TEXTOS SELECTOS

CURSO DE ECONOMÍA SOCIAL

 

R. P. Ch. Antoine

 


 

 

 

Inconvenientes de la gran industria.

Se pueden considerar los inconvenientes de la síntesis industrial en dos casos. O bien la fábrica deja subsistir al taller, o bien la concentración industrial se establece triunfante sobre las ruinas de la pequeña industria.

He aquí los aspectos defectuosos de la gran industria en el primer caso:

1.° Siendo irreductibles los gastos generales, la producción no puede detenerse sin causar grandes pérdidas. En caso de crisis, la pequeña industria puede con más facilidad restringir la producción; la grande se verá obligada a trabajar con pérdida.

2.° La concentración de los capitales anónimos favorece la especulación y la fiebre de la producción. De ahí crisis periódicas, quiebras, huelgas forzosas y miseria para los obreros.

3.° No hallándose regulada por una legislación internacional la competencia de las grandes industrias, puede abocar al monopolio de hecho. Si son pocos, los productores se entienden para sostener precios muy superiores al nivel normal. Citemos como ejemplo los excesivos precios del azúcar, del petróleo y de los metales en determinadas épocas.

Consideremos ahora el segundo caso, el reinado exclusivo de la gran industria. Entre los economistas, unos consideran la concentración industrial que se efectúa por la fábrica colectiva, y el gran almacén como el término beneficioso del progreso industrial, la edad de oro de la civilización. Otros consideran la evolución actual del orden económico como el resultado fatal de las leyes naturales, que es preciso guardarse de inutilizar por medios artificiales, como la legislación del trabajo. Nosotros no participamos del entusiasmo de los unos ni de la resignación pesimista de los otros.

Suponiendo, lo que no está demostrado, que la fuerza de atracción de la gran industria sobre la pequeña continúe ejerciéndose, ¿cuáles serán los efectos de esta transformación?

Es una conclusión de una evidencia que se impone, la de que el régimen capitalista favorece la producción, disminuye el precio de los objetos fabricados y aumenta el capital. Pero considerando esta evolución desde el punto de vista moral y social, es de temer que el balance de este orden económico del porvenir no se incline del lado del déficit.

1.° En esta evolución capitalista tienden a desaparecer los trabajadores independientes, las clases medias. Un pequeño número de sociedades anónimas y una multitud innumerable de asalariados; tal es el ideal deseado por M. Molinari.

2.° La evolución capitalista desarrolla el proletariado, impulsa a la división y a la lucha de clases; es un fermento de discordia social.

3.° Por el desarrollo de la producción capitalista, las economías hechas en los gastos de producción disminuyen la parte de los provechos del trabajo en ventaja del capital. Si esto es así, el capital tenderá a crecer en manos de los propietarios y de los patronos, y el ahorro de los trabajadores, procedente únicamente del salario, no aumentará más que en débiles proporciones. De una parte la riqueza sigue una marcha ascendente; de la otra el estado económico permanece poco menos que estacionario. Nótese que nos colocamos en la hipótesis de que reine sin rival el régimen de la concentración industrial.

4.° En fin, como nota muy justamente M. Cauwés, «cuando la industria alimenta los mercados lejanos donde los productos nacionales se encuentran en presencia de los productos similares de manufacturas extranjeras, no se conserva la posesión de estos mercados más que a condición de vender a bajo precio; ahora bien, como la conservación de las salidas es una cuestión vital para la gran industria, todos sus esfuerzos tienden a revender, ya reduciendo los gastos del instrumental o el precio de la mano de obra, ya, en fin, renunciando a todo provecho y hasta liquidando con pérdida a fin de reconstituir el capital que es necesario, para que el instrumental mecánico no quede parado. Se ve, pues, que la reducción de los salarios es una de las eventualidades probables de la lucha a muerte en la especulación a que se entrega la gran industria» (1).

Conclusión.

Tales son las consecuencias del régimen del trabajo fundado en la concentración industrial. ¿Es por esto preciso firmar con los colectivistas la condena a muerte o la expropiación—la nacionalización, como ellos dicen—de la gran industria? No, porque el remedio sería peor que la enfermedad. Por otra parte, la gran industria es indispensable cuando la producción exige la reunión en un mismo local de motores potentes, de máquinas combinadas y en consecuencia, de un personal numeroso. Tales son, por ejemplo, los establecimientos de metalurgia. Lo que conviene es dulcificar los males procedentes de este régimen del trabajo, reprimir, en la medida de lo posible, los abusos y detener la marcha invasora mediante la protección y el levantamiento de la pequeña industria, de la que nos falta que hablar.


(1) Cours d'econ. polit, t I, p. 422.


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