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La escuela californiana

 

 

 

Los autores encuadrados dentro de la denominada Escuela californiana[1] han intentado explicar el dinamismo reciente de la actividad económica en dicha zona de los Estados Unidos. A la hora de explicar dicha dinámica, se retoman algunos de los elementos más característicos de la explicación endogenista vista en el epígrafe anterior. En concreto, vuelve a insistirse en conceptos tales como el de flexibilidad, economías externas, concentración territorial, etc. Sin embargo, las aproximaciones de la Escuela californiana retoman a la hora de explicar las transformaciones en la distribución espacial de la actividades algunos fundamentos de Teoría Económica para intentar proporcionar una mayor consistencia al análisis.[2]

 

Pese a ello, las explicaciones construidas continúan más interesadas en la explicación de su realidad, que en la coherencia formal de las explicaciones propuestas. Esto da lugar, en ocasiones, a que las mismas pequen de un cierto grado de eclecticismo[3] (Scott, 1986). Sin embargo, cuando no es así, conjugan una riqueza analítica muy importante con una alta capacidad explicativa (Storper y Walker, 1989). Refiriéndonos posiblemente a la obra más conocida de estos autores “The capitalist imperative: territory, technology and industrial growth”[4] la misma une planteamientos tradicionalmente marxianos con algunas aportaciones provenientes de la escuela de la especialización flexible[5]. Por un lado, consideran que las empresas tienden a acumular ventajas competitivas. Esto da lugar a que las empresas tengan una cierta “inercia” locacional. Es decir, cuando hay una serie de empresas en un espacio que desarrollan ventajas competitivas, dicho territorio tiende a especializarse en dicha actividad. Para que dicha especialización se vea atacada es necesario que se produzcan procesos de acumulación de la misma intensidad y con idéntica especialización productiva en otros espacios. Por tanto, en industrias “maduras” con procesos industriales que requieren importantes inversiones en activo fijo, la inercia locacional de éstas es un factor importante a la hora de explicar los patrones de localización de la misma en un momento concreto.[6]

 

Sin embargo, en el caso de las nuevas especializaciones industriales las ventajas competitivas acumuladas por las empresas son forzosamente reducidas y, además se basan en elementos inmateriales, como, la existencia de un mercado de trabajo cualificado, de una importante relación economía industria, etc. O dicho de otra forma, la inercia es más débil, apareciendo lo que estos autores denominan una “ventana” locacional. Esto hace que sea posible un cambio en la distribución de la actividad económica y, por tanto, de la división espacial del trabajo, si estas ventanas locacionales son efectivamente aprovechadas por regiones sin una tradición industrial.

 

Por otro lado, las empresas más eficientes de un territorio tienden a crecer. Conforme esto se produce se abre camino la posibilidad de la apertura de instalaciones en otros lugares. De esta forma, se asiste una expansión espacial de la industria triunfante. Pero estos nuevos centros periféricos son capaces de acumular, en muchas ocasiones, ventajas competitivas suficientes como para desplazar, al menos parcialmente, a los centros matrices. En un primer momento, esto únicamente ocurrirá en aquellas tareas más fácilmente estandarizables y, por tanto, ejecutables por trabajadores no cualificados. No obstante, el desarrollo de ventajas por parte de los territorios periféricos puede afectar a los otros elementos mucho más difícilmente reproducibles. En estos casos, tenderá a crearse una industria con una estructura espacial policéntrica.[7]


 


[1] Los principales autores encuadrados dentro de esta corriente son Michael Storper, Allen J. Scott y Richard Walker.

 

[2] Realmente, la búsqueda de fundamentos económicos que expliquen el rápido desarrollo de determinadas industrias en California es muy intenso en estos autores. A finales de los 70 y principios de los 80 se inspiraron, sobre todo, en desarrollos teóricos de corte marxiano o neorricardiano. (Storper y Walker, 1981,1983). Con posterioridad, fueron incluyendo, normalmente de forma velada algunos elementos procedentes de la tradición neoclásica (Scott, 1988).

 

[3] Esto no es sólo una opinión personal del autor. Al artículo de A.J. Scott