BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS MIGRATORIAS

Julieta Nicolao




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V. CONSIDERACIONES FINALES

En el presente capítulo se ha intentado demostrar que desde los años 1970 se observan rasgos acusadamente diferentes en las migraciones internacionales en comparación a las de períodos históricos anteriores, particularmente a los flujos transoceánicos desarrollados entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX.

Este análisis ha puesto en evidencia, entre otras cosas, que dentro de las causas que motivan los desplazamientos, convergen factores de diferente naturaleza, y que en la mayoría de los casos, los movimientos responden a más de un condicionante, situación que viene dificultando progresivamente su identificación; entremezclándose elementos estructurales con otros que van surgiendo en el período contemporáneo, de igual influencia en su determinación.

Esta diversidad de motivaciones para migrar ha colaborado en la emergencia de una gran variedad de modalidades migratorias, que no figuraban en los procesos migratorios del siglo precedente, tales como “desplazados ambientales”, “migrantes contratados” o “solicitantes de asilo”. Del mismo modo, han cambiado rotundamente las principales rutas migratorias, debido a una mayor participación de países en los movimientos, por lo cual hoy ya no se observan flujos en una sola dirección como en aquel entonces, sino que se complejiza cada vez más el mapa migratorio mundial.

A diferencia de lo que frecuentemente se piensa, las migraciones internacionales contemporáneas no se distinguen por su elevado volumen. Visto en perspectiva histórica, el tamaño de los flujos en las décadas analizadas es claramente inferior, en términos relativos, al que existía hace un siglo. A pesar de que se registre un notable crecimiento de los mismos en términos absolutos, y que cada vez más Estados participen en ellos, el número de migrantes en relación a la población mundial es mínima.

La explicación de esta, si se quiere, limitada movilidad, reside en la infinidad de barreras erigidas por las políticas de inmigración de los países receptores, que restringen el acceso de inmigrantes y reducen la libre circulación de personas en todo el mundo. Así, mientras las migraciones transoceánicas de fines del siglo XIX y principios del XX se desenvolvieron en un contexto de libre circulación y en el que primaba una valoración positiva de la migración, los desplazamientos contemporáneos lo hacen en uno en el que priman los estrictos controles y una visión de la inmigración como un problema a combatir.

Tal visión no es privativa de las tradicionales sociedades receptoras, sino que sirve de sustento a las políticas migratorias de la mayoría de los países del mundo. Paradójicamente, las naciones desarrolladas necesitan inmigrantes por razones demográficas y laborales, pero en muchos de ellos la lógica económica y demográfica cede ante la lógica política y securitaria que se origina en la existencia de un rechazo a la inmigración y a su asociación -injustificada- con diversas formas de criminalidad internacional. A principios del período era el temor a una invasión de inmigrantes y a la pérdida de cohesión social; a finales del mismo, es la amenaza terrorista la que justifica los límites a la movilidad de las personas; lo más probable es que en un futuro cercano surjan nuevos argumentos para rechazar el ingreso de aquellos que vienen en busca de mejores oportunidades.

Este estudio ha enfatizado también la idea de que la vigencia generalizada de políticas restrictivas ha hecho de las migraciones irregulares una de las opciones predominantes en estos tiempos, ya que las posibilidades de ingreso legal para el asentamiento indefinido en los países desarrollados se han extinguido prácticamente, exceptuando los casos en los que el sujeto migrante posee un elevado nivel de calificación, para quienes desaparecen los argumentos antiinmigratorios.

De hecho, la proliferación de modalidades migratorias antes mencionada, se vincula también a las necesidades de los inmigrantes de estar incluidos en alguna de las categorías migratorias contenidas en las políticas de admisión legal. Los solicitantes de asilo, refugiados, inmigrantes por reagrupación familiar, son claros ejemplos.

En suma, todos los aspectos mencionados indican que ninguna de las facetas de este fenómeno multidimensional que constituyen las migraciones internacionales se asemeja a las de otra etapa histórica; ya sea por lo que refiere a sus causas, volumen, composición, características, como a las políticas diseñadas por el Estado para su gestión, le otorgan una marca distintiva que permite hablar, como sugiere Arango (2000), de una nueva era en la historia de la movilidad humana.

En Argentina, al igual que en el plano mundial, la realidad migratoria contemporánea es completamente diferente a la de hace un siglo atrás, y el siguiente capítulo se encargará de estudiar el principal flujo inmigratorio hacia nuestro país en estos años: el procedente de países limítrofes.


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