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LA DIMENSIÓN INMATERIAL DEL PAISAJE. UNA PROPUESTA DE DOCUMENTACIÓN, CARACTERIZACIÓN Y GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL

Juan Martín Dabezies Damboriarena


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LA GESTIÓN DE RECURSOS CULTURALES Y EL MANEJO DE SISTEMAS DE INFORMACIÓN

Este capítulo tiene por objetivo analizar la situación del manejo de recursos culturales dentro de la administración pública o entidades privadas o mixtas, y de la implementación de propuestas informáticas. En base a las experiencias que se expondrán se problematizarán una gran cantidad de conceptualizaciones y desarrollos que están por detrás de este tipo de gestiones y que suelen estar naturalizados, y como tales, en ocasiones se tratan de forma intuitiva, dando lugar a distintos tipos de errores.

Considerando que en arqueología este ha sido un tema muy bien abordado y que nuestra propuesta tiene una fuerte base arqueológica, expondremos perspectivas exploradas en esta disciplina. Por lo tanto nos referiremos al registro de entidades arqueológicas en lo referente a la Gestión de Recursos Culturales (GRC)

También considerando que la perspectiva del análisis se centra en mencionar desarrollos informáticos y en especial Sistemas de Información Geográfica (SIG) aplicados a la GRC, abordaremos el tema en el panorama europeo y norteamericano, que cuenta con una vasta trayectoria. En Sudamérica este tipo de gestión es aún muy incipiente.

INVENTARIOS DE BIENES ARQUEOLÓGICOS.

Para gestionar algo es fundamental saber qué es y donde está. Esto parece una obviedad y en mayor o menor medida es tenido en cuenta en todo trabajo de investigación y gestión de recursos culturales, pero la objetivación y explicitación de lo que esto supone suele tratarse de forma demasiado intuitiva.

En nuestro caso esto será tratado de forma explícita, basándonos en la formulación metodológica denominada cadena valorativa, la cual será desarrollada en un apartado específico. Pero ahora haremos énfasis en el tema del registro de las entidades que forman parte del paisaje cultural.

El inventariado de los elementos arqueológicos no consiste simplemente en un listado de estas entidades, y es una herramienta fundamental en la integración de estas entidades en los planes de ordenamiento territorial. Por otra parte, llevar a cabo ese registro implica una serie de categorizaciones y discusiones metodológicas que no siempre resultan sencillas (FERNANDEZ CACHO, 2006).

El inventariado de los bienes patrimoniales de forma sistemática, surge como una actividad promovida desde las políticas de Estado, en base a la reglamentación de leyes que señalan estas tareas como objetivos específicos, y en ocasiones en la creación de centros encargados de ello. Si bien muchas veces surgen como iniciativas del Estado, en ocasiones se vinculan entidades de diverso tipo, y por otro lado, las articulaciones de las entidades gubernamentales en términos de escala (nacional, provincial, local, etc), han sido determinantes en la calidad del inventario (WHEATLEY; GARCIA SANJUÁN, 2002).

Tal es el caso de Dinamarca en 1807 (ley de protección de los yacimientos arqueológicos para hacer frente a la destrucción ocasionada por la actividad agrícola e industrial), con la creación de una lista de los monumentos más importantes del país. En el Reino Unido también se apuntó a realizar un inventario nacional de monumentos y yacimientos arqueológicos, impulsado por una normativa legal en 1882. En 1908 se crea el Royal Commission on the Historical Monuments of England (luego apoyada por Escocia y gales), quien se encargaría de dicho inventario. En Francia el impulso fue un poco más tardío, cerca de 1913, también apoyado por normativas legales, pero fue más firme luego de la Segunda Guerra Mundial (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Luego de la Segunda Guerra Mundial, gracias a los desarrollos vinculados al reconocimiento territorial durante la guerra (fotografía aérea, teledetección, prospección geofísica), se da un paso muy importante en la prospección arqueológica, lo cual favoreció el engrosamiento de estos inventarios (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Hasta la década de 1970, los datos eran gestionados íntegramente en bases de datos en papel. Se contaba con tarjetas indexadas y planillas con un formato de registro estandarizado. Los datos recogidos en estos sistemas estaban asociados a mapas de papel, mediante una simbología dibujada a mano (LOCK, 2003).

