PROGRAMA DE SUPERACIÓN DIRIGIDO AL PERFECIONAMIENTO DEL ESTILO DE COMUNICACIÓN DE LOS MAESTROS DE LA EDUCACIÓN PRIMARIA

PROGRAMA DE SUPERACI?N DIRIGIDO AL PERFECIONAMIENTO DEL ESTILO DE COMUNICACI?N DE LOS MAESTROS DE LA EDUCACI?N PRIMARIA

Loicell Rafael Leyva Estevez

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CAPÍTULO I. EL ESTILO DE COMUNICACIÓN DEL MAESTRO DE LA EDUCACIÓN PRIMARIA. UNA APROXIMACIÓN A SU ESTUDIO.

En este capítulo se presentan los fundamentos teóricos sobre la comunicación pedagógica, su historia en el decursar de algunas etapas de la educación cubana, así como su expresión en el estilo de comunicación del maestro y la influencia que este ejerce en el desarrollo de la personalidad de los alumnos.

Epígrafe 1.1. Marco teórico referencial de la comunicación pedagógica.

El estudio y la preocupación del hombre por el tema de la comunicación se remontan a épocas remotas y se extiende hasta nuestros días.

La Filosofía y la Sociología y también otras ciencias como la Psicología y la Pedagogía han realizado numerosos aportes al estudio de esta categoría que desde el surgimiento de la humanidad, ha devenido junto a la actividad, proceso determinante en el desarrollo del hombre y esencialmente de su subjetividad.

Es evidente que la comunicación está estrechamente vinculada con la naturaleza social del hombre y con la evolución de su conciencia. Al decir de F. Engels (1976), en el proceso de humanización “los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros”.

La palabra comunicación tiene su origen en el Latín, se deriva del verbo ”communicare”, que significa compartir, tener relaciones con alguien. Es un término polisémico que tiene diferentes interpretaciones.

Autores como L. S. Vigotsky (1985) y S. L. Rubinstein (1977) la interpretan como un intercambio de pensamientos, sentimientos y emociones.

Otros como G. M. Andreieva (1974) resaltan como la comunicación es un modo de realización de las relaciones sociales que tienen lugar a través de los contactos directos o indirectos de las personalidades y los grupos en el proceso de sus vidas y actividad social.

Por su parte G. P. Predvechni y Yu. A. Sherkovin (1986) recalcan al definir la comunicación, que esta a la vez que representa el proceso de intercambio de informes que contienen los resultados del reflejo de la realidad por parte de las personas, es además parte inseparable de su ser social y medio de formación y funcionamiento de su conciencia individual y social.

De lo anterior se deriva que el concepto de comunicación puede ser asociado a diferentes términos que contribuyen a su definición, como por ejemplo, mutualidad, reciprocidad, comunión, comunidad, participación, transmisión, información, expresión, codificación, decodificación y simpatía.

Según R. P. Pupo (1990), la concepción científica de la comunicación no es posible sin la comprensión dialéctico – materialista del hombre y la sociedad. Este autor plantea de manera muy acertada que resulta imposible la elaboración científica de la comunicación al margen de una consideración real y objetiva de la práctica y las relaciones sociales que la encarnan.

También asegura este investigador que es correcto determinar la comunicación como una propiedad humana y sólo del hombre, pero esto resulta abstracto e insoluble aún, si no se comprende la esencia sociohistórica del hombre y la posibilidad de objetivarse en su propia obra social.

Históricamente, tanto desde el punto de vista social como en el desarrollo individual, la comunicación es una condición necesaria para la existencia del hombre y uno de los factores más importantes de su desarrollo integral. Recordemos que la comunicación, junto con el trabajo, fue uno de los factores que hizo posible la transformación del cerebro del mono en hombre a lo largo de miles de años.

La vida colectiva y la necesidad de comunicarse con sus semejantes marcaron diferencias esenciales entre los animales y los seres humanos, constituyendo las primeras manifestaciones de relaciones entre los hombres, como necesidad de subsistencia natural y de relación social.

Desde su origen, el hombre necesitó relacionarse con otros al hacerse más compleja su actividad, lo que a su vez originó la necesidad de comunicarse con sus semejantes dando origen al lenguaje, que aparece como un factor importante en relación con la vida práctica de los hombres, es decir, aparece como bifuncional: por un lado el lenguaje es instrumento de la noesis, del pensamiento abstracto y verbal en general; y por otro, es instrumento de la comunicación interpersonal, de la semiosis o producción de signos, y en este sentido constituye una de las formas más importantes de la conducta humana.

