LA EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA: LA EXPERIENCIA DEL IFE

LA EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA: LA EXPERIENCIA DEL IFE

Carlos Alejandro Montes de Oca Estrada (CV)

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2. Justificación

Es un lugar común afirmar que el sujeto democrático no nace sino se hace o se forma democráticamente (White, 1999). “Así como no se aprenden la biología – nos dice Magendzo (1994) - , las matemáticas, a leer o escribir por el solo hecho de estar en el mundo, tampoco se aprende a vivir en democracia y respetar los derechos humanos por el solo hecho de vivir en una sociedad democrática y en una cultura respetuosa de los derechos humanos. Nadie puede negar que esta es una condición necesaria, pero todos sabemos también que no es una condición suficiente. Se requiere intencionar deliberadamente este aprendizaje”. (p.142). Si reconocemos que para vivir en democracia debe desarrollarse un aprendizaje, entonces el sistema educativo asume una gran responsabilidad. Como mecanismo de socialización secundaria del ser humano, la escuela entrega no sólo conocimientos, sino que desarrolla habilidades y valores en sus estudiantes que les permitirán formar parte de la sociedad a que pertenecen. Es por ello que a lo largo de su educación escolarizada es fundamental que reciba, desde sus más tempranos aprendizajes, una formación ad hoc, para que así, desde ese mismo momento y después como ciudadano asuma su responsabilidad correspondiente de su entorno. (Leiva, 1999).

La educación se ha conviertido en campo de actuación fundamental de la superestructura dominante para el mantenimiento del sistema establecido. A través de ella se pretende asegurar la reproducción social, cultural e ideológica. Por eso mismo, es también un escenario donde se desarrollan conflictos y se experimentan posibilidades de transformación social (Gil 2005). Por otro lado, y a pesar de lo anterior, el IFE (2001) propone que la escuela se podría convertir en el instrumento idóneo para impulsar una cultura democrática que proporcione los elementos de juicio indispensables para que dicho objetivo se cumpla de manera informada y responsable. Por ello, se puede decir que una sociedad que no se responsabiliza por su entorno, su medio ambiente, es una sociedad que no practica la democracia, porque no está asumiendo plenamente sus derechos que, en primer lugar, son universales y en segundo, son compartidos por todos y cada uno de sus congéneres.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 41, mandata al IFE para desarrollar, en forma integral y directa, actividades relativas a la capacitación y educación cívica. Ese instituto es el único órgano al que la Constitución Federal confiere, expresamente, atribuciones en materia de educación cívica, aunque es la Secretaría de Educación Pública la responsable del cumplimiento del artículo 3º. Constitucional que a la letra reza:

“La educación que imparta el Estado –Federación, Estados, Municipios– tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.

I.- Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, el criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Además:

a).- Será democrático, considerando la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo [...]

Como vemos, en este artículo se establece, en términos generales, el derecho a la educación en México; y en la fracción II, inciso a) de dicho precepto se establece de manera expresa que el criterio que orientará a esa educación deberá ser democrático. En la misma norma constitucional se encuentra establecida una conceptualización del vocablo democracia al decir que debe ser considerada no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Históricamente ha habido la mejor intención respecto de la educación y la democracia –al menos plasmado como buenas intenciones en la ley, aunque esa intención formalista no es

Así, el IFE da inicio con el diseño y desarrollo del programa denominado “Educar para la Democracia” (ED) en 2001, que parte de la necesidad de fortalecer la educación cívico-política y la moral democrática de la infancia y juventud escolarizados, así como la de contar con materiales pertinentes que proporcionen a los docentes ideas concretas y herramientas prácticas para aprovechar su creatividad. El programa promueve el desarrollo de once competencias cívicas y éticas que fueron definidas en función de un modelo deseable de ciudadanía, que incide en cuatro campos de formación del alumnado: el del saber, el del saber hacer, el del ser y el saber convivir, que pretende, a su vez, responder por un lado a las necesidades formativas de la infancia y juventud y, por otro, fortalecer la vida democrática, la formación ciudadana y la cultura política, partiendo de un diagnóstico basado en las siguientes preguntas orientadoras:

• “¿Cuáles son los rasgos de la cultura política de las mexicanas y los mexicanos en relación con el aprecio por la democracia y la capacidad de participar activamente en ella?

• “¿Cuál es el capital cultural, político y moral con el que niñas, niños y jóvenes enfrentan estos contextos de vida?

• “¿Cuál es la educación cívica que necesitamos?” (p. 18).