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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

José de Jesús Rodríguez Vargas



III LA NUEVA FASE DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL

RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES


La primera parte de este capítulo demuestra teóricamente la existencia de grandes fluctuaciones económicas que se repiten periódicamente y pueden ser mensurables estadísticamente. Del conjunto de teorías y escuelas se asume en esta investigación los planteamientos de autores como Kondrátiev, Mandel, Freeman, Pérez. Todos coinciden en la sucesión de ondas y ciclos ascendentes y descendentes.
Los especialistas modernos ven el principio de una onda descendente a fines de los sesenta o principios de los setenta del siglo XX. Algunos se atreven a pronosticar un cambio de tendencia en la década de los noventa o en los primeros años del siglo XXI. Pero ninguno lo demuestra empíricamente. En este parte dejo establecido antecedentes necesarios para la evidencia del fin y el principio de las ondas Kondrátiev que presento en el capítulo IV.
Mandel es el teórico marxista más importante e influyente sobre las ondas largas durante el debate que el empezó desde mitad de la década de los sesenta. (ver Apéndice II.2). Predijo el fin de la larga onda expansiva de la posguerra, pero no aventuró ni percibió el principio de un nuevo ascenso; sin embargo, planteó un conjunto de condiciones necesarias para una nueva ola de crecimiento del capitalismo mundial. Retomo dicha metodología y demuestro claramente -con la ayuda de Carlota Pérez- que las causas de tipo técnico, como es la existencia de la revolución tecnológica -en su versión de Tecnología de la Información y la Comunicación- está empezando a desplegar sus potencialidades y está impactado el proceso productivo y las relaciones sociales.
Mandel veía a este proceso tecnológico como una base para el fin de la onda depresiva, aunque no era suficiente. Era un factor considerado endógeno, que no determinaba automáticamente el ascenso acelerado de la cuota de ganancia y el incremento del comercio mundial. En este sentido, del automatismo, no se consideraba seguidor de Kondrátiev. En cambio, el factor decisivo es de tipo exógeno, es decir elementos sociales y políticos, particularmente las relaciones de fuerzas entre las clases dominantes y dominadas.
Por supuesto, la sola definición o significado de endogeneidad y exogeneidad amerita una gran discusión, misma que se dio durante los debates de Mandel versus regulacionistas franceses o con los soviéticos Menshikov/Polatayev, o antes entre Trotsky y Kondrátiev (ver Apéndice II.2.2.2); pero no es interés de la presente investigación ahondar en dicho debate sino retomar el planteamiento de Mandel -tal como es- y demostrar que las condiciones exógenas indispensables para una nueva fase de ascenso del capitalismo mundial están ya presentes. Este es un aporte fundamental en el capítulo.
Las características más peculiares y sorprendentes en los noventa en la economía de Estados Unidos, sobre todo en la segunda mitad, fue el crecimiento del producto y la menor tasa de desempleo, la estabilidad inflacionaria y el aumento o aceleración de la productividad del trabajo en relación con un periodo previo de baja productividad. Sobre eso, realmente no hubo dudas ni debate, aunque si hubo desconfianza sobre la metodología de medición de algunos indicadores, como la productividad y el índice de precios. A la vez se presentó un boom bursátil en las distintas bolsas de Nueva York, impulsado por los llamados valores tecnológicos de las empresas basadas en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. El boom del mercado de valores, la expansión de la economía, la estabilidad de precios y el mejoramiento social se asoció a cambios estructurales y a la Revolución Tecnológica.
El término más práctico, convincente y polémico fue llamarle “nueva economía” a las transformaciones radicales que estaba experimentando la estructura productiva, por la producción y uso de nuevas tecnologías; a esto se le consideró como una nueva Revolución Tecnológica, más concretamente la Revolución en la Tecnología de la Información y Comunicación. De allí, que se hayan creado y popularizado conceptos como la Sociedad, la Economía o la Era de la Información, del Conocimiento, Digital, de las Ideas, Sociedad Post Industrial o de Servicios; o, por otro lado, se acuñó el Capital Intangible, Intelectual, Humano.
Como es normal, no todos están de acuerdo con la visión de que exista una Revolución Tecnológica en marcha que ha cambiado y que aún está cambiando la producción, a la sociedad y al Estado. Sin embargo, hay evidencia teórica y empírica que aporta bases para creer que efectivamente desde hace años, desde la década de los setenta se emprendió una transformación tecnológica que empezó a desplegarse en la producción y en el consumo en los noventa, y, que aún, se encuentra con potencialidades. Sin duda para los que la reconocen, la Nueva Economía está indisolublemente unida a los cambios tecnológicos.
El Debate entre Robert J. Gordon y el resto de los mencionados en este apartado no se ha saldado , cada quien ha mantenido su posición durante y después de la recesión del 2001. Gordon con dos trabajos en el 2002 , reafirma su posición, y critica el sorprendente “consenso generalizado que la recuperación de la productividad post-1995 continuará en el futuro indefinido”; vaticina que no se regresará a las bajas tasas previas a 1995, sino aumentará a “tasas razonables aún si continúa la crisis de la inversión en ICT”, además apunta que no volverá el boom de inversión en ICT y puede pasar mucho tiempo antes de que la economía tenga cinco años seguidos de tasas de inversión mayores al 30 por ciento anual; argumenta la controvertida tesis de que la oferta no crea su demanda, y, por tanto, continuará el exceso.
La producción de los apoyadores de la Nueva Economía también prosigue: Oliner y Sichel amplían su trabajo-base del 2000 y están más convencidos del impacto de la IT en la economía y en la productividad y prevén que continuará el mismo proceso; Jorgenson se concentra en estudiar la Ley de Moore, la disminución de precios y el aumento de la capacidad de los semiconductores, como un factor clave para que continué la disminución de precios en el sector productor de IT y vaticina la continuación de la recuperación de la productividad y el mejoramiento de la economía: “el mantra de la ¨nueva economía¨, -es más rápido, mejor y más barato- captura la velocidad del cambio tecnológico, el mejoramiento de los semiconductores y la rápida y continua caída del precio de la IT” .
Martín N. Baily espera que la nueva economía continué fuerte y que tenga un “segundo aliento” después de la recesión, aunque también pronostica que no regresará la “euforia económica” de fines de los noventa. Considera que continuará el fuerte crecimiento del producto, aunque no habrá tasas superiores al cuatro-cinco por ciento en el PIB, pero sí puede oscilar entre tres y 3.7 por ciento, por debajo del cuatro por ciento de 1997-2000, aunque aún muy fuerte, y perspectivas de tasas de productividad mayores al dos por ciento anual .
Durante el año recesivo del 2001 la tasa de productividad de trabajo cayó en el primer trimestre y el crecimiento anual fue de 2.5 por ciento, pero se recuperó en el 2002 con un promedio anual de 4.4 por ciento. Mas todavía es poco tiempo para un veredicto sobre la productividad permanente o transitoria; el ritmo de productividad durante la recesión (2001) y la recuperación del año 2002 ha mostrado una fortaleza mayor que en la recesión anterior y está inclinando la balanza a la posición de que fue muy apresurado el epitafio para la Nueva Economía y que la ICT “está aún en su juventud”, como dice The Observer . (Ver V.2)
 


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