EL ALBA, SU ROL HISTÓRICO EN EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Pablo Brooks Lorains
brooks@fcsh.upr.edu.cu

2.2 El ALBA y los modelos neoliberales de integración (ALCA).

La Alternativa Bolivariana para la América es una propuesta de integración diferente. Mientras que el ALCA responde a los intereses del capital transnacional y persigue la liberación absoluta del comercio de bienes y servicios en inversiones, el ALBA pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y por lo tanto expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos.

El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para crear ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio. Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias. Por esta razón la propuesta del ALBA le otorga prioridad a la integración latinoamericana y a la negociación en bloque subregionales, abriendo nuevos espacios de consulta para profundizar el conocimiento de nuestras posiciones e identificar espacios de intereses comunes que permitan constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones comunes en el proceso de negociación.

El ALBA es una propuesta de construir consensos para repensar los acuerdos de integración en función de alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades sociales y aseguren una creciente calidad de vida para los pueblos. La propuesta del ALBA se suma al despertar de la conciencia que se expresa en la emergencia de un nuevo liderazgo, económico y social-militar en América Latina y el Caribe.

El ALBA, iniciativa que contribuye a hacer realidad el sueño de edificar la patria grande latinoamericana, es considerada la alternativa de integración más desarrollada para enfrentar al modelo capitalista. El ALBA favorece acciones de intercambio justo, contrarias a las tesis del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en la cual los países hegemónicos imponen las reglas del juego.

En términos resumidos, las diferencias esenciales entre estas dos visiones de la integración, las cuales se valoran desde el análisis de 12 aspectos fundamentales, entre  los cuales se en cuenta: Acceso a mercados; Inversiones; Agricultura; Propiedad intelectual; Políticas de competencia; Subsidios y políticas antidumping;  Medio Ambiente; Derechos humanos y otros. Ver anexo 3.

La agrupación de los países más progresistas de América es considerada un mecanismo integracionista cuyo propósito supera la esfera comercial y está dirigida a fortalecer la cooperación para reducir las desigualdades entre sus integrantes. En esencia, se trata de un proyecto antiimperialista y revolucionario que impulsa la independencia económica, estructural  y social de Sudamérica y el Caribe, según Chávez  Frías (2006).

Frente a la competencia generada por el capitalismo sobre la idea de la implementación económica en beneficio de los pueblos. Los países de América Latina muestran un bajo nivel de complementariedad, lo cual se refleja en las condiciones favorables para programas de beneficio mutuo. Por ejemplo, Venezuela cuenta con un enorme potencial energético, pero muestra insuficiencias en la producción de alimentos, en tanto Argentina es fuerte en esa última actividad y requiere de recursos petroleros. Unido a ello está la cooperación, donde las empresas concilian estrategias para mejorar las capacidades productivas y de respuesta ante las necesidades. Todo este proceso se desarrolla en un marco solidario, de respeto a la soberanía y sin imponer condiciones.

Es criterio de especialistas, en la materia de integración, que compartimos, el hecho de referirse a los retos del ALBA, hacia el futuro, queriendo compartir un espacio en la integración de la región.  El ALBA, sin dudas hereda una parte de los problemas generales de la región, ya que cada país llega a este espacio una vez recorrida su propia historia, de la literatura consultada se derivan como principales retos los que siguen:

1)    Avanzar en la consolidación de la integración financiera.
2)    Lograr un efecto derrame real en la distribución de los beneficios.
3)    Legitimación mediante una incorporación más consciente de la Sociedad Civil.
4)    Lograr mayor articulación con los movimientos sociales.
5)    Consolidar una visión compartida en el merco de la participación de un mismo país en mas de un esquema de integración.
6)    Preservación de la soberanía del grupo en la adopción de las políticas.
7)     Evitar que se continúe reduciendo el peso de los países miembros en la economía mundial y elevar la competitividad.

En sentido general consideramos, que el ALBA, como proyecto integracionista en perspectiva  de  desarrollo  y consolidación demanda de una mayor sustentación de su  modelo económico, una mayor diversificación de las cuotas de poder hacia el interior del bloque.