El enriquecimiento paulatino de las relaciones sociales y la realización de disímiles actividades condicionaron el incremento de la comunicación y el desarrollo del mundo interno del hombre, ya que “la verdadera riqueza espiritual del individuo depende totalmente de la riqueza de sus relaciones reales”.

El hombre desde que nace es un individuo pero aún no es personalidad, se forma y se desarrolla como reflejo individual del conjunto de relaciones sociales, de las condiciones históricas concretas donde se desarrolla la actividad en el proceso de comunicación con los demás.

La determinación marxista de la esencia del hombre como conjunto de relaciones sociales, y estas como concreción de la actividad práctica de los hombres, sentó las premisas teórico – metodológicas para la comprensión científica de la comunicación en su dimensión social.

Las relaciones sociales y la comunicación no constituyen dos realidades independientes y separadas entre sí. La comunicación refleja la necesidad objetiva de los hombres de asociación y de cooperación mutua, y es también condición del desarrollo de la individualidad, originalidad e integridad de estos.

La personalización de las relaciones sociales en la comunicación pone de manifiesto el diferente nivel con que se concretizan las necesidades sociales, el diferente grado con que se releva lo típico – social en lo individual.

La esencia de las relaciones sociales se manifiesta en la comunicación real entre los hombres. Cualquier comunidad social, cualquier colectividad, inclusive la educadora, consta de individuos diversos, que entienden y admiten a distinto nivel los intereses y tareas de esa comunidad y colectividad.

La comunicación es un proceso esencial de toda la actividad humana, ya que se basa en la calidad de los sistemas interactivos en que el sujeto se desempeña, y además, tiene un papel fundamental en la atmósfera psicológica de todo grupo humano.

Independientemente de la variedad de criterios que utilizan los autores al definir la comunicación, existen entre ellos elementos comunes que permiten determinar que la misma posee un carácter procesal, interactivo, plurimotivado variable, constructivo y complejo.

Otro de los puntos en común que existe entre los autores que han investigado la temática en los últimos tiempos: E. Ortiz, (1996), C. Reinoso, M. Rodríguez y M. Linares (2004), es que asumen la existencia de las tres funciones básicas de la comunicación que según B. F. Lomov, (1989) son:

1. La función informativa: que abarca todo lo que significa dar y recibir información y es una de las vías más importantes de adquisición de la experiencia histórico – social y de conocimiento del mundo circundante tanto social como material.

2. La función reguladora: que tiene que ver con el intercambio de acciones entre los participantes en el proceso y la influencia que ejerce uno sobre otro en la organización de su actividad.

3. La función afectiva: que está relacionada con la esfera de las vivencias afectivas del hombre. Incluye toda la gama de emociones, sentimientos, vivencias que aparecen y se desarrollan en la comunicación y que se expresan.

Resulta importante destacar que en el acto de la comunicación todas las funciones forman un todo único; se concretan de una u otra manera en relación con cada participante, pero lo hacen de diferentes formas pues esta es una condición de la manifestación y desarrollo de la individualidad.

En el proceso pedagógico se encuentran con frecuencia maestros que tienden a absolutizar la función informativa en detrimento de las demás. Estos son los maestros que se preocupan sólo por brindarles a sus alumnos una información adecuada de los contenidos de las asignaturas y descuidan aspectos relacionados con las funciones reguladora y afectiva de la comunicación, esenciales en el logro de una influencia positiva en la formación integral de la personalidad de los alumnos.

También es necesario destacar que para que pueda establecerse comunicación es preciso que coadyuven en ella los siguientes factores: el emisor, el receptor, el mensaje, el canal de comunicación, el código y el contexto. Estos factores han sido representados históricamente en el modelo clásico de la teoría de la comunicación referido por G. C. Vicente (1989) de manera que visto desde el contexto escolar, el emisor es el maestro y el receptor los alumnos.

El mensaje sería el contenido de la clase más toda la carga afectiva con que se expresa el maestro (el interés que manifiesta por lo que dice, las emociones que manifiesta). La codificación sería el proceso a través del cual el maestro prepara el contenido de su clase para que pueda ser recibido por los alumnos, previa decodificación que es el proceso inverso. La información se trasmite a través de uno o varios canales, que pueden ser la propia voz del maestro, su mímica, una lámina, la pizarra.

