BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EL ROMBO DE LAS INVESTIGACIONES DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Pedro Manuel Zayas Agüero




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Modelación teórica

Teniendo en cuenta que esto es así, incluso

en los casos en que casos en que las causas y

efectos no son muy complicados y la ciencia

está muy desarrollada, mucho más debemos

esperarlo cuando las causas y efectos son muy

intrincados y su ciencia está solamente en los

comienzos.

Hebert Spencer

El rombo de las investigaciones no tiene valor sólo en la modelación empírica, sino también en el aspecto teórico. Aquí veremos el caso de la valoración de la personalidad, que dada su complejidad, requiere de los más disímiles enfoques teóricos, lo que condiciona la orientación metodológica en su estudio.

Es un modelo arriesgado, porque es conocido que no existe una teoría única, sino todo un mosaico, o quizás parafraseando a Koontz, H. (1987), una verdadera jungla de teorías psicológicas, que de una forma u otra abordan la problemática de la personalidad.

El estudio del hombre y su personalidad, no se refiere a atomizarlo en un conjunto de procesos que se dan en todo ser humano, aunque algunos de estos pueden manifestarse a niveles superiores de integración, con una incidencia significativa en el desarrollo exitoso de determinada actividad, pero nunca operarían de forma independiente sino integrados en síntesis, con un carácter diferente como parte de una configuración cualitativamente superior.

El estudio de la personalidad es la expresión más genuina del ser humano como ser social, por su carácter activo y transformador, y por su papel autorregulador y regulador, vista la personalidad en su condición integrada entre lo cognitivo y lo afectivo. Cuando se hace referencia a la existencia de diferentes esferas, se debe plantear la interrelación y dependencia entre todas; es decir entre lo biológico, lo psicológico y lo social así como la relación entre lo heredado y lo adquirido integrado en el hombre

El enfoque sobre el hombre debe tener un carácter holístico, contempla todas las esferas (cognitiva, afectiva, física y social) que se integren en un todo, no como una sumatoria, sino en su síntesis e interrelaciones intra e interesferas, en su implicación en un medio determinado y en la interrelación con las demás personas.

En la esfera cognitiva existe una estrecha interrelación entre los términos inteligencia, habilidades, conocimientos, hábitos y aptitudes.

En relación con los procesos cognoscitivos y el estudio de su participación en la construcción del conocimiento del sujeto, es importante precisar los indicadores a partir de los cuales se expresan los mismos, como es el caso de la atención, memoria, imaginación, lenguaje y pensamiento, el cual reviste cualidades generalizadoras al impactar la proyección del ser humano, y constituirse los procesos lógicos en habilidades generales que integran la inteligencia, los que participan también en el desarrollo y en la manifestación de diferentes capacidades específicas tales como el análisis, la síntesis, la comparación, la abstracción y la generalización; asimismo la existencia de cualidades que lo caracterizan, como son: independencia, fluidez, flexibilidad, originalidad, nivel de elaboración, profundidad, consecutividad, productividad, rapidez y economía de recursos.

Dentro de la esfera afectiva es vital para conocer la personalidad determinar cuales son las principales necesidades y motivos y la configuración de la jerarquía de estos, en función de poder valorar los principales elementos dinamizadores de su conducta así como las particularidades emocionales y las características personales.

También se destacan los intereses, las aspiraciones y el carácter, que tradicionalmente ha sido considerado la expresión generalizadora de la esfera afectiva, el cual integra, a partir de la jerarquía de motivos, las principales necesidades, actitudes y características personales que expresan la relación del hombre con otros hombres, objetos y fenómenos. Resulta de interés conocer el grado de estabilidad, plenitud, integridad y fuerza de los elementos caracteriológicos.

Es obvio que cuando se habla de la existencia de una esfera cognitiva y afectiva, se está haciendo referencia a lo psicológico y en especifico a la personalidad, por ser esta la principal manifestación del hombre en su implicación con el medio.

Puede parecer redundante hablar de una esfera social al hacer alusión al hombre, ya que se parte del principio que es un ser social por excelencia; pero no se trata de los factores internos refractados a través de la implicación del hombre en el medio y que matizan la esencia de su personalidad, sino en la manifestación y la imagen externa que el mismo proyecta en consonancia con las normas y valores predominantes, orientado fundamentalmente, en este caso, a aquellos que caracterizan la cultura de la organización a la que el candidato aspira integrarse y la del entorno, su status social y familiar, el prestigio que posee, la ejemplaridad que manifiesta y su conducta social. Incorporamos otros indicadores como pueden ser los años de experiencia en la organización y la profesión, el nivel de escolaridad y la calificación técnica, elementos que pueden aparecer de forma significativa consideramos que existen elementos diferenciales que aconsejan su distinción, pero que pueden aparecer como cognitivo, porque es el sujeto quien lo porta.