Como ya expresamos, la década del noventa se caracterizó por la promoción de un nuevo concepto de la integración, el llamado Integracionismo Abierto, cuya forma predominante de ejercicio es la promoción de los Tratados de Libre Comercio (TLC).  Para comprender el por que la región latinoamericana  se ha movido hacia la firma de TLC, es necesario revisar al menos las particularidades y las limitaciones de los procesos de integración. En la economía capitalista el sector predominante es el privado y es finalmente el que realiza estos vínculos, los cuales, se hacen más rápidos. Entre sus desventajas tenemos: (anexo 2)

•    No son promovidos los proyectos no lucrativos, aunque puedan ser básicos para el desarrollo de los países.
•    Lo positivo que surge de la integración se lo apropian los sectores privados no llega a las grandes masas.
•    Reducen la posibilidad de influencia del sector político, condición sin la cual es imposible hacer avanzar integración cualquier de proyecto

Lo cierto es que en el ejercicio de las políticas económicas de un grupo de países lo que predominó fue la confianza en las ventajas. A partir de la aplicación del modelo de Mundell – Fleming, se esperaran los siguientes resultados que promuevan un efecto derrame positivo en todos los sentidos:

La década de los ochenta sin embargo, se califica como una década pérdida para América Latina, pues retroceden todos los indicadores económicos y sociales y estalla la crisis de la deuda externa.

A partir de los noventa comienza una nueva fase de la integración que mantiene la orientación hacia el mercado, con énfasis en el equilibrio macroeconómico y que eleva aún más el protagonismo de los Estados Unidos de Norteamérica en la integración. Así, en lo adelante se pone énfasis en los TLC que pasan a ser la forma de integración predominante, apoyándose en lo articulado de una Organización Mundial para el Comercio fortalecida. En 1989 los Estados Unidos de Norteamérica (USA) y Canadá firman un TLC al cual en 1991 se integra México, surge MERCOSUR en 1994 y se lanza la iniciativa para formar el Área de Libre Comercio para la América  (ALCA).  Por  otro lado
han proliferado los TLC  bilaterales tanto entre países de la región, como entre estos y USA, también se han firmado estos tratados entre distintos bloques subregionales. Los TLC  se convierten así en su forma por excelencia, en los marcos de la integración comercial que continúa caracterizando a la región, aunque en algunos proyectos como el ALCA  se pretende que abarque también las inversiones. De cualquier manera el que la integración sea fundamentalmente comercial no quiere decir que no abarque las demás esferas, el sector bancario, la salud, el gasto público, etc. Otras variables han sido fuertemente afectadas por las políticas que deben acompañar una integración con tales características.

Después de haber analizado los aspectos teóricos más importantes acerca de las implicaciones que conlleva una integración latinoamericana, se pasará a estudiar qué sucede cuando la misma sea llevada a la realidad. Para tal efecto se analizará el caso, que según estudios de la CEPAL es un modelo ilustrativo acerca de los procesos de liberalización comercial y reformas estructurales que este trascendental proceso conlleva: Ej. México.

Al hablar acerca de este espinoso y debatido tema, lo primero que generalmente viene a la mente es la sigla NAFTA (North América Free Trade Área), o en simple español el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero el caso mexicano es en realidad un proceso mucho más complejo y antiguo, que la sola firma de este tratado en el año de 1994, por lo que es necesario remontarse un poco más en el tiempo para de esta manera obtener una visión más cercana al respecto.

Finalmente la tercera etapa llegó con la puesta en práctica del NAFTA el 1 de enero de 1994, momento en el cual México, en virtud del TLC eliminó todas sus barreras arancelarias a los productos y servicios provenientes o con destino a USA y Canadá, además de eliminar las últimas regulaciones referentes a los Flujos de Capital e Inversiones. Al ser este tratado nuestro objeto de atención nos detendremos para analizar no solamente las expectativas si no también las consecuencias que este tratado ha tenido sobre el desempeño económico de México.

Desde entonces, México ha incrementado sustancialmente su presencia en los mercados internacionales gracias a un crecimiento sin precedentes de sus exportaciones, las cuales
 en el año 2000  alcanzaron el octavo lugar a nivel mundial, y el primero en América Latina, superando en este rubro a grandes potencias exportadoras como Singapur y Brasil.

