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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

José de Jesús Rodríguez Vargas

 

III TEORÍAS DEL LIBERALISMO Y EL MONETARISMO



MARXISTAS LIBERALES: MARX Y ENGELS

Las ideas de Adam Smith fueron acogidas ampliamente de 1776 a 1790, año de su muerte; periodo en que se publicaron cinco ediciones de su libro. Sin embargo, las propuestas liberales no iban a ser aplicadas tan fácilmente, tuvieron que pasar más de 70 años para que, con la derogación de las leyes cerealeras en 1846, se considerara como el gran triunfo de las ideas librecambistas y la victoria definitiva de los fabricantes industriales en contra de la aristocracia terrateniente. Las ideas librecambistas fueron obteniendo avances, ganando espacios y tribunas, como ascensos políticos de la burguesía liberal, creciente aceptación en los medios académicos y mediante la aplicación de la política económica. Si consideramos el año de 1846 como el fin del proteccionismo comercial, que ejercía Inglaterra con respecto a los productos agrícolas extranjeros, y a partir de aquí se liberaron otras mercancías dando “cauce natural” al desarrollo del capitalismo industrial, entonces, el proteccionismo como base del sistema mercantil dominó, cuando menos dos siglos y medio -de acuerdo a Engels desde el siglo XVII- o tres y medio de acuerdo con Smith, a partir del surgimiento del sistema mercantil en el siglo XVI.
Existen, en este periodo de alrededor de tres siglos, distintas fases del capitalismo. Primeramente, un capitalismo incipiente de tipo comercial y artesanal, aún con mucha influencia feudal, que se fue desarrollando hacia el capitalismo manufacturero y de pequeña propiedad; éste tipo de capitalismo, a su vez, a partir de las revoluciones políticas y sociales, de las reformas religiosas y políticas, de la toma del poder por la burguesía y por el impulso fundamental de la revolución industrial, dio origen al capitalismo industrial: “en 1833, medio siglo después de implantarse la gran industria y cuando ya la corriente del desarrollo industrial había encontrado su cauce normal”26, dice Engels.
En septiembre de 1847 se celebró en Bruselas un Congreso de economistas, industriales, comerciantes, parlamentarios, profesores, de Inglaterra y de otros países europeos, para tratar el problema del librecambio; discutieron los beneficios, sus efectos en la clase obrera y los mecanismos para que se extendiera en todos los países, ya que algunos, como Francia y Alemania, seguían con medidas proteccionistas. Se concluyó, con una aprobación casi unánime, a favor del librecambio y sus beneficios. Fue en este Congreso Económico en donde Marx se pronunció a favor del librecambio, aunque por razones distintas al resto de los participantes. En su discurso, que fue leído posteriormente en enero de 1848 ante la Sociedad Democrática de Bruselas, la derogación de las leyes sobre el trigo de junio de 1846 significaba “el mayor triunfo obtenido por el librecambio en el siglo XIX” representado por los industriales, la burguesía moderna.
Marx, definía el librecambio como la libertad del capital y criticaba acremente a los portavoces del liberalismo de hipócritas y de usar argumentos y demandas como “el pan barato y los salarios altos”, para ganar el apoyo de los trabajadores en contra de la resistencia de los terratenientes; les demostraba con argumentos económicos que el beneficiario directo sería la burguesía. Pero acotaba “que no por criticar la libertad de comercio fuera su intención salir en defensa del sistema proteccionista”27. En El Capital, lo define de la siguiente manera: “El sistema proteccionista era un medio artificial de fabricar fabricantes, de expropiar trabajadores independientes, de capitalizar los medios de producción y de subsistencia nacionales, de abreviar por la violencia y la transición entre el modo de producción antiguo y el moderno”.
El proteccionismo, junto con el sistema colonial, las deudas públicas, los impuestos y las guerras comerciales los definía como “vástagos del período manufacturero”, que tuvieron un crecimiento gigantesco durante la “infancia de la gran industria”28. Eran métodos progresistas en el sentido que contribuyeron a la destrucción del sistema feudal y sentaron las bases del capitalismo. Engels dice que el proteccionismo “era entonces la política normal de cualquier país civilizado del occidente de Europa”29. A la mitad del siglo XIX, Marx, ya consideraba al proteccionismo como un sistema conservador -Engels va a utilizar el adjetivo superfluo-, en tanto que al sistema librecambista lo definía como revolucionario, porque “actúa destructivamente. Desintegra las nacionalidades anteriores y hace culminar el antagonismo entre el proletariado y la burguesía. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio, acelera la revolución social. Solamente en este sentido revolucionario emito yo, señores, mi voto en favor del librecambio”30, concluía Marx su discurso -no leído- ante los librecambistas.
