BREVE HISTORIA DE LAS IDEAS ECONÓMICAS

Guillermo Luis Luciano

La financiarización  de la economía

Una de las más significativas transformaciones que sufrió el capitalismo durante el siglo XX, fue el traslado del eje en la obtención de ganancias.
Durante la primera mitad, las empresas crecían al impulso de las utilidades obtenidas por la venta de los productos que fabricaban.
El motor del capitalismo eran los empresarios schumpeterianos33 que con su visión y espíritu innovador ofrecían nuevos productos atentos a las demandas sociales.   
Henry Ford, para elegir uno de los más emblemáticos, encarnaba prototipicamente esta clase de individuos.
Pero en la segunda mitad del siglo XX todo cambió por la coincidencia de dos factores derivados de la segunda guerra mundial, que ya hemos descrito:
1- la desaparición del conflicto bélico que ya no demandaba enormes volúmenes de insumos, y
2- la disponibilidad financiera por las ganancias de las empresas que habían trabajado a pleno abasteciéndolos de elementos para la guerra.         
    Al desaparecer la fenomenal demanda de pertrechos y agotarse las oportunidades de ganancias ofrecidas por la reconstrucción de la Europa post-bélica y los consumos pospuestos por las sociedades beligerantes el control del modo de obtención de ganancias se trasladó de las gerencias industriales y de producción, a las gerencias financieras.
Los resultados positivos de los balances de las empresas dejaron de apoyarse en las utilidades obtenidas por la venta de bienes y pasaron a depender cada vez más de las ganancias provenientes de la manipulación financiera de sus activos.
Posteriormente, agotadas las posibilidades de incrementar el gasto de la sociedad basado en sus ingresos corrientes, se diseñaron estrategias para financiarlo y no se paralizara la máquina de consumo que sostenía la demanda industrial.
La exponencial multiplicación de los medios de pago entonces, junto a los activos financieros, sin ninguna correspondencia con la producción de bienes reales, pasó a controlar la economía.  
Los gerentes financieros se convirtieron en protagonistas excluyentes de los procesos económicos, multitudes de anónimos ejecutivos de finanzas pasaron a ocupar posiciones de liderazgo en las empresas, en busca ya no de su consagración como empresarios audaces e innovadores, sino detrás del lucro instantáneo proveniente de operaciones bursátiles y financieras, manipulando especulativamente  sus activos líquidos y patrimoniales.
Insistimos una vez más, en que la moral es una de las más efímeras instituciones humanas, sus postulados se adecuan flexiblemente a los intereses dominantes en cada período histórico.
Pero una vez establecidos por quienes imponen la conciencia social, la mayoría de los ciudadanos no sólo los aceptan, sino que los consideran fruto de una evolución positiva en la línea del progreso de los hombres.
Hasta que acaece el siguiente cambio.
El traspaso de la producción de bienes a la manipulación financiera como eje de la obtención de ganancias ocurrido en el quiebre del siglo XX, fue tan brusco que es una buena oportunidad de destacar esta afirmación.
Veíamos antes que los financistas habían logrado algo imposible siglos atrás: corregir la palabra de dios, cambiando la más sagrada de las oraciones de los católicos, el padre nuestro, a pesar de que había sido dictada por el mismísimo Jesucristo.
Desde entonces los creyentes no perdonaron mas las deudas, (¡bueno sería!), sino que comenzaron a perdonar las ofensas.
También la moral impuesta por los financistas fue impiadosa con el Código Penal.
Desde  Santo Tomás de Aquino en adelante el interés fue una institución punida por la moral católica.
Execrada por los bienpensantes de más de un milenio, de repente, y como por arte de magia, la condena a la usura  pasó al arcón de las cosas olvidadas por imperio del interés de quienes se apoderaron del control de lo económico.     
Incluso desde el sistema jurídico Argentino, nuestras leyes todavía establecen que la usura es un delito.
Veamos lo que dice el artículo Nº 175 bis de nuestro Código penal:

 

Cap. IV bis - Usura

Art.175 Bis.- El que, aprovechando la necesidad, la ligereza o la inexperiencia de una persona le hiciere dar o prometer, en cualquier forma, para si o para otro, intereses u otras ventajas pecuniarias evidentemente desproporcionadas con su prestación, u otorgar recaudos o garantías de carácter extorsivo, será reprimido con prisión de uno a tres años y con multa de $ 3.000 a $ 30.000.
La misma pena será aplicable al que a sabiendas adquiriere, transfiriere o hiciere valer un crédito usurario.
La pena de prisión será de tres a seis años, y la multa de $ 15.000 a $ 150.000, si el autor fuere prestamista o comisionista usurario profesional o habitual.

Nota: artículo agregado como capítulo IV bis, con la rúbrica “usura”. Por la Ley 18934, con la modificación introducida por la Ley 24286, que elevó el monto de las multas aplicables.