Entre los años de 1994 a 2000, las exportaciones mexicanas registraron un crecimiento anual del orden de 18.2%, alcanzando a finales de 2000 un monto de 166,455 millones de dólares, 21.8% más que las registradas el año anterior. Sin embargo, durante el año 2001, se registró un decrecimiento de las exportaciones mexicanas de 4.8% provocado básicamente por la desaceleración de la economía de los USA, su principal socio comercial. Gracias al TLC, México logró diversificar los productos que exportaba, terminando por fin con la total dependencia que se tenía de la exportación petrolera. Hasta 1995, las exportaciones mexicanas se apoyaban en gran medida en la venta de productos petroleros, lo que los hacía vulnerables a los cambios en el precio del crudo. Actualmente, menos del 10% de las exportaciones son de origen petrolero, siendo los productos manufacturados los más comercializados.

El TLC ha facilitado también la captación de inversión extranjera, todo bajo un marco regulado perfectamente definido, que garantiza el trato igualitario y el respeto a las condiciones pactadas. Entre 1994 y 2001 los flujos de Inversión Extranjera directa (IED) entre los tres países miembros del TLC, alcanzaron 12.3 billones de dólares, representando 28% del total de la IED mundial Formento (2002).

Un caso que cabe resaltarse, es el desempeño de la industria automotriz en el marco del TLC. Gracias a la firma del tratado, se ha tenido un crecimiento sin precedentes en la industria automotriz nacional, convirtiendo a esta en una industria competitiva de clase mundial. Las exportaciones de vehículos y partes de autos producidas en México y hechas en USA se han triplicado entre 1993 y 2002, superando los 29 mil millones de dólares, teniendo una participación del 15% en el total de importaciones norteamericanas de vehículos. En el año 2000, México ocupó el sexto lugar entre los exportadores líderes de automóviles, Actualmente las exportaciones de la industria automotriz tienen una participación del 19 % dentro del total nacional, dando empleo a cerca de 1.9 millones de trabajadores (Formento, 2002).

El TLC también ha propiciado un incremento en los flujos de inversión extranjera hacia esta industria. Entre 1994 y 2002, México recibió cerca de 10 mil millones de dólares en inversión directa de largo plazo para plantas y equipamiento de la industria automotriz. Asimismo, gracias a la vanguardia tecnológica de este sector, se han creado cadenas productivas especializadas que benefician a otros sectores industriales mexicanos. En la actualidad, la industria automotriz nacional, continúa su desarrollo como un sector altamente dinámico, especializado, con un importante nivel de innovación tecnológica y mano de obra altamente calificada que le permite ser un motor importante para la economía nacional Formento (2002).

No todo era color de rosa, ya que muchos observadores hacían hincapié en el hecho que la economía mexicana requeriría una serie de ajustes en general y en sectores específicos a corto y mediano plazo, e incluso que podría tener efectos negativos a largo plazo. En esta línea también se encontraba  la crítica en torno a la importancia de las reglas de origen establecidas, bajo el marco regulatorio de la Organización Mundial para el Comercio, las cuales pudieran penalizar a socios comerciales no miembros del TLC, distorsionar los flujos comerciales y desviarlos. (Formento 2002). También se consideró la posibilidad de que los tres países miembros pudieran convertirse en “perdedores” ante circunstancias que afectan a las tres economías por igual y/o ante circunstancias y/o países competidores que se encontraran fuera de Norteamérica.

En el año de la creación del TLC, México se vio sacudido por el tequilazo. Esta crisis financiera sólo pudo ser contenida tras un paquete de ayuda brindado por el Fondo Monetario Internacional de más de USD 50 mil Millones, que se sumaban a la reducción de más de USD 20 mil Millones de las Reservas Internacionales del Banco Central de México. Se hace hincapié en esta crisis ya que fue propiciada principalmente por  los procesos de liberalización de finales de la Década de los 80 y por los ajustes realizados para cumplir con las condiciones necesarias para entrar al NAFTA. Estos procesos generaron fuertes desequilibrios macroeconómicos al permitir la entrada de Capitales sin la existencia de un marco regulado bancario, y la exigencia de una moneda fuerte y estable, lo que  desencadenó una fuerte apreciación del peso, que a su vez ayudó a incrementar drásticamente el déficit de cuenta corriente en condiciones de bajo crecimiento, déficit que debió ser cubierto con capital extranjero ya sea a través de deuda
 o atrayendo Inversión en cartera, formas de financiamiento que fluctuaban bruscamente como lo muestran las estadísticas, ya que por ejemplo en el año de 1989 los flujos de capital hacia México rondaban los USD 3.5 billones, mientras que en 1993 estos flujos alcanzaron USD 33 billones de dólares. Estas grandes entradas de capital generaron, como ya se mencionó anteriormente, una apreciación real del peso mexicano del 40%, valor que en 1993 era tan sólo 10% más bajo que el cotizado ante las constantes devaluaciones causadas por la crisis de la deuda. La apreciación real del peso tuvo obviamente una importante repercusión en el comercio exterior mexicano. En primer lugar  se produjo una reducción de la rentabilidad en la producción de Bienes y Servicios Comerciables, es decir afectó en primera instancia a los exportadores, y también considerablemente la balanza de pagos al aumentar las obligaciones con el exterior.