El proceso de retroalimentación, es decir, la información al emisor de cómo está siendo recibido el mensaje, la tiene el maestro por las preguntas que hace a los alumnos, por el desempeño de estos en la clase o por la expresión de sus rostro.

A juicio del autor de esta tesis, este modelo no muestra las verdaderas interrelaciones comunicativas que se deben producir en el proceso pedagógico porque no les atribuye a los alumnos el carácter activo que deben tener en la asimilación del conocimiento y el desarrollo de habilidades. Tampoco muestra las posibilidades que tienen tanto maestro como alumnos de desempeñarse en los roles de emisor y receptor simultáneamente.

Existen varias concepciones sobre la estructura de la comunicación. En la posición adoptada por A. M. Fernández (2002) los componentes informativos, perceptivos e interactivos de la comunicación, encuentran una clara expresión en el proceso pedagógico. Por la relación que existe entre los componentes perceptivos e interactivos de la comunicación y el estilo de comunicación del maestro, se considera necesario abordar los mismos en la presente investigación desde su expresión en el proceso pedagógico.

El componente perceptivo se refiere al proceso de comprensión mutua, de percepción interpersonal y de toma de conciencia. En él intervienen las emociones de los comunicantes, sus expectativas, deseos, motivos y experiencias.

Al tratar lo perceptivo en la comunicación se debe tener en cuenta la percepción de sí y del otro en la relación; de ahí la importancia de la empatía, la capacidad de orientación en las situaciones y con los diferentes interlocutores, actitud ante el mensaje, uso adecuado de los mecanismos de persuasión y sugestión respectivamente, dominio de los elementos no verbales de la comunicación, demostrar seguridad en sí mismo, expectativa de roles, credibilidad de las fuentes existentes, entre otros aspectos.

La persuasión es un mecanismo de la comunicación que guarda gran relación con el especto perceptivo. Según G. P. Predvechni y Yu. A. Sherkovin (1986), el mismo supone un cambio en la conciencia del interlocutor que lo prepara para defender un punto de vista y actuar en correspondencia con él. Este es un proceso de fundamentación lógica muy utilizado en el trabajo pedagógico tanto

Por otra parte, el aspecto interactivo se refiere a aquellos elementos de la comunicación relacionados con la organización inmediata de la actividad conjunta. Este es uno de los componentes más importantes si se tiene en cuenta que no puede haber interacción entre las personas ni intercambio de información sin una comunicación previa.

En lo interactivo no se pueden eludir elementos como: el rol asumido en la interacción por el maestro y los alumnos, la dinámica de las interrelaciones en la actividad, correspondencia entre las estructuras formales e informales de las relaciones grupales, clima emocional presente. En este sentido, se hace necesario destacar la importancia de atender la dinámica de interacción grupal sobre la base de estructuras centralizadas y descentralizadas de la comunicación.

Lo anterior revela que de la conjunción adecuada por parte del maestro de todos estos elementos depende que la información sea recibida por los alumnos con precisión y con un nivel de satisfacción y compromiso que lo lleve a modificar o incorporar valores, normas y conocimientos a su personalidad.

La obra de L. S. Vigotsky (1985), enfatiza en el papel de la actividad y la comunicación en la socialización del individuo desde una posición dialéctico - materialista a partir de elaboraciones teóricas novedosas que han logrado trascender los enfoques contemporáneos. Los postulados de esta teoría llevan a comprender la esencia socio – histórica del hombre y la posibilidad de objetivarse en su propia obra social.

Una de las ideas esenciales de la obra de este autor es que los seres humanos se desarrollan en una formación histórico - cultural dada, creada por la propia actividad de producción y transformación de su realidad y es por medio de la actividad humana que se produce el desarrollo de los procesos psíquicos y la consiguiente apropiación de la cultura, por lo cual la actividad humana es siempre social e implica por tanto, la relación con otras personas, la comunicación entre estas, siendo en esa interacción con otros que surge el mundo espiritual de cada uno, su personalidad.

Por medio de la comunicación se intercambian pensamientos, vivencias afectivas y se realiza todo el sistema de relaciones humanas. Su influencia en el desarrollo de la personalidad es indiscutible. Precisamente, el contacto comunicativo del niño con el adulto es lo que lo induce a actuar ante determinadas situaciones.

