En el campo de las drogodependencias suelen plantearse partiendo de una serie de tipologías, a través de las cuales se intentan distinguir las implicaciones sociales y personales de la variedad de sustancias agrupadas bajo el término droga. Estas tipologías configuran los análisis del problema y subyacen a los programas de actuación al respecto.
En general, la  interacción en el seno de esos grupos se   va conformando como una especie de subcultura desviada,  que pudiera constituir uno de los elementos  claves de la interpretación de la drogadicción y delincuencia en grupos de  jóvenes. En muchos países se advierte una tendencia, que ha sido  identificada como la aparición de una «nueva  épica delictiva» como un factor de decisiva importancia en la etiología del  fenómeno, que es necesario abordar desde premisas estas sociológicas. Las respuestas  al por qué estudiar la drogadicción en grupos de jóvenes y  su expresión en la delincuencia se plantea  desde una perspectiva integracionista, que tiene una de sus claves  fundamentales en el sistema de creencias y valores propios de esos grupos, de las  subcultura desviadas que se forman sobre todo en las ciudades.
  En determinadas  circunstancias y en personas jurídicas hemos advertido una especie de  subcultura alrededor de este asunto, como si hubiera surgido una nueva épica de  la delincuencia», según la cual delinquir no constituye una actividad marginal,  sino natural y, por tanto, legítima. Se trata de un fenómeno de legitimación de  los actos de trasgresión de las normas sociales. La Ley y el Aparato de Justicia  son considerados por el delincuente habitual como algo ajenos y carentes de  contenido. Los representantes de este Aparato (jueces, abogados, policías) sólo  son actores que representan sus respectivos papeles más o menos eficazmente.  Para el delincuente no existen «buenos y malos», sino simplemente individuos  que «se lo montan» de una u otra forma  1
  Como se puede  advertir, la importancia que adquiere el conocimiento científico de esta  problemática para poder encauzar la organización y cambio del orden político y  la estructura social, lo cual es una necesidad de los países en vías de  desarrollo. De forma creciente, las políticas seguidas por algunos Gobiernos se  basan en modelos teóricos que antes parecían inaplicables, o se justifican por  referencia a los mismos. La unión de la teoría y la política (un cambio en las  prácticas) evidencia el cambio que se está produciendo en la relación entre  ciencia y tecnología, la progresiva fusión entre ambas que constituye una  tendencia clave en las sociedades modernas2 
En esta investigación de carácter sociológico, se  justifica la perspectiva integracionista en lo referente al análisis de la  drogadicción en jóvenes y la desviación social. Por otra parte, también se  justifica el análisis micro sociológico que se combina con otro nivel macro  respecto a los costes y beneficios de determinadas políticas o “vacíos” de  política en  la lucha contra la droga. La  fusión de ambos planos constituye una premisa metodológica de central  importancia para la consistencia de la presente investigación  sociológica.
  En el contexto  caboverdiano, se requiere no sólo definir las causas,  tendencias y contradicciones del fenómeno,  sino abordar seriamente la reconceptualización   de los conceptos alrededor del fenómeno y su desmitificación, aclarar  los términos para analizar con objetividad y cientificidad este. Justamente la  investigación se basa en las premisas del enfoque integracionista: porque la  esencia de la cuestión de las drogas y la drogadicción en jóvenes no se percibe  correctamente desde la metodología empleada por el análisis tradicional de la  desviación, analizando la personalidad del drogadicto y los efectos de las  mismas. Esta es una incoherencia de algunas investigaciones sobre este asunto.  Por eso es ante «Es necesario analizar también a la sociedad que genera el  estereotipo de drogas, que rotula con él a unos sujetos y a otros no, que crea  así una percepción de amenaza y que trata de lidiar con ella, definiéndola,  bien como un problema moral, bien como una cuestión legal o como una  enfermedad; pues la "droga" —siempre entre comillas— es un miedo  colectivo que tiene efectos en parte reales, en una gran parte imaginarios » 3 
  El problema que se  pretende investigar desborda el plano individual. En el contexto de la ciudad  de Mindelo los toxicómanos jóvenes son mucho más numerosos y en consecuencia  las implicaciones sociales cada vez más   numerosas y negativas. Toda política estatal deberá atenerse a un orden  de prioridades para acometer estos y otros problemas sociales. En este caso, lo  más urgente es la necesidad de actuar y controlar el problema planteado con  respecto al crecimiento en algunos de ellos. La prioridad es social.
