EL TAMAÑO EMPRESARIAL COMO FACTOR DE DIVERSIDAD

 

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El tamaño empresarial como factor de diversidad

Alfonso Galindo Lucas

2.4. Consideraciones en torno al capital intangible

En función del marco teórico expuesto, el tamaño de la empresa viene a ser la medida en que una explotación mercantil posee y organiza recursos y evita tener que contratarlos en el mercado. La distinción por tamaños, en función de los recursos “de todo tipo” que poseen las empresas, parece ser una primera conceptuación asumida, en función de estudios empíricos consultados (Salas, 1994).

Una empresa que decide comprar el local que tiene alquilado es una empresa que crece, en términos del recurso capital; más concretamente, el activo, independientemente de la relación que pueda existir entre el precio de compra y el descuento de los alquileres futuros. En consonancia con este planteamiento, una empresa que registra una marca ha crecido con respecto a otra similar que paga por usarla, con independencia de cuál de las dos opciones resulta más interesante. No obstante, esta distinción entre invertir y gastar se vuelve algo turbia cuando se toman en consideración los intangibles, puesto que un compromiso de pago (por ejemplo, un contrato de arrendamiento) suele conllevar unas expectativas de ingresos. Estos ingresos, si son por exceso, generarán una corriente de beneficios que puede atribuirse a algún tipo activo empresarial, como los recursos humanos.

El problema teórico que representa la existencia de capital intangible es netamente distinto del descrito acerca de las imperfecciones de mercado. En este caso, no se tratan de evidencias empíricas que refuten los comportamientos predichos por la microeconomía financiera, sino de elementos que se induce que deben existir, aunque su medición y su identificación exacta se encuentren inmersas en una gran dosis de incertidumbre.

No es nuevo el concepto de activos intangibles, aunque su definición exacta se venga realizando y normalizando progresivamente. Tampoco es reciente el convencimiento académico sobre la importancia de este tipo de recursos en el mundo empresarial. Al ser éstos el tipo de activos más característicamente identificables con el concepto de ‘recurso productivo’, son considerados la única fuente de ventajas competitivas sostenibles.

El capital intangible es un conjunto de activos productivos o generadores de valor que están basados en la información y el conocimiento (Itami y Roehl, 1991). Por este motivo, también ha sido denominado capital intelectual. Su valoración es difícil y bastante subjetiva y es el tipo de activos más característicamente identificables con el concepto de ‘recurso productivo’. Son derechos basados en contratos tácitos y el valor de uno depende estrechamente del funcionamiento de los otros (Ruiz, 1999).

El primer rudimento de lo que hoy se llama capital intangible empezó a conocerse en el siglo XIX con el nombre de "Fondo de Comercio", como reminiscencia de la tradición de capitalismo comercial. Ese elemento trataba de justificar una diferencia de precios a veces enorme entre el todo y la suma de las partes de la empresa. Su existencia se achacaba a infravaloraciones de elementos importantes, como los terrenos y, más adelante, a la existencia de economías conjuntas. Hoy en día, se añaden la fidelidad del personal o del cliente, las buenas relaciones con la banca o con suministradores, la forma de trabajar en grupo dentro de la empresa, los elementos motivadores casuales, etc.

Estos elementos o circunstancias no son fácilmente transmisibles, a no ser a costa de transferir la titularidad del negocio. Si se traspasa a un empleado, su desempeño en la nueva empresa será menor, debido a la inexperiencia. Si se transmite, en definitiva, un recurso productivo, éste se deprecia; su valor es muy superior dentro de la empresa que en el mercado. Así pues, la empresa basa su ventaja comparativa sostenible exclusivamente en aquellos elementos que son difíciles de imitar, ya estén o no cuantificados y registrados.

La contabilidad es la fuente de información más inmediata para valorar el montante de recursos económicos y financieros con que cuenta una empresa. Este tipo de datos es el que más abunda y el que ofrece mayor precisión. Esto se observará claramente en la parte empírica. Los intangibles, sin embargo, son difíciles de estimar, pues conforme la empresa va adquiriendo o creando elementos de naturaleza material e inmaterial, los sigue registrando según los principios legales. Éstos se ven desbordados por las denominadas competencias distintivas y otras circunstancias cualitativas, como la existencia de sinergias, la reputación, etc... difíciles de cuantificar.

Es preciso notar que en las empresas más recientes, la importancia relativa de los elementos intangibles acumulados es menor y, por lo tanto, la limitación de los datos contables debida a ese fenómeno es también menor. Por ese motivo, en las PYME (de menor antigüedad, por término medio), la medición del tamaño puede no ser tan relativa como en las grandes empresas. Es lógico pensar que la existencia de activos intangibles, más que una variable de medida del tamaño, sea una característica distintiva entre las empresas en que los intangibles son cuantitativamente importante (grandes empresas) y aquellas en que el tamaño es definible en términos más materiales.

Una característica muy importante del capital basado en el conocimiento es que el consumo de los servicios que generan los activos intangibles no disminuye significativamente la capacidad para utilizarlos nuevamente (Ruiz, 1999). El conocimiento, como recurso específico reutilizable en la empresa, a diferencia del trabajo no especializado, puede ser acumulado, al igual que el capital. Al menos en cierta medida, el capital intelectual se autofinancia cíclicamente, ya que del conocimiento producido no todo se incorpora al producto o servicio que se vende, sino que se reutiliza en gran medida para el incremento de los beneficios futuros, es decir, se reinvierte. La gestión del conocimiento dentro de la empresa hace que éstos sean tanto “acumuladores como productores de activos intangibles” (Itami y Roehl, 1991).

Por último, existe la posibilidad de considerar el tamaño como un intangible, sin perder de vista que un intangible es a su vez un activo y los activos suelen formar parte del propio concepto de tamaño. La opción de asignar a la dimensión la cualidad de recurso intangible viene del tratamiento general de este factor como explicativo de la competitividad. Tanto los trabajos teóricos, como los empíricos y la propia fundamentación de textos oficiales tratan a la dimensión como una fuente de ventajas y desventajas.

 

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