Sin embargo esta Ley, aunque actualmente vigente, está más muerta que el cardenal Richelieu.
Ningún Juez de la Nación la aplica, ni siquiera en forma morigerada.
Los usureros anuncian su oficio cotidianamente en publicidades en todos los medios de prensa ofreciendo dinero, generalmente sin ocultar siquiera los intereses confiscatorios que cobran.
Y los bancos aplican a sus clientes, intereses que cuadruplican o más los montos que el mismo Estado establece como inflación, o emplean tasas igualmente abusivas en sus créditos ordinarios.  
Estas observaciones permiten confirmar una vez más que no solo la historia la escriben los ganadores, sino que éstos también fijan las reglas sociales.  
La sobreoferta de capitales financieros también comenzó a operar en todos los sectores de la economía.                                                                      
Así como desaparecieron los empresarios schumpeterianos, típicos de los cincuenta, también comenzaron a retirarse los agricultores tradicionales, que a fuerza de sudor, jornadas interminables y oraciones al dios de las lluvias, habían instalado este prototipo social en el imaginario colectivo.
En nuestra región, durante las década del 90, comenzaron a surgir los fideicomisos agropecuarios conocidos como pool de siembra, operados por gerentes  de finanzas que probablemente nunca habían visto un pollo con plumas.
A través de la contratación de ingenieros agrónomos y con disponibilidades financieras prácticamente ilimitadas para acceder, e incluso en algunos casos desarrollar tecnología, ingresaron en el negocio agropecuario con una escala y objetivos desconocidos hasta entonces, desarticulando en una generación una estructura productiva lograda en un siglo y promoviendo una concentración de riqueza y recursos nunca antes vista, de consecuencias nefastas en lo social y económico.
       Esta transformación, que sigue operando plenamente, provoca una de las más perjudiciales consecuencias sobre el sector, que se expresan en la cada vez mayor concentración de la propiedad de la tierra y en el desplazamiento permanente de pequeños y medianos productores del campo a las ciudades.
         No es ajeno a este fenómeno el diferencial de costos y productividad que existe entre las tierras del hemisferio norte y las de los países del sur pobre.
    Como ya vimos. la segunda guerra mundial dejó a los EEUU en una posición de poder sobre la economía mundial: su PIB se había duplicado durante el período bélico y su maquinaria productiva estaba acrecentada e  intacta.
    Sus créditos y financiamiento al resto del mundo después de la guerra impusieron su moneda, el dólar, como moneda mundial.
    Más allá de los límites que la prudencia establecía, entonces comenzaron a enjugar su déficit con emisión, aprovechando que el resto de los países tomaba los dólares como moneda propia.
    A principios de los años setenta, el respaldo en oro del circulante en dólares estadounidenses cayó del 50 al 20%, hasta que el presidente Nixon terminó con la convertibilidad de dólares en oro.
    A partir de allí comenzó la financiarización definitiva de la economía mundial, que culminó en la crisis de las hipotecas basura de los EEUU que eclosionó en 2008.
    La consolidación de esta operatoria se inició cuando por la elevación del precio del petróleo al formarse la OPEP, los excedentes monetarios depositados en la banca de EEUU y Europa, operaron en la presión que ejercieron estos países a la toma forzosa de créditos por parte de los países pobres. (Calcagno Alfredo Eric, Calcagno Eric: La deuda externa explicada a todos (los que tienen que pagarla) ED Catálogos 2.000)
    Para ilustrar en términos sencillos lo que ocurre actualmente en el mundo: supongamos que cualquiera de las pseudo monedas que aparecieron en Argentina en la crisis de 2000 hubiesen sido aceptadas en Europa, los Federales emitidos en la provincia de Entre Ríos por ejemplo, los entrerrianos hubieran podido comprar ilimitadamente bienes europeos, resolviendo cualquier necesidad local con el simple expediente de hacer funcionar la maquinita y enviar los bonos a sus proveedores allende los mares.
    Y como beneficio adicional, y para tranquilidad de todos, esta moneda no hubiera vuelto a la provincia en forma de demanda, sino que los ciudadanos europeos la hubiesen atesorado guardándola como ahorro para su vejez.
Habríamos resuelto la ilusión de los alquimistas: la piedra filosofal.
Es una situación que en primera instancia suena risueñamente absurda, sin embargo, es lo que sostiene la primera economía mundial.
EEUU mantiene y acrecienta un déficit crónico de centenares de miles de millones de dólares por año, que resuelve emitiendo, y la ficción se sostiene porque los ciudadanos del resto del mundo piensan algo así como:”…la economía de EEUU es la más fuerte del planeta, por lo tanto es la última que caería, en consecuencia su moneda es la moneda más fuerte esta es la razón por la que ahorro en dólares estadounidenses”.
Entonces la economía norteamericana se sostiene por la confianza que tienen en su moneda anónimos ahorristas de todo el planeta, que aceptan y constituyen sus ahorros en dólares.
Pero los argentinos sabemos que esta situación es precaria y efímera: la mayoría recuerda un ministro de economía a inicios del presente mileno, que aseguró por televisión, con la típica expresión de franca suficiencia,que utilizanalgunos expertos:
.nunca van todos los ahorristas juntos a buscar su dinero a los bancos”.
Pero fueron, y todos sabemos las consecuencias.
O sea que la economía mundial financieramente hablando, de algún modo es una ficción colgada de la confianza de millones de anónimos ahorristas en dólares, y la confianza es probablemente la más volátil de las percepciones sociales.

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