BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS MIGRATORIAS

Julieta Nicolao




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IV. 3. PERFIL SOCIODEMOGRÁFICO

En líneas generales, durante toda la etapa antecitada, los inmigrantes limítrofes presentan una estructura etaria caracterizada por la gran concentración de efectivos en edades potencialmente activas (82% entre 15 y 64 años de edad para el Censo de 2001). Esto confirma según Giusti, el hecho de que se trata de corrientes migratorias en continua renovación, aportando en cada período personas en edades jóvenes y adultas tempranas (Giusti; 1999), señal de la predominancia de motivaciones laborales en el origen de las mismas.

Por otra parte, es destacable la progresiva participación de las mujeres en estos flujos, coincidiendo con la misma tendencia a nivel mundial. El porcentaje de mujeres pasó de constituir 46% en 1960, a 53,7% en 2001; siendo más marcada la presencia femenina entre los grupos jóvenes. Actualmente, es la colectividad boliviana la única en la cual persiste una mayoría masculina.

Haciendo un análisis desagregado, puede afirmarse que tanto brasileños como paraguayos constituyen los grupos más envejecidos y con mayor predominio relativo de mujeres; uruguayos y bolivianos presentan similares estructuras etarias, pero entre los primeros predominan las mujeres y entre los segundos no; los chilenos exhiben la mayor concentración en edades potencialmente activas y mayoría femenina (Giusti; 1999).

Es de remarcar que los uruguayos se distinguen por un perfil diferente al del conjunto, particularmente por tratarse de personas de origen urbano con niveles educativos mucho más altos que el resto, y una inserción ocupacional similar al promedio de la población nativa. Incluso superan holgadamente a nativos y limítrofes en el contingente que accede a la educación superior. Entre los chilenos, brasileños y bolivianos, el porcentaje con educación secundaria completa o más para 1991 era similar y variaba entre el 16% y 18%, reduciéndose el porcentaje a 12% para los paraguayos. Con todo, el nivel de instrucción promedio del grupo limítrofe es bajo con respecto a la población nativa (INDEC; 1997).

IV. 4. PATRÓN DE LOCALIZACIÓN

Durante las décadas examinadas, se consolida la elección del Área Metropolitana de Buenos Aires (Capital Federal y Gran Buenos Aires) como el destino más escogido por los inmigrantes limítrofes en su asentamiento.

El Censo Nacional de Población de 2001, mostró por primera vez que los asentados en esta área (496.383 sobre un total de 923.215), representaban más del 50% del total de limítrofes, encontrándose allí el 77% de los uruguayos, el 73% de los paraguayos y el 51% de los bolivianos. Asimismo, como se observa en el Cuadro 14, para esta fecha, el volumen de limítrofes en el AMBA (4,3%), superó ampliamente al promedio nacional (2,6%).

El desplazamiento hacia las áreas urbanas tuvo un impacto muy importante en estos años, al provocar una mayor visibilización social de esta población, influenciada también por las otras transformaciones migratorias ya señaladas: el incremento de la importancia relativa de la inmigración limítrofe y la aparición de saldos migratorios negativos (Maguid en Sturzenegger; 2005).

En lo que concierne a la comunidad chilena, ésta mantiene su preferencia por las provincias Patagónicas en su asentamiento, encontrándose allí el 55% de los extranjeros de esta nacionalidad, en donde alcanzan a representar el 7,5% de la población de esta región, la cuál, como se sabe, es más reducida que la media nacional.

IV. 5. INSERCIÓN LABORAL

“Aún en contextos económico-políticos y sociales favorables…, la mayoría de los inmigrantes limítrofes habitualmente se incorporan al mercado de trabajo secundario” (Benencia 2007:576).

