BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

UNA PROPUESTA METODOLÓGICA A LA LUZ DE LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO Y EL PLANEAMIENTO ESTRATÉGICO DE LA COMUNICACIÓN EN LA PROVINCIA LAS TUNAS

Lucien Lozada Fonseca



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INTRODUCCIÓN

PERTINENCIA Y DIFICULTADES DE UN TEMA

Resulta muy conocido el hecho de que el hombre está recibiendo, de forma permanente, influencias de todo tipo que emanan de la actividad que a diario desarrolla en plena interacción con las demás personas en el ámbito social donde radica. Estas influencias tienen su base en la cultura (en su significado más amplio e integrador) acumulada hasta el momento por la sociedad en constante desarrollo.

También los individuos le aportan disímiles elementos a la cultura en su diario quehacer de modo tal que hay un proceso de apropiación y entrega de forma permanente en que se enriquecen mutuamente como parte de un proceso íntegro y dialéctico.

Las primeras influencias culturales las recibe el niño en su hogar, lugar donde los padres le enseñan diferentes modos de actuación, aprende a comunicarse, caminar, etc. y de forma concreta asimila normas de comportamiento y convivencia en diferentes contextos. También la comunidad donde reside le enseña a convivir con sus vecinos y con el resto de las personas .La escuela también le otorga intencionadamente muchas cosas expresadas en saberes que sustentan la educación ideal del alumno, que lo preparan cultural y profesionalmente para la vida, en normas de educación ciudadana, de convivencia, etc.

La finalidad que el hombre persigue durante su desarrollo en las diferentes etapas de su existir es la de prepararse para la vida, lo cual significa además, prepararse para las funciones laborales que en tanto deberá constituir una forma de obtener los medios para su subsistencia, también constituye una forma legítima de su existir como sujeto que le debe aportar a la sociedad sus experiencias profesionales ya desde una función laboral que lo estará afectando durante un largo período de su vida.

Aquí juega un papel esencial todo este sistema de apropiación de contenidos conocido también en el lenguaje profesional como “Gestión del Conocimiento”.

Una economía mundial agonizante, la globalización neoliberal en ascenso y las nuevas tecnologías en franco apogeo son algunos de los elementos que han hecho que la gestión del conocimiento vaya adquiriendo cada vez más importancia. El conocimiento, tal como se entiende hoy día, es un recurso que no tan sólo nos permite interpretar nuestro entorno, sino que nos da la posibilidad de actuar. Es un recurso que se halla en las personas y en los objetos –físicos o no – que estas personas utilizan, pero también en las organizaciones a las que pertenecen, en los procesos y en los contextos de dichas organizaciones. La gestión del conocimiento consiste en optimizar la utilización de este recurso mediante la creación de las condiciones necesarias para que los flujos de conocimiento circulen mejor.

Lo que gestionamos en realidad no es el conocimiento en sí mismo, sino las condiciones, el entorno y todo lo que hace posible y fomenta dos procesos fundamentales: la creación y la transmisión de conocimiento. Son diversos los instrumentos que permiten fomentar y mejorar estos dos procesos, pero para que un proyecto de gestión del conocimiento tenga éxito es fundamental observar, interpretar y entender el funcionamiento de las organizaciones.

Las sociedades avanzadas contemporáneas se caracterizan, entre otros aspectos, por la creciente importancia que le otorgan a las organizaciones en prácticamente todos los ámbitos de la vida social, económica y política. Las profesiones, en grupos ocupacionales que han adquirido una estructura organizativa propia, tienden a dominar la definición de los problemas y necesidades sociales, así como las formas de enfrentarse a ambos, en tanto que las organizaciones son los espacios preferentes que articulan dichos procesos de definición y actuación.

En este caso, se hace referencia a los medios de prensa como entes formadores de una cultura de masas cada vez más rica, compleja y orientada hacia un enfrentamiento constante entre los valores autóctono-identitarios y los incentivos propuestos por una penetración ideológica cada vez más influyente y agresiva.

El periodismo contemporáneo, a diferencia del que se hacía uno o dos siglos atrás, constituye una enorme fuerza en sí capaz de construir realidades e ideologías al compás de los impulsos eléctricos generados por el clic de un mouse de computadora. Ya cada vez encuentran menos aplicación los modelos comunicativos unidireccionales que menosprecian el papel activo y selectivo de los diferentes públicos, imponiéndose de esta forma un antagonismo permanente entre los fenómenos inherentes a los procesos de mediación y de mediatización.

Uno de los teóricos de la comunicación en el continente latinoamericano, Jesús Martín Barbero, llama a los estudios de recepción “Estudios sobre los usos populares de lo masivo”.

