LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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RECUPERACIÓN ECONÓMICA: FICCIÓN O REALIDAD

31 de julio de 1996

De pronto las declaraciones oficiales en torno a la recuperación económica sorprenden a los mexicanos que no encuentran trabajo, a los que acaban de ser despedidos y a los que están a punto de incorporarse al ejército industrial de reserva (Marx dixit). Sorprende al consumidor que cada día requiere más dinero para consumir la misma cantidad de productos. Sorprende a los deudores que no ven para cuándo bajarán las tasas de interés, y sorprende, desde luego, a comerciantes y empresarios que ven cómo sus niveles de venta cada día se deterioran más.

La recuperación económica no es una fantasía inventada por el gobierno, pero es muy relativa, tanto que es difícil distinguir dónde termina su relatividad y dónde empieza la ciencia-ficción.

Si nos dejamos guiar por algunos indicadores podemos caer fácilmente en juicios que nos lleven a coincidir con la versión oficial acerca de la crisis. Así, podemos decir que la inflación se mantiene bajo control, que el tipo de cambio es estable, que las exportaciones muestran una importante recuperación y que la Balanza Comercial es superavitaria, que el crecimiento económico empieza a dinamizarse y que la confianza de los inversionistas internacionales crece día a día.

Si por casualidad alguno de esos eventos le representa un beneficio personal o familiar, considérese afortunado. Más del 90% de la población en el país no está obteniendo ningún beneficio directo de ellos. Ello no significa que los resultados obtenidos sean mentira o sean malos. No, lo que sucede es que mientras la Macroeconomía “mejora”, la Microeconomía se deteriora. Ello no significa otra cosa sino que la economía del país va bien pero la de sus habitantes no. Sí, es paradójico, pero posible, que un país se enriquezca mientras sus habitantes empobrecen.

Ello se debe a dos factores fundamentales: Primero, las medidas tomadas para alcanzar los éxitos macroeconómicos no son, (ni tienen por qué serlo, desde la perspectiva teórica) medidas que representen un beneficio directo para la población. Es más, implican decisiones que se dan al margen de cualquier consideración de orden microeconómico y social. Y los éxitos macroeconómicos no tienen por qué representar éxitos microeconómicos o sociales. Es más, no los necesitan. La mejoría macroeconómica no es el resultado de la suma de un conjunto de éxitos microeconómicos. El gobierno de nuestro país está haciendo macroeconomía y ahí sólo importan los resultados de los grandes agregados económicos, en términos de los cuales es medido el éxito de su política económica por el Fondo Monetario Internacional, el Tesoro de los Estados Unidos, los inversionistas internacionales, y el propio gobierno mexicano.

Por ello, el gobierno de México le ha apostado todo a la recuperación vía incremento de las exportaciones, a la recuperación vía la estabilidad del tipo de cambio y a la recuperación vía la atracción de flujos de capital extranjero. Estrategia, esta última que se fundamenta en una política de elevadas tasas de interés para hacer atractivas las inversiones. Y de un sacrificio fiscal y mayor endeudamiento para realizar prepagos de la deuda externa de corto plazo y, de esta forma, crear una imagen de solvencia y estabilidad que es más virtual que real.

El segundo factor que explica el proceso paradójico de enriquecimiento nacional-empobrecimiento social, es el que las medidas que se han tomado para alcanzar los éxitos macroeconómicos impiden la mejoría del ámbito microeconómico y propician su deterioro. En otras palabras, la mejoría macro se da a expensas del deterioro micro. Así, por ejemplo, para generar confianza en el extranjero y atraer capitales, el gobierno orienta una gran cantidad de recursos al pago de la deuda externa y hasta paga antes de tiempo. Lo cual significa una renuncia automática al uso de los recursos para otros fines como podría ser la reactivación de la microeconomía vía apoyos a las empresas y fortalecimiento del mercado interno.

El mantenimiento del tipo de cambio estable le ha costado mucho a la sociedad, porque para lograrlo ha sido necesario mantener elevadas durante mucho tiempo las tasas de interés, afectando el monto de las deudas ya contraídas y obstaculizando la inversión productiva por la vía del crédito. Ello, como sabemos, ha significado la bancarrota de miles de empresas y patrimonios familiares.

El control de la inflación por la vía de la contracción de la demanda (léase consumo), ha propiciado la contracción del mercado interno, por lo tanto la caída de las ventas, de la producción de las empresas, de la inversión y el empleo y, por consecuencia de los niveles de ingreso y de bienestar de la población.

Para colmo no puede esperarse que más adelante estas medidas vayan a representar un impacto positivo en el nivel microeconómico. Si se sigue manteniendo una política monetaria restrictiva vía contracción de la oferta de dinero, contracción del crédito y contracción del gasto público, las bases del sector real de la economía desaparecerán de manera definitiva. Pero, además, el hecho de que la inflación no haya respondido de la manera esperada a esta política monetaria, está propiciando un proceso automático de revaluación del tipo de cambio ya que el diferencial de la inflación de México y sus principales socios comerciales se amplía cada vez más. Ello obligará, tarde o temprano a devaluar el peso para ajustarlo a su capacidad real de compra de dólares, lo que en un ambiente de inestabilidad política, desconfianza, y especulación podría repetir un escenario parecido al de finales de 1994.

Un país no vive de apariencias, de imagen, de lo que otros piensen de él y estén dispuestos a hacer por él. El futuro del país debe fincarse en la reconstrucción de la economía interna: estructuras productivas y mercado interno. Es decir, alcanzar los logros macroeconómicos por otra vía, por la vía de la suma de logros microeconómicos, que sustente el enriquecimiento nacional a partir del enriquecimiento social.