En el primer año de vida se considera como elemento fundamental la comunicación emocional del niño con el adulto, mediante la cual establece sus primeras relaciones y se introduce en el mundo de los objetos. El primer medio esencial del niño en la familia son los padres; si esta comunicación va acompañada de una relación afectiva lo suficientemente sólida, si se da una interacción adecuada con una comunicación rica en contenido, los futuros ciudadanos tendrán una influencia eficiente en su formación.

Es evidente que la comunicación constituye el medio donde esencialmente funciona y se forma la personalidad del individuo en toda su integridad y que posee una fuerte carga educativa porque los participantes en este proceso reciben la posibilidad de intercambiar sobre su mundo interior, sus valores, conocimientos, habilidades y, de esta forma, ejercer influencias recíprocas que conducen al crecimiento personal de los sujetos interactuantes.

El maestro, así como las distintas personas que de una u otra forma se relacionan con el niño en la escuela, lo hacen a través de la comunicación. Aprender y comunicar son dos componentes de un mismo proceso que tienen una estrecha relación, ambos se complementan y presuponen en el acto de la comunicación.

Es importante destacar que la educación, vista en un sentido amplio, constituye un proceso orientado al desarrollo personal, donde el educando, simultáneamente, construye conocimientos y se desarrolla en planos diversos como persona. Esto implica una interrelación entre la asimilación y construcción del nuevo conocimiento (enmarcado tradicionalmente dentro del proceso de enseñanza – aprendizaje) y el desarrollo de la personalidad.

El asumir esta interrelación significa que durante el proceso docente, durante una clase cualquiera, aunque estemos trabajando en el conocimiento del alumno estamos simultáneamente ejerciendo una influencia también en sus cualidades personales, en sus valores, en su crecimiento personal, gracias a la fuerte carga educativa que posee la comunicación.

F. G. Rey (1985), comparte el criterio de que la función esencial de la escuela es la educación y señala: ¨ la base de la educación es precisamente la comunicación. A través de la comunicación se brinda la enseñanza y a su vez se ejerce una influencia educativa sobre el escolar en un medio participativo ¨.

Para P. Freire (1985), comunicación y educación son dos procesos similares, horizontales y no autoritarios, en el cual los participantes del diálogo (maestros y alumnos) establecen entre sí una interacción que los enriquece mutuamente, al transformarse constantemente en emisores y receptores de los mensajes y experiencias en busca del propósito educativo.

Este investigador de la comunicación dialogada sustenta su concepción y práctica educativa en el establecimiento de relaciones comunicativas, que se inicia cuando el maestro comienza a pensar en aquellos contenidos sobre los cuales va a dialogar con los alumnos, para lo que, al decir de este autor, es imprescindible partir de las experiencias, vivencias e intereses de estos, de su propio saber.

Una posición similar asume R. Santoyo (1985), al plantear que, la educación siempre ha sido un proceso de interacción, en el que los hombres se educan en el diálogo, comparten y discuten sobre el saber, socializan sus conocimientos y aprenden por medio de la crítica; al mismo tiempo, toda acción pedagógica comprometida se origina en la comunicación dialogada.

Por su parte E. Pichón – Riviere (1985) ha reiterado que los procesos de aprendizaje y comunicación son coexistentes y cooperantes y que entre ellos se establece desde el comienzo una interrelación dinámica y permanente, donde el aprendizaje sigue el hilo de la comunicación y viceversa.

El autor de esta tesis comparte el criterio con los autores mencionados porque es evidente que cualquier proceso educativo o pedagógico requiere una mediación comunicativa e implica interacción, diálogo y el dominio de un código común que garantice la comprensión entre los participantes. Esto demuestra que la educación y la comunicación se complementan e interpenetran dialécticamente.

A partir del análisis de la posición de estos autores se aprecia que en el desarrollo histórico de la escuela como institución social, los vínculos entre educación y comunicación son patentes y que se hacen cada vez más explícitos en la medida que se incrementa el carácter participativo e interactivo de estos procesos.

La comunicación pedagógica o la comunicación educativa como la definen algunos autores han sido abordadas por varios investigadores que destacan en ella el papel de la interacción y de la elaboración conjunta de significados entre los participantes como característica esencial del proceso docente.

V. A. Kan Kalik (1987), autor que corresponde a la pedagogía marxista, define la comunicación pedagógica como un tipo especial de comunicación profesional, la del profesor y sus alumnos, tanto en el aula como fuera de ella que tiene lugar en el proceso de enseñanza y educación y posee determinadas funciones pedagógicas.

