EL TAMAÑO EMPRESARIAL COMO FACTOR DE DIVERSIDAD

 

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El tamaño empresarial como factor de diversidad

Alfonso Galindo Lucas

CAPÍTULO V: EL TAMAÑO COMO FACTOR CLAVE DE COMPETITIVIDAD

4. RESULTADOS

4.2. El efecto sector

Dado que se trata de una variable cualitativa, en el análisis descriptivo tiene cabida la clasificación de las empresas, a fin de estudiar las variables y factores más relevantes por sector de actividad. La segmentación tradicional tiende a distinguir entre industria, servicios y construcción. Para cada sector, se indica entre paréntesis el número de empresas.

En la Tabla 32 se observa que el tamaño de la empresa española, tal como lo hemos definido, es bastante inferior en el sector servicios y muy superior en la construcción. En cuanto a la rentabilidad, la construcción es también la actividad más rentable. Sin embargo, son las menos solventes, por término medio, las empresas de este sector. Esto indica una relación inversa entre solvencia y rentabilidad que se explica con detalle más adelante.

En dicha tabla, se ha prescindido de los tres últimos factores obtenidos en el análisis factorial, puesto que su significado es algo ambiguo y, en caso de la edad del directivo, irrelevante. En su lugar, se refleja la distribución por sectores del Fondo de Rotación y de dos componentes (Continuidad e innovación) que obtuvimos en un modelo factorial alternativo de 28 variables , calculado con una muestra de 1.405 empresas.

En virtud de estos resultados, lo que más distingue al sector servicios es su estatismo, pues la variable en cuya media sobresale esta actividad recoge la capacidad para vender sin hacer inversiones apalancadas, obtener rendimientos y satisfacer a los acreedores. En cambio en la innovación, es la industria, como cabría esperar, el sector con un promedio mayor.

A las empresas de la construcción les distingue sobre las demás el aplazamiento de las operaciones comerciales. Es lógico pensar que así sea, puesto que la construcción tiene un periodo medio más elevado que la fabricación de otros productos o la prestación de servicios.

No se puede proceder a la aceptación o refutación del efecto sector, en función de los descriptivos por sectores tradicionales (Tabla 32), puesto que las deferencias que hay entre los grupos no parece que alejen sus valores excesivamente de la media (cero) de la componente RENTABILIDAD, teniendo en cuenta la gran dispersión que aquéllos presentan. Por eso será preciso realizar contrastes de igualdad de medias, del mismo modo que se hizo con el efecto tamaño. El test de Kruskal-Wallis para la componente RENTABILIDAD ofrece un estadístico χ2 bastante alto (14’5%), con una significatividad del 99’9%. Los estadísticos t de Student, ejecutados entre sectores, dos a dos, también rechazan la igualdad de medias.

Por lo tanto, la rentabilidad depende del sector; se rechaza la hipótesis H11 y, por lo tanto, se acepta el efecto sector en detrimento del efecto tamaño; La rentabilidad de una empresa depende más del sector en que opere que de su tamaño, medido por la componente multivariante de nuestro modelo factorial. Concretamente, el sector de la construcción es, en promedio, el más rentable en España.

Además, si se definen los sectores de una forma alternativa, en función del tipo de proceso productivo (Tabla 33), resultan visiblemente más rentables, en promedio, los sectores intensivos en factor trabajo.

Esto último confirma la existencia de activos intangibles basados en los recursos humanos. Además, las empresas de estos sectores presentan una dispersión o heterogeneidad de resultados bastante inferior. A pesar de estos datos, es necesario contrastar la posible igualdad de medias, debido a la cercanía que tienen estos valores con la media de la distribución. Los resultados del test de Kruskal-Wallis son similares a los obtenidos en la anterior clasificación por sectores. Por lo tanto, la rentabilidad parece depender del sector; se rechaza la hipótesis H12.

Esa clasificación alternativa de la actividad empresarial tiene la ventaja de que ofrece una clara diferenciación en cuanto a la utilización intensiva de uno u otro factor, dejando aparte a las empresas pertenecientes a “otros sectores” donde no se aprecia nítidamente dicha proporción. Puede ser igual de arbitraria que la anterior, pero con un significado diferente (Santos y González, 2000) y unos resultados que pasamos a comentar. En concreto, proponemos el criterio de la intensidad relativa en el empleo de los factores clásicos de producción: Capital y trabajo.