  Es el  contexto cultural a que se refiere, en que las drogas se convertirán en el nexo  de algunos de los principales problemas sociales  durante las ultimas tres décadas (do  siglo XX e a primera de siglo XXI). Eso constituye una de las hipótesis  centrales en el presente trabajo, cuya finalidad no consiste en suscitar los  viejos argumentos a favor de la penalización indiscriminada de los sujetos que  consumen drogas, ni dramatizar sus consecuencias a partir de posiciones  radicales a posteriori.
  En  esencia, se trata de analizar el estado de la cuestión a partir de la óptica  sociológica, mas con una visión transdisciplinar que permita captar el fenómeno  a partir de una mirada más objetiva posible y establecer no solo una  reconstrucción teórica metodológica del mismo, sino un  orden de prioridades  para abordar en la práctica social el problema por parte de los actores  sociales caboverdianos.
   Este análisis se realiza desde una dimensión  transdisciplinar que implica una triangulación teórica metodológica de varias  disciplinas (Sociología Política, Sociología de la Cultura, Historia,  Antropología y Derecho) que nos permitirán   investigar el fenómeno y evaluar la política seguida por algunos  autores  alrededor del problema, su  evolución e implicaciones negativas en la sociedad caboverdiana como aspectos  básicos de dicho estudio
MARCO DE REFERENCIA TEORICO
Esta investigación  que se pretende realizar está influida por uno de los dos enfoques  prevalecientes en el estudio de la desviación social
  El término  «desviación», habitualmente empleado por sociólogos, el mismo se  refiere a una conducta divergente de los  modelos y roles establecidos en una sociedad. En la medida en que una parte  fundamental de la estructura social está integrada por estos últimos, el  fenómeno se sitúa en el núcleo central del análisis sociológico. Al aludir a  hechos que difieren del conjunto de normas y valores vigentes en una sociedad,  plantea la necesidad de una concepción amplia y dinámica de la estructura  social, en la que tengan cabida tanto los elementos de orden y consenso como de  conflicto y cambio social. En esta perspectiva de desarrollo de los esquemas  teóricos convencionales, con las aportaciones de la sociología del conflicto y  la tradición weberiana, se inscribe la aproximación a que se hace referencia. 
  Los que consumen  drogas ilegales hacen algo prohibido por las normas de la sociedad en que viven  y, por tanto, son desviados. Sin embargo, hay dos formas de acercarse a esos  hechos. El enfoque sociológico tradicional considera desviada toda conducta que  se aparta del conjunto de normas y valores de una sociedad, sobre los cuales se  asume que existe un amplio consenso4   
  Ello permite identificar  esas conductas, cuyo castigo es una   reafirmación de la sociedad. En consecuencia, ese enfoque se centra en  el estudio de las condiciones socioculturales que conducen a la desviación, a  través de entrevistas con personas desviadas, el análisis de las fichas  policiales y la consulta a los agentes del control social. Se persigue  descubrir de qué forma los desviados influyen en los demás y elaborar una  teoría que pueda ser aplicada a la corrección y prevención del delito5  
  El segundo enfoque  es el denominado «integracionista». Sus premisas son muy diferentes. El hecho  fundamental sobre la desviación radica en que es algo creado por la sociedad.
  Ello no implica  que sus causas debemos buscarlas en la situación social en que actúa la persona  desviada o en los factores que le empujan a actuar. La desviación no es una  característica inalienable de la conducta de una persona, sino una consecuencia  de la aplicación que otros hacen de unas normas a esa persona, de la respuesta  de otros a su conducta, tipificándola de ese modo: «El desviado es la persona a  la que se le ha aplicado con éxito esa etiqueta; el comportamiento desviado es  aquel que la gente identifica como tal.» Y, al hacerlo, los grupos sociales  crean la desviación, estableciendo las normas cuya infracción constituye  desviación6 .