T. E. Landivar (s/a), define la comunicación educativa como el área donde ocurren precisamente los procesos de interacción propios de toda relación humana, en donde se trasmiten y recrean todos los significados.

A. A. Leontiev (1979), la define como la comunicación del maestro con los escolares en el proceso de enseñanza, que crea las mejores condiciones para desarrollar la motivación del alumno y el carácter creador de la actividad docente, para formar correctamente la personalidad del alumno.

Para este autor la comunicación pedagógica tiene tres importantes consecuencias en la enseñanza – aprendizaje: la creación de un clima psicológico que favorezca el aprendizaje; la optimización de la actividad de estudio y el desarrollo de las relaciones entre maestros y estudiantes y en el colectivo de estos.

Independientemente de que existen elementos comunes en las conceptualizaciones que se han encontrado en la literatura consultada, el autor de esta tesis considera que es muy acertada la manera en que A. A. Leontiev (1979) define la comunicación pedagógica, por lo que se asume la definición dada por él, la cual considera desde su contenido la importancia que tiene este proceso en la formación integral de la personalidad de los escolares y su repercusión tanto en la esfera afectiva como cognoscitiva, aspectos que se reflejan muy claramente en el análisis que hace de esta definición J. F. Parra(2007).

Para este investigador, Leontiev (1979) expresa claramente tres ideas esenciales: la primera idea es la comunicación del maestro con los escolares en el proceso de enseñanza, lo que implica un intercambio continuo de ideas, conocimientos, reflexiones, experiencias, juicios y valoraciones de naturaleza verbal y no verbal.

La segunda idea esencial es la creación de las mejores condiciones para desarrollar la motivación de los alumnos y el carácter creador de la actividad docente, la cual está relacionada con la creación de un clima emocional favorable sobre la base del respeto a la personalidad del alumno y el conocimiento y tratamiento de sus características personales, potencialidades, limitaciones, necesidades y demandas inmediatas y futuras.

La tercera idea que se incluye en la definición del concepto es formar correctamente la personalidad del alumno, formación que se logra a través de las influencias recíprocas que tienen lugar entre profesores, alumnos y estos entre sí, en los contextos de actuación del profesional de la educación, de modo que en este proceso de intercambio sistemático de roles, todos, emisores y receptores, educan y aprenden de los valores personales y universales socialmente construidos.

La función orientadora del maestro depende, en gran medida, de la comunicación que este desarrolle con sus alumnos, pues en todo proceso comunicativo los participantes se implican fuertemente y de manera general, experimentan grandes emociones, además de vivenciar profundamente sus interrelaciones.

Es necesario que el maestro promueva en sus alumnos sentimientos, emociones y vivencias afectivas positivas, respetando su personalidad, su individualidad, reconociendo su propio derecho de ser distinto y de tener opiniones diferentes, de asignarle un papel activo, consciente, transformador, no de asimilar pasivamente la realidad sino de implicarse en la producción, reproducción y reestructuración lo que conduce fundamentalmente a transformaciones y a modificaciones en el comportamiento de la personalidad.

El cumplimiento de estas premisas conduce al desarrollo de un proceso pedagógico desarrollador que potencia en los alumnos la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades a partir de su posición activa y del vínculo que establece con otros en el contexto de la actividad conjunta.

Al optimizar o hacer efectivas las relaciones comunicativas entre el maestro y los alumnos se crea un clima de trabajo que favorece el desarrollo del proceso pedagógico, crece el estado de satisfacción ante el aprendizaje y se facilita el desarrollo de las actividades. Esto favorece la eliminación de barreras u obstáculos que frenan o limitan el proceso comunicativo para maestros y alumnos.

Las barreras u obstáculos que pueden surgir durante el proceso de comunicación pueden estar dadas por causas ambientales, de carácter social, o pueden estar también motivados por razones de índole psicológica.

Las barreras ambientales están referidas a la situación en que transcurre el proceso de comunicación, por ejemplo, ruidos, interferencias, distancia entre los interlocutores, entre otras.

Las barreras de carácter social se refieren a diferencias entre los interlocutores por su pertenencia a diferentes clases o grupos sociales, posiciones políticas, religiosas o profesiones diferentes, que dificultan la formación de un código común, porque las diferencias sociales han implicado la formación de criterios, puntos de vista diferentes, distintas concepciones del mundo. Las diferencias generacionales también están comprendidas dentro de las barreras de carácter social y pueden ser muy fuertes cuando se manejan de forma inadecuada por maestros, padres y adultos en general.

