BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS MIGRATORIAS

Julieta Nicolao




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CONCLUSIONES GENERALES

El desarrollo del presente trabajo de tesis ha puesto de manifiesto evidencias que permiten corroborar las hipótesis enunciadas al inicio del mismo, arribándose a las siguientes conclusiones:

En primer lugar, se ha demostrado que a partir de la década del 70’ del siglo XX, se inicia una nueva etapa en la historia de las migraciones internacionales, cuyas manifestaciones se vinculan a diversas características que ha asumido dicho proceso en estos años, analizadas en detalle a lo largo del capítulo 2º, entre las que figuran la proliferación de modalidades migratorias y de razones para migrar, la creciente extensión mundial del fenómeno migratorio, la heterogeneidad en la composición y direccionamiento de las corrientes, entre otros.

Dentro de ellas, uno de los rasgos más destacados es que el número de migrantes internacionales experimentó un crecimiento extraordinario en este período, aunque constituye una proporción reducida de la población mundial. Esto último, sumado al hecho de que la migración irregular es una de las modalidades predominantes en estos tiempos, responde, en gran medida, a los crecientes obstáculos impuestos por los mayores Estados receptores al ingreso de migrantes de baja calificación, lo cuál genera menor movilidad, pero fundamentalmente intentos de evadir los controles e inmigración ilegal. Tales aspectos, entre otros, ponen de manifiesto, que no sólo los flujos migratorios internacionales atraviesan una nueva etapa en su evolución histórica, sino que también se atraviesa una nueva fase en materia de políticas migratorias a nivel mundial, caracterizada, principalmente, por su carácter restrictivo, pero también acompañada de criterios selectivos de admisión.

La nueva orientación de estas políticas y su influencia en el desarrollo de las corrientes migratorias mundiales, confirma la importancia del papel que juegan los Estados en el desarrollo de las migraciones, a partir de su influencia en la forma que adquieren tales procesos. Por lo tanto, es pertinente reafirmar que, en la actualidad, el estudio de las migraciones internacionales no puede marginar el rol del Estado y de las políticas migratorias, pues constituye una de sus facetas más importantes y la respuesta a muchas de sus manifestaciones predominantes.

En este sentido, ha raíz de la importancia del fenómeno migratorio en lo que refiere al plano político y económico internacional, y particularmente, de la evidencia de que los Estados constituyen actores centrales en la definición de tales procesos, ha quedado plenamente demostrado la conveniencia de incluir esta temática en los estudios de la disciplina de las Relaciones Internacionales.

Es sabido que en Argentina, las migraciones internacionales han representado un elemento de capital importancia en la historia política, económica, social y cultural del país. Tanto los flujos de origen europeo como latinoamericano, han constituido aportes fundamentales en su configuración histórica y presente.

En efecto, se ha comprobado que nuestro país ha actuado tradicionalmente como un polo de atracción para los migrantes del cono sur latinoamericano, favoreciendo el desarrollo de una corriente migratoria procedente de países limítrofes, cuyo inicio se remonta al período colonial, pues su existencia se registra ya antes del nacimiento del Estado como tal.

Uno de los rasgos más sobresalientes de este flujo, es su nivel estable y constante, pues ha oscilado siempre entre el 2% y 3% de la población argentina, sin registrar interrupciones. En su desarrollo histórico han influido, períodos de incremento de la demanda de mano de obra en Argentina, diferencias en el grado de desarrollo socioeconómico relativo entre los países involucrados favorables a Argentina, situaciones expulsoras de orden político y económico en los países de origen, la proximidad geográfica y el fácil acceso a territorio argentino; las redes migratorias y su mecanismo de perpetuación de la migración, entre los más importantes. La multicausalidad vale entonces también para la explicación de este flujo.

Al igual que en el plano internacional, en Argentina, la proporción de la migración internacional en el período contemporáneo es muy reducida en relación a la población nativa, de lo cuál se desprende que es prácticamente nulo el aporte de los migrantes al crecimiento poblacional del país; asimismo, como sucedió en los países del sur de Europa, pero en sentido inverso, Argentina experimentó una mutación en su perfil migratorio que lo llevó a abandonar su tradicional condición receptora para pasar a constituir en esta etapa, un Estado predominantemente expulsor; padeciendo también el problema de la fuga de cerebros, como muchos Estados de características similares.

Pero la principal particularidad de la dinámica migratoria contemporánea en relación a la temática central de la tesis, y que se puso claramente de manifiesto en el desarrollo de la misma, se vincula a la modificación de la composición de la migración externa, a raíz de la conversión de los inmigrantes limítrofes en el grupo extranjero más numeroso del país, el cual representa en la actualidad más del 60% de la población extranjera de Argentina.

En estos años, no es la demanda de mano de obra la que determina el arribo de población al país, aunque siguen actuando el resto de los condicionantes antecitados. Los migrantes limítrofes se asientan preferentemente en las zonas urbanas, insertándose principalmente en el sector terciario, constituyendo la construcción y el servicio doméstico las actividades más importantes en lo que refiere a la incorporación de mano de obra limítrofe. Tal patrón de localización hace más visible su mayoritaria presencia en el país. Asimismo, se observa una creciente presencia de mujeres en estos flujos, manteniéndose por otro lado, el tradicional bajo nivel de instrucción que identifica a estos pobladores.

Si bien la Argentina se ha caracterizado históricamente por su apertura y permisividad en materia de políticas migratorias, constituyendo quizá otro elemento de atracción que presenta el país, durante las últimas décadas del siglo XX, sin embargo, se plegó a la tendencia mundial restringiendo -jurídica y administrativamente- el ingreso de extranjeros de origen limítrofe, intentando sin éxito promover el arribo de población europea. En este período, los años 1976-1983 representaron, indudablemente, los de mayor restricción y discriminación de los extranjeros oriundos de países vecinos.

