DISCURSOS, REPRESENTACIONES Y DEBATES SOBRE CUESTIONES AGRARIAS EN LA PRENSA ARGENTINA. LA “REFORMA AGRARIA” EN LA NACIÓN, LA OPINIÓN , ANALES Y LA TIERRA – 1973

Marina Poggi
marinapoggicarter@gmail.com

1.3. Estado de la cuestión

El análisis del discurso como campo disciplinar formal se inicia en la década de 1960. Desde entonces, se han desarrollado diferentes conceptualizaciones teóricas que responden tanto a las tradiciones disciplinares como teóricas. El ACD reconoce sus orígenes principalmente en el pensamiento neomarxista de Antonio Gramsci y Louis Althusser, en la escuela de Frankfurt, y en el aspecto puramente lingüístico, en la lingüística semiótico-funcional desarrollada por M.A.K. Halliday. Es pertinente destacar la importancia para el presente estudio el aporte realizado por Valentin Voloshinov en su obra El marxismo y la filosofía del lenguaje, que si bien fue elaborada en  1929 dentro del grupo de estudios conocido como Grupo Bajtín, cobra vigencia hacia 1960, y es un antecedente clave en los estudios que incorporan a la ideología y a las relaciones de poder como elemento central en el análisis de los discursos. En términos de Voloshinov, “Todo enunciado, incluso un enunciado escrito y acabado, responde a algo y está orientado hacia algún objeto. Representa tan sólo un eslabón en la cadena ininterrumpida de las actuaciones discursivas” (Voloshinov, 2009 [1929]: 116). Así, los discursos son parte de un proceso, de una red comunicacional, que operan en un contexto determinado, y que pueden ser interpretados atendiendo a ese contexto. Al respecto, el autor agrega que cada palabra puede ser comprendida según el contexto en el que se la sitúe; sin embargo, hay que contemplar que los contextos de una misma palabra pueden ser heterogéneos, por lo cual ante un mismo hecho, los discursos pueden resultar completamente opuestos o al menos diversos. Así, Voloshinov entiende que donde hay un signo, hay ideología.
En este mismo sentido, Norman Fairclough propone asociar el concepto de intertextualidad con la teoría de la hegemonía, ya que en conjunto permiten no solo “trazar el mapa de las posibilidades y limitaciones para los procesos intertextuales en hegemonías particulares y estados de conflicto hegemónico en la esfera del discurso, sino que también se puede conceptualizar procesos intertextuales y procesos de crítica y reestructuración de órdenes del discurso como procesos de lucha hegemónica en la esfera del discurso, que tiene efectos sobre, así como es afectada por, la lucha hegemónica en el sentido más amplio” (1992). Al utilizar el término discurso, Fairclough se propone analizar el uso del lenguaje como un tipo de práctica social más que como una actividad puramente individual, que implica que el discurso es un modo de acción así como un modo de representación, y que hay una representación dialéctica entre discurso y estructura social. Así, la práctica discursiva es una forma particular de la práctica social, centrada en los procesos de producción, distribución y consumo del texto (1992).
Para Van Dijk, el ACD es una perspectiva crítica sobre la realización del saber, que “se centra en los problemas sociales, y en especial en el papel del discurso en la producción y en la reproducción del abuso del poder o de la dominación” (2003: 144). Señala también que “los discursos funcionan dentro de un contexto” y que muchos significados y funciones se derivarán específicamente del contexto en el que el discurso se encuentre (1983; 84). Es por eso que se considera elemental definir la estructura general de cada medio estudiado y la estructura particular del tipo de noticias analizado, estableciendo diferencias de acuerdo al modo en que cada medio elige ofrecer la información.

Estos primeros lineamientos teóricos han inspirado toda una serie de trabajos y, desde su constitución como disciplina, el ACD aplicado a la prensa escrita se ha trabajado ampliamente. Cabe destacar en primer lugar la investigación de Inés Fonte Zarabozo, La escena enunciativa en la prensa (2003), en donde la autora utiliza la metáfora de la “escena enunciativa” para figurar el despliegue de voces que configuran un acontecimiento y su representación en los medios. Luego, Eva Salgado Andrade (2005), advierte que los criterios de análisis para la prensa mexicana requieren una actualización y estudia, en su investigación Una nueva tipología para analizar la prensa en México, la heterogeneidad del actual escenario de la prensa, para pensar en nuevas tipologías para su clasificación. Por último, es preciso mencionar el trabajo de Pedro Santander Molina (2007) Análisis crítico del discurso y análisis de los medios de comunicación: retos y falencias, en el que el autor se propone particularmente abordar debilidades y falencias en el análisis de los textos periodísticos, prescindiendo o descuidando los niveles intermedios de análisis y las teorías de medio alcance que cumplen una importante función en la interpretación de los datos.