  Mientras que el  primer enfoque se centra en las características sociales del desviado o en las  condiciones sociales que motivan sus actos, el segundo se atiene a las  definiciones y acciones, tanto del desviado como de las personas que le  clasifican así, y en la interacción social entre ambos; de ahí el término  sociológico integracionista.
  H. Becker ha sido uno de los pilares  epistemológicos de esta perspectiva. Su estudio sobre la marginación social ha  tenido decisiva influencia en su   desarrollo. El uso de una droga ilegal como la marihuana ilustra la  forma en que se consolida el proceso de desviación. La mayor parte de las  teorías y estudios hasta entonces realizados en los Estados Unidos sobre este  fenómeno —«un número desconocido de personas, probablemente muy considerable,  fuma marihuana en los Estados Unidos, a pesar de que es ilegal y está mal  visto»— intentan dar respuesta a una pregunta: ¿por qué lo hacen?
  Casi todos se  basan en la premisa de que la respuesta hay que buscarla en algún rasgo  psicológico del consumidor de la droga (fantasía, necesidad de evadirse de los  problemas), que le empuja hacia ese tipo de conducta. Para Becker, en esa  premisa radica la debilidad de estos enfoques; el uso de la marihuana muestra  la forma en que los motivos para apartarse de las normas establecidas se  desarrollan durante el proceso de experimentación de esa droga, a través de la  experiencia con la actividad desviada.
  El comportamiento  desviado no es consecuencia de la existencia previa de unos motivos para  desviarse, como se pensaba desde la perspectiva citada, sino que el propio  comportamiento desviado genera los motivos para apartarse de las normas  sociales. Vagos impulsos y deseos —curiosidad, búsqueda de nuevas sensaciones—  son transformados en pautas culturales definidas de comportamiento a través de  un proceso de interpretación que tiene una dimensión básicamente cultural. Los  motivos no derivan tanto de una experiencia física bastante ambigua como de las  circunstancias que envuelven al individuo y del significado que el individuo le  atribuye a la droga, y que se va desarrollando al aumentar su experiencia de  uso. Los motivos no son fisiológicos, ni de herencia cultural, la marihuana es  una droga que se diferencia de otras, pero es droga; los motivos de su consumo  son de carácter cultural y la pauta de consumo es por lo general asociada a  actividades recreativas, se fuma «por placer», por estar a tono con un grupo,  por estar  mostrarse parte de ese grupo7  Esta aproximación está  sustentada en una revisión bibliográfica de las teorías conductistas, y destaca  el papel del aprendizaje en la desviación social. Los individuos interiorizan  los valores y pautas desviados a través de la interacción en el seno de grupos  sociales que refuerzan las actitudes de juego y trasgresión de las normas  establecidas. 8 
  El discurso contra la penalización del uso y consumo de drogas se basa en  tres argumentos: la existencia de una definición social estereotipada del  fenómeno, que genera su mitificación, la falacia del derecho estatal a proteger  a los individuos contra sí mismos y, por último, los altos costes económicos y  sociales de dicha política. Este último argumento se plantea en términos de  pura eficacia: la penalización se convierte en un elemento generador de  delincuencia; no sólo es ineficaz, sino contraproducente. Ni esto, ni la  prevención por si solas van a conducir procesos que tiendan a eliminar la  delincuencia asociada al tráfico de droga, sino que genera nuevos tipos  delictivos.
  Ello es debido a  dos clases de factores. Desde el punto de vista individual, resulta muy  difícil, sino imposible, curar a quien no quiere ser curado.
  Una de las  premisas del método sociológico es que las causas de los hechos sociales hay  que buscarlas en hechos sociales anteriores, no en sus consecuencias, ni en las  funciones que cumplen, ni en el papel del organismo en su explicación  9 
  En la presente  investigación, advertir diferentes tipos de drogas en función de sus efectos  biológicos puede ser útil pero sólo para conocer mejor el problema que generan;  esa distinción no es la clave de su significado social. La adicción a la droga  es un proceso social que se desarrolló no sólo en la relación del individuo con  ella, sino principalmente a través de la interacción del adicto con otros que  también lo son. En el seno de estos grupos de jóvenes marginados se desarrollan  los motivos que refuerzan la adicción y cristalizan en normas sociales  compartidas por sus miembros. Un proceso semejante al que tiene lugar en el  campo de la delincuencia común, y que algún que otro autor analiza como  consecuencia de una política de represión, aunque sus orígenes son más  profundos.
