ENFOQUE TEÓRICO METODOLÓGICO DE LOS CONTENIDOS
DE LAS ASIGNATURAS MACRO Y MICROECONOMÍA A LA LUZ DE LA TEORÍA
MARXISTA LENINISTA
Autores: MsC. Ana Gloria Madruga Torres
Dr. Miguel Torres Pérez
Lic. Raúl Carballosa Torres
Lic. Arístides Pérez Romero
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Keynes y la Síntesis Neoclásica. Keynes supo apreciar que el triunfo de los postulados clásicos, que
descartaban cualquier preocupación sobre los desarreglos ocasionados por
una insuficiencia de la demanda efectiva, no fue el resultado de un
acuerdo racional, sino que probablemente se debió a un complejo de
conformaciones de la doctrina al medio ambiente en que se proyectaba,
que para este (Keynes) no resulta exento de curiosidad y de misterio
(1).
Habida cuenta la falta de concordancia entre los resultados de la teoría
y los ofrecidos por la experiencia, al respecto afirma Keynes: creo que
el hecho de haber llegado a conclusiones completamente distintas de las
que una persona con instrucción del tipo medio podría esperar,
contribuyó a su prestigio intelectual [
]; y, por fin, el proporcionar
cierta justificación a la libertad de acción de los capitalistas
individuales, le atrajo el apoyo de la fuerza social dominante que se
hallaba tras la autoridad (2). En suma para Keynes los teóricos clásicos (3) se asemejan geómetras
euclidianos en un mundo no euclidiano que, al descubrir que en la
realidad no se encuentran con frecuencia líneas paralelas, las critican
por no conservarse derechas como único remedio para los desafortunados
tropiezos que ocurren-. No obstante, en verdad, no hay mas remedio que
tirar por la borda el axioma de las paralelas y elaborar una geometría
no euclidiana. Hoy la economía exige algo semejante; necesitamos
desechar el segundo postulado de la doctrina clásica (4) y elaborar la
teoría del comportamiento de un sistema en el cual sea posible la
desocupación involuntaria en un sentido riguroso (5). Consideramos en extremo pretencioso la comparación que hace Keynes de
su revisión de la economía neoclásica con las reformulaciones del axioma
de las paralelas que dieron lugar al nacimiento de las geometrías no
euclidianas. Estas razonan sobre espacios distintos del euclidiano,
mientras que la elaboración Keynesiana transcurre dentro del espacio ya
establecido de la producción y del consumo, de la inversión y del
trabajo, constitutivo de la idea de sistema económico que venían
utilizando los economistas anteriores, limitándose a reformular las
hipótesis adoptadas sobre la flexibilidad de precios y salarios o sobre
las relaciones de comportamiento entre las distintas variables que
tienen lugar dentro de ese universo. En efecto, el postulado rechazado por Keynes ocupa un lugar
claramente secundario en le universo establecido de lo económico,
afectando sólo a la teoría del equilibrio y del empleo de la mano de
obra. Y frente a la divergencia que supone el rechazo de ese postulado,
Keynes afirma que no debemos olvidar una concordancia importante,
porque mantendremos el primer postulado (6)a saber, que el salario es
igual a la productividad marginal del trabajo- que ocupa un lugar más
importante en la construcción neoclásica y que presupone la aceptación
de las ideas usuales de producción y de trabajo que, como hemos visto
dan vida al universo establecido de lo económico. Lo que sí hace Keynes es reducir estos conceptos sobre los que reposa
ese universo formal de lo económico, a su verdadera dimensión abstracta
valor pecuniario o de cambio, tiempo de trabajo homogéneo
despojándolos del contenido material y utilitario que de ordinario se
les atribuía. Keynes pone así los conceptos de producto nacional y de
stock de capital en términos reales o en volumen como ejemplo de lo
poco satisfactorio de las unidades que emplean los economistas(7) y del
conflicto en el que éstos se mueven al tratar de construir una ciencia
cuantitativa sobre conceptos que no se prestan a la medición en términos
agregados. La revolución keykesiana no afecto, pues, los cimientos de la
teoría económica clásica, entendida en el sentido amplio antes
indicado, sino a alguno de sus supuestos tácticos, con él animo de
extraer conclusiones operativas de política económica especialmente en
lo que atañe a la consecución del pleno empleo. Pues la principal
novedad de la interpretación keynesiana estriba en argumentar que el
laissez-faire capitalista no tiende hacia un equilibrio con pleno empleo
del trabajo y de los demás factores, sino hacia otro con nivel de
empleo fluctuante que sólo accidentalmente coincidirá con aquel. Y ello
no ya en razón de los factores institucionales que introducen rigideces
en el mercado de trabajo, sino que la escisión de la demanda global en
dos componentes diferenciados, de consumo y de inversión, permitió al
análisis keynesiano revelar el defecto esencial de la ley de Say (que
como sabemos postulaba que todos los costos de producción acabarían
cubriéndose íntegramente con el producto de las ventas) al argumentar
que la flexibilidad del tipo de interés es insuficiente para asegurar
que se invierta todo el ahorro disponible. Por mecanismos que no es cosa
de detallar aquí (8) Keynes sostuvo que el volumen de ocupación estaba
determinado por el nivel de la demanda efectiva que, en lo que concierne
a la inversión, se veía influido por factores exógenos impregnados de
