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LA DIMENSIÓN INMATERIAL DEL PAISAJE. UNA PROPUESTA DE DOCUMENTACIÓN, CARACTERIZACIÓN Y GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL

Juan Martín Dabezies Damboriarena


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ESTRUCTURA DE DATOS: ESTANDARIZACIÓN DEL REGISTRO.

Dónde poner los límites a la categoría de yacimiento o sitio arqueológico es un tema que ha sido objeto de profundos debates en arqueología y que ocasionalmente suele resurgir cuando existen revisiones metodológicas importantes. Como revisión metodológica por excelencia, los primeros esbozos en definir el concepto de sitio arqueológico surgen en los 70´, bajo las discusiones de la NA. En general se afianzó la idea de un tipo de delimitación espacial discreta con una funcionalidad potencial, pero también existen posiciones que promueven definiciones de sitio como algo continuo.

En la realización de inventarios este punto es muy delicado y complejo ya que además de las discusiones desde dentro de la tradición arqueológica, es necesario incluir otras variables, a los efectos de los objetivos y estructura de la base de datos o sistema de información, en base a la cual se gestiona el inventario. Dentro de estas variables están por ejemplo, las complejidades de las cuestiones legales o administrativas del registro, la variedad de intervenciones a lo largo de varios años, en los casos que se pretenda integrar bases de datos de distintos tipos hay que tener en cuenta las estructuras originales de las mismas, en el caso del manejo de SIG las categorías de registro deben estar acotadas a cuatro tipos de elementos, etc (GARCÍA SANJUÁN, 2005; LOCK, 2003).

A pesar de las diferencias que se pueden observar en las estructuras de datos de los inventarios, según García Sanjuán (2005) hay ciertos tipos de datos que son elementales, y que es transversal a todos los sistemas de registro mencionados. Estas clases de datos son:

Identificación: denominación y código de identificación.

Localización: datos relativos a la georreferenciación.

Descripción: datos sobre aspectos arqueológicos de la entidad.

Estado de conservación: datos relativos al nivel de preservación, puede ser cualitativa o cuantitativa, aunque también se pueden combinar.

Intervenciones: datos relativos a actividades en el yacimiento, como por ejemplo excavaciones, prospecciones, sondeos, etc.

Documentación: datos relativos a la literatura administrativa o científica, bases de datos, material gráfico, etc.

Estatuto administrativo y legal: datos relativos a figuras legales que recaigan sobre el yacimiento (o la ausencia de éstas), así como datos administrativos relevantes que no se refieran estrictamente a la protección.

Pero a pesar de estos elementos básicos, la diversidad de categorías de registro y de estructuras de datos a nivel internacional e incluso a niveles nacionales, es un desafío actual para la GRC (más que nada en los países donde estos están más desarrollados). Un claro ejemplo de estos conflictos es la diversidad de categorías para dar cuenta de las entidades del registro arqueológicos que existe entre los sistemas de GRC dentro de Europa (GARCÍA SANJUÁN, 2005; WHEATLEY; GARCIA SANJUÁN, 2002).

En los propios SMR británicos las categorías de registro son muy variadas. En algunos se utilizan categorías de registro como parcelas catastrales, ítems de información individuales, hallazgos aislados o marcas de cultivo (detectadas por fotografía aérea) (WHEATLEY; GARCIA SANJUÁN, 2002).

Ya vimos como son consideradas las entidades de registro en el caso de Holanda. En el ARCHIS, éstas se desglosan en observaciones, complejos y monumentos (WHEATLEY; GARCIA SANJUÁN, 2002). En el caso de Bohemia (República Checa), se entienden como eventos observacionales arqueológicos únicos relacionados espacial o cronológicamente (por ejemplo una muestra de artefactos recogida en superficie dentro de un polígono, o un segmento de control arqueológico como es el caso de una zanja de un gasoducto) y no de yacimiento (KUNA, 2002).

En el caso del Sistema de Patrimonio Andaluz, el sistema ARQUEOS desarrollado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, cuenta con cuatro tipos de categorías (FERNANDEZ CACHO, 2002):

Hallazgo aislado: lugar de localización de artefactos y/o elementos arquitectónicos sin una asociación sistemática.

