¿Cómo citar estas
tesis doctorales?

¿Cómo poner un
enlace a esta página?

 



 


En esta página se muestra parte del texto pero sin formato, gráficas, fórmulas, tablas ni notas a pié de página.

Texto completo de la tesis en formato DOC
comprimido ZIP (328 páginas, 1 Mb)

La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

José de Jesús Rodríguez Vargas



II LA FASE RECESIVA Y LA TRANSFORMACIÓN ESTRUCTURAL Y SOCIOINSTITUCIONAL


CAPITAL FINANCIERO Y LOS ESPECULADORES


La automotriz Chrysler fue salvada, pero muchas otras empresas que se habían endeudado, en los sesenta y principios de los setenta para prolongar la expansión, no tuvieron el mismo destino, a partir de la recesión de 1974-75. La crisis productiva y comercial produjeron la huida del capital hacia las actividades especulativas nacionales e internacionales, en busca de una mejor rentabilidad.
Una investigación de Petras-Davenport, con base a la lista de empresas de Forbes, arroja que en 1988 las principales fuentes de riqueza fueron las finanzas y los bienes raíces, 38 por ciento, seguidos a distancia por la manufactura, 19 por ciento, y los medios de comunicación, 18 por ciento; por cierto, estos datos reflejaban una diferencia notable con respecto a 1983, cuando la manufactura y las finanzas-bienes raíces compartían un 25 por ciento, y la conclusión de los autores fue: “los capitalistas especuladores han venido ganando predominio en la clase dirigente de Estados Unidos, desplazando a los capitalistas industriales y petroleros” .
El desarrollo de Wall Street -tendencia ascendente desde 1982 hasta la crisis de octubre de 1987- al igual que la proliferación de la especulación para obtener “dinero fácil” fue el chivo expiatorio de la crisis estructural del capitalismo . Especuladores famosos como Michael Milken e Ivan Boesky -que fueron a la cárcel- se convirtieron en los malos de las películas. Dos films norteamericanos de los ochenta reflejan parcialmente el cambio y el enfrentamiento entre dos épocas; una es Other People´s Money (Riqueza Ajena), la otra, Wall Street (Poder y Avaricia) del famoso director Oliver Stone, que, como a él le gusta decir, busca reflejar la realidad.
Ambas películas muestran la lucha del especulador moderno -joven, individualista, egoísta, hedonista, ambicioso del dinero y del poder- contra el empresario tradicional y el dirigente sindical –viejo, productivo, austero, paternalista y solidario con los trabajadores. El especulador aparece obsesionado por el valor de las acciones y el dinero líquido, mientras, el capitalista siderúrgico está orgulloso por la producción material -que viene produciendo desde hace décadas-, y que beneficia a la comunidad; el primero percibe un futuro promisorio con el desarrollo de nuevas industrias de alta tecnología y abundante dinero; el segundo, ve una nación que “sólo hará hamburguesas y abogados” ; el especulador es un destructor de empresas, el segundo un creador y sostenedor de empresas y de la tradición.
El especulador se apodera de las empresas, sin escrúpulo alguno, por medio de la oferta pública hostil (takeover), aprovechando la capacidad de un ejército de abogados y de los problemas financieros de las empresas; el empresario se opone, utilizando menos recursos legales y, apelando a la posibilidad de que regresen los buenos tiempos, que “requerirán más acero para construir puentes”. La industria del acero fue una de las víctimas de la crisis y de los especuladores –que aparece justamente como una rama de la crisis, y, los especuladores representados como animales carroñeros-, pero no fue la única rama productiva, aunque sí la más representativa junto con la automotriz. El ataque especulativo no fue sólo contra los empresarios industriales -también contra otras empresas no industriales- y como consecuencia contra los trabajadores y las comunidades alrededor de las grandes plantas fabriles. También fue una ofensiva contra una forma de producir y de relacionarse laboral y socialmente.
Los especuladores finalmente no triunfaron en las películas, algunos fueron a la cárcel y otros perdieron sus apuestas cuando el discípulo, joven ambicioso y trepador, se arrepiente y traiciona al jefe inflexible, regresando con los suyos, la familia-sindicato. Sin duda, el argumento expresa una parte de la realidad; la otra parte, que no se ve porque el espectador saldría insatisfecho, es que otros “liquidadores” cumplieron cabalmente con su trabajo.
La desindustrialización, no es producto de la codicia y de la maldad de Wall Street , (que por supuesto existe), pero contribuyó a la muerte de muchas empresas del sector manufacturero, que no tenían perspectivas, “ésta empresa estaba muerta cuando llegué”, argumenta el especulador -llamado en el bajo mundo de Wall Street como “Larry el liquidador”- a los cientos de pequeños accionistas, que decidieron la venta de la empresa considerando su propio interés smithiano.
