LA ECONOMÍA MEXICANA FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN DEL PROTECCIONISMO AL LIBRE MERCADO

LA ECONOM?A MEXICANA FRENTE A LA GLOBALIZACI?N DEL PROTECCIONISMO AL LIBRE MERCADO

Hilario Barcelata Chávez

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APERTURA COMERCIAL: DÉFICIT Y RECESIÓN

Junio, 1988

El superávit comercial, orgullo del actual Gobierno, comienza a mostrar una caída considerable debido a causas provocadas, paradójicamente, por el mismo Gobierno. Así, en enero de este año dicho superávit fue de 555.6 millones de dólares, en marzo fue de 426.1 y en abril cayó hasta 389 millones de dólares. Este fenómeno sin duda ha sido inducido por el mayúsculo crecimiento de las importaciones, las cuales pasaron de 116.8 millones de dólares en enero de este año a 1559.8 en abril, a pesar del crecimiento en las exportaciones.

Crecimiento, que por otro lado, se ha visto desacelerado últimamente debido al congelamiento de la paridad cambiaria y la consecuente pérdida de la subvaluación del peso. Lo más grave es que el crecimiento de las importaciones no se encuentra aunado a una reactivación económica sino que, por el contrario, esta contribuyendo a una agudización de la recesión. Esto se debe a que la composición de las importaciones se encuentran en un proceso de reestructuración debido al retroceso en el proceso de sustitución de importaciones y la firme decisión de consolidar la apertura comercial.

Históricamente los déficits en la balanza comercial han estado directamente correlacionados con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), del país. Así, por ejemplo, en 1960, el PIB mostró un crecimiento del 8.1% con un déficit de 447.4 millones de dólares; en 1964 fue de 11.7% el primero y de 466.3 el segundo, en 1973 de 8.4% y de 1820.7, en 1979 de 9.2% y 3162 millones de dólares del déficit. En realidad desde 1960 hasta 1979 no hubo un solo año en el que la balanza no fuera deficitaria y al mismo tiempo no hubo un solo año en que el PIB no creciera por lo menos en un en un 3.4% que fue la tasa más baja registrada en el período. A partir de 1982 comenzamos a obtener fuertes superávits comerciales y también retrocesos en el crecimiento económico. En 1983 el PIB cayó 4.9% y el superávit fue de 13,761.1 millones de dólares. En 1986 la caída fue de 4.3% con un superávit de 4112.8 millones de dólares. Para 1988 se espera sea de 3.3% la caída, con un superávit de 6176 millones de dólares. Esto sucede porque mientras la economía crece requiere de fuertes cantidades de bienes importados, materias primas, bienes intermedios y de capital. Cuando el crecimiento es abruptamente detenido, las importaciones necesariamente tienden a disminuir y aparecen nuevos superávits que se correlacionan con la caída del PIB.

Sin embargo, ahora estamos a punto de enfrentarnos a un nuevo proceso: déficits acompañados de crecimiento cero o decrecimiento de la economía debido fundamentalmente al incremento desmedido de las importaciones de bienes de consumo básico y de lujo. Fenómeno que no es producto de una reactivación de la demanda industrial sino de la demanda individual de ciertos grupos sociales medios y altos y de una política aperturista a ultranza.

Por primera vez en nuestro país dejarán de tener sentido los déficits comerciales como forma de impulsar el crecimiento económico, fenómeno de por sí pernicioso.

Tenemos así que las importaciones más cuantiosas en los cuatro meses de referencia fueron las manufacturas, por un monto de 4655.1 millones de dólares, lo que significó el 90.6% del total de las compras al exterior. La balanza manufacturera cayó en un gran déficit en estos meses al mostrar una razón negativa de 788.3 millones de dólares que explica el 70% de la reducción del superávit comercial total. Al mismo tiempo podemos observar que efectivamente esta reducción del superávit, no sólo está siendo causa para explicarla, ya que la invasión de productos importados ha inducido una tendencia a la baja en la producción manufacturera la que ha venido ha mostrar un descenso en su ritmo de crecimiento ya que en enero éste fue del 11%, de 6.7% en febrero, en marzo no mostró ningún crecimiento y en abril tan sólo se incrementó en un 2.1% de acuerdo a datos del Banco de México.

La utopía de la apertura comercial, tras la que subyace el cambio en la concepción de cómo debe llevarse a cabo el desarrollo del país, amenaza con destruir nuestra industria como ya lo he puntualizado en ocasiones anteriores, pero también amenaza con devorarse todas nuestras divisas sin que se vea por donde produce los beneficios de la reactivación, la reconversión y la modernización.