LA ECONOMÍA MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

LA ECONOM?A MEXICANA. CRISIS Y REFORMA ESTRUCTURAL. 1984-2006

Hilario Barcelata Chávez

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LA TECNOLOGÍA Y LAS FALLAS DEL MERCADO

5 de enero de 2001

1.-La subordinación económica internacional

Los “países de desarrollo industrial tardío”, como México, se enfrentan, hoy, a un grave problema: la incapacidad de sus economías para generar la tecnología necesaria en sus procesos productivos. Ello implica severos problemas para el desarrollo económico ya que propicia desequilibrios en las cuentas del sector externo, procesos acelerados de endeudamiento externo y pérdida de la soberanía debido a la profunda dependencia económica que esto conlleva.

El problema de un débil o nulo desarrollo tecnológico se deriva de las formas particulares que adquiere el “sistema de mercado” en estos países, que se caracteriza por débiles y poco competitivas estructuras económicas y un elevado grado de dominio de empresas transnacionales que monopolizan la producción para el mercado interno.

El problema radica en que este sistema de mercado es incapaz de crear las condiciones necesarias para impulsar el desarrollo tecnológico, tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda. Es un hecho que ante esta incapacidad, que no se presenta en los “países de desarrollo industrial avanzado”, la única posibilidad de que ese desarrollo se dé, es a través de una política deliberada por parte del Estado para promover y conducir la producción de tecnología. Así lo prueba la experiencia en muchos países de este tipo y recientemente los importantes avances que han mostrado en su crecimiento económico países como los llamados “Los tigres Asiáticos”. Países para los cuales, la intervención del Estado en esta materia ha asegurado un importante proceso de crecimiento. Primero aprovechando el mercado interno y luego conquistando los mercados internacionales.

Los países que, como México, han carecido de esta circunstancia, se han visto sometidos a la solución que ofrece para estas economías el sistema de mercado de la economía mundial: su encuadramiento en una lógica de funcionamiento que subordina a las economías más débiles y menos desarrolladas.

2.- Tecnología y fallas de mercado.

La posible intervención del Estado en este sentido, encuentra su fundamento en la Teoría de las Fallas del Mercado desarrollada por las corrientes de pensamiento económico conocida como la Economía del Bienestar. Esta Teoría plantea la necesidad de la intervención estatal a partir de dos perspectivas distintas: una como resultado de las imperfecciones del mercado y dos, a partir de la capacidad otorgada al Estado.

Según esta Teoría, se entiende que el mercado falla tanto del lado de la demanda como del lado de la oferta. Las fallas que pueden identificarse con el problema de la producción de tecnología son, por el lado de la oferta: a) cuando los objetivos privados de maximización de la producción o de los beneficios individuales no coinciden con la maximización del bienestar social. Y ello sucede particularmente a través de la existencia de los monopolios que acaban por llevar a la producción o los precios a un nivel que se vuelve incompatible con la “eficiencia Paretiana” Resulta, entonces, que los consumidores pagan las pérdidas de eficiencia mediante el incremento de los precios, mientras que los productores eluden las pérdidas mediante las prácticas monopólicas que les permiten transferir el elevado costo a los consumidores

Una situación de esta naturaleza se vive con la producción de tecnología en países como México. No sólo existe una falta de coincidencia entre los objetivos privados y los sociales, sino, también una inadaptabilidad de los primeros con los segundos, por el hecho de que se sustentan sobre valores distintos. Y es un hecho innegable que esa coincidencia y compatibilidad necesaria no la asegura el mercado.

Esto es así porque los mercados no son competitivos o lo son sólo excepcionalmente. La generalidad es que existan monopolios que obstaculizan la competencia. Estos monopolios pueden funcionar libremente maximizando su beneficio sin las limitaciones que establecen los mercados competitivos y con la consecuente pérdida del bienestar de los consumidores. Es decir, la falta de competencia, propicia que el mercado sea incapaz de castigar a los productores ineficientes, por lo que los mercados monopólicos pierden eficiencia. En el caso de la tecnología, esto se expresa en las barreras que imponen las grandes empresas transnacionales a la entrada de otros productores y ellas mismas no dejan de ser sino consumidoras de la tecnología que importan de sus filiales en el extranjero.

