URUGUAY
UN DESTINO INCIERTO
Jorge Otero Menéndez
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Pero, ¿Qué Hacer?
De cualquier modo, ¿teníamos acaso otra alternativa al hacer lo que hicimos, es decir, algo distinto a la profundización de las relaciones barriales? ¿A qué antecedentes o ejemplos se recurrió o se debió recurrir? ¿Por dónde tendría que haberse empezado para alcanzar realmente las bondades supuestamente implícitas en los objetivos impuestos por nuestra alegre adhesión al Tratado de Asunción, que fueran formalmente desechadas por los mismos países signatarios veinticinco años antes, contra la posición de otros países del área, como fue el caso de Chile?
Aquella circunstancia – nuestra adhesión al Mercosur - debió tener como primera consecuencia la formación de ámbitos institucionalizados de negociación integrados por representantes de los sectores sociales significativos involucrados.
El sector político, además de ser la columna vertebral de las áreas de negociación internas (seguridad social, políticas macro económicas, educación, etc.), para estar en condiciones de abordar nuestra integración regional, debió alimentar formalmente las discusiones y evitar lo que se ha denominado como feudalización[i] de la toma de decisiones públicas.
En su primeros aspectos, lo anterior sería una variante de la fórmula inicial austríaca de abordaje de los problemas, ya que, por lo pronto, la instancia corporativa sería mas amplia pero referida a un tema central concreto, y cerca de la noruega de la ronda anual de negociaciones, que incluye a los grupos de interés involucrados.
De todos modos no habría sido visto en nuestro país como algo totalmente extraño dada la experiencia nacional acumulada, por ejemplo, en los Consejos de Salarios.
El concierto generado por ámbitos autónomos pero coordinados de negociación de intereses, apoyado en el tema unificador como pudo ser la adhesión al Mercosur, tendería, voluntaria o involuntariamente, a la formación de una suerte de un constructivo federalismo social, que podría haber tenido una repercusión positiva en la política interna.
Este último como estrategia de nuestra inserción en la región y de destrabe de bloqueos internos debió articularse, en consecuencia, con partidos políticos que funcionaran realmente como tales.lmente como tales.lmente como tales.
Se complementaría así a la democracia que se pretendería afianzar en el área, ofreciendo instancias formales y reales de satisfacciones de demandas sociales.
En suma, ir hacia el desarrollo de las “ciudadanías" que nos ajustarían al mundo contemporáneo en la materia (la económica, la política, la social, la partidaria, la vecinal, la de consumidor) a partir de un tema unificador nacional. Superándose así la minusvalía de nuestra democracia, reducida en su vida corriente a una acepción inadecuada, vieja de siglos y de debilidad.
No es el camino que se recorrió. Pero el gobierno de entonces se mantuvo en la alharaca, apuntalada por la frivolidad. La iniciativa “integradora” la continuó teniendo el desbalanceado eje Argentina-Brasil y nosotros no estamos recomponiendo un aparato productivo a partir de las demandas externas, la generación significativa de nuevas ofertas y un acorde desarrollo tecnológico. Ni hablar de la resurrección de las ciudadanías, de lo cual estamos a años de oscuridad de distancia que pueda suceder el hecho, de continuarse en ésta situación que venimos criticando.
Se prefirió poner el acento en el eslogan. Hacer de la mediocridad un mérito. Pensar que era suficiente la mera disposición de incorporarse al MERCOSUR y de alcanzar sólo formalmente un mercado de más de 200 millones de personas como el Poder Ejecutivo recordó hasta el cansancio, incluso, de la banalidad. banalidad.
Todo ello sin perjuicio de anotar que la vida vecinal supone conocer el barrio, sus calles, sus atajos, la importancia relativa de sus grupos y su gente.
Hoy día, empero, no es una solución abandonar sin más el envase mercosuriano. Es necesario darle el contenido de solidaridad que se invoca, y actuar internamente de manera tal de tener oferta exportable y negociar luego, fuera de la subregión, todos los acuerdos necesarios que atiendan nuestro interés general. Para ello, será menester recorrer el camino que ya han probado como eficiente esas naciones que el Poder Ejecutivo miraba por sobre el hombro: el de la consulta popular. Y, sobre todo, no incurrir en una política de privatizaciones – miremos el barrio - para crear un mercado sin control, en beneficio de intermediarios y empresas probadamente ineficientes. Lo ocurrido, verbigracia, en el sector alcoholes de Ancap es un mojón en la materia y asienta cualquier rechazo a iniciativas de esa naturaleza en el contexto que se realizan.
De igual manera, el mundo no estrenó una política de bloques en la actualidad. Existe suficiente experiencia acumulada en ese sentido, desde el período que fue de la guerra franco-prusiana a la Primer Guerra Mundial.
[i] Al respecto del término se ha señalado: “O pluralismo americano, no entanto, não deixa de apresentar dificuldades e imperfeiçoes. ..... Outra está na semelhança entre o pluralismo e o feudalismo, já que os grupos de interesses que ingressaram no planalto político são como os “estados” medievais, onde o peso específico de cada grupo não é proporcional a seu número - por exemplo, “labor” e “business” são considerados equivalentes. Celso Lafer / Felix Peña. ARGENTINA E BRASIL no sistema das relaciones internacionais”. Livraria Duas Cidades. 1973.