Al hacer referencia a la esfera física en el hombre, aparecen las grandes controversias alrededor del papel de los aspectos biológicos en la personalidad del ser humano. El hombre nace con una configuración física, cuyo ulterior desarrollo lo condiciona su implicación en el medio social. Es por ello que se puede identificar una esfera física con determinadas características, las que son portadoras de diferencias individuales, muchas de las cuales pueden erigirse en exigencias o condiciones para el desarrollo de una actividad determinada.

Entre las principales características de orden físico que pueden integrarse en determinadas competencias para el desarrollo de la actividad laboral se encuentran la constitución física, estatura, complexión, habilidades motoras, peso corporal, vigor físico, fuerza, edad, sexo y apariencia física. Ha quedado demostrado que el poseer un alto desarrollo en dichas habilidades motoras, es condición necesaria, pero no suficiente, para desempeñar con éxito una actividad que posea esta exigencia, sino que se conjuga con otras cualidades complejas que intervienen en el desarrollo de la misma.

Todas estas esferas se funden, cristalizan, maduran y desarrollan dando paso a las formaciones psicológicas.

Las capacidades constituyen elementos de la esfera ejecutora en las que se expresan a un alto nivel la integridad de lo cognitivo y lo afectivo en la personalidad. Son el sistema de procesos, unidades psicológicas, formaciones y síntesis integradoras que expresan las facultades del hombre para desarrollar con éxito una actividad determinada. Podemos distinguir dentro de ellas a la existencia de una capacidad general, a la que generalmente se denomina inteligencia, y otras específicas vinculados al desarrollo de determinadas actividades.

Consideramos a la inteligencia como la capacidad intelectual general, que no sólo refleja las potencialidades de la ejecución en la esfera académica, sino que perméa las acciones del ser humano en la diversidad de actividades que desarrolla en el transcurso de su vida y que se caracteriza por la capacidad de solución de problemas expresado en la posibilidad de identificarlos, analizar, valorar e interpretar sus causas, generar soluciones potenciales y elegir las más adecuadas, planear, organizar e implementar su respuesta así como controlar y adecuar su actuación sobre la base de la retroalimentación recibida; todo ello con el uso adecuado de recursos de diferente índole.

En el estudio de la personalidad existe un conjunto de formaciones motivacionales particulares que resultan de interés al evaluar los principales aspectos que orientan y sostienen la actuación de los sujetos en las diferentes actividades, tales como: intereses, aspiraciones, ideales, intenciones y autovaloración. Todo esto unido a la voluntad, como expresión de la constancia, la perseverancia, la independencia, la decisión, la fuerza y el autodominio en la orientación del sujeto para alcanzar un objetivo.

Existen a su vez, todo un conjunto de formaciones psicológicas complejas, que expresan desde distintos ángulos la orientación del comportamiento de las personas.

Especial trascendencia reviste la concepción y formulación de los indicadores funcionales, entre los cuales González F. y A. Mitjáns (1989), definen los siguientes: rigidez –flexibilidad, estructuración temporal de un contenido psicológico, mediatización de las operaciones cognitivas en las funciones reguladoras, capacidad de estructurar el campo de acción y estructuración consciente activa de la función reguladora de la personalidad (Fig. 17).

Existen también síntesis reguladoras donde se expresa al más alto nivel la integración de los aspectos cognitivos y afectivos tales como: las convicciones que expresan la orientación de la actividad del hombre sobre la base de sus principios y puntos de vista y son una expresión de la integridad personal; el estilo de vida, visto como el modo sistemático de actuar el hombre, en sus manifestaciones en las distintas esferas de la vida y el sentido de la vida, como la forma motivacional compleja, que expresa los niveles superiores de orientación de la jerarquía de motivos, manifiesta el objetivo supremo de la vida del sujeto y rige su orientación.

Proceso de la formación de la personalidad del hombre

El enfoque teórico asumido proyecta las categorías y la dinámica de la personalidad sobre la base de un enfoque histórico-cultural y configuracional, donde se produce una interrelación entre los aspectos históricos, socioculturales, estructurales, de contenido y funcionales lo que permite el abordaje sistémico. Este enfoque fundamenta la estructura de la personalidad sobre la base de la integración en diferentes configuraciones: las unidades psicológicas primarias, las formaciones psicológicas y las síntesis reguladores como un proceso integrador ascendente a niveles superiores de complejidad. Estos subsistemas son una expresión de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo.


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