La Chrysler estaba muerta en 1979. Los especuladores no querían revivirla, sino deseaban sus activos reales. De todos los que finalmente contribuyeron al salvamento de la empresa, los banqueros acreedores fueron los más reacios. Los directores del Citibank, de Lehman Brothers, de Bank of America, y de Irving Trust, -que representaban a cuatrocientos bancos acreedores- se opusieron a la concesión del aval gubernamental, porque querían la quiebra. Pensaban que por los malos manejos empresariales debía morir, de acuerdo al principio del libre mercado y de la supervivencia de los más aptos: “las inversiones y los puestos de trabajo les tenían sin cuidado. Lo único que de veras les preocupaba era recuperar su dinero”; con nostalgia el empresario Iacocca rememoraba que “durante la época de las vacas gordas, los bancos estuvieron en todo momento del lado de la Chrysler. Pero cuando el panorama se ensombreció, se apresuraron a echarse para atrás” .
Marx veía a los banqueros-especuladores como un “híbrido de timadores y profetas”, que expresaban el “carácter bifacético” del sistema crediticio: “por una parte es fuerza impulsora de la producción capitalista, del enriquecimiento por explotación de trabajo ajeno (las vacas gordas, de Iacocca), hasta convertirlo en el más puro y colosal sistema de juego y fraude, restringiendo cada vez más el número de los pocos individuos que explotan la riqueza social, mientras que por la otra constituye la forma de transición hacia un nuevo modo de producción”.
De acuerdo a Marx el sistema de crédito sirvió como una palanca durante la transición al capitalismo industrial, en la medida que acelera el estallido de las crisis y también precipita “los elementos de disolución del antiguo modo de producción” ; Marx incluso analizó el sistema crediticio como “una poderosa palanca” que serviría durante la transición del capitalismo al “modo de producción del trabajo asociado” .
El banquero y el especulador en la década de los setenta-ochenta fueron una parte de la mano activa, o el sujeto social, que representó a la destrucción creativa schumpeteriana; el especulador asume un papel “revolucionario” –no tiene que ser conciente- al destruir el viejo orden. Los beneficiarios y los nostálgicos del viejo orden se alzaron en contra de un topo (no rojo) que socavaba las bases estructurales del régimen fordista-regulacionista-keynesiano. El análisis a primera vista de los poskeynesianos productivistas y antirentistas fue una lucha entre los buenos y los malos, y se inclinaron a defender el status quo, y añorar el glorioso pasado industrial.
En la misma línea, los marxistas académicos y los revolucionarios marxistas se sumaron a la cola en la cruzada contra la destrucción parcial y la “modernización” capitalista, a tal grado que descuidaron la definición leninista del capitalista financiero (bancario-industrial), y lo disociaron -al banquero y al industrial- como enemigos acérrimos, por tanto la lucha fue del capitalista o empresario productivo (el bueno) contra el financiero-parásito (el malo), igual que en las películas de Hollywood. Los revolucionarios no percibieron algún aspecto “progresista”, de acuerdo a la dinámica capitalista, como tampoco el carácter “progresista”, de acuerdo con Marx, y la posible “palanca” hacia el socialismo .
Lo irónico fue que los revolucionarios que lucharon tanto tiempo contra el sistema industrial explotador, contra el Estado del bienestar mediatizador y contra la economía mixta, tuvieron que defenderlo, pretendiendo apuntalarlo, ante el embate de la crisis y se aliaron con los empresarios –claro, los pequeños y medianos, los más débiles- para enfilar las baterías contra el especulador y el libre mercado .
No lo defendieron porque renegaran de sus propósitos socialistas -al contrario, siempre terminan sus trabajos teóricos con la reafirmación de sus deseos- sino porque la crisis, los especuladores, la desindustrialización, y el avance del sector servicios, mellaba la base económica y la base social en la cual se sustenta la posibilidad del socialismo: la industria y el proletariado industrial sindicalizado. Este tipo de proletariado, y este sector, era la vanguardia e instrumento principal de la revolución, porque la fábrica los unía y el contacto con los medios de producción les infundía la seguridad de su fuerza .
No está planteado el triunfo socialista con un sector servicios mayoritario y con trabajadores de cuello blanco individualistas, materialistas y desorganizados. En otras palabras, si no se hizo la revolución durante la crisis pasada, la posibilidad –aún más con el desplome del bloque socialista- no tiene visos de convertirse en realidad, a pesar de su probable necesidad histórica. No es casualidad la desilusión, ante la falta de condiciones materiales y sociales para lograr la utopía.
Marx analizaba el papel progresista del crédito en la medida que acumulaba el capital dinero y lo ponía a disposición del capitalista emprendedor, que desarrollaría las fuerzas productiva: “el negocio de los banqueros consiste en concentrar en sus manos, en grandes cantidades, el capital dinerario prestable, de modo que los banqueros, en cuanto representantes de todos los prestamistas de dinero, enfrentan a los capitalistas industriales y comerciales, en lugar de hacerlo el prestamista dinerario individual. Se convierten en los administradores generales del capital dinerario” .