Unidad arqueológica: parte de un yacimiento arqueológico que satisface ciertos criterios legales, urbanísticos o funcionales.

Sitio arqueológico: conjunto de restos materiales derivados de la actividad humana y con continuidad espacial, que requieren ser estudiados con metodología arqueológica.

Área arqueológica: conjunto de yacimientos arqueológicos que están integrados dentro de un paisaje caracterizado por valores culturales específicos.

En Galicia existe el Sistema de Información Arqueológico (SIA) desarrollado por el Laboratorio de Arqueoloxía da Paisaxe del CSIC, el cual es concebido como un modelo de clases, o sea una “formalización de la estructura de una porción de la realidad observada. En nuestro caso, esta realidad es el Registro Arqueológico en su más amplia concepción” (GONZÁLEZ PÉREZ, et al., 1999, pág. 13). El modelo de clases puede describirse como de bottom up, y está compuesto por las siguientes clases de registro6:

Entidades materiales: objetos materiales, tangibles y que pueden delimitarse espacialmente. Se dividen en:

Piezas: elementos muebles. Se dividen en cerámica, lítica y metálica.

Estructuras: elementos inmuebles del registro.

Entidades espaciales: son áreas de interés que son definidos espacialmente. Se dividen en:

Zona de agregación: áreas de agregación de yacimientos.

Yacimiento: lugar donde se encuentran huellas significativas de la acción humana.

Conjunto patrimonial: cualquier entidad espacial con importancia patrimonial.

Contenedores arqueológicos: es la suma de un fragmento de cultura material más su entorno geográfico y estratigráfico. O sea, incluye a todas las anteriores y a las entidades estratigráficas.

Entidades de análisis contextual: cualquier elemento que aporta información acerca de un contenedor arqueológico (muestras y condiciones ambientales).

Entidades geográficas: localizadores genéricos, multipropósito, y libres de interés arqueológico implícito. Se utilizan para localizar cualquiera de las entidades anteriores. Sus sub clases son: entidad geográfica puntual, entidad geográfica lineal, y entidad geográfica de área.

También existen otras entidades que están vinculadas al proceso de trabajo y no tanto a la concepción del registro (abstracción de las entidades del registro), como es el caso de las entidades de localización, documentales y de actuación (GONZÁLEZ PÉREZ; BÓVEDA LÓPEZ, 1999; GONZÁLEZ PÉREZ, 1999).

Como vemos las divergencias en la concepción de las categorías de registro son bastante grandes. Además de estas diferencias en la estructura de datos y en la nomenclatura del registro, existen problemas a la hora de la representación gráfica de las entidades, más que nada en aquellos sistemas que funcionan con cartografía digital. La forma correcta de representación gráfica de un yacimiento es la poligonal, aunque existen caso de representaciones en base a puntos, lo cual limita las posibilidades de delimitación del yacimiento (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Para una correcta estandarización de los inventarios es necesario entonces lograr un acuerdo en estos tres aspectos fundamentales: estructura de datos, nomenclatura (conceptualización teórica de las entidades de registro) y representación gráfica de las mismas.

Además de la objetivación y discusión metodológica propia del análisis en profundidad de categorías de trabajo y de su estructuración, una correcta estandarización haría posible evitar problemas de subjetividad e inconsistencia en la entrada y gestión de datos en inventarios manejados por diversos operadores. Además, todo tipo de consultas y recuperación de datos sería más ágil y sencilla, permitiendo la participación de operadores provenientes de diversos ámbitos (Universidad, centros de investigación, Administración, público en general, etc) (GARCÍA SANJUÁN, 2005).

Otro aspecto muy interesante de la estandarización de datos es la posible interoperabilidad a todos los niveles, incluso internacional, y el trabajo en redes a través de Internet. En esta línea existen varias iniciativas internacionales tanto a nivel legal como de estructuración de datos y normalización lingüística (GARCÍA SANJUÁN, 2005).


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