En la Tabla 33 se muestra cómo la variable solvencia es inversamente proporcional al trabajo empleado y, por lo tanto, es inverso también a la rentabilidad. Esto cual puede explicar que las reconversiones consistan generalmente en sustituir trabajo por equipo, a pesar de que este esquema merme la rentabilidad. En cuanto al tamaño, tal y como lo hemos definido, está directamente relacionado con la inversión en bienes de capital, sean materiales o inmateriales. Esto no deja de estar en consonancia con el planteamiento de Coase (1994) y con el modelo factorial que hemos formulado.

El grado de innovación parece claramente mayor en los sectores intensivos en capital, sobre todo si tenemos en cuenta que la variable inmaterial se definió en términos relativos con respecto al activo total. Aun así, la interpretación de este dato requiere prudencia, puesto que en la partida de inmaterial pueden figurar no sólo inversiones tecnológicas, sino concesiones administrativas, derechos de traspaso o los activos materiales arrendados con intención de compra residual derechos sobre bienes en leasing a pesar de que la base de datos SABI les dé la denominación de intangible fixed assets.

Un dato bastante sorprendente es que la complejidad organizativa no parece relacionarse con el número o coste de las personas, sino con la inversión realizada en bienes tangibles. El número de divisiones administrativas incrementa su complejidad con la utilización del recurso capital, debido a su estrecha relación con el tamaño, que también depende de la intensidad del capital (Tabla 29). Desde este punto de vista, las divisiones se crearían generalmente en las empresas para adscribir a ellas activos, más que personas.

En vista del denominado factor “continuidad”, las empresas con mayor carga laboral tienen mayor dificultad para subsistir de las inversiones actuales, de manera que tienen que estar renovando el capital productivo y endeudándose en mayor proporción.

En cuanto a la propuesta formulada en el capítulo II, acerca del fondo de maniobra como característica, las Tablas 32 y 33 muestran que esta variable no está relacionada con el sector. El análisis factorial nos mostraba que tampoco lo está con el tamaño (Tabla 18), sino con la solvencia, que se estudiará más a fondo en el capítulo 6. La magnitud y el signo del fondo de maniobra no se relacionan con el sector de actividad tanto como la extensión del aplazamiento total de cobros y de pagos (Tablas 32 y 33).

El comportamiento del factor continuidad, a través de los sectores no indica que las empresas intensivas en trabajo dejen de existir o duren menos tiempo, sino que realizan menores esfuerzos inversores. De hecho, de la relación entre esta componente y la continuidad constatada (Tabla 34) no se deduce que esta variable recoja la probabilidad de fracaso.

Lo último que nos falta estudiar por sectores es el propio factor tamaño, para verificar qué relación existe entre ambos. La división tradicional por sectores (Tabla 32) no parece mostrar unos valores muy distintos a cero ni unas desviaciones muy alejadas de uno, para el factor tamaño, sin embargo, la clasificación alternativa que hemos propuesto ofrece datos más dudosos. En ambos casos, el dilema se pude abordar mediante un contraste de contingencias.

La primera de las clasificaciones confirma la inexistencia de interrelación, mediante el contraste del estadístico χ2. Esto se observa nítidamente en el gráfico 9. Las proporciones entre sectores son las mismas en cada una de las clases de tamaños.

Sin embargo, el gráfico 10 muestra un comportamiento opuesto, definiendo los sectores en función de la intensidad en el empleo de los dos tipos de factores. La prueba de la χ2 confirma lo observado en la Tabla 33. Es valor es superior a 16’75 y el nivel de confianza es cercano al 99’8%.

Entre las pequeñas empresas predominan las no intensivas, mientras que en las grandes y medianas las intensivas en capital. La intensidad del factor trabajo parece independiente del tamaño. Por ese motivo, podemos definir el tamaño, de forma alternativa, como la intensidad en factor capital.

 

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