LAS FLECHAS

Dinero fijo

Propuesta: Cualquier cantidad de dinero es óptima mientras sea fija.

En efecto, la absoluta ductilidad del dinero permite que con el importe total de euros que hay en este preciso momento en la Europa de los quince podríamos seguir funcionando durante siglos y milenios, por mucho que aumente el producto, por mucho que crezcan las rentas reales, por mucho que se multipliquen las transacciones económicas y por mucho que crezca –o disminuya- la población.

Debemos esperar que la ley del rendimiento creciente de la información, permita un continuo aumento de la eficacia económica lo que se traduciría en un aumento de las rentas reales, es decir, en una disminución de los precios. Si pensamos en congelar la cantidad de euros durante siglos por venir, debemos prever la progresiva introducción de moneda fraccionaria. Aunque lleguemos a ser muchos europeos y todos muy ricos y propietarios de varios coches no habrá necesidad de aumentar la cantidad de euros en circulación porque los Ferrari, con el paso del tiempo, costarían tan sólo unos pocos euros, o centavos. Eso sí, tendríamos que disponer de "milavos" para poder adquirir caramelos o subir al autobús.

Asociar la cantidad de dinero en circulación al oro o a cualquier metal o bien cuya cantidad sea variable producirá distorsiones. Las variaciones en la cantidad de dinero siempre implican redistribuciones regresivas de riqueza y variaciones en los precios relativos. Si la producción de mundial de oro hace que aumenten las reservas entre el 1 y el 3 por ciento anual, el establecimiento del patrón oro tendría efectos desestabilizadores (digo, en comparación con una situación de oferta monetaria absolutamente rígida, no en comparación con la situación actual). La asociación del dinero con el oro o con cualquier otro patrón es necesario exclusivamente para automatizar de forma objetiva los intercambios entre diferentes monedas. Si el Euro fuera aceptado en todo el mundo, si todas las transacciones y precios estuvieran denominadas en Euros, no sería necesario asociarlo a ningún patrón y la cantidad de Euros podría mantenerse absolutamente fija.

Mientras sea necesario elegir un patrón, el oro tiene muchas más ventajas que cualquier otra alternativa: además de su aceptación social por razones culturales, es un bien absolutamente homogéneo, dúctil, de oferta muy rígida y cuyas falsificaciones son fácilmente detectables.

El estado tecnológico actual de los instrumentos electrónicos de pago –las smart-cards, por ejemplo- elimina toda inquietud sobre la dificultad de uso de la moneda fraccionaria y nos permiten prever que los costes de transacción continuarán su tendencia decreciente. A pesar de ello no es previsible que desaparezcan en mucho tiempo los instrumentos más tradicionales de pago, las monedas y los billetes. Durante mucho tiempo seguirán existiendo cecas e imprentas que renueven el numerario deteriorado acuñando moneda nueva con el fraccionamiento que sea requerido.

El problema, pueden pensar algunos, está en el órgano u órganos de control que garanticen que el número de euros en circulación es absolutamente fijo. Tiene que ser un órgano capaz de controlar no solo que el numerario impreso por cecas e imprentas coincida exactamente con el numerario deteriorado y destruido sino, lo que es más difícil, que las entidades de crédito no realizan préstamos que no estén respaldados por préstamos.

¿Porqué no llamar a ese órgano de control "Banco Central"? Evidentemente no sería un banco en el sentido actual ya que no estaría autorizado a crear dinero, pero sí estaría cumpliendo muchas de las funciones que actualmente tienen asignadas los bancos centrales, entre ellas el de control de la banca privada y el de garantizar la estabilidad monetaria. Es más, realmente estaría cumpliendo por primera vez ese mandato de garantizar la estabilidad monetaria

La solución alternativa que proponen algunos economistas de la escuela austriaca, que el control de la banca privada sea responsabilidad exclusiva de los órganos judiciales, parece un contrasentido institucional ya que implica poner las reglas financieras bajo el control de instituciones de la economía política, cuyos métodos de asignación de costes y valores son diferentes.

¿Cuál sería el efecto sobre los tipos de interés? Supongamos que el número de euros en circulación queda congelado hoy. En principio no hay motivo para prever variaciones instantáneas sobre el tipo de interés. Si pensamos que el tipo de interés actual está formado por la conjunción de la oferta y la demanda de dinero, la congelación de la oferta no provocará fluctuaciones y la demanda de dinero para su uso en transacciones solo varía al ritmo en que varíe la producción.

Podemos hacer un análisis más sofisticado y considerar que la demanda de dinero tiene también finalidad especulativa y depende no solo de su necesidad para transacciones en el momento actual sino de las previsiones sobre su capacidad adquisitiva en el futuro. Las expectativas racionales para un país con cantidad de dinero fija y producción creciente al 3% inducirían a los agentes a aceptar unos tipos de interés en torno a ese 3%. Si hay previsiones de que la velocidad de circulación aumente, el tipo de interés podría ser aún menor.

¿Cuál sería el efecto sobre los precios? Supongamos que la producción económica en términos reales crece un 3% anual. Si la cantidad de dinero con la que hay que adquirir ese producto permanece fija los precios tendrán que bajar, de media, un 3%. Si la velocidad de circulación del dinero aumenta, la disminución en los precios sería aún menor.

Pero la velocidad de circulación del dinero es previsible que aumente. Si llamamos dinero a cualquier forma de representar los derechos financieros, es decir, los derechos a objetos económicos futuros, podemos prever que habrá innovaciones que faciliten la circulación y permitan el aumento de velocidad de circulación del dinero. Si las innovaciones en productos financieros se producen a la misma velocidad que en los otros bienes y servicios, los precios no tendrían porqué modificarse. En otras palabras, si la cantidad de dinero es fija y la velocidad de circulación del dinero aumenta en (la aceleración del dinero es de) un 3%, al igual que el crecimiento del producto real, los precios permanecerían fijos.

Los precios relativos sí que se modificarían de forma notable. Los bys cuya productividad aumentase más verían disminuir sus precios, mientras que los bys de productividad estancada los verían aumentar. Aquellas industrias que avanzasen tecnológicamente a mayor velocidad, podrían traducir su mayor eficacia de varias formas, pero es previsible que habría una mayor flexibilidad en los precios relativos y mayor velocidad en el desplazamiento de las inversiones hacia los sectores más dinámicos.

La principal barrera a la fijación de la cantidad de dinero es la rigidez de los salarios nominales.

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