irracionalidad que no tienen por qué originar situaciones de pleno
empleo. Así, en opinión de Keynes, el paro no era sólo fruto de
desajustes ocasionales o de la disminución de la competencia de los
mercados sino de ciertas características inherentes al capitalismo
industrial, que podían ser paliadas mediante una política económica
inteligente. Por eso advertía Keynes- al llenar los vacíos de la
teoría clásica en se echa por tierra el sistema de Manchester sino que
se indica la naturaleza del medio que requiere el libre juego de las
fuerzas económicas para realizar al máximo toda la potencialidad de la
producción (9). A la luz de lo anterior estamos en condiciones de exponer cómo la
obra de Keynes contribuyo a reforzar la unidad de la ciencia económica,
tanto al facilitar la denominada síntesis neoclásica, como al establecer
nuevos puentes hacia las teorías del desarrollo. Hemos visto que las criticas de Keynes no apuntaron al corazón de
teoría neoclásica y no pudieron, por tanto, causar su muerte. Lo que
pasa es que la violencia a veces indiscriminada e irrespetuosa de las
criticas vertidas por Keynes en su Teoría general y la polvareda que
levantaron, pudo dar la impresión de una batalla sangrienta en la que se
dilucidaban cuestiones de principio. Pero tan pronto se pudo observar,
cuando a raíz de la guerra mundial se alejo el fantasma del paro, que la
teoría neoclásica recobro su vigor en síntesis con la keynesiana, a la
vez que decayó la acritud de las rencillas iniciales al centrar la
discusión sobre el comportamiento de determinados agregados y funciones
delegando, al menos formalmente, los resultados del litigio en los
buenos oficios de la contratación empírica. Esta evolución de los
acontecimientos era tan lógica que el propio Keynes la había previsto
cuando advirtió en las notas finales de su Teoría general que si
nuestros controles centrales (que en el caso que nos ocupa se vieron
apoyados por los incentivos a la producción de riquezas derivados de
la destrucción bélica) logran establecer un volumen global de producción
correspondiente a la ocupación plena, tan próximamente como sea posible,
la teoría clásica vuelve a cobrar fuerza de aquí en adelante
(10). En el
mismo sentido va la justificación que posteriormente hizo Samuelson
entre otros, de la llamada síntesis neoclásica, al estimar que el
modelo neoclásico gana representatividad cuando alcanza el pleno
empleo mediante un adecuado manejo de la política fiscal y monetaria.
Bien sea por este motivo, bien por suponer como antes indicamos que a
más o menos largo plazo la flexibilidad de los precios de los factores
llevaría al pleno empleo de los mismos o por el simple hecho de
considerarlo representativo del funcionamiento de un sistema hipotético
en las proximidades del pleno empleo, el modelo neoclásico volvió a
ocupar el lugar más importante en el mundo académico. Cabe recordar que el mismo Keynes no sólo vaticino, sino presencio y
aprobó en sus orígenes esa síntesis neoclásica que se inicia con el
trabajo de Hicks en 1937: El sistema IS-LM. Una síntesis de la teoría general parecida a la de Hicks fue
presentada por dos economistas de Cambridge muy cercanos a Keynes: Meade
y Joan Robinson, proporcionando importantes contribuciones a la síntesis
neoclásica. Hay que considerar además que cuando Keynes quiso resumir su
sistema macroeconómico en el capítulo 18, razonaba de forma similar al
walrasiano Hicks. De esta manera, las aguas volvieron a su cauce, quedando la critica
keynesiana perfectamente integrada en la economía convencional,
académica o standard. 1. Keynes, J. M., Teoría general de la ocupación, el interés y el
dinero, México, FCE, 1946, p. 43.
2. Ibid. P. 43
3. En el primer capitulo de su Teoría general Keynes advierte que emplea
los términos escuela clásica o teóricos clásicos para referirse a
aquellos que adoptaron y perfeccionaron la teoría económica ricardiana,
incluyendo, por ejemplo, a J. S. Mill, Marshall, Edgeworrth y al
profesor Pigou y, en general, a aquellos que nosotros hemos venido
calificando de neoclásicos.
4. Se refiere al segundo de los dos postulado básicos sobre los que,
según Keynes, reposa la teoría clásica de la ocupación (ibid., p. 19) a
saber: 1. El salario es igual al producto marginal del trabajo. Esto
es, el salario real de una persona ocupada es igual al valor que se
perdería si la ocupación se redujera en una unidad
2. La utilidad del
salario, cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la
desutilidad marginal de ese mismo volumen de ocupación. Esto es, el
salario real de una persona ocupada es el que basta precisamente (según
la opinión de esta) para provocar la ocupación del volumen de mano de
obra realmente ocupado [
]
5. Ibid., p. 29.
6. Ibid. P. 29. Nótese que lo que le preocupa a Keynes son los
postulados de la teoría neoclásica de la ocupación y no aquellos otros
sobre los que se asienta la construcción neoclásica en su conjunto.
7. Ibid. P. 47.
8. Se sale de nuestro propósito el hacer una descripción completa del
pensamiento económico de Keynes. El lector interesado sobre el estado
actual de la cuestión véase el numero monográfico de Información
Comercial Española No. 593, enero de 1983, dedicado a Keynes con motivo
del centenario de su nacimiento.
9. Keynes J. M., Teoría general
, obra citada, p. 363.
10.Ibid. P. 363.