  Desde el punto de vista social, el discurso contra  la penalización destaca sus negativos resultados. En primer lugar, la  progresiva asimilación entre consumidores de drogas y delincuentes, como  consecuencia del igual trato, que se otorga a unos u otros. La calificación  legal del toxicómano funciona socialmente como un estigma que produce una  degradación del status de la persona, que queda así etiquetada. Desde  entonces, esta persona se ve a sí misma y es vista por los demás a través del  filtro deformante de ese estigma de «drogadicto».
  La necesidad de  diferenciar entre los grupos sociales afectados por el problema de la droga es  un supuesto básico para todo análisis científico-social; la sociología se  plantea el estudio de los hechos sociales en términos de grupos, ése es su  principal objeto de estudio. En este caso, es preciso distinguir los diferentes  grupos que viven en distintas situaciones culturales para abordar el problema  con eficacia y evitar estigmatizar a grupos sociales indiscriminadamente,  aplicándoles el calificativo de «drogadictos». Hay que estudiarlos  diferenciadamente. 
Para este empeño resulta necesario mirar sobre las teorías sociológicas y sus enfoques, ejercicio que permitirá definir a partir del objeto a investigar a su vez por las posibilidades de reconocer autores y sus fuentes teóricas como puntos de partida, precisando ideas para argumentar la contradicción científica que justifica la investigación.
  A partir  de cuales enfoques o tendencias sociológicas se realiza la investigación  exploratoria?
  Es preciso seleccionar las teorías sociológicas  vinculadas al objeto de la investigación, sus exponentes e los pensadores que a  partir de sus concepciones se aproximan al objeto: toxico dependencia / droga /  jóvenes (teorías generales y particulares)
  Esto permite   formular las bases teóricas de una concepción sociológica acerca del  fenómeno toxico dependencia, tales como conceptos, categorías y principios que  serán abordadas en su contenido.
  Ireneu GOMES,   en su libro Sicopatología,10  expresa que la  personalidad constituye un todo sistémico que lleva al autor a emprender  estudios sobre el desarrollo humano en el decurso que va desde la infancia en  que se verifica con mayor acuciosidad el proceso evolutivo del individuo, con  frecuentes crisis y la confusión de identidad, por lo que está más permeable a  las nuevas experiencias, siendo más vulnerable la adquisición de nuevos vicios  al consumo del tabaco, de las bebidas alcohólicas, estupefacientes y otros como  medio de autoafirmación.
  Relevancia del estudio
  Podemos afirmar   que se trata de una materia sin suficientes antecedentes de investigación  en nuestro país.
  Estudiar el fenómeno científicamente, contribuirá  para su pleno dominio como también a la resolución de los problemas causados en  los individuos, en la sociedad general y entre los jóvenes en particular.
  Hacer un estudio micro social a nivel de la isla  de San Vicente, por sus características económicas, territoriales, sociales,  históricas y culturales, entre otras, nos permitirá a posteriori, procurar  soluciones para el problema en el área objeto del este estudio.
Siendo el país caracterizado por la discontinuidad  territorial, fuera regido como un todo político administrativo, a partir de San  Vicente, es posible promover una serie de medidas que puedan ser generalizadas,  teniendo en atención el comportamiento del fenómeno en otros espacios  geográficos.
  A tales efectos se torna necesario conocer un poco  la historia de Cabo Verde en la generalidad y de la isla de San Vicente en la  especialidad, sobre todo, de su ciudad de Mindelo, de modo que pueda justificase  el por que de su selección.
  La isla de San Vicente, parte integrare del Archipiélago  de Cabo Verde, posee un área geográfica de   227 Km.,  con una población residente de 51.257 según o INE.