Un ejemplo de este tipo de base de datos es el Polish Archaeological Record (AZP). Este sistema fue fundado a fines de 1960 por el Ministerio de Cultura y contaba con 500 arqueólogos destinados a realizar el trabajo de inventariado a nivel nacional. Cada sitio era marcado manualmente en un mapa de papel con un identificador numérico que estaba vinculado a información dispuesta en una planilla estándar. La información estaba dividida en varias secciones en donde se incluían datos sobre ubicación, cronológicos, morfológicos, sobre preservación y administrativos (LOCK, 2003).

A mediados de los 80´, el volumen de información era tal, que fue necesario incorporar computadoras para gestionar la información. La centralización de la información resultó imposible y se optó por un mismo sistema estandarizado de registro pero descentralizado. Esto permitió operar fácilmente y circulación de personas capacitadas entre todos los centros. De esta forma el AZP, está actualmente en uso, con una enorme cantidad de registros y es una fuerte herramienta de planificación e investigación (LOCK, 2003).

En este momento, en la década del 70´ y 80´, ocurre este mismo proceso de implementación de sistemas de información en la gestión de los datos en varios países. Con la introducción de estos sistemas de información, se avanzó enormemente en la estandarización en las estructuras de datos, mejorar y agilizar las posibilidades de consulta, recuperación y visualización de datos, y potenciar enormemente la circulación de la información (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Tal es el caso de Dinamarca, con la creación del Danish National Record of Sites and Monuments, conocido como el DKC, albergado y gestionado en el Museo Nacional de Copenhague. Si bien Dinamarca cuenta con uno de los inventarios más antiguos y que por lo tanto integra información muy variada, en la década del 70´ se tornó imposible su manejo sin medio informatizados, lo cual fue materializado en 1982 (LOCK, 2003).

El DKC informatizado consistió en una base de datos textual, almacenada en papel, pero que estaba vinculada a mapas digitales en donde se indicaba la ubicación de los sitios. En este punto surgió un debate muy interesante, que fue la elección del tipo de mapas que se utilizaría, si serían de tipo raster o vectorial (en el capítulo siguiente se detallan estos conceptos). Los segundos presentan mayores posibilidades analíticas pero requieren una mayor inversión de tiempo (dado que hay que vectorizarlos). De modo que se optó por mapas raster en donde los sitios eran marcados con puntos o como zonas, de forma vectorial. De esta manera, el sistema presenta buenas posibilidades de visualización y gestión de la información pero limitadas posibilidades de análisis (LOCK, 2003).

Al principio se introducen en Francia y Dinamarca ya que sus inventarios estaban más desarrollados, pero luego se institucionalizan en el Reino Unido. También del otro lado del Atlántico, en EEUU y en Canadá, estos desarrollos informáticos fueron muy interesantes (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

A partir de 1990 ocurre un giro muy importante en la GRC ya que se incluyen los SIG en la gestión de inventarios. Lo que ocurre es una integración de las antiguas bases de datos o una migración de los propios datos a estos sistemas de información con mayores posibilidades de manejo de información con una fuerte dimensión espacial (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Suponiendo que en estos tipos de bases de datos no hayan existido problemas al definir aspectos tan elementales de un inventario, como es la propia definición de los elementos que se van a inventariar (aspecto polémico que se discutirá más adelante), al intentar adaptar o migrar los datos a una estructura de datos de un SIG, es muy probable que sí los haya.

Generalmente las entidades arqueológicas registradas en estas bases de datos, contienen un atributo concreto que refiere a su localización espacial, mientras que en un SIG, esa información espacial es parte intrínseca de la entidad (la unidad de registro en un SIG es una entidad espacial). Por otro lado está el problema de las formas de representación gráfica de las entidades, ya que en el SIG tienen que limitarse a puntos, líneas, polígonos o píxeles. Pero las ventajas de gestión que ofrecen estos sistemas (integración de datos con información no arqueológica, mejores posibilidades de búsqueda y visualización, valoración de entidades, elaboración de cartas de riesgo, cuantificación de impactos potenciales), se abren a enormes posibilidades analíticas (LOCK, 2003).