Las barreras de carácter psicológico se explican por la presencia de características específicas entre los que se comunican, por ejemplo, la timidez excesiva, retraimiento, hermetismo, o bien por la existencia de dificultades en las relaciones interpersonales, lo que puede generar desconfianza, hostilidad o subestimación hacia el otro. La relación entre el maestro y los alumnos es una importante fuente de barreras o ruidos en la comunicación. Surgen barreras en la comunicación si no se explica claramente, si no se conocen, si no se tienen en cuenta las características personales, las necesidades, los motivos y actitudes o si no existe un sistema común de codificaciones y decodificaciones.

T. Gordon (1991), refiere algunas barreras que pueden perjudicar el proceso comunicativo cuando se afecta la autoestima de la persona con la que nos comunicamos, no se respeta su individualidad o cuando la intervención es descontextualizada. Estas barreras son precisamente algunos errores de los que cometen los maestros en su intercambio comunicativo con los alumnos, entre estos tenemos:

 Ordenar, mandar.

 Advertir, amenazar.

 Sermonear, moralizar.

 Juzgar, criticar.

 Consolar disminuyendo la importancia del problema.

 Interrogar continuamente.

 Desviar el diálogo disminuyendo la importancia de lo que se dice.

También existen un grupo de manifestaciones personales que afectan negativamente el proceso de comunicación y por lo tanto constituyen barreras u obstáculos que entorpecen su desarrollo eficiente:

 Pensar que el otro no es tan importante.

 Dogmatizar la comunicación, mostrando mucha seguridad en lo que expresamos, tratando de ocultar o disfrazar la inseguridad.

 Intelectualizar la comunicación para impresionar a los demás, evitando que nos comprendan.

 Los mensajes simultáneos incompatibles (decir oralmente algo y con nuestros gestos, movimientos, actitudes o comportamientos, decir todo lo contrario).

 Si nos mostramos rígidos, autoritarios y distantes, podemos aumentar tanto el temor al riesgo que podemos inhibir a los demás.

 El estado de ánimo de los participantes en la comunicación (las emociones afectan el tono de la voz, los movimientos, la gesticulación).

Para eliminar las barreras en la comunicación es preciso que el maestro conozca en qué consiste la comunicación en sentido general y analice su desempeño comunicativo para reconocer qué aspectos pueden estar limitando este proceso en su labor pedagógica y tratar de perfeccionar su estilo de forma tal que le otorgue a los alumnos el carácter activo que exige la educación actual.

Atenuar el efecto negativo de estas barreras presupone, entre otros aspectos, el conocimiento preciso de las peculiaridades psicológicas de los alumnos. Para que el proceso de comunicación se desarrolle con éxito en el ámbito escolar y constituya una influencia positiva en el desarrollo de su personalidad es necesario tener en cuenta:

 La edad de los alumnos.

 La tarea pedagógica que se propone.

 Las particularidades e intereses de los alumnos.

 La situación que se produce en el acto comunicativo.

y es necesario también que el maestro cumpla con una serie de exigencias que le permiten perfeccionar su estilo.

E. Ortiz (1996), refiere algunas de las exigencias que debe cumplir el maestro para adquirir su eficiencia como comunicador profesional, que están en correspondencia con las habilidades comunicativas que a juicio de V. A. Kan Kalik (1987) son importantes para el trabajo del maestro (habilidades para comunicarse con los demás, para organizar y dirigir la comunicación entre los alumnos, para comprender a los alumnos y para organizar la actividad conjunta con los alumnos).

Exigencias de carácter socio - psicológico:

 Comunicarse con los alumnos ininterrumpidamente en la clase y fuera de ella.

 Poseer capacidad perceptiva para detectar las imágenes que se forman los alumnos de él.

 Valorar acertadamente las características psicológicas de sus alumnos y tenerlas en cuenta en el trato individual.

 Responder de forma serena y adecuada a sus estados de ánimo.

 Comprometerse afectivamente con ellos, brindarles cariño, confianza y seguridad.

 Evitar la tendencia a evaluar constantemente la conducta de los alumnos, aprender a escucharlos y tratar de ¨ ponerse en su lugar ¨.