Para Marx era claro, y repetidamente lo señaló, que el capitalismo era un sistema de producción y cambio revolucionario y que la burguesía industrial era una clase social revolucionaria en relación con el feudalismo, así había actuado en el último siglo. De Adam Smith decía que tenía el “lenguaje de la burguesía todavía revolucionaria”, cuando expresaba su odio contra los gobiernos y contra el clero improductivos31. Refiriéndose a Inglaterra, pero válido para el mundo, Engels veía el desarrollo social vinculado al progreso de la industria, de tal manera que “todas las instituciones que entorpecen este progreso, que lo limitan o tratan de reglamentarlo y fiscalizarlo con arreglo a pautas ajenas a él, son instituciones reaccionarias, insostenibles y llamadas necesariamente a fracasar ante las exigencias de esa mancha progresiva”32. El proteccionismo y el Estado absolutista eran instituciones reaccionarias en ese tiempo, y cualquier ley o reglamento que impidiera el crecimiento del sector industrial, por tanto de la burguesía industrial, entorpecía el bienestar social.
Para Marx y Engels la libertad comercial constituía el estado natural y normal de la moderna producción capitalista, el “medio económico para poner en práctica lo antes posible las condiciones de esta solución inevitable”33. Solamente bajo el librecambio podían desarrollarse plenamente las inmensas fuerzas productivas y en este sentido la burguesía ya dominante del poder político tenía que impulsar el progreso capitalista, porque de ello dependía su existencia; en el Manifiesto Comunista de 1848 hay una afirmación rotunda que sigue teniendo plena validez: “la burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales”34; Marx lo dice en el momento en que el librecambio comercial tenía “carta de ciudadanía en Inglaterra” y se esforzaría la burguesía inglesa en atravesar las fronteras de la Europa continental con su “artillería pesada”, que eran mercancías de bajos precios, debido en parte a la abolición de los aranceles al trigo y a las materias primas que habían disminuido los salarios y otros componentes del capital constante. Inglaterra, el taller del mundo, pretendía irradiar el nuevo sistema al mundo civilizado. Los capitalistas estaban preparados para comerciar sus mercancías a cambio de dejar entrar el trigo continental.
¿Y cuál era la situación que los librecambistas decían que tendría la clase obrera? Si se importaba libremente las materias primas, disminuirían los precios de los productos manufacturados, que podrían ser exportados más baratos y por tanto se incrementaría la producción y la demanda de fuerza de trabajo, lo que aumentaría los salarios y disminuiría el precio de los productos alimenticios de los trabajadores; el desempleo en una rama se compensaría con la ocupación e inversión en otra. Eran argumentos para ganarse a los trabajadores como aliados en la lucha contra los terratenientes; los fabricantes ingleses eran la clase dirigente y sus intereses particulares, por el momento, representaban los intereses nacionales35.
Marx reconocía que el librecambio, como lo planteaban los partidarios, llevaría efectivamente al incremento de las fuerzas productivas, al incremento del capital productivo. El proceso de acumulación capitalista -la inversión de la plusvalía en capital productivo, en capital constante y variable- lleva al incremento de la producción y posteriormente a la concentración y centralización del capital, este curso económico, asimismo, es desarrollo de las relaciones sociales -el crecimiento de la burguesía y del proletariado; el proceso está acompañado por la competencia entre los capitalistas, que lleva a la centralización del capital por medio de la destrucción de empresarios. También, produce mayor división del trabajo y utilización de maquinaria, se acaba la destreza especial del obrero y se sustituye el trabajo calificado por una actividad que cualquier trabajador puede ejecutar; aumenta la competencia entre los obreros, el ejército industrial de reserva, y, por tanto, disminuyen los salarios, y las condiciones de vida y crece la carga de trabajo para todos. La enorme productividad y la sobreproducción de mercancías llevan a las crisis cíclicas, a la descapitalización y al desempleo, a las fusiones, la centralización, la monopolización y al incremento de la población trabajadora y, así, sigue el proceso de acumulación de capital. Y, si, este proceso se da en una nación, entonces, se ve obligada a seguir desarrollándose a partir del mercado mundial: “espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes”36.
