EL SECTOR COOPERATIVO EN EL MERCOSUR DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI

EL SECTOR COOPERATIVO EN EL MERCOSUR DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI

Sandra Colombo (CV)
Paula Oxoby


4. Recorte temporal

Para los países de la región, el nacimiento del siglo XXI estuvo asociado al debilitamiento de la hegemonía del pensamiento único, caracterizado por la desarticulación del Estado, la preeminencia del mercado como asignador de recursos, y la transferencia de responsabilidades sociales a la sociedad civil y a los gobiernos provinciales y locales sin los recursos necesarios.
García Delgado (2006: 4) ha denominado a este período que surge luego de la implosión del neoliberalismo, como un “momento bisagra… un nuevo escenario histórico para los países de la región”, en el que razones externas e internas se conjugan para producir el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo en América del Sur “sobre las grietas de un modelo de dominación que hasta hace poco aparecía como incólume”.
Pese a que en su lugar no ha surgido claramente un nuevo paradigma, la evidencia indica un movimiento tendiente a la reconstrucción del Estado, entendido ya no sólo como una  gestión transparente, auditable, y reducido a una buena administración, sino como garante del bien común, centro de articulaciones sociales e impulsor de un proyecto colectivo y transformador” (Delgado, 2006:5). Esta nueva orientación rescata el rol estratégico de la acción estatal, en tanto promotora del desarrollo.
Los gobiernos representativos de esta nueva época son los de Hugo Chávez Frías en Venezuela (1999 – presente), Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2003-2011), Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003- presente), Tabaré Vázquez y José Mujica en Uruguay (2004- presente), Evo Morales en Bolivia (2006- presente), Rafael Correa en Ecuador (2007- presente), Fernando Lugo en Paraguay (2008- 2012). Más allá de las divergencias, estos gobiernos tuvieron perfiles más productivistas y mercado-internistas, coincidieron en la reivindicación del rol del Estado para construir sociedades más justas y en la proyección de posiciones autónomas en el escenario internacional, lo que los impulsó a avanzar en procesos de cooperación política y económica regionales. Todos pusieron como eje de sus políticas exteriores el fortalecimiento de los bloques regionales ya existentes, en pos de mejorar su rol en el escenario internacional y lograr las transformaciones internas que la región requiere para alcanzar el desarrollo con equidad (Natanson, 2010).
Esta orientación tuvo su correlato en una revalorización del MERCOSUR. Se multiplicaron las voces del “relanzamiento” y los planteamientos para una nueva agenda más ambiciosa e integral que la anterior, donde primaron los aspectos sociales, políticos y culturales aunque no perdió relevancia el elemento económico comercial de la integración. Sucesivos pasos ratificaron este rumbo. El “Consenso de Buenos Aires” (16/10/2003) firmado por los presidentes de Argentina y Brasil fue el documento fundante de la nueva agenda para la región, alejada del Consenso de Washington, que buscaba “garantizar a todos los ciudadanos el pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales, incluido el derecho al desarrollo, en un marco de libertad y justicia social acorde con los valores, propósitos y objetivos establecidos en la Cumbre del Milenio" (Consenso de Buenos Aires, 2003:1). En el acuerdo, ambos mandatarios se comprometieron a impulsar en el proceso de integración regional la participación activa de la sociedad civil; instrumentar políticas públicas que apuntalen el crecimiento sostenido y la distribución equitativa de sus beneficios; propiciar ordenamientos tributarios y fiscales más justos y a otorgar una absoluta prioridad a la educación como herramienta de inclusión social.
Asimismo, esta  concepción  quedó  plasmada  en  la  decisión  del Consejo del Mercado Común1 Nº 26,  de  diciembre  de 2003, donde se creó el “Programa  de  Trabajo  2004-2006”, que  estableció  la  agenda  prioritaria  del  bloque para el período. Esta agenda introdujo la integración productiva como objetivo prioritario, junto con la disminución del uso de incentivos distorsivos y la mejora de la competitividad de socios menores y regiones menos desarrolladas. En  su  segunda  parte,  bajo  el  título  de  “MERCOSUR  social”,  se  propuso  impulsar  la visibilidad de la dimensión cultural y la  ampliación  de  la  participación de la sociedad civil en el proceso de integración (Vázquez, 2009). 
En cuanto al sector cooperativo, es oportuno señalar que este cambio de época lo encuentra en proceso de consolidar su representación institucional a nivel regional. Desde fines de la década de los noventa, los movimientos cooperativos de la región han actuado coordinadamente, y las Confederaciones nacionales (CUDECOOP de Uruguay, CONPACOOP de Paraguay, CONINAGRO y COOPERAR de Argentina, y OCB de Brasil), se han insertado progresivamente en el proceso de integración a través de su participación activa en el Foro Consultivo Económico y Social del MERCOSUR (FCES)2 .
Los Estados parte del MERCOSUR reconocieron y promovieron mediante legislación nacional específica, la actividad de las cooperativas y especializaron organismos encargados de la promoción y/o contralor. Se destacó en esta dirección, la celebración de tres encuentros de Organismos gubernamentales nacionales y Confederaciones de Cooperativas del MERCOSUR (Buenos Aires junio 2000; Rio de Janeiro diciembre 2000; Asunción, marzo 2001) que alimentaron el interés por institucionalizar estos espacios en la estructura formal del MERCOSUR. Estas iniciativas resultaron en la creación de la Reunión Especializada de Cooperativas del MERCOSUR (RECM), por parte del Grupo Mercado Común (GMC)3 el 10 de octubre de 2001. Así, la RECM se constituyó en el órgano con representación gubernamental de los cuatro Estados Partes, que actúa en coordinación con las entidades privadas del sector cooperativo de carácter nacional de cada país.
En este contexto, el presente análisis se focaliza en el sector cooperativo en los países miembros del MERCOSUR durante la primera década del siglo XXI, por ser  ésta la etapa  que  atestigua un mayor protagonismo, crecimiento y desarrollo regional del sector, de la mano de una voluntad política afín a estos lineamientos, en especial –pero no únicamente- en Argentina y Brasil.


1 El Consejo del Mercado Común (CMC), es el órgano superior del MERCOSUR y el que adopta las decisiones de mayor importancia. Está integrado por los Ministros de Relaciones Exteriores y los Ministros de Economía de los países miembros.

2 El Foro Consultivo Económico-Social del MERCOSUR (FCES), fue creado en 1994. Es un órgano autónomo pero sin facultades decisorias propias, integrado exclusivamente por organizaciones empresariales, sindicatos y tercer sector, sin participación de los estados.

3 El Grupo Mercado Común (GMC) es el órgano ejecutivo del MERCOSUR, que tiene entre sus funciones: velar por el cumplimiento del Tratado de Asunción, de sus Protocolos y de los acuerdos firmados en su marco; fijar programas de trabajo que aseguren avances para el establecimiento del mercado común; negociar, con la participación de representantes de todos los Estados Parte, por delegación expresa del Consejo del Mercado Común, acuerdos en nombre del MERCOSUR con terceros países, grupos de países y organismos internacionales. El GMC se pronuncia mediante Resoluciones, las cuales son obligatorias para los Estados Partes.