BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS MIGRATORIAS

Julieta Nicolao




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II. 2. Variables demográficas.

Los movimientos migratorios internacionales desde el mundo en desarrollo hacia los países desarrollados también encuentran explicación desde la perspectiva demográfica. En los últimos años, la mayoría de los países desarrollados exhibe una estructura poblacional envejecida, consecuencia natural de la fuerte transición demográfica experimentada en la segunda mitad del siglo XX (el paso de altas tasas de fertilidad y de mortalidad a tasas bajas) . Esto genera una situación de escasez de población económicamente activa (PEA) que hace tambalear la capacidad de sostener el nivel actual de desarrollo económico de estos Estados, pero también de mantener sus regímenes de pensiones y de seguridad social. Como corolario, el arribo de población extranjera se convierte en una importante opción para incrementar la relación entre PEA y población en envejecimiento, tomando en cuenta asimismo que la fuerza de trabajo de más edad tiende a ser menos innovadora, flexible y adaptable a los cambios tecnológicos. Por tanto, a pesar de las restricciones a la inmigración que proliferan en los países centrales, existe una real demanda de mano de obra migrante y algunos gobiernos han comenzado a considerar como una opción de política la “migración de reemplazo” la cual se ve claramente sustentada en criterios selectivos (Tarán; 2007).

Los países europeos son quienes padecen particularmente el problema del envejecimiento poblacional : de acuerdo a los cambios estructurales de la población mundial previstos para los próximos años, se estima que para el período 2010-2030 se perderán en la Unión Europea 20 millones de trabajadores por jubilación (ACNUR; 2004). Por su parte, un Informe de la División Población de la Organización de las Naciones Unidas indica que para 2050, la población de la mayoría de los países desarrollados -excepto la de Estados Unidos-, va a disminuir y envejecer como resultado de niveles de fecundidad y mortalidad bajos y que, particularmente Alemania e Italia precisarán el número más elevado de inmigrantes para mantener el tamaño de su población activa (aproximadamente 6.500 inmigrantes por millón de habitantes por año).

En la mayoría de los países subdesarrollados, con alta densidad demográfica, se presenta la situación opuesta: no se alcanza a crear el suficiente número de empleos para ocupar a toda la población que se incorpora al mercado laboral, generando un excedente de mano de obra que no puede ser absorbido de manera productiva, con lo cuál aumenta la propensión a la emigración (Martínez Sánchez; 2004).

Esta problemática, como advierte González, tiene lugar en zonas donde, generalmente, se conjugan la sobreexplotación de los recursos naturales, y la existencia de una estructura productiva apenas desarrollada en la que la agricultura en declive suele ser la protagonista (González Rabanal; 2004).

El ejemplo más claro lo constituye el continente africano, en el cuál, la imparable ascensión en la población con un aumento previsto de 1.206 millones de personas entre 2000 y 2050 va a impedir que la renta per capita se amplíe lo suficiente para disuadir la emigración hacia la rica Unión Europa (Martínez Sánchez; 2004). Lo mismo ocurrirá en otras regiones con altas tasas de crecimiento poblacional en Latinoamérica y Asia, que junto al continente africano, proporcionarán la mayor cantidad de migrantes mundiales durante los próximos años, los cuales se dirigirán a Estados Unidos, Europa y Oceanía, fundamentalmente.

Cabe aclarar que en estos casos, la emigración no se convierte en una vía de escape a los problemas que afrontan estos países, pues la expulsión de emigrantes desde estas zonas no se traduce en una importante disminución de la población; por el contrario, en las regiones menos desarrolladas la reducción poblacional por emigración no llega al 0,5 por mil en promedio anual (Martínez Sánchez; 2004)

La influencia del factor demográfico en las migraciones internacionales, es más visible cuando se consideran desplazamientos entre grandes áreas o continentes (como es el caso de las migraciones desde África hacia Europa), mientras que en los flujos migratorios de un país a otro, resulta difícil identificar al mismo como un determinante central, e inclusive muchas veces no asume gran peso. En palabras de Martínez Sánchez: “La reestructuración de la población mundial dentro de cada país o cada área regional depende de múltiples factores… y es muy probable que la dinámica demográfica tenga poco que ver con estos desplazamientos…. Sin embargo, otra cosa muy distinta es lo que sucede con los movimientos migratorios entre grandes áreas, la propiamente llamada migración intercontinental, aquí las diferencias en las estructuras demográficas son grandes y los desplazamientos de población son con seguridad en buena medida la consecuencia natural de una tendencia a la nivelación demográfica” (Martínez Sánchez; 2004:26).

II. 3. Variables políticas

Las migraciones internacionales también han constituido, históricamente, una respuesta a acontecimientos políticos puntuales. En el período estudiado, existen varios ejemplos de situaciones de inestabilidad política interna y conflictos armados que han provocando desplazamientos, en ocasiones masivos, en todos los rincones del globo.

Los movimientos causados por factores de esta índole, al igual que las impulsadas a raíz de desastres naturales, se caracterizan en su mayoría por su naturaleza forzada (el individuo se ve obligado salir de su país bajo condiciones de amenaza de ejercicio de la violencia física, simbólica, pérdida de derechos, etc.), la cual se distingue de los movimientos espontáneos (el migrante elige voluntariamente abandonar su lugar de origen), como sucede con gran parte de los desplazamientos motivados por razones económicas .

