EL TAMAÑO EMPRESARIAL COMO FACTOR DE DIVERSIDAD

 

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El tamaño empresarial como factor de diversidad

Alfonso Galindo Lucas

CAPÍTULO V: EL TAMAÑO COMO FACTOR CLAVE DE COMPETITIVIDAD

3. METODOLOGÍA

No podemos tratar de discernir la preeminencia del efecto tamaño o el efecto sector si no nos aseguramos de que ambos factores son razonablemente independientes entre sí. Esta comprobación se hará mediante contrastes de contingencias entre ambas variables categóricas.

La definición de tamaño y de rentabilidad que hemos utilizado son las componentes extraídas del modelo factorial. Es previsible que, por ese motivo, no encontremos relación significativa entre ellas, pero tendremos que observar el efecto que el tamaño tiene en las otras variables de rentabilidad, incluyendo la de los activos líquidos.

Para definir los sectores, se han agrupado las empresas de la muestra según la clasificación CNAE’93 que habían declarado, en industria, servicios y construcción, habida cuenta que en la muestra que se está utilizando no figuran empresas del sector primario ni de sectores como la enseñanza, entidades benéficas, etc. De forma alternativa, se las agrupó también en intensivas en capital, intensivas en trabajo y el resto de empresas, que se supone que no son claramente intensivas en ninguno de los dos factores productivos.

Para definir el tamaño, se partió de una definición mucho menos arbitraria, puesto que en el capítulo anterior obtuvimos la clasificación de las empresas de la muestra por tamaños, en tres estratos bien diferenciados y suficientemente justificados.

Con respecto al tema de la supervivencia, contamos con una variable binaria que da valor 1 a las empresas que continúan activas y 0 a las que dejaron de estarlo. Concretamente, teniendo en cuenta que los datos más antiguos consultados en SABI se remontan a 1999, el hecho de que continúen activas en 2001, la última fecha en que se consultó la base de datos, significa que la empresa ha permanecido por lo menos tres años en funcionamiento. Por el contrario, aquellas variables que figuren como inactivas, se sabe que han durado menos de tres años. no tenemos datos históricos (series temporales) que nos permitan abordar el tema de la esperanza de vida y ofrecer una visión más completa del éxito empresarial.

Los procedimientos estadísticos que se van a utilizar para contrastar la hipótesis H10 son de dos tipos; los estadísticos y los meramente descriptivos, donde los resultados parecen ser contradictorios, tanto para el efecto tamaño como para el efecto sector. Tan sólo necesitamos comparar las medias aritméticas y, en algunos casos, la varianza de determinadas variables, entre los distintos grupos o estratos.

Paralelamente, puesto que los datos nos lo permiten, se somete también a contraste el efecto sector, también específicamente sobre la rentabilidad, para determinar si uno u otro son preponderantes como factores de éxito empresarial.

Nos interesa contrastar probabilísticamente la rentabilidad por tamaños o sectores, mediante el estadístico t de Student, para aquellos casos en que un reconocimiento visual no proporcione una rápida visión de las diferencias de medias entre grupos de tamaños. Para cada una de las demás hipótesis planteadas, en relación con la rentabilidad y la supervivencia, se supone que los resultados han sido suficientemente visibles como para no necesitar contrastes probabilísticos. Son algo más imprecisos otros aspectos, como la interacción entre el sector y el tamaño, o entre estos dos factores y la estructura financiera, pero éstos sólo son objeto de comentarios casuales y no de contrastes de hipótesis.

Todos los antecedentes se habían decantado por una de las formas de medir la rentabilidad, pero hasta el momento, no se había utilizado una combinación de rentabilidad económica y financiera. En la Tabla 12 se muestra que el comportamiento de estas dos variables no es del mismo signo, en relación con el tamaño. En la Tabla 31 se ofrece detalle del comportamiento de cada una de las variables de rentabilidad.

Por eso ha sido afortunado haber definido el factor RENTABILIDAD, que ha resultado ligeramente decreciente con respecto al tamaño. Someteremos a pruebas estadísticas tanto a la componente RENTABILIDAD como a cada una de las dos variables que la forman (RENTECON, RENFIN) o se relacionan con ella conceptualmente (RENTACLQ), para contrastar su variabilidad en los distintos tamaños de empresas. Aquellas pruebas que analizan muestras dos a dos, como la “t” de Student o la prueba de Levene, para contrastar la homogeneidad de varianzas, se realizarán con las empresas pequeñas y las grandes, prescindiendo de las empresas medianas. De esta forma perderemos observaciones (las empresas medianas), pero 694 son suficientes empresas, al no tratarse de procedimientos multivariantes.

En aquellos casos en que pueda aplicarse el test de Kruskal-Wallis o el de Jonckheere-Terpstra, para muestras independientes, se ejecutarán éstos con las tres submuestras o estratos de tamaños. Dichas pruebas, muy potentes, de igualdad de medianas sólo serán aplicables a la contrastación de igualdad de medias en los casos en que las variables (una vez operadas las transformaciones logarítmicas que sean posibles y necesarias) presenten simetría en cada una de las submuestras.

En el apéndice III se observa que de las variables de rentabilidad sólo muestra normalidad en todos los estratos el factor multivariante o componente al que habíamos denominado “rentabilidad”. Los contrastes estadísticos sólo podrán aplicarse a esta variable, pero previsiblemente no detectarán ninguna relación con el factor tamaño.

En cualquier caso, en el capítulo III ha quedado claro que la rentabilidad no es una característica diferenciadora entre empresas tanto como lo es la dimensión. Por ese motivo, si las pruebas estadísticas destinadas a desvelar la existencia de medias iguales no llegasen a desmentir la hipótesis de igualdad, podría ser debido a la debilidad del crecimiento o decrecimiento a través de las clases de tamaño. Esta circunstancia obligará a hacer contrastes de contingencias entre el factor TAMAÑO y las variables a estudiar.

En nuestros planteamientos estamos asumiendo la posibilidad de que la rentabilidad se hubiese medido en las PYME o en las grandes empresas con criterios excesivamente optimistas y el resultado recogiese ciertas dosis de descapitalización. Por otra parte, la medición de la rentabilidad no se ha hecho en promedio de una serie temporal, sino en un momento concreto (el último año disponible) y el hecho de obtener rentabilidad en un año no asegura que se vaya a conservar, ni desmiente que se hayan acumulado resultados negativos en años anteriores.

 

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