En estos años, vinculado a la política migratoria que se aplicó y, con ella, a la enorme cantidad de inmigrantes irregulares instalados en el país, el acceso marginal al mercado de trabajo constituyó la experiencia de la mayoría de los extranjeros fronterizos durante toda la etapa. Esta inserción marginal se ve también influida por un lado, por el hecho de que los inmigrantes provienen de economías expulsoras de mano de obra en sus países de origen, e incluso muchos ya pertenecían al mercado de trabajo informal, lo cual fortaleció su predisposición a trabajar en condiciones similares, con ingresos superiores a los que obtenían antes (Marshall en Maguid; 2006); por otro, a la creciente contratación de mano de obra barata, por parte de los sectores empresarios, a favor de una reducción cada vez mayor de los costos de producción y un incremento de la competitividad.

Esta situación se tradujo en la práctica en la explotación laboral de un importante número de inmigrantes limítrofes, fundamentalmente aquellos sumergidos en la ilegalidad, para quienes las posibilidades de elección eran casi nulas. Su condición los hacía extremadamente vulnerables, pues estaban desposeídas de todo tipo de derechos y es por ello que aceptaban bajos niveles salariales, altísima carga horaria, y deplorables condiciones de empleo.

En cuanto a los sectores en los que se ubican, se acentúa la menor capacidad de ocupación de mano de obra extranjera en las actividades agrícolas en las provincias de tradicional asentamiento, situación vinculada al proceso de concentración de la producción en grandes establecimientos y a la utilización de un menor número de trabajadores con mayor rendimiento en las cosechas. Este panorama lo encontramos en el Noroeste, en relación a la caña de azúcar y al tabaco, con menor necesidad de mano de obra boliviana, y en el Nordeste respecto de la yerba mate (Misiones) y algodón (Formosa) en relación a la mano de obra paraguaya (Scher; 1996: 9).

Por otro lado, la desindustrialización producida en la argentina a partir de los años 70’ y la menor capacidad de absorción de mano de obra en este sector, modifican también la inserción laboral de la población limítrofe en las zonas urbanas. En un contexto de expansión del subempleo y el cuentapropismo, la fuerza de trabajo procedente de países vecinos comienza a desplazarse progresivamente desde el sector secundario hacia el sector servicios y de comercio, (las dos ramas de actividad que más crecieron durante ese período), desempeñándose como vendedores ambulantes, cocineros, mozos o personal de limpieza en hoteles u hogares domésticos. Por su parte, como señala Maguid, llama la atención la reasignación positiva de extranjeros limítrofes en la construcción, a pesar del decrecimiento observado en los niveles de empleo correspondientes a este sector durante esos años (Sturzenegger; 2005).

Ciertamente, los cambios operados en el mercado de trabajo (retracción en la demanda laboral, aumento del desempleo y del subempleo etc.), favorecieron la progresiva concentración de los trabajadores limítrofes en dos segmentos, la construcción y el servicio doméstico.

Entre los que permanecen en el sector industrial, la gran mayoría se concentra en las ramas económicas más rezagadas, destacándose la participación de las mujeres migrantes en la industria textil y de confecciones (Almandoz; 1998).

En estos años, los inmigrantes bolivianos encuentran nuevos espacios de inserción en el mercado de trabajo, como es el caso de la horticultura en los cinturones verdes de Buenos Aires, y luego también la venta ambulante de verduras en áreas urbanas por parte de las mujeres, ambos ligados a la agricultura. Esto permite confirmar un aumento de la participación de los bolivianos en el sector agropecuario, y en una modalidad particular: la mediería. En la actualidad, la figura del “mediero” o “medianero” está asociada al inmigrante boliviano que ha prácticamente monopolizado el negocio de la mediería en las áreas de producción hortícola familiar en Argentina: Santa Fe, Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca, Córdoba, Valle Inferior del Río Chubut, etc. La concentración de este grupo en dicha actividad responde también a la influencia de las redes sociales y familiares que incorporan permanentemente nuevos connacionales. Asimismo, en las últimos años, los integrantes de la comunidad boliviana se han distinguido por el trabajo a façon o en pequeños talleres para empresas textiles (Benencia; 2007).


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