Las situaciones de inestabilidad política interna generadoras de movimientos migratorios, han estado vinculadas en más de una oportunidad a la presencia de gobiernos autoritarios en los países de origen, los cuales generalmente, se caracterizan por restringir las libertades civiles, políticas e individuales de la población y limitar sus derechos económicos. Un claro ejemplo lo constituyó el establecimiento de gobiernos militares en el cono sur latinoamericano: los gobiernos de facto en Argentina, Uruguay y Chile en los decenios de 1960, 1970 y 1980, que provocaron enormes flujos de exiliados políticos en la región (Solimano; 2003). Por el contrario, para algunos autores, la existencia de gobiernos democráticos en los lugares de origen suele actuar como un incentivo para no migrar, o al menos colabora en la disminución de las salidas originadas por la influencia de otros factores, especialmente económicos. Como advierte Di Fillipo, “con un sistema político democrático, aceptado y altamente estable, la brecha económica tiene que ser muy profunda para promover un fuerte potencial migratorio” (Di Fillipo; 2000: 2.1.4).

Existen casos en los cuales, los exiliados políticos movilizados por circunstancias políticas particulares, marcan el inicio de un flujo migratorio que luego se perpetúa a pesar de que las causas originales hayan desaparecido. Por ejemplo, durante la década de 1980 y en el marco de la crisis centroamericana, la polarización política, la guerra y el servicio militar obligatorio empujaron a decenas de miles de nicaragüenses, junto con salvadoreños y guatemaltecos a trasladarse a Costa Rica y otros países de la región. Se trató indudablemente de movimientos forzados causados por la situación de violencia imperante; no obstante, más tarde, estas corrientes se prolongaron y diversificaron en América Central y cada vez resultó más difícil identificar los motivos reales de tal movilidad, pues se solaparon las causas económicas con los efectos que produjo el conflicto armado. Como en este caso, suele suceder que ciertas coyunturas políticas se presenten como determinantes de desplazamientos por detrás de los cuales subyacen otros condicionantes estructurales.

Otro caso contemporáneo de movimientos internacionales originados por causas políticas, son los fenomenales procesos migratorios desarrollados al término de la guerra fría, fundamentalmente, como consecuencia de la disolución del bloque soviético. Por ejemplo, este acontecimiento, tuvo efectos migratorios de gran envergadura y de lo más diversos en Europa Central y Oriental.

Los países de esta región experimentaron la transición desde un sistema cerrado caracterizado por una baja movilidad internacional hacia una política de migración de puertas abiertas (Timur; 2000). Aunque no se produjo un desplazamiento en masa Este-Oeste como se temía, la migración en esta dirección aumentó de forma considerable. Al menos dos millones de personas procedentes de Polonia, Hungría y Alemania del Este emigraron a Occidente (Europa y América del Norte) y a Israel entre 1987 y 1989; y entre 1990 y 1994, los países occidentales recibieron al menos un millón de migrantes del Este por año . No obstante, sorprendentemente, los flujos de mayor intensidad tuvieron lugar entre países de Europa del Este (flujos que comprendieron entre 1,5 y 2 millones de personas por año durante 1990-1994 (Roig Vila; 2002).

Asimismo, Okólski ha reconocido el surgimiento de tres nuevos patrones migratorios en este espacio a partir de esa fecha: en primer lugar, una gran intensificación de los flujos internacionales entre los países de la región; en segundo lugar, una afluencia de personas desde fuera de la región que eligen este nuevo destino por sobre otro; y tercero, una migración en tránsito hacia Occidente. La alta intensidad de estos tres flujos ha llevado a los analistas de migraciones internacionales a hablar del surgimiento de un "nuevo polo de migración" o un "nuevo espacio de migración" en el panorama mundial (Okólski; 2000).

Dentro de las variables políticas, no todas se vinculan a situaciones de crisis e inestabilidad, y es por ello que no puede faltar una mención respecto de los movimientos originados como resultado de determinadas políticas migratorias. Turquía es un caso ilustrativo de un país que carece de una política efectiva de migración y que está al mismo tiempo muy afectado por las políticas de inmigración y las prácticas de los países europeos. Este país, ha venido recibiendo progresivamente un flujo de migración transitoria que pretende llegar a los países de Europa Occidental y que se ven imposibilitados en su ingreso por las políticas restrictivas y las innumerables barreras impuestas a los flujos de inmigración y asilo en estos últimos. Así, miles de migrantes, con la intención de permanecer en dicho país temporalmente, se han dirigido a Turquía desde orígenes tan diversos como Irak, Egipto, Marruecos, Ghana y Afganistán, a menudo para encontrar una vía que los condujera a los países desarrollados occidentales y del Norte, pero sin saber que ese constituye el último eslabón de la cadena migratoria planificada (Içduygu; 2000). Gran parte de la migración que recibe este país es entonces resultado de políticas migratorias.

Del mismo modo, es indiscutible la influencia que tienen las políticas implementadas por algunos países industrializados destinadas a captar personal altamente calificado, en el traslado de poblaciones de estas características desde áreas menos desarrolladas. Oteiza (1999) señala que Estados Unidos, Canadá, Australia y la mayor parte de los países de Europa Occidental, entre los más importantes, satisfacen su déficit de fuerza de trabajo altamente capacitada en áreas claves del nuevo paradigma tecnológico - productivo a través de la contratación de recursos humanos calificados en el exterior. Esto es objeto de una importante planificación nacional a partir de la cuál se prevén lo requerimientos de personal especializado en ciertas categorías ocupacionales, adoptándose estrategias como la facilitación de visas permanentes o de residencia, programas de becas y postgrados, que contribuyen a atraer personal para satisfacer esa demanda. Este es otro elemento que permite evidenciar la capacidad del Estado para influir en el tamaño, origen y composición de los flujos migratorios que recibe .


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