 Reprimir cualquier sentimiento de hostilidad y valorar desprejuiciadamente sus problemas.

 Propiciar una atmósfera de respeto y de espontaneidad en la comunicación.

Exigencias didácticas:

 Estimular en los alumnos la reflexión individual, el ejercicio de criterios personales y la búsqueda de lo novedoso.

 Promover el desarrollo de clases que motiven al diálogo y la polémica entre los alumnos.

 Plantearse interrogantes en el transcurso de la clase que exijan respuestas con argumentos y no monosílabos que hagan pensar.

 Combinar el rigor del razonamiento lógico del contenido con la anécdota y la aparente digresión que permita disminuir la tensión del auditorio, para retomar posteriormente el hilo conductor de la clase.

 Ajustarse adecuadamente al tiempo previsto para la clase.

Exigencias de carácter oratorio:

 Utilizar adecuadamente los recursos no verbales de la comunicación (gestualidad, inflexiones de la voz, expresiones del rostro).

 Cuidar la dicción para que las palabras sean pronunciadas con exactitud y limpieza.

 Explotar óptimamente los recursos del lenguaje oral en la búsqueda de lo original, lo interesante, lo que mantenga la atención en el contenido.

 Utilizar los recursos no verbales de la comunicación en función del contenido que se expone y evitar su uso indiscriminado, de modo que las inflexiones de la voz, el contacto visual, los movimientos de las manos y el cuerpo, la expresión del rostro y el desplazamiento por el aula se emplee con sobriedad y oportunidad.

Dentro de estos aspectos, la utilización de los recursos extraverbales, es uno de los que menos tienen en cuenta los maestros en su comunicación con los alumnos en el marco de las actividades de la escuela, quizás por ser un profesional poco entrenado en este sentido; sin embargo, varias investigaciones han demostrado que el mensaje no verbal sirve de complemento al lenguaje verbal y que a través de él, se expresan diferentes matices, vivencias, manifestaciones de agrado, desagrado.

También ha sido demostrado que cuando el mensaje verbal no es coherente con aquello que expresa la persona extraverbalmente, la comunicación se vuelve confusa y se provoca incertidumbre, contradicción y desconfianza.

Algunas cualidades de la personalidad como la sociabilidad, las particularidades del pensamiento, la espontaneidad en la percepción y el dominio del lenguaje están asociadas al perfeccionamiento del estilo de comunicación dentro del contexto del trabajo del maestro.

La empatía es otro de los aspectos que conducen al mejoramiento de la comunicación desde la labor del docente. Para A. E. Schneider, W. C. Donaghy y P. J. Newman (1975), ser empático significa:

 Poseer la habilidad de ponerse en lugar del otro y comprenderlo verdaderamente.

 Respetar plenamente la libertad de la otra persona.

 Respetar la intimidad y la personalidad de los demás.

 Captar los sentimientos ajenos.

 Entender los problemas del otro.

Estos autores consideran que la empatía no es una técnica, sino un estado o disposición de ánimo, una actitud personal.

Lo anterior permite plantear que este aspecto puede ser modificado en el marco de la escuela a partir de una toma de conciencia por parte de los maestros, desde la autovaloración del mismo en su práctica pedagógica y desde la valoración de las exigencias de la escuela cubana actual.

El autoconocimiento de las propias cualidades personales que puedan favorecer u obstaculizar el proceso comunicativo en la Educación Primaria, contribuiría a la erradicación de los principales errores que puedan cometerse y, asimismo, permitiría desarrollar las cualidades que lo favorecen.

La eliminación de las barreras y el cumplimiento de las exigencias antes mencionadas son aspectos decisivos para el perfeccionamiento del estilo de comunicación del maestro y por tanto deben revertirse en:

 El logro de una expresión apropiada.

 El aprovechamiento de las potencialidades de su personalidad para ganarse la aceptación y la simpatía de los alumnos.

 La utilización de un tono de voz suave, amigable y cordial.

 La aceptación de puntos de vista diferentes.

 El mantenimiento de la ecuanimidad y la paciencia.

 La eliminación de posiciones dominantes y autoritarias.

 La adopción de un comportamiento dialógico.

 El establecimiento de relaciones afectivas con los alumnos.

 La promoción de interacciones comunicativas sobre la base estructuras centralizadas y descentralizadas de la comunicación.

 La percepción adecuada de los estados de ánimo de los alumnos.

 La utilización eficiente del mecanismo de persuasión.