Se trata de investigar la actividad que se ejerce en los usos que los diferentes grupos hacen de lo que consumen, sus gramáticas de recepción, de decodificación. Porque si el producto o la pauta de consumo es el punto de llegada de un proceso de producción, son también el punto de partida y la materia prima de otro proceso de producción, silencioso y disperso, oculto en el proceso de utilización. (...) investigar lo que Michel de Certeau ha llamado las tácticas, que por oposición a las estrategias del fuerte, definen las astucias, las estratagemas, las ingeniosidades del débil. Descubrir esos procedimientos en los que se encarna otra lógica de la acción: la de la resistencia y la réplica a la dominación (citado por Medina, 2000:23)

Desde mi punto de vista personal como investigador, en la actualidad los medios de difusión masiva ofrecen las propias matrices culturales de los sujetos, homogeneizadas y estilizadas. De esta forma se concibe a la recepción no como un proceso de dominación, sino como un proceso activo con el que los sujetos buscan en los mensajes su propia identificación y reconocimiento. Los públicos no son invadidos por la cultura (entiéndase a un nivel medio) hecha digerible para ellos, sino que son sus propias prácticas culturales las que se les ofrecen, reconociéndose en ellas y asimilando sus contenidos.

Esto justifica el lado del placer, de la complicidad, de la seducción; incentivos sumamente necesarios no solo para persuadir, sino para lograr establecer una corriente comunicativa estable y efectiva, con un alto componente educativo y dirigido hacia todo tipo de audiencias.

Pero, por otra parte, la recepción también es oposición, conflicto y resistencia. Muchas veces los receptores se ven compulsionados por la imagen que reciben de los medios de comunicación y esto se traduce en la transmisión de diversos hábitos de consumo, algunas veces inapropiados y que atentan seriamente contra la conservación de nuestras identidad cultural.

Por ende, los periodistas cubanos tienen ante sí el reto mayor de informar a nuestro pueblo sin dañar un ápice los principios relacionados con la moral y la veracidad que deben caracterizar a todo profesional revolucionario, en su constante accionar en pos de construir una sociedad cada vez más justa y equitativa.

Sin embargo, no se puede negar que nuestras audiencias nacionales han ido adquiriendo de forma gradual un elevado nivel de cultura general- integral que les ha proporcionado un sentido mucho más elevado de la exigencia a la hora de seleccionar los productos comunicativos ideales para su consumo e intercambio con otros individuos.

Se impone la necesidad de prestar especial atención a la formación inicial (a nivel de pregrado) y continua (posgrado) de nuestros profesionales de la prensa, para que de este modo puedan cumplir de forma cabal e inequívoca con las demandas que constantemente emana de nuestros públicos.

Las alternativas profesionales de los egresados de las carreras de Periodismo y Comunicación Social se encuentran hoy día en proceso de reconfiguarción, no solo en Cuba sino también en diversos países latinoamericanos (Fuentes, 1995)

Su función social, por muchos años, se ha determinado mayoritariamente por los medios masivos de comunicación, es decir su mercado laboral legitimado, sin embargo el campo académico ha contribuido a determinarlo en buena parte.

De esta forma el surgimiento y desarrollo del campo académico y laboral de la comunicación, ha construido un perfil que limita y reduce sus posibilidades de acción a los medios masivos. Por ello no puede desdeñarse de ningún modo el papel que juega en este sentido la formación académica universitaria, ya que en muchos casos, es en ella donde realmente se inicia el profesional de la comunicación.

Este proceso de formación idealmente se compone de tres niveles básicos: teórico, metodológico y técnico, lo que le permite al egresado desarrollarse en un campo de acción específico, es decir, dentro de un mercado de trabajo. Por otra parte también le proporciona elementos humanísticos y culturales para poder desenvolverse con seguridad y precisión en el seno de la sociedad.

Con base en esta educación, se pretende que el hombre forme y transforme su realidad, su mundo; sin embargo este proceso educativo no se puede limitar únicamente a la instrucción académica; por ello la universidad no debe cerrarse a su entorno, ya que si su función consiste en formar individuos aptos para desenvolverse en la sociedad de manera útil, cómo logrará su objetivo si no toma en cuenta y propicia una interrelación con la sociedad. Bajo esta lógica, el campo educativo universitario debe contemplar una práctica a partir de dos perspectivas: la educativa y la social. (Orozco, 1989)

El objetivo de una práctica, es lograr la aplicación real y concreta de los conocimientos en actividades específicas dentro de la sociedad. La propia naturaleza de la universidad, no le permite cubrir ciertos ámbitos, por ejemplo la representación real del campo laboral. Desde su propia perspectiva, la escuela sólo puede proporcionar un punto de vista académico interno a través de prácticas escolares, sin embargo esto no es suficiente, aún cuando los talleres y equipos experimentales reduzcan el distanciamiento de la realidad, aún existe una desvinculación entre la universidad y la sociedad.

La universidad no puede satisfacer ambos aspectos a la par, por el lado académico el que le corresponde, sí lo cumple; pero en el profesional, su función consiste en propiciar el contacto e interrelación con el mercado de trabajo. El campo de la comunicación, no es la excepción y la falta de vinculación entre la universidad y la sociedad es latente. La formación académica no puede ser totalizante ya que por su índole no puede otorgar todo el conocimiento teórico y práctico, existen saberes y habilidades que sólo se obtienen en la práctica, en el ejercicio profesional diario, cotidiano, por ello el conocimiento teórico no es el único que se requiere a la hora de enfrentar la realidad laboral.