De acuerdo con esta Teoría, la intervención del Estado se justifica, en la medida que ésta es necesaria para lograr un ambiente competitivo y un funcionamiento dinámico de la economía. Este tipo de solución, sin embargo, aunque eficaz, es limitada ya que, en primer lugar, en economías como la mexicana, pareciera bastante difícil que una intervención del Estado pueda restablecer la competencia. Y en segundo lugar, por el hecho de que, aunque un ambiente competitivo puede restablecer la eficiencia económica, ello no significa que los objetivos sociales vayan a coincidir con los objetivos de las empresas. Esto se debe al hecho de que aun en una economía de mercado competitiva, siguen prevaleciendo los objetivos de maximización de los beneficios individuales y en la práctica (que no en teoría) aún no se ha podido demostrar que en este ambiente estos objetivos puedan ser compatibles con los objetivos sociales.

La propuesta no es que desaparezca el mercado. Sino que la magnitud de la intervención estatal sea más profunda en relación a lo que la teoría plantea. Intervención que no debe agotarse con el reestablecimiento de la competencia, sino que debe crear los mecanismos que permanentemente dirijan al mercado a alcanzar la eficiencia y que ello sea compatible con los objetivos de maximización de los beneficios individuales y la maximización del bienestar social. De modo que la lógica del mercado esté subordinada a la lógica del bienestar social.

De este modo pareciera posible impulsar un “desarrollo tecnológico endógeno” que garantice al mercado una provisión interna de tecnología en cantidad y calidad suficiente, de tal forma que logre anularse la necesidad de importarla y se reduzcan los vínculos de dependencia económica que ello propicia.

Otra de las fallas de mercado que pueden identificarse con el problema de la producción de tecnología es el que señala la mencionada teoría respecto a aquellos bienes que no generan incentivos suficientes para que los productores se vean impulsados a producirlos, lo que deriva en la conformación de mercados incompletos o segmentados. Es decir, la producción de tecnología se da en un ambiente en que las empresas privadas carecen de estímulos para su producción y hay gran escasez. Es decir, el mercado interno no puede producirla o proveerla endógenamente en cantidades adecuadas.

3.- Estado y tecnología

La intervención del Estado que aquí se propone, parte de la consideración de que la forma en que operan los mercados no sólo es producto de “fallas coyunturales del mercado” (tal como se proponen en la Teoría de las fallas del mercado). Si bien se expresan como tales, en realidad se trata de rezagos estructurales que han constituido un tipo particular de desarrollo económico en donde el sistema económico es, de modo definitivo, débil, vulnerable y dependiente.

La solución al problema que plantean este tipo de economías implica una intervención estatal que no sólo debe resolver el problema a nivel de mercado, en cuanto a su funcionamiento sino que tiene que recomponer las estructuras económicas en cuanto a su forma, composición y grado de desarrollo.

La tarea del Estado no es sustituir a la empresa privada nacional. En todo caso, intervendría de manera directa en la producción para sustituir a empresas transnacionales monopólicas cuyo funcionamiento dentro del país pone en riesgo la viabilidad del proyecto de desarrollo tecnológico autónomo. Esto significa que la tarea de crear y abastecer de tecnología al país debe recaer en la empresa pública. La estrategia debe considerar, en este sentido, por un lado orientar el rumbo de las empresas privadas a objetivos nacionales y por el otro a crear las capacidades necesarias para que esas empresas estén en posibilidades de responder a dichos objetivos.

Esa sería la única posibilidad de volver más eficientes las decisiones individuales en un entorno social, en el que, normalmente, dichas decisiones se caracterizan por ser eficientes en lo particular pero ineficientes en lo social.

4.- Intervención estatal, mercado y tecnología.