  Fue descubierta en 1462 por Diogo Alfonso,  permaneciendo deshabitada de forma efectiva por cerca de trescientos anos, más,  para contener los sucesivos asaltos de piratas y corsarios ingleses e  holandeses que aportaban constantemente   de la isla para abastecerse de agua y descansar la tripulación, en 1742,  fue ordenada la construcción del Fortín por Regia.
  En 1781 Portugal mandó oficialmente  a  poblar la isla. A partir del 11 de Junio de 1838, por intermedio  del Ministerio de la Colonia se crea el   poblado de Mindelo, ya con la intención de más tarde mandar erigir la  ciudad. 
  Además de lo anterior, durante el periodo de 1850 hasta  abril de 1858 se produce una franca  y  notoria evolución del gobierno central por Decreto Regio de 29 de Abril de  1858, en que se manda a erigir en forma de aprobación la categoría de Villa.
  Sao Vicente nunca fue una isla con muchos  esclavos, ni por su territorio pasaba la famosa venta de esclavos para  abastecimiento de los navíos guerreros que demandaban estos puertos. La mano de  obra era reclutada entre las personas oriundas de Santo Antao y Santo  Nicolau, según la Portaría Regia de 1 de Marzo  de 1857, que instituyó  la abolición de  la esclavitud en San  Vicente (primera  isla del archipiélago en ser agraciada con la ley), haya tenido apenas derecho  porque de facto, ya en esta altura, en ella no había esclavos.
  Al momento de la abolición solo existían en la  isla 32 esclavos, siendo 18 hombres y 14 mujeres,  que hacían labores domesticas, caseras y  otros trabajadores que preferían quedarse con los antiguos dueños con  quien tenían francas relaciones de amistad.
  La evolución de los núcleos poblacionales de la  isla de San Vicente y su avance socio económico, apoyado por una estructura política  funcional, llevó al gobierno central a reconocer que estaban reunidas todas las  condiciones necesarias para la creación de una ciudad con cierta autonomía,  así, siendo por Decreto Regio de 14 de Abril de 1879 la Villa Mindelo fue llevada a  categoría de ciudad, con derecho a las armas, y  con una división administrativa que también  coincidía con la división eclesiástica, con la creación de la freguesia de  Nuestra Señora de la Luz  que abarcaba todo el consejo, que a su vez se dividía en aldeas y  localidades.   Decentemente la freguesia fue dividida en dos.
  Es muy difícil cuantificar la población de la isla  de San Vicente con una cierta estabilidad, por ser una isla extremadamente  cosmopolita con una fuerte emigración y migración, y,  la agravante de tener épocas bajas que en el  aspecto turístico internacional, y nacional, tiene como factor dinamizante las  fiestas y festivales periódicos, específicamente el Festival de Bahía de las  Gatas que moviliza muchas personas nacionales y extranjeros sin contar el flujo  de aquellas que diariamente hacen el trayecto San Vicente, Santo Antao/ San  Vicente, agregándose a ello, personas que viven en una isla y trabajan en otra.
1 E. LARAÑA, «La delincuencia en España durante los últimos años. Evolución y factores », Revista de Juventud, núm. 8, diciembre 1982, pp. 57-58.).
2 D. BELL, k.o. Cid., 1976, pp. 39-44
3 E. LAMO, k.o. Cid., pp. 5 y 8.
4 E. LARAN A, «Cambio social», en Tratado de Sociología, S. del Campo, Taurus, Madrid, 1985; R. DAHRENDORF, Las clases y su conflicto en la sociedad industrial, Rialp, Madrid. 1972. Pág. 45.
5 E. RUBINGTON y M. WEINBERG, Deviance: the Interactionist Perspectiva, MacMillan Publishing Co., Nueva York, 1978. Pág. 65.
6 H. BECKER, Outsiáers, Estudies in the Sociology of Deviance, The Free Press, Nueva York, 1963, pp. 8-9
7 H. BECKER, op. cit., pp. 40 y ss
8 E. SCHUR, Crimen Without Victims, Prentice Hall, 1965.
9 E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, Akal, Madrid, 1978. Pág. 40
10 IBNL,2007. Pág. 63
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