A consecuencia del “Tequilazo”, el peso se devaluó fuertemente, lo que significó un impulso para el sector exportador mexicano, al hacer más competitivas sus mercancías en el mercado internacional. Esta devaluación significo un viraje en las tendencias comerciales del país centroamericano, ya que anteriormente, en el periodo comprendido entre 1988 y 1994, y como consecuencia de tener una moneda apreciada las exportaciones aumentaron su valor en la participación del PIB  en el orden del 3.3%, incremento comparativamente pequeño al que tuvieron las importaciones durante el mismo periodo, las cuales aumentaron su valor un 10.6%. Para el periodo siguiente, esto es 1994-1998, la participación de las exportaciones en el PIB paso del 17.2% al 28.3%.

Después de ver someramente los efectos que tuvo la crisis del 94, para la economía mexicana enmarcada dentro del NAFTA, ahora veremos cuales han sido los resultados parciales del impacto de este tratado en México, ya que en la actualidad, según el Banco Mundial, no existe todavía información suficiente para realizar un estudio profundo y exhaustivo, además de que existe la dificultad de diferenciar los impactos que han tenido por separado la crisis del 94 y el TLC.

En primer lugar, para comenzar el análisis es supremamente importante tener en cuenta el desempeño de la economía norteamericana durante la década de los noventa. La economía estadounidense ha presentado la expansión más prolongada de su historia desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1999. Desde 1993 la economía estadounidense había generado, hasta febrero de 1999, 18 millones  de empleos;  los  salarios reales aumentaron a una tasa que duplicaba la de la inflación, además de un crecimiento del PIB y del ingreso de la población —tanto de los países más ricos como de los pobres— sin precedentes desde la década de los cuarenta de este siglo (CEPAL, 1999). La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio no sólo coincidió con esta expansión económica, sino que también permitió simultáneamente la penetración de las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos sin generar mayores problemas políticos y económicos en este último país. La relación comercial entre los Estados Unidos y México —en un eventual escenario de recesión económica en los Estados Unidos— con seguridad hubiera sido mucho más tortuosa y compleja políticamente.

La creciente y profunda integración de un segmento de la economía mexicana a la estadounidense implica también una creciente dependencia de oscilaciones coyunturales y de largo plazo en la economía mexicana, además de que incidirá en ella con mayor rapidez.  A  finales de 1999 el crecimiento de la economía mexicana se ha registrado gracias a un escenario externo favorable. Esto es importante para comprender el desarrollo de la economía mexicana y el impacto del TLC, ya que las exportaciones se han convertido en uno de los segmentos más dinámicos de la economía desde finales de la década de los ochenta, tal como lo refleja su participación relativamente alta y creciente en el PIB. Si nos concentramos en las estadísticas mostradas por los principales organismos económicos que han estudiado el comportamiento de la economía mexicana, en términos muy generales y en sentido estricto en cuanto a su propuesta, el Tratado de Libre Comercio ha sido exitoso para la economía mexicana,  ya que ninguna proyección se acercó siquiera al crecimiento exportador mexicano a los Estados Unidos, con una tasa promedio anual de 19.2% durante 1994-1998. De igual forma, la inversión extranjera directa aumentó en forma considerable y mucho más de lo esperado, acumuló 58 979 millones de dólares durante 1994-1998, con una participación promedio de los Estados Unidos del 54.36% para el período (Mañan, 2003).

