EL TAMAÑO EMPRESARIAL COMO FACTOR DE DIVERSIDAD

 

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El tamaño empresarial como factor de diversidad

Alfonso Galindo Lucas

Capítulo II: Diversidad y Tamaño empresarial

3. 6. Otros criterios de delimitación.

En la diversa bibliografía, según los objetivos que se estuviesen planteando, la definición que se ha adoptado para la dimensión ha sido muy variopinta. Por ejemplo, los estudios acerca de la dimensión óptima se han referido normalmente al volumen de producción o al tamaño y número de plantas industriales.

En las políticas industriales públicas, según el colectivo de empresas que se pretendiese fomentar, también se han dado definiciones variadas del tamaño. Dentro de la Unión Europea, existen organismos como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que establecen límites más amplios que los de la Recomendación, tanto en el número de trabajadores como en el porcentaje de participación. Además, el BEI utiliza otro criterio cuantitativo, el valor del inmovilizado neto, en vez del total de activo, y prescinde del criterio de la cifra de negocios.

Teniendo en cuenta que cuando se utiliza una sola característica definitoria, ello podría implicar la catalogación de un importante número de empresas de forma incorrecta (Laffarga, 1999a), es preciso mencionar la existencia de modelos denominados 'multicriterio', que proponen una combinación lineal de variables como las que acabamos de criticar y otras como el beneficio y el cash flow. Bueno et al. (1990) abogan por un criterio múltiple definido por una regresión lineal o, más recientemente (González et al., 2002), por una Componente Principal.

Es cierto que, por ejemplo, una empresa que compre y venda, por ejemplo, a través de Internet sin necesidad de stock puede tener un gran volumen de venta, en comparación con su dimensión patrimonial (especialmente, existencias). En ese caso, tendría una ponderación considerable en el factor cifra de venta, cash flow o beneficio y un coeficiente menor en el capital y número de empleados. El sector donde opere la empresa puede ser un factor fundamental en la conceptuación de la empresa, aunque la definición del sector puede ser ambigua (Santos y González, 2000) y la misma forma en que se realice cada operación puede requerir mayor o menor cantidad de factor capital y trabajo, independientemente de la empresa y el sector.

El inconveniente de adoptar un enfoque multi-criterio es que se combina con gran complejidad la dificultad de definición y medición de cada una de las variables utilizadas. En García et al. (1997) se argumenta, con respecto al criterio múltiple de la Recomendación comunitaria, que la inclusión del activo y la cifra de ventas puede dificultar bastante la clasificación de empresas, debido a que los importes de estas dos variables no quedan claros en algunas contabilidades.

El acceso al mercado de capitales como criterio definitorio del tamaño, sea o no cuantificable, es una de las ideas mejor defendidas y secundadas de lo que se entiende por empresa de reducido tamaño (Moneva, 1999; Boedo y Calvo, 1997; Maroto, 1996, inter alia). La imposibilidad de utilizar los mercados de emisión como fuente de financiación a largo plazo (Boedo y Calvo, 1997) explicaría la mayor dependencia comprobada empíricamente en las PYME con respecto al crédito bancario (Cardone y Cazorla, 2001; Cardone, 1997, Salas, 1994, inter alia).

En cuanto a las características del pasivo, existen opiniones divergentes y estudios contradictorios, pero, en uno u otro sentido, se asume que la dimensión empresarial determina la estructura financiera de la empresa (MINER, 1998; Salas, 1994), sin entrar en el aspecto concreto del porcentaje de endeudamiento. Como se expuso en los antecedentes, la literatura acerca del nivel de endeudamiento en función del tamaño es contradictoria, aunque en lo referente al corto plazo, el excesivo endeudamiento podría ser una característica definitoria de las PYME.

En función de esto, podemos buscar elementos cualitativos, tales como la existencia de fondo de maniobra positivo. Atendiendo al criterio de número de empleados, se ha encontrado que “sólo la pequeña y mediana empresa destina sus recursos permanentes a financiar el inmovilizado más una parte del circulante” (MINER, 1998). Más adelante, trataremos de buscar evidencia empírica acerca de los determinantes del fondo de maniobra, en concreto, el tamaño y el sector.

El estudio del fondo de maniobra puede no resultar fructífero, puesto que la cifra obtenida de las masas patrimoniales no tiene por qué reflejar las verdaderas necesidades de fondo de maniobra, cuando son estas últimas las que dependen del poder de negociación y la regularidad de los ciclos de almacenamiento, producción y venta. Es previsible que, por término medio, esas necesidades sean en las PYME superiores aún a su cifra efectiva de Fondo de Rotación, dada la dificultad de financiar inversiones a largo plazo. Tal vez por ese motivo existen determinadas formas de financiación caras a corto plazo, que son características de las PYME, tales como el descuento de efectos o el factoring, que suplen la financiación de proveedores y, por tanto, financian a corto plazo necesidades del fondo de maniobra.

También se han utilizado variables como el valor añadido, medido como ingresos de explotación, menos consumos y gastos de explotación (González y Correa, 1998), el volumen de producción anual, la capitalización bursátil (Salas, 1999; Dobbs, 1999, inter alia), etc., o se ha ampliado la noción de tamaño hacia aspectos como el grado de diversificación del producto o la complejidad de la estructura organizativa (AECA, 1996). Por las características de la muestra, la capitalización bursátil no va a ser tratada aquí, pero existen trabajos importantes que tratan de establecer una relación entre valor y tamaño de la empresa (Dobbs, 1999).

No faltan perspectivas relativistas de la dimensión empresarial. Julien et al. (1996) contemplan una variable geográfica, que dimensiona a la empresa en relación con las que le rodean en su entorno físico. De forma análoga, es posible relativizar el tamaño en función del sector, por ejemplo, mediante la cuota de mercado (González y Correa, 1998; Bannock, 1981).

En resumen, en la delimitación del concepto es preferible, por razones de operatividad, adoptar criterios de tipo cuantitativo, aunque, se corre el riesgo de desconsiderar ciertos hechos cualitativos, específicos de cada empresa (especialmente, las de cierta antigüedad), que también definirían su tamaño, en términos de poder y valor. Por ejemplo, una PYME con escaso poder de negociación no podrá estrictamente tomar “decisiones” sobre su forma de financiar inversiones, sino tratar de diagnosticar su situación financiera en función de unas oportunidades de inversión. Las posibilidades de financiación de las PYME dependen muy directamente del número y poder inversor de sus propietarios y, en una medida proporcional a lo anterior, del acceso al crédito bancario (Cardone, 1997). Estas circunstancias no son fácilmente reflejables en magnitudes numéricas.

 

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