XX. Algunos autores estiman que sus efectos definitivos se harán sentir a partir de los 50s de este siglo XXI, y otros hasta el inicio del Siglo XXII.
Se espera que en esta transición hacia una nueva estabilidad climática, la vinculación del desarrollo y el cambio climático (C2) tiende a mostrar su impacto desfavorable en los recursos naturales y el bienestar social de las regiones. Una de las repercusiones inmediatas del C2 se manifieste en el ciclo hidrológico de las regiones, alterando el acceso al agua. Esta es un elemento clave del DS, indispensable en sus aspectos sociales, económicos y ambientales, ya que la seguridad del abastecimiento del agua es un aspecto clave para la reducción de la pobreza social en las regiones.
Pero en resumen, el C2 es un problema de naturaleza global, y sus características definitivas se consolidarán en el largo plazo, involucrando interacciones complejas entre procesos naturales (fenómenos ecológicos y climáticos), y procesos sociales, económicos y políticos a escala mundial (Osnaya 2004).

Precisamente, el presente texto analiza la interacción ÐS-C2 a través de su vinculación con el consumo de agua para las actividades humanas, con la finalidad de dilucidar su impacto en el bienestar de las regiones de México, y de manera específica para las regiones del estado de Oaxaca en el sur-sureste de este país, para lo cual se plantean las siguientes preguntas de investigación: ¿cuál es el nivel de ÐS de las regiones de México, y de manera particular del el Sur-sureste, en los años considerados?, ¿cuál es el efecto del C2 en el desarrollo de las regiones?, ¿cuáles regiones de este País tienden a ser más afectadas en su ÐS con el C2?