En el campo del análisis del discurso de la prensa, ya desde otras perspectivas teóricas, cabe destacar la investigación de Patrick Charaudeau (2003) El discurso de la información en la prensa, donde el autor señala que el lenguaje no es transparente, por tanto los medios no pueden transmitir una realidad, sino que más bien imponen lo que construyen del espacio público. En el campo del análisis del discurso en Argentina, se destacan, entre otros, los trabajos de Alejandra Vitale (1997, 2007, 2009), quién aborda la prensa escrita ante el golpe militar. En cuanto a las representaciones en los medios, resultan centrales los trabajos de Alejandro Raiter (La Caja de Pandora. La representación del mundo en los medios, 2008) y Eliseo Verón (Construír el acontecimiento, 1987 y Fragmentos de un tejido, 2004).
El ACD aplicado a la temática agraria en la prensa en particular no tiene antecedentes, y los estudios que abordan esta temática en las publicaciones periódicas son aún escasos. Las obras que analizan la relación entre prensa y agro pertenecen a un campo de investigación que sólo recientemente ha comenzado a ocupar la atención de los científicos sociales de nuestro país, enfocados especialmente a las revistas de carácter  historiográfico, literario, político y cultural (Girbal y Quatrocchi-Woisson, 1999), y las emanadas de instituciones universitarias (Gutiérrez y Zarrilli, 1995, entre otros).
Los medios de comunicación gráficos en Argentina se han analizado profundamente en relación a las representaciones discursivas políticas en los medios masivos de comunicación argentina (Podetti, Qués y Sagol, 1992) y al análisis sociológico del discurso editorial (Sidicaro, 1993). Luego, la prensa ha sido estudiada en relación al análisis de la construcción periodística del golpe militar en Argentina en 1976 (Díaz 2002 y Di Tella), y como medios en si mismos (Saítta, 1998 y  Sondereguer, 2008). Luego, también han sido abordados desde una perspectiva histórica (Calavaro, 1996; Eujanián, 1999 y Ulanovsky, 2005)
Las publicaciones dedicadas al agro, o en lo referente al agro, tampoco han recibido la atención de los investigadores como publicación en sí mismas. Existen escasos trabajos de investigación histórica que se detengan a estudiar las representaciones e imágenes que los diferentes sectores y grupos relacionados con el agro construyeron a partir de las publicaciones. Su uso más frecuente ha sido como fuentes documentales para el estudio de distintos aspectos de la evolución agraria, trabajos entre los que se encuentran los de Talía Gutiérrez sobre la revista Mundo Agrario (2002 y 2003) y La Chacra (2005), y el ya mencionado trabajo de Girbal y Quatrocchi-Woisson(1999) Cuando opinar es actual. Revistas argentinas del siglo XX. Luego, Cimadevilla y Carniglia (2004) compilan una serie de trabajos que reflexionan sobre la relación entre comunicación, ruralidad y desarrollo, publicado por el INTA. Por último, recientemente se ha publicado un estudio en el cual se abordan las representaciones rurales en las revistas Anales y La Chacra, abordando el análisis desde la perspectiva de género (Alejandra de Arce, 2009).
En cuanto al estudio de la estructura agraria del período analizado, las investigaciones realizadas son múltiples y profundas. Ignacio Llovet afirma que lo que se observa en el período es “una declinación de la importancia de una forma de arrendamiento y su sustitución por otra que involucra la realización de contratos agrícolas de corta duración” (1988: 280). Osvaldo Barsky y Jorge Gelman (2001: 360), explican que la década de 1970 “se iniciaba con situaciones dispares en el agro argentino. En la región pampeana, el tradicional conflicto entre propietarios y arrendatarios que atravesó buena parte de la historia agraria de la región se diluía al desaparecer los últimos contratos amparados en las prórrogas que se produjeron entre 1942 y 1968”. En este sentido, las políticas agrarias del gobierno peronista estuvieron orientadas a evitar la tenencia de tierras ociosas, para lo cual se sancionó en septiembre de 1973 el Impuesto a la Renta Normal Potencial (IRNP), que gravaba el suelo con una suma fija. Los autores apuntan al respecto que “mientras se realizaban los trabajos técnicos para su implementación, se estableció provisoriamente el Impuesto de emergencia a la Tierra Libre de mejoras (ITLM) como anticipo no reintegrable del Impuesto a las Ganancias”. Sin embargo, la inestabilidad del gobierno volvió inoperante al impuesto, y finalmente el IRNP tampoco pudo ser aplicado y se derogó con la caída de ese gobierno en 1976 (Barsky y Gelman, 2001: 361).
Por último, en relación a las políticas agrarias específicas del período estudiado, Mario Lattuada realiza un estudio profundo comenzando por el contexto en el que se inicia el peronismo hasta la propuesta agraria en la década del 80, analiza las propuestas partidarias de los partidos políticos que considera relevantes, y define al período comprendido entre 1964 y 1975 como una etapa transformista caracterizada por la salida del estancamiento de la producción agropecuaria de las décadas anteriores, y por la importancia de los cambios tecnológicos, institucionales y de mecanización que influyeron en la salida de tal estancamiento (Lattuada, 1988: 40). En cuanto a las políticas agrarias, Barsky (1990), también realiza una síntesis de tales políticas, comenzando en el modelo agroexportador hasta los inicios de la década de 1990.
En suma, si bien el ACD es un campo de análisis intensamente fructífero para el estudio de la prensa, como también ha sido intenso el estudio en general sobre el último ciclo peronista y en particular sobre el agro, no existen entre estos dos campos estudios de cruce, en donde los discursos elaborados en este periodo sean sometidos a análisis mediante herramientas metodológicas propias del ACD, lo cual hace sumamente atractivo indagar en esta dirección. En este sentido, esta investigación pretende también abrir un nuevo camino de análisis.

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