En la actualidad, además de los bancos –los tradicionales- y del mercado de valores, los nuevos intermediarios e instrumentos financieros –tan satanizados- como los fondos mutuos, fondos de pensión-jubilación, mercados de cambios, de futuros, de opciones (derivados), obligaciones, seguros, etc. cumplen con el papel de reunir el capital liquido. Pero, la concentración de capital financiero no significa la inmediata inversión productiva, sino la redistribución del capital existente en el mercado secundario, en la especulación, separándose a tal grado del sector productivo-comercial y de algunos servicios “sanos” que parecía que la autonomía relativa se había convertido en absoluta y había adquirido una dinámica propia, subordinando al capital productivo .
La separación momentánea de los capitales, aunque pudieran ser décadas, y el exiguo crecimiento desde los setenta lleva a plantear a Francois Chesnais el predominio de “los estados-rentistas dominantes en un sistema capitalista mundial tendencialmente en contracción”, con las siguientes características: los gobiernos ya no se preocupan por la producción y la población; esto explica el débil producto, la desindustrialización, el desempleo, los bajos salarios, sino que los gobiernos y los organismos multilaterales se han convertido en representantes únicos de los especuladores financieros; ya no fomentan la inversión nacional (o extranjera directa) sino la inversión de cartera. Se vive “un régimen de acumulación con predominio financiero y rentista” como una nueva fase del imperialismo, fase del capitalismo parasitario en descomposición y decadente, por tanto “una época llegó a su fin: aquélla en donde el capitalismo tenía algo para ofrecer a la humanidad” , conclusión lapidaria que lleva a pensar en la proximidad del fin del capitalismo. Es la reivindicación leninista.
Sin embargo, si el trotskista francés Chesnais no destruye el régimen capitalista de tipo financiero y rentista, es muy probable que se modifique la tendencia, y veamos de nuevo a la producción y al comercio como sectores prioritarios. Cuando menos así lo vislumbran otros investigadores. La Venezolana Carlota Pérez analiza el comportamiento del capital financiero durante el proceso que llama una “Gran Oleada de Desarrollo” , con duración de alrededor de 50 años y con cuatro etapas.
En la primera etapa, con la aparición de una revolución tecnológica, el capital financiero se aleja de los sectores con mercados saturados y baja rentabilidad y sin perspectivas, hacia empresas y proyectos promisorios relacionadas con las nuevas tecnologías; hay una apuesta, una especulación, de que serán exitosos los nuevos proyectos y por tanto rentables (love affair). En la siguiente etapa, el capital financiero con una confianza creciente en sí mismo y con el desarrollo del mercado financiero cree que puede seguir viviendo y prosperando independientemente del sector productivo y de “generar riqueza por sus propias acciones, casi como si hubiera inventado reglas mágicas para un nuevo tipo de economía”. Se da el divorcio, casi completo, con el capital productivo, incluso con las empresas tecnológicamente revolucionarias a las que convierte en “objeto de manipulación y especulación”; también se produce una separación entre la “riqueza de papel y la riqueza real”, pero la “arrogancia y la ilusión” no pueden durar siempre y se produce el colapso de la burbuja financiera y la recesión productiva (bubble economy). Esta etapa es la que ha predominado desde la crisis del mercado de valores de 1987, y es la que ha influido en muchos para descartar cualquier posibilidad de cambio. En la tercera etapa, posterior a la gran crisis financiera y productiva, el capital financiero “regresa a la realidad”, se ajustan los valores financieros con los activos reales, se producen cambios institucionales y regulatorios para castigar, controlar y evitar los excesos del capital especulativo, y se reestablecen las conexiones adecuadas con el capital productivo. La reestructuración económica e institucional crea las condiciones para la expansión del mercado y el predominio del capital productivo. Se da un “feliz y armonioso matrimonio”, en donde el capital productivo es reconocido como el productor de la riqueza y el capital financiero como el facilitador en el nuevo dominante paradigma tecnoeconómico (ver III.1.1, IV.1.6.2).
El análisis de Pérez está más cercano con Marx y Schumpeter, que con Lenin y Chesnais, y es más coherente y realista que la posición de los luchadores contra los especuladores, que perdieron el rumbo, aún con un discurso relativamente correcto, al no distinguir las características de una situación temporal: la crisis de larga duración o un Kondrátiev descendente. Primero se enajenaron con el fin próximo del capitalismo y después se enfocaron a un enemigo localizado, que concentró toda la maldad.


Volver al índice de la tesis doctoral La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial

Volver al menú de Tesis Doctorales

Volver a la Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI


Google

Web www.eumed.net