En líneas generales, lo que reflejaron las políticas de migración en esta etapa fue el desconocimiento de la realidad migratoria del país caracterizada, como se dijo, por la mayor proporción de extranjeros procedentes de países fronterizos. La principal consecuencia fue una abultada cifra de inmigrantes en situación de ilegalidad entre los miembros de este grupo, y su derivación, la explotación laboral de muchos de ellos. De este modo, también se confirma en el plano nacional la influencia del Estado en el carácter que asumen las migraciones, pues, si bien no se logra detenerlas, ni modificar su nivel constante, fueron las políticas migratorias las que empujaron a la irregularidad en estos años, para convertirla también en nuestro país, en la modalidad predominante.

No obstante, a partir de la asunción del presidente Néstor Kirchner en 2003, la política migratoria dirigida a los extranjeros limítrofes experimentó un giro importante, produciéndose un verdadero quiebre con la orientación que venía tomando en las últimas décadas.

Es destacable que esta ruptura se haya concretado en un contexto nacional que demandaba respuestas urgentes para salir de la crisis económica, política y social de 2001-2002, teniendo en cuenta que, en otros contextos de crisis en el país (en 1983, por ejemplo), el tema migratorio fue marginado por considerarse un tema “no prioritario”.

Asimismo, es destacable este cambio en el marco de un contexto internacional post 11-S, en el cuál las cuestiones de seguridad impregnaron las políticas migratorias de los principales estados y regiones receptoras, que se endurecieron, a través de un incremento en la restricción y los controles en las fronteras.

Argentina, posiblemente influida por la masiva emigración de argentinos hacia países industrializados que estalló en 2000-2002, se separa entonces de las tendencias mundiales, abriendo las puertas a la mano de obra no calificada de procedencia limítrofe, pero sobre todo, intentando modificar la inserción desfavorable de este grupo extranjero en el país, concentrando los mayores esfuerzos en la regularización de aquellos en situación de ilegalidad.

La sanción de la Nueva Ley de Migraciones (Ley Nº 25.871) y la puesta en marcha del Plan Nacional de Regularización Migratoria para Extranjeros del Mercosur Ampliado, constituyeron los instrumentos a través de los cuales se consiguió cambiar el rumbo del tratamiento de la problemática migratoria en el país. La modificación se evidencia fundamentalmente, en el trato más favorable otorgado a los extranjeros originarios del Mercosur Ampliado, en las facilidades –tanto jurídicas como administrativas- ofrecidas para tramitar la residencia, en el reconocimiento de toda una serie de derechos de las cuales antes se veían privados, sobre todo para aquellos en situación de ilegalidad; entre otros. Ambas medidas proporcionaron respuestas claras a la problemática migratoria real de la Argentina, responsabilizándose el país de su rol histórico de principal receptor de inmigrantes limítrofes.

Estas medidas no aparecen como elementos aislados en el proyecto nacional liderado por Néstor Kirchner, sino que son coherentes con el novedoso compromiso de su gestión con la promoción y defensa de los derechos humanos y las políticas llevadas a cabo en este terreno tanto a nivel nacional como internacional; encontrando articulación, al mismo tiempo, con los objetivos y la práctica de su política exterior, que han escogido al Mercosur Ampliado, a Sudamérica, como la plataforma ideal para la inserción internacional del país.

Así como en los años del Proceso de Reorganización Nacional, la ideología anticomunista o los conflictos territoriales con algunos países vecinos, se reflejó en la política migratoria de aquel momento; o en los 90’ el neoliberalismo, la relación privilegiada con la potencia hegemónica, condujeron a la marginación de las cuestiones sociales y a plegarse a las tendencias mundiales en materia de política migratoria restrictiva y discriminatoria; se entiende que en el gobierno de Kirchner, el estrechamiento de lazos con los países de la región, y la nueva orientación del proceso de integración Mercosur, han influido el rumbo de la política migratoria, que justamente afecta a los nacionales de estos países viviendo en Argentina.

Ahora bien, considerando las modificaciones esbozadas, es oportuno advertir que resta mucho por hacer en materia migratoria. Los desafíos de aquí en adelante son varios; el más inmediato es finalizar la etapa vinculada a la regularización de todos los inmigrantes limítrofes, y de esta manera fortalecer la lucha contra la explotación laboral de este grupo extranjero, considerada por la gestión de Kirchner como el problema más urgente a resolver desde su asunción. Una vez logrado esto, el reto principal debe ser apuntar a una mayor y mejor integración de los extranjeros limítrofes en la sociedad argentina; sin olvidar que otros de los graves problemas que padece este grupo, esta constituido por los altos índices de discriminación que sufre en la sociedad receptora.

Queda claro por otra parte, que la mejor vía de acción en este terreno es continuar divorciándose de las tendencias mundiales en materia de política migratoria, adoptando vías alternativas como se ha pretendido en estos cuatro años de gobierno.

Asimismo, es fundamental que la problemática migratoria comience a gozar de un tratamiento más profundo en el marco del MERCOSUR, proceso en el cuál convergen los distintos países involucrados en esta corriente, apuntando a la modalidad denominada como gobernabilidad compartida de la migración, la cuál propone una gestión de la migración de forma conjunta entre países de origen y destino.

Debido a su condición de tradicional receptor de flujos migratorios procedentes de la región, y a las medidas adoptadas en materia de política migratoria durante los últimos años, Argentina esta logrando un alto perfil en este terreno y se vuelve el actor más importante para liderar el cambio en el tratamiento de la temática migratoria en el Mercosur. Probablemente sea este el camino más acertado por el cuál debe transitar el país para ir alcanzando mayores logros.


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