En el caso del sector exportador, aunque es cierto que desde la entrada en vigencia del TLC, este sector ha duplicado su participación en el PIB, llegando a un 35%, esto no quiere decir que haya redundado en todos los beneficios que cabría esperar de un aumento tan espectacular de este renglón. En primer lugar está el papel que juegan las maquiladoras en el sector exportador.  Como lo  señala la CEPAL  las maquiladoras

representan el 45% de las exportaciones mexicanas, que como se sabe no generan ningún efecto multiplicador en la economía a largo plazo, debido a su alto componente importado, lo que se traduce en la inexistencia de cadenas productivas nacionales que le confieran valor agregado al producto. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que aunque las exportaciones han aumentado, México a lo largo de la década sigue persistiendo en un Déficit Comercial, como consecuencia de un aumento aún mayor en las importaciones. Según Mañan (2003), este crecimiento se ve explicado y se debe principalmente al gran componente importado que contienen las exportaciones mexicanas, específicamente el caso de la maquila, que como se expresó, compone casi la mitad de las exportaciones del país.

Otros analistas consideran que este déficit terminará desapareciendo como consecuencia de la cada vez mayor dependencia comercial de México hacia USA, situación por cierto bastante objetable desde el punto de vista económico, y el hecho, de que junto con Canadá, son los únicos países con los que el país centroamericano registra un Superávit comercial, como lo muestra el siguiente cuadro. La tabla siguiente muestra una comparación del comercio de México con USA (Ver anexo 3).

Es muy importante señalar que los Superávit, logrados a mitad de la década se debieron principalmente, no a un aumento de la productividad o a un mejoramiento de la situación económica en general, sino a la devaluación del Peso, situación que como ya se ha resaltado encareció las importaciones y abarató las exportaciones, lo que mejoró las perspectivas del sector. Este superávit desapareció en el 1998 como consecuencia de la política monetaria restrictiva ejercida por el Banco Central mexicano, medidas que buscan un diferencial en las tasas de interés, para atraer de esta manera el Capital extranjero, aún a costa tanto del sector pequeño y medio del empresariado, como del sector exportador, lo que resalta una vez más las relaciones contradictorias entre políticas monetarias y financieras, con respecto a las comerciales.

En tercer lugar, como es resaltado por el Banco Mundial, aunque los salarios reales en las actividades altamente exportadoras, como la electrónica y la automotriz, son en términos absolutos mayores a la media mexicana, estos al tener tan poca participación en la estructura laboral, no han generado un aumento significativo en los salarios de la economía mexicana en su conjunto. Además este “dinámico” sector exportador, como lo
 llama la CEPAL, no ha generado un fenómeno de derrame en la economía del país. Mientras este pequeño sector ha aumentado de forma importante y constante tanto sus tasas de productividad como su peso en el PIB, el resto de la economía, especialmente las pequeñas empresas han encontrado problemas, no solo por el debilitamiento de la demanda interna, sino también con incompatibilidades para integrarse a este modelo exportador. Más importante aún, en otros sectores tan importantes como la agricultura, el TLC ha generado un impacto negativo en un segmento de la población, calculado por investigadores en alrededor de un 18%. El caso más dramático es el que representan los pequeños productores de maíz, ya que en el caso de este producto, se han registrado grandes entradas, mayores que las cuotas estipuladas, lo que ha hecho que el precio del maíz descienda, afectando a millones de agricultores, que ni han sido capaces de hacerle frente a las producciones altamente subsidiadas de los Estados Unidos, ni  han sido capaces de sustituir el maíz por otros productos agrícolas, lo que ha degenerado en un aumento de las tensiones sociales en el país.

En lo que respecta al impacto que ha tenido el Tratado de Libre Comercio en el Nivel de vida del mexicano medio, algunos informes (CEPAL 2000) y (BM 2001), consideran que este ha generado “unas fluctuaciones en el ingreso per cápita poco significativas”, mientras que para investigadores como Arturo Huerta, este tratado ha generado un impacto negativo en el PIB per cápita.

Ahora, al considerar los flujos de inversión, es necesario decir que si bien es cierto que los montos alcanzados por la inversión extranjera directa (IED) crecieron hasta alcanzar los 24.7 billones de dólares en el 2001 y que México fue uno de los principales receptores de este tipo de inversión en América Latina, no deja de ser cierto también que no todo este crecimiento se tradujo en inversión específicamente productiva. No debe perderse de vista, en este sentido, que gran parte de la IED que llegó al país fue destinada a la compra de empresas (privatizaciones y fusiones). De ahí que, más que inversión que se tradujera en la renovación de la planta productiva y/o modernización de esta, se trató de una simple operación de transferencia de activos e incluso de pasivos. En el mejor de los casos, como señala Mañan (2003), implicó una disminución de la capacidad ociosa de la vieja planta productiva.

