VII. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

7.- CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS DE LA INVESTIGACIÓN REALIZADA.

Como hemos visto, con el cambio de plan de estudios del antiguo B.U.P. y C.O.U. a la actual Secundaria y Bachillerato, los libros de texto han cambiado mucho su formato. Las editoriales han apostado muy fuerte por la introducción de imágenes en sus materiales, pues han llegado por un lado a duplicarlas, y por otro, a reducir seriamente las ilustraciones esquemáticas incrementando las fotográficas.

Sin embargo, antes de seleccionar fotografías bonitas y coloridas para la inclusión en un libro de texto, las editoriales, o mejor dicho, los autores,  deberían preguntarse sobre el interés real  que tiene esta inserción o si se trata de un efecto meramente decorativo, es decir, que deben elegirse de acuerdo con la función que requieren que desempeñen a la luz de los resultados de aprendizaje deseados. Aunque esta cuestión no les preocupa lo más mínimo a las editoriales, pues únicamente ven su fin comercial.

Además, el formato y la cantidad de imágenes no debe ser tal que el texto quede perdido entre ellas como ocurre alguna vez, hasta el punto que llegamos a encontrar imágenes que nada tienen que ver con el texto. Pero la teoría no sólo queda perdida, sino que a veces es tan escasa que no permite entender aceptablemente  aquello que se pretende enseñar.

Estamos de acuerdo con la idea de que las ilustraciones ayudan en la enseñanza aprendizaje, pero depende de cómo se usen, en ningún momento consideramos que la imagen por si sola enseñe, por tanto no deberíamos transformar los libros de texto en meras “colecciones de cromos”.

En las imágenes, como en el medio natural, la diversidad es un indicio de calidad. La multiplicidad de tipos y funciones didácticas posibles debe aprovecharse en el ámbito didáctico en función de las necesidades de los estudiantes. En especial, los contenidos complejos, como es el caso de las ideas alternativas, suelen ser los más favorecidos por su representación  icónica.
 
Así pues, centrándonos en esto último, vemos que los errores conceptuales y las ideas alternativas siguen presentes casi en el mismo grado que antes de que se realizasen investigaciones al respecto. Dichas investigaciones se puede decir que únicamente han servido para aquellos que las han realizado, lo que indica que se deben de dar más a conocer en el ámbito editorial y docente.

Se debe hacer en ambos casos al unísono, porque hemos comprobado que ni un libro puede quitar por si sólo las ideas alternativas a los estudiantes si no son guiados por un profesor, ni un único profesor puede quitar las ideas alternativas de todos los alumnos, y mucho menos, si por otro lado compañeros de profesión, ajenos al problema, las apoyan y sustentan.

Por tanto, es evidente la conveniencia de introducir en el aula actividades específicas de enseñanza que tengan como referente las imágenes. De hecho, como decían Perales y Jiménez (2002) las posibilidades son múltiples: visión retrospectiva de las formas de representación gráfica a través de libros de texto antiguos; análisis crítico de las ilustraciones con distinto grado de idoneidad, separando los planos realista y simbólico; trabajo con material real y contraste con los símbolos con que es representado habitualmente; incorporación al aula de las ilustraciones sobre fenómenos científicos utilizadas en la prensa escrita o en las revistas de divulgación e incremento del número de problemas gráficos a resolver por los estudiantes, favoreciendo su resolución cualitativa. A dichas posibilidades, habría que añadir la de utilizarlas para resolver errores conceptuales.

Así pues, cuando se elabora un libro, aparte de consultar los diez mandamientos mencionados por Caldeira (2005), entre los que destacamos, no contener incorrección científica alguna, propiciar el desmontaje de concepciones alternativas y contener imágenes para analizarlas con la debida parsimonia, correctas, legibles, y bien integradas en el texto, añadiríamos el de utilizar parte de las imágenes que acompañan al texto para cuestionar las ideas alternativas, lo que concuerda con la idea de Perales (2006) de que las imágenes no deben analizarse superficialmente.

Esto último es fácil de hacer, pues en los libros ya hay ilustraciones adecuadas para esto pero, sin embargo, no lo hacen. De hecho, consideramos que en los libros deberían aparecer literalmente los conceptos “idea alternativa” y “error conceptual” ya que en ninguno de los analizados aparece y creemos que sería una buena forma para llamar la atención de nuestros alumnos.

Por ejemplo, podría incluir imágenes de las que hemos encontrado con errores y plantear actividades del estilo ¿encuentras algún error conceptual en esta imagen? Si la hubiera, indica en qué consiste. De modo que el objetivo sería analizar con mayor profundidad la situación ante una sospecha de error y expresar ideas discrepantes con lo observado en la imagen. Además, también podríamos incluir textos que se puedan refutar ya que constituyen excelentes materiales para que el profesor los utilice con el propósito de desmontar las concepciones alternativas de los alumnos.

Otro de los problemas que hemos detectado, es que no se es consciente de la gran cantidad de información que nos puede proporcionar una imagen, de ahí también que se sigan detectando errores conceptuales en los  libros, pues los autores utilizan la ilustración porque cumple lo que les interesa, pero no se dan cuenta de que comete errores en otras cosas. Un ejemplo de ello lo hemos encontrado al analizar los artículos de investigación didáctica.
 
Hablando de autores, cabe destacar que, como hemos visto, son los que más pueden influir en la resolución de lo que nos acontece, pues son ellos los que arrastran consigo mismo sus propios errores conceptuales y que plasman en los libros de texto. Como hemos podido comprobar, las editoriales se mantienen al margen de este tema, dejando caer toda la responsabilidad sobre los escritores, pues no hemos visto ninguna editorial que mantenga su línea de publicaciones por ese camino.

Las editoriales simplemente obligan a los autores de los textos a secuenciar sus materiales para ayudar a los alumnos a superar sus dificultades previsibles de aprendizaje, sin embargo los diseñadores gráficos no están en condiciones de ofrecer un complemento gráfico sugerente y comprensible, lo que hace que en ocasiones ambos no vayan por el mismo camino, camino que debería marcar la editorial.

Cierto es que últimamente se han publicado más libros que traten lo que nos atañe, pero siguen siendo una pequeñísima minoría. Y aunque se van despejando determinadas ideas alternativas, sobre todo en dinámica, cinemática y gravitación, aún siguen sobreviviendo algunas, pues como hemos comprobado son precisamente las que más presentes están en los otros medios (cómics, publicidad, revistas,...). Y, además, mencionar las que quedan por abordar como son las relacionadas sobre todo con el calor, los fluidos y la electricidad.

De modo que, a partir de ahora, como bien ha sido remarcado por Duschl (1994), director de la revista Science Education, y por Sanmartí y Azcárate (1997), directora y directora adjunta, respectivamente, de la revista Enseñanza de las Ciencias, ya está bien de buscar concepciones alternativas, pues conocemos ya demasiadas. Pongámonos manos a la obra para cambiarlas.

Una forma de hacerlo sería ampliar y profundizar el presente trabajo extendiendo la búsqueda a más libros, revistas, cómics,... y, cuando tengamos una buena colección de ilustraciones, utilizarlas como herramienta para abordar los errores conceptuales cuestionando las ideas alternativas que los provocan a partir de las imágenes.

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