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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

José de Jesús Rodríguez Vargas

 

II TEORÍAS DE FLUCTUACIONES ECONÓMICAS
 


EL CICLO ECONÓMICO Y LAS CRISIS EN MARX

FUNCIÓN DE LAS CRISIS

Una de las leyes más conmovedora por su aparente candidez es la atribuida a Jean Baptiste Say, economista francés del siglo XIX: la oferta determina su demanda, no hay sobreproducción general de mercancías sino en ramas que se compensan con la subproducción de otras. Ricardo, el más grande economista clásico, según Marx, se adhirió a esta teoría. Keynes en su obra básica desmintió la existencia de esta ley y este ataque sirvió para la explicación de la crisis productiva de la década de 1930. Ochenta años antes, Marx había destrozado la ingenua, ahistórica y no aplicable al capitalismo, teoría de Say.
Marx analizó al capitalismo como un sistema que cada cierto tiempo, cíclicamente, se abarrotaba de mercancías que no tenían salida en el comercio. La mercancía no encontraba un comprador solvente y se producía un rompimiento entre la producción y la realización. Otro nivel de explicación, el más abstracto y teórico que mostraba la posibilidad de la crisis, es a partir de la disociación entre el valor de uso y de cambio. Demostraba desde el punto de vista teórico la posibilidad de las crisis y analizaba las crisis reales existentes, a partir del desarrollo industrial de Inglaterra, que se presentaban recurrentemente cada diez años y que aparecían como crisis comerciales y monetarias y, posteriormente desencadenaban una crisis productiva de tipo industrial.
Son varias las causas de las crisis para Marx: la desproporcionalidad por la anarquía de la producción, el subconsumo de las masas, la sobreacumulación de capital y la tendencia descendente de la tasa de ganancia. Cada una de estas causas ha servido para formar corrientes monocausales. Ernest Mandel interpreta la posición de Marx como multicausal: “personalmente rechazo toda explicación monocausal de las crisis de sobreproducción; por eso digo que todos los ciclos industriales, las crisis económicas del modo de producción capitalista, se explican fundamentalmente por dos razones combinadas: existe una crisis de sobreproducción de capital y de sobreproducción de mercancías. Se trata de una crisis causada al mismo tiempo por una combinación de la caída de la tasa media de ganancia y de la insuficiencia de la demanda de bienes de consumo. Ambas explicaciones deben de ser combinadas; en mi opinión, ésta es la tesis de Marx y sigue siendo válida” . Pero cualquier causa muestra que el capitalismo desarrolla, a toda máquina, las fuerzas productivas, produce mercancía-valor, se acumula capital, pero llega el momento en que la producción no corresponde a la capacidad solvente de la población y se cae en una crisis de sobreproducción. Se produce un desequilibrio entre la producción y la realización, entre la oferta y la demanda.
Se han sucedido 23 crisis productivas de tipo industrial y comercial desde que se inauguró la etapa moderna del capitalismo industrial desde 1825, con un promedio de 7.7 años por ciclo; algunas crisis realmente graves, por su magnitud, amplitud y por las consecuencias económicas y sociales desastrosas - han sido muy significativas en la historia del capitalismo, como la que empezó en 1873 o la clásica del siglo XX, en la década de los treinta, que empezó como crisis bursátil y se convirtió en depresión económica. Han sido parteaguas de etapas históricas. Las contradicciones económicas y sociales del sistema y una de sus expresiones, las crisis, no han conducido a su destrucción generalizada, a su derrumbe; con excepciones, en que conjuntamente con otras condiciones de tipo político y social, derivaron en un cambio de sistema económico y político, la mayoría han tenido el mismo efecto, el de sanear, por medio de la reestructuración, al sistema para proseguir su desarrollo.
La crisis se presenta cuando el proceso de reproducción del capital queda detenido y el trabajo, por consiguiente, se limita o se detiene relativamente. No hay reproducción ampliada, puede ser un estancamiento con producción cero o reproducción simple, o un decrecimiento, en términos negativos, en relación con el periodo previo. En cualquier caso, el capital resulta destruido; dice Marx que la maquinaria, los edificios o la materia prima que no se usan no es capital, el trabajo que no se explota equivale a producción perdida, y todo eso es destrucción del capital: “Todo ello significa que el proceso de reproducción se ha interrumpido y que los medios de producción existentes no se usan en realidad como medios de producción, no se ponen en funcionamiento. De tal manera, se van al demonio su valor de uso y su valor de cambio”. En segundo término, continúa Marx, la destrucción del capital por las crisis significa la depreciación de valores que les impide renovar más tarde su proceso de reproducción como capital, en la misma escala. Este es el efecto ruinoso de la caída de los precios de las mercancías. No provoca la destrucción de ningún valor de uso. Lo que uno pierde, lo gana otro. Los valores usados como capital no pueden volver a actuar como capital en manos de la misma persona. Los antiguos capitalistas van a la bancarrota” .