Por lo anterior vale la pena considerar las dos estrategias que el Estado mexicano ha establecido a lo largo del presente siglo con el fin de impulsar un desarrollo industrial propio. La primera estrategia se basa en una política proteccionista y de estímulo a la creación de empresas privadas implementada a partir de los años cuarenta. Esta resulta ser, aparentemente una solución vía intervencionismo estatal, pero en realidad se convierte en una solución en la que se deja al mercado operar con libertad. De este modo, y dadas las circunstancias de escaso desarrollo industrial se conformaron mercados monopólicos, ineficientes y altamente dependientes de tecnología del exterior. Como consecuencia del fracaso de ésta política, en los ochentas se implementa una estrategia distinta, basada en una política comercial contrapuesta: el derrumbamiento de todas las barreras proteccionistas con el fin de impulsar la competencia y, por esta vía, incentivar el desarrollo y la competencia industrial y comercial. El fracaso de esta otra estrategia se explica, porque se trata de una política comercial que no ha sido acompañada de una política industrial. Es decir, la estrategia confiaba en que la apertura incentivaría la producción industrial y la generación de tecnología propia sin considerar el hecho de que no existían estructuras económicas suficientemente consolidadas para alcanzar tal fin y tampoco hubo una política que las promoviera.

Por la experiencia vivida, pareciera quedar demostrado que las empresas generadoras de tecnología, tienen como característica fundamental ser de tipo monopólico de origen extranjero. De modo que si no existen productores de tecnología nacionales, lo más probable es que estas empresas invadan los mercados y dominen el aprovisionamiento de tecnología. Ello, a menos que el Estado cubra el vacío existente y evite que la economía quede subordinada en materia tecnológica a las empresas transnacionales. Esto significa que el atraso tecnológico está estrechamente ligado a las formas particulares que adquieren los mercados en las economías atrasadas, en donde se establece una relación directa entre el grado de monopolización de los mercados y la falta de producción de tecnología al interior de esos mercados. De modo que a mayor monopolización, menor capacidad productiva de tecnología. En el mismo sentido, existe la misma relación entre propiedad de las empresas y atraso tecnológico de manera que a mayor presencia de capitales extranjeros, menor desarrollo tecnológico.

De igual forma, parece quedar claro que la intervención del Estado en materia de conducción de las políticas de desarrollo tecnológico y en el establecimiento de objetivos orientados al desarrollo nacional, logra impactos muy importantes en la generación de un proceso endógeno de producción de tecnología.

Los países que no logran solventar sus necesidades de tecnología con producción propia y dependen de los mercados internacionales para su abastecimiento, desarrollan una particular propensión a la crisis y el estancamiento productivo. Entre otras cosas, porque la importación de tecnología conlleva la necesidad de tener fuentes generadoras de divisas para financiar estas compras. Ello significa que el país deberá tener un sector exportador en constante expansión, principalmente porque cada vez que la economía crece, necesita una dotación cada vez mayor de tecnología, lo que obliga necesariamente a generar más divisas para poderla comprar en el exterior. Por desgracia, países como México que presentan este problema no han desarrollado adecuadamente su planta productiva para orientarla al mercado mundial de modo que se vuelve recurrente la necesidad de disponer de mecanismos de financiamiento que propician un desquiciamiento de los niveles de la deuda externa. Así, lo que en un primer momento es un problema de falta de producción o de provisión de tecnología, se vuelve un problema financiero que no hace sino volver más difícil la posibilidad de que el país pueda iniciar un proceso de desarrollo tecnológico endógeno.

Para un país como México, es claro que lograr la autonomía y autosuficiencia tecnológica es la única posibilidad que tiene para asegurar un proceso sostenido y equilibrado de desarrollo económico. Por ello la autonomía y autosuficiencia tecnológica se convierten en un objetivo de prioridad nacional. Pero es claro, que este tipo de objetivos no se los puede plantear el sistema de mercado, y tampoco tiene forma de alcanzarlos. Por ello, en la medida que es un objetivo de desarrollo nacional, debe de estar reconocido por el Estado y debe ser éste el que establezca la estrategia y ponga a funcionar y dirija los mecanismos para alcanzarlo.