El sistema ARCHIS es el utilizado en Holanda, y está basado en SIG. A partir de 1989 el Dutch National Archaeological Record se estructuro en este sistema e integró todos los inventarios puntuales y aislados. La unidad básica de registro es el findspot (puede ser desde una estructura hasta un artefacto aislado) el cual presenta además de las coordenadas espaciales, datos referidos. Las entidades espaciales presentan coordenadas x-y, pero además presentan tres vistas sobre el mismo dato en base a los atributos observación, complejo y monumento:

Complejo: combinación de findspots, que conforman un elemento funcionalmente definido.

Observación: contiene la información descriptiva.

Monumento: es un área legalmente protegida y se representa con un polígono.

Lo que ocurrió en Inglaterra fue muy interesante ya que describe perfectamente las principales variables en juego al momento de informatizar inventarios con grandes volúmenes de información. A diferencia de los otros países mencionados donde la realización de inventarios se llevó a cabo desde el comienzo a nivel nacional (generalmente de forma centralizada), en Inglaterra se trató de varios impulsos a nivel provincial. Estos Sites and Monuments Records (SMR) a nivel provincial, tuvieron como consecuencia un muy buen nivel de detalle en el inventariado y en la escala de la información, pero enormes problemas de estandarización, compatibilidad y responsabilidad (WHEATLEY; GARCIA SANJUÁN, 2002).

Dados los efectos destructivos de la industrialización, urbanizaciones y actividades agrícolas, sobre el Patrimonio Arqueológico, en 1969 se estimula desde el gobierno central la creación de estos inventarios a nivel provincial, pero sin establecer directrices sobre las formas concretas de tratamiento del registro. Esto genera un gran número de inventarios locales en base a sistemas de registro y gestión de datos elaborados ad hoc para cada provincia (LOCK, 2003).

En las décadas de los 7’´y 80´, se promueve a nivel central desde el English Heritage la informatización de estos SMR, para lo cual se provee a las administraciones locales de bases de datos sencillas. A partir de los 90´, el objetivo estuvo centrado en la estandarización de las estructuras de registros de los SMR para poder integrar los distintos cuerpos de datos, y en la adopción de información espacial digital. Varios SMR no pudieron completar esta tarea, y siguieron caminos un poco diferentes, como adoptar bases de datos relacionales, o utilizar las antiguas bases de datos vinculadas con simbología manual a los mapas de papel. En varios casos también se generaron desarrollos de software locales, que complicaron la estandarización de la información (LOCK, 2003).

Las principales dificultades de esta digitalización de la información y en concreto en lo que respecta a la adopción de tecnologías SIG, son los costos de software y hardware, pero fundamentalmente la capacitación de recursos humanos. No hay que olvidar los problemas propios de la migración de datos, señalados en párrafos anteriores, lo cual no es un detalle y está muy vinculado a estas nuevas dificultades señaladas (LOCK, 2003).

Respecto a la integración de datos, existe una salida bastante interesante, que es la adoptada en el sistema de información utilizado en el SMR de York. Éste, es de tipo SIG, y surge como fruto de una articulación entre instituciones de diverso orden, como es el caso de la Universidad, un grupo de arqueología comercial y autoridades locales. En este SIG se integra la información arqueológica con la medioambiental y ambas con la de planeamiento del suelo. La estandarización de la información fue realizada en base a la inclusión de metadatos (los datos de los datos), los cuales permiten llevar a cabo vínculos de los datos en sin modificar las estructuras originales de las bases de datos (LOCK, 2003).

Un caso de GRC totalmente estructurada con base SIG es el escocés, creado por la Royal Commission on the Ancient and Historical Monuments of Scotland (RCAHMS), con entorno cartográfico que permite realizar diversas consultas (LOCK, 2003).

Uno de los aspectos más interesantes del RCAHMS es la información variada que maneja, la cual en gran parte está integrada en una base de datos textual. Integra información proveniente de varios recursos, varias con dependencia gubernamental (ver 1 y 2) (LOCK, 2003).

Figura - Recursos de información comprendidos en el National Monuments Records of Scotland (RCAHMS), que habian sido digitalizados como una base de datos textual. Fuente Lock (2003:208).

Otro de los aspectos particulares de este sistema es la interface de manejo intuitivo a través de consultas en el entorno cartográfico o textual. También presenta como particularidad la disponibilidad en red, lo cual permite que sea consultado por una amplia variedad de público (no necesariamente expertos en arqueología) en diversos lugares (LOCK, 2003).


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