Por su parte  la inversión de cartera, incluyendo la inversión extranjera en el mercado accionario y en títulos de deuda pública “interna” pasó según datos del Banco Central de México de 275 millones de dólares en 1988 a situarse 3 882 millones en 2001. Es necesario recordar que la inversión en Cartera, se trata de una inversión que por lo general es de corto plazo e inestable, ya que ante cualquier diferencial en la tasa de interés internacional o en el cambio de expectativas respecto a eventuales movimientos económicos, levanta sus ganancias y se retira hacia donde soplen mejores vientos. Este tipo de inversión ha sido usada abundantemente en el país para enfrentar el déficit en cuenta corriente y cumplir los compromisos de pago externo.

En este punto se hace también necesario hablar del comportamiento de la deuda externa mexicana. Esta, a pesar de los diferentes procesos de reforma que comenzaron a ser aplicados desde la Crisis de la deuda externa, casi se triplica entre 1982 y 2000, al pasar de 57 a 157 mil millones de dólares como aparece en el informe de Toissaint (2003). Y si bien es cierto que en los últimos cinco años su monto disminuye ligeramente, el pago por el servicio de la misma sigue siendo en extremo oneroso para el país. Tan solo por concepto de servicio y amortización de su componente público. El gobierno de México ha tenido que pagar a sus acreedores cerca de 300 mil millones de dólares entre 1982 y 2002, cuando el valor de los préstamos no supera los 100 mil millones de dólares, lo que muestra en cierta medida lo onerosa y pesada que significa esta carga para una economía en vías de desarrollo como la mexicana.

Después de haber hecho un recuento de la influencia que ha tenido el NAFTA en los principales indicadores macroeconómicos del país es posible hacer un análisis consecuente y crítico de los mismos, para poder formar una concepción general acerca del significado de este Tratado.

En primer lugar los procesos de liberalización, tanto comercial como financiera que comenzaron ha ser llevados a cabo desde los años ochenta, han dejado a México en una situación de extrema vulnerabilidad frente a sucesos externos, como lo demostró la crisis del 94, y dependencia tanto comercial como financiera de los Estados Unidos, que representan una seria amenaza para la soberanía del país centroamericano, desde el punto de vista económico y también político.

En segundo lugar, aunque se ha generado un aumento de la productividad y los salarios en el sector exportador, como prometía el Tratado en sus comienzos, este incremento no ha redundado en otras áreas de la economía, en otras palabras, las ganancias obtenidas con el Libre Comercio, no han tenido un efecto multiplicativo sobre la economía en su conjunto, y aún más grave han tendido a concentrarse masivamente en unos cuantos sectores, excluyendo a gran parte de la población del beneficio de las mismas.

En tercer lugar es muy importante tener en cuenta el papel que han tenido las maquiladoras en todo este proceso, ya que para las estadísticas a grosso modo cuentan en algunos casos como IED, en otros como empresas exportadoras con cadenas productivas nacionales de respaldo, y por qué no como portadoras de nuevas tecnologías y conocimientos, etc. Cuando en el fondo distan mucho parecerse en mediana medida a algo de lo dicho. En algunos casos las maquiladoras eran capacidad productiva existente que solamente pasaron de manos, en otras estas cuentan con tecnologías de segunda mano, y dado el hecho de que México cuenta con mano de obra extremadamente barata, posibilita que las mismas sean rentables en el mercado internacional. Y finalmente aunque no menos importante el hecho de que lenta pero segura, las maquiladoras están aumentando cada vez su participación en el sector exportador mexicano, lo que en términos simples se traduce, que México en realidad no está exportando productos sino mano de obra barata como señala Mañan (2003), ya que en la mayor parte de los casos, lo único que queda en México son los salarios de los trabajadores de las Maquilas.