Para Marx, aunque la febril actividad del capital era más favorable para el obrero, de cualquier manera la situación de los trabajadores era un callejón sin salida: “si el capital permanece estacionario, la industria no se estacionará, sino que retrocederá, y la primera víctima de ello, será el trabajador. Éste sucumbirá antes que el capitalista. Y caso de que aumente el capital, es decir, lo que se considera el caso más favorable para el obrero, ¿cuál será la suerte de éste? Perecerá también”37. Sabía que el desarrollo de las fuerzas productivas con el librecambio llevaría a fases de animación, prosperidad y auge productivo, pero esto desembocaría inevitablemente en una fase de crisis, de disminución y estancamiento de la producción, que necesariamente tenía que destruir al capital invertido; se destruye en la medida en que el capital está inactivo y por la disminución de los precios de las mercancías. Sólo después de esto se podría remontar la fase de crisis y de nuevo continuar como “el cambio natural de las estaciones”38. El librecambio y el desarrollo industrial conducirían a crisis productivas -siempre acompañadas o precedidas de crisis comerciales, monetarias y financieras como expresión de la sobreproducción de mercancías- que se tornarían cada día más frecuentes y más violentas, más destructivas de capital lo que a la larga desarrollaría las fuerzas productivas. Es un proceso dialéctico de desarrollo -destrucción- desarrollo del capital, en una espiral ascendente.
A partir de lo anterior, Marx, explicaba el “pauperismo británico”, y, por tanto, el de cualquier país, “independientemente del librecambio o el proteccionismo, (el pauperismo) aumenta y disminuye al alternar los periodos de estancamiento y de prosperidad”39. El librecambio llevaba a una mayor explotación de la clase trabajadora, en la medida que crecieran las fuerzas productivas y el capital, siendo la condición más favorable, mientras el proteccionismo al ser incapaz de seguir desarrollando el sistema económico, no desarrollaba proletariado ni burguesía, mantenía las estructuras obsoletas del capitalismo preindustrial y en este sentido era una traba para el desarrollo.
Marx era un revolucionario que reconocía y alababa el ímpetu que el librecambio daría al capitalismo, no porque éste llevara beneficio a los trabajadores, sino porque el desarrollo de las fuerzas productivas conduciría a la “expropiación de los expropiadores”, o como dice Engels: “es bien sabido que nosotros no simpatizamos con la burguesía. Pero, esta vez, auspiciamos su triunfo”, porque “su victoria dará su conformación definitiva al mundo. Y, sin embargo, nada más evidente que lo que hacen es abrirnos en todas partes el camino a nosotros, a los demócratas y comunistas”40. Para llegar al socialismo se tenía que pasar por el desarrollo del capitalismo industrial y el crecimiento y organización del proletariado comunista, ese era el planteamiento de los clásicos del marxismo.
Cuarenta años después de que Marx se había pronunciado a favor del librecambio, Engels escribió un prólogo para la edición norteamericana de El Proteccionismo y el Librecambio, en donde retoma los principios fundamentales y reseña la situación de ambos sistemas en Europa y en Estados Unidos. De 1848 a 1866 se produjo en Inglaterra un enorme auge de la industria y del comercio, en gran parte por la eliminación de los aranceles protectores sobre las materias primas y los víveres, “parecieron cumplirse hasta las más exageradas esperanzas de la subsiguiente prosperidad”41. Contribuyeron a este auge los descubrimientos y explotación de las minas de oro de California y Australia, el mayor incremento mundial de medios de cambio, el desarrollo de los medios de transporte como el ferrocarril y los barcos de vapor.
Países, como Francia, se desarrollaban interiormente con aranceles protectores y prohibiciones de importaciones; Suiza, se encontraba en total librecambio y con un fuerte desarrollo industrial; Alemania desarrollaba la industria con tarifas mucho más liberales que en otros países europeos; Norteamérica se protegía con aranceles. Estados Unidos, en la década de 1880, discutía sobre el librecambio, después de permanecer en el proteccionismo a partir de la guerra civil de 1861. Para Engels era necesario que Estados Unidos se convirtiera en país industrial para no ser “condenado eternamente a la barbarie y a la sumisión” como país agrícola. Quince años antes de escribir el prólogo mencionado, planteó la siguiente alternativa: para que Norteamérica llegue a convertirse en un país industrial y cuente con todas las perspectivas, no sólo de alcanzar por este camino, sino de derrotar en él a sus rivales, tiene dos vías a seguir: “o bien, mantiene el librecambio, si se quiere durante cincuenta años, en una lucha costosísima de competencia contra la industria inglesa, que le lleva unos cien años de ventaja; o bien por medio de aranceles protectores, descarta la competencia inglesa, digamos durante veinticinco años, con la certeza casi absoluta de que, al final de este mismo tiempo, la industria norteamericana afirmará su puesto en el mercado mundial abierto”. Engels creía que esta última vía era la más conveniente y para esos momentos -al termino de los veinticinco años- pensaba que el proteccionismo debía haber realizado “su labor, en mayor o menor extensión, convirtiéndose en un sistema superfluo”, de tal manera que si -entonces- introducía el librecambio “estoy seguro de que en diez años habrá alcanzado a Inglaterra en el mercado mundial”42.
 


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