Por su parte la sociedad demanda a la academia satisfacer las necesidades de la realidad laboral, sin embargo es difícil que el campo académico las cubra, debido a que mientras en el ámbito laboral las necesidades son variadas y emergentes, la transformación social propicia un cambio acelerado, vertiginoso y constante; por ejemplo, en la medida en que aparecen nuevas tecnologías, las necesidades son distintas.

Si tomamos en cuenta que la tecnología avanza a pasos agigantados, es muy difícil que un plan de estudios que contempla por lo menos cuatro años de formación universitaria, esté cambiando constantemente, al ritmo de la sociedad.

En este ámbito como en muchos otros, se requiere de profesionales especializados con un campo de acción concreto y específico, que les permita actuar y operar sobre la realidad circundante de forma eficiente, adecuada y tan pronto como se les necesite.

Un plan de estudio universitario tiene la tarea de responder a las necesidades que demanda la sociedad, sin embargo aunque esté actualizado y cuente con materias prácticas e incluso talleres para practicar lo aprendido, éstos tan sólo son una simulación del mercado de trabajo. Aunque en Cuba existen universidades que cuentan con este tipo de locales especializados (laboratorios de locución periodística, radio y televisión), unos más y otros menos sofisticados, no son suficientes para comprender la dinámica del campo laboral. La habilidad técnica necesaria sólo se adquiere viviéndola; por otro lado, hay universidades que por falta de recursos no cuentan con dichas instalaciones o son muy precarias sus condiciones técnico-constructivas, por lo que aumenta la necesidad de poner en práctica lo aprendido de forma real y concreta.

Una variante a emplear en pos de una solución es la superación posgraduada de nuestros profesionales de la prensa. La superación del nivel de posgrado constituye una de las etapas decisivas del desarrollo profesional en aquellas actividades del quehacer humano que han demandado una formación universitaria previa y responden a una concepción curricular orgánica en relación con las demandas sociales. Esto se debe a que dichas demandas son la expresión tanto de las dinámicas sociales (qué se hace, por qué se hace, cómo se hace y para qué) como del desarrollo de las ciencias que sirven de base a ese desempeño (avances teóricos y nuevos problemas científicos).

La importancia de esta actividad se fundamenta, de un lado, en la evidencia histórica de la centralidad de la educación, la investigación y el aprendizaje colectivo en los procesos de desarrollo y de otro, en la necesidad de un proceso educativo a lo largo de la vida, apoyada en la auto-gestión del aprendizaje y la socialización en la construcción del conocimiento.

El desarrollo social actual exige de procesos continuos de creación, difusión, transferencia, adaptación y aplicación de conocimientos. El saber, estrechamente vinculado a la práctica, es una fuerza social transformadora que el posgrado fomenta permanentemente para promover el desarrollo sostenible de la sociedad.

No se puede perder de vista que la superación personal en el ámbito estrictamente profesional. Se trata de una prolongación y complemento de la formación curricular de la carrera en sí ya que el programa de asignaturas se articula a partir de que su problema central debe de ser entendido como el doble problema de las relaciones entre la teoría y la práctica por un lado, y el de las relaciones de la educación y la sociedad por el otro.

La actividad periodística en Cuba ha transitado un largo camino que ha sido reflejo del desarrollo histórico del país, lo cual se ha plasmado innegablemente en los modos de hacer periodismo, atenido a los paradigmas ético- profesionales de su ejercicio en función de los compromisos clasistas de los diversos integrantes del sector. Ello ha supuesto también diversos modos de encarar la formación de esos profesionales, ya desde la perspectiva puramente empírica, hasta la formación especializada a nivel universitario.

No obstante, el asunto no es tan sencillo como parece. El periodismo cubano actual enfrenta dos grandes retos que lo compulsan al mejoramiento permanente: por un lado la batalla ideológica contra un oponente (el imperialismo norteamericano) que cuenta con el más colosal aparato propagandístico de la historia de la Humanidad, y por otro un público cada día más culto y por ende, más exigente. Esas razones son las que implican la necesidad de formar buenos reporteros en las aulas y órganos de prensa desde el nivel de pre-grado, sobre todo capaces de completar su formación profesional con todas las posibilidades que les brinda la política cultural del país, en la cual juega un papel importantísimo el sistema educacional nacional.

En nuestro país, dado el modelo de educación vigente (sistémico, estatal, integral, socialista y humanista) la superación de los profesionales puede diseñarse de manera tal que integre los intereses sociales, los intereses sectoriales (del campo profesional), institucionales (de los organismos e instituciones), las motivaciones personales así como las aptitudes y capacidades de los egresados del nivel superior; por ello no es descabellado pensar en la posibilidad de optimizar los procesos de superación profesional del sector periodístico sobre la base de una estrategia de formación en el cuarto nivel de enseñanza (el posgrado).


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