En cuarto lugar se hace necesario mencionar, la  serie de mecanismos que aplica Estados Unidos para impedir la entrada de productos mexicanos a su mercado, como es el caso de mecanismos anti-dumping y medidas fitosanitarias, que han perjudicado principalmente al sector agricultor del país, el cual representa el 7% del PIB y emplea al 27% de la población económicamente activa, por lo que las medidas mencionadas, sumadas por supuesto a los subsidios agrícolas de los USA. que alcanzan los 70 billones de dólares al año, teniendo como consecuencia, en primer término, no solo la incapacidad de que determinados productos agrícolas ingresen al mercado norteamericano, sino también el ingreso de productos de este país que han acabado con la producción interna mexicana como es el caso del arroz, las papas y el algodón.

En quinto lugar, es palpable la incapacidad de ciertos sectores de la economía para acoplarse al esquema exportador, por lo que en estos casos hubiera sido necesario disminuir los ritmos de liberalización en los mismos por haberles permitido de esta manera acoplarse exitosamente a los sectores en los cuales existieran el suficiente grado de conocimientos y preparación como para competir en igualdad de condiciones  con el resto de los participantes del Tratado.

Otro punto a considerar es el impacto que ha tenido el Tratado en la población en su conjunto.

Finalmente resaltar el papel que juegan las políticas monetario financieras en el comercio de bienes y servicios. Como señala French (2003) en su informe para la CEPAL, en la Economía Mundial solamente una quinta parte de los flujos financieros corresponde a la transacción de bienes y servicios mientras que el resto corresponde a transacciones financieras. En el caso de México, si se siguen atentamente las políticas seguidas por los gobiernos de la última década, se tiene como prioridad macroeconómica la atracción de inversión extranjera que traiga consigo conocimientos y tecnología de punta, lo que en términos prácticos se ha traducido, como señala Huerta (2003), en políticas fiscales y monetarias restrictivas, que al alcanzar su objetivo, es decir, un diferencial alto en las tasas de interés y crear un clima propicio para la inversión extranjera, no sólo han debilitado el mercado interno, sino que han condenado a la desaparición a gran número de pequeños y medianos empresarios que han sido incapaces de sobrevivir a la situación económica adversa. Más específicamente, respecto al tema que ocupa este trabajo, las políticas neoliberales aplicadas han significado la apreciación de la moneda, lo que ha tenido un efecto netamente negativo en el comercio exterior mexicano, al reducir la competitividad de los productos nacionales en la región, situación que queda perfectamente demostrada por el hecho que los únicos años en los cuales México mostró un Superávit comercial se debieron principalmente a la devaluación obligatoria de la moneda tras la crisis del 94.

Similares características e inspiración tuvo el tratado México- Unión Europea (UE), aunque su impacto sobre la economía de este estado latinoamericano no será el mismo, la  UE no absorbe más del 8% de la exportaciones mexicanas

Sobre la base de la nueva situación internacional y los cambios experimentados por México y por el propio proceso de integración europea, la UE ha propuesto la necesidad de replantear el marco en el cual se inscriben las relaciones México- UE. Esto se debe, esencialmente, a tres razones.

"La primera, es la importancia que ha adquirido México en el ámbito internacional como miembro del TLC, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el APEC, entre otros, y en el regional, como miembro del Grupo de Río, del Acuerdo de San José y de los TLC con Bolivia y Chile, así como aquellos que se encuentran en proceso de negociación. Para la UE, México es miembro fundador de uno de los mercados más grandes del mundo, el cual, además, explora su eventual expansión, como se planteó en la Cumbre de la  América o Cumbre Hemisférica de Miami.

"La segunda radica en el cambio de política comunitaria para el desarrollo que se dio a partir del Tratado de Maastricht: la parte 'política' desempeña un papel importante en la medida en que se pretende negociar acuerdos que fortalezcan la UE como bloque económico con intereses e intercambios políticos.

"La tercera es la importancia que tiene México en la región como interlocutor de primera línea entre los países latinoamericanos y la UE para echar a andar este cambio de política comunitaria hacia América Latina, o ampliarla hacia los países con los cuales la UE tiene acuerdos de cooperación, particularmente, Chile y los países que conforman el MERCOSUR.

Por los resultados obtenidos en México, similares a los de Perú, y otros países se puede afirmar que los TLC, no han ofrecido en lo económico-social una real alternativa para desde la integración resolver los problemas de la región, desde el punto de vista político, los países que se han sostenido en este tipo de relación con los USA a largo plazo, son más dependientes de este país, e incluso se convierten en punta de lanza para hacer avanzar los proyectos hegemónicos de los USA en la región.

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