La crisis, como vimos anteriormente, es destrucción de capital. En la fase previa se produjo un excesivo valor con un excesivo trabajo socialmente necesario; en realidad se demostró que una parte fue trabajo socialmente innecesario, porque no tuvo su equivalente en valor. Ese trabajo materializado en mercancías se desvaloriza, al no venderse, al bajar sus precios y al no usarse. La crisis capitalista es el límite periódico que tiene la misión histórica del capital de desarrollar al máximo las fuerzas productivas, porque el plusvalor producido no logra realizarse. Una crisis es como una sanción al exceso de inversión, de capital, de trabajo, de productividad; es un castigo al pleno empleo, a la sobreproducción, a la sobreacumulación; la crisis se presenta justo cuando se está en el mejor momento para el capital, y también para los trabajadores , es la fase de euforia cuando se piensa que se vive el mejor de los mundos y se confía en que será permanente. Muestra el desequilibrio perdido y contribuye a recuperarlo. Sola, por sí misma, a largo plazo, lo consigue. En este sentido el sistema se equilibra. El sistema funciona dialécticamente en equilibrio y desequilibrio, y, nuevo equilibrio que se vuelve a perder. Esto último se deduce fácilmente en la teoría de Marx, aunque no lo señala literal, y es un punto de debate actual: los que ven que el sistema tiende al desequilibrio y los que sostienen que tiende al equilibrio. Cada cual por un solo lado.
La inactivación del capital productivo, por la paralización del capital comercial y del capital dinero, lleva a disminución de la tasa de ganancias y a pérdidas. Los capitalistas como clase salen perdiendo. Se da una lucha entre los capitalistas individuales por endosarse las pérdidas y la suerte de ellos dependerá del “poder y de la astucia” . La salida de algunos capitalistas y el aniquilamiento de sus capitales deja la producción y el mercado para otros capitalistas. No sólo es una crisis del capital y de los capitalistas, también es una crisis del trabajo y de los trabajadores. La crisis deja inactiva una parte de la clase obrera y con ello la presiona para que acepte otras condiciones salariales, como rebajas en los salarios o en las prestaciones, regresando sus salarios promedios a periodos pasados. Lo ganado en la época de prosperidad se pierde en la crisis.
La crisis con la destrucción de una parte del capital creado, con el desplazamiento de los capitalistas débiles e incapaces, al igual que con el despido de trabajadores, o la rebaja de sus salarios nominales (como sucedía en el siglo XIX, en tiempos deflacionarios) crea las condiciones para emprender la siguiente fase cíclica, que será con la recuperación de la ganancia, de la demanda y del consumo, y la acumulación del capital. De esta manera sigue el sistema funcionando en espiral progresiva, hasta la próxima crisis.
Claramente se muestra la crisis como un mecanismo inherente al sistema que restablece el equilibrio perdido mediante el saneamiento del mismo; es como la gran curación de un organismo intoxicado o enfermo por la sobreacumulación. Desecha los elementos innecesarios y dañinos y mantiene las fuerzas que saldrán saneadas y fortalecidas. “Los efectos de la quiebra, para el conjunto del sistema, son saludables, por perjudiciales que puedan ser para los capitalistas individuales” . En tiempos de crisis el pánico es para los débiles, para los poderosos es una oportunidad de sobrevivir y fortalecerse. Aunque la crisis obedece, en última instancia, a las contradicciones internas del sistema es posible que, dadas condiciones cercanas, los hombres y sus políticas contribuyan a causarlas, agravarlas o atenuarlas, en primera instancia. De la misma manera que los capitalistas pueden disminuir sus tasas de ganancias con el fin de desplazar a otros capitalistas, pueden motivar la crisis para golpear a la competencia y a los trabajadores. El capitalismo ha sobrevivido precisamente por ellas y por la incapacidad del proletariado para derrocarlo. Las crisis golpean a los trabajadores para que no sean capaces de poner en peligro al sistema, a la vez, crea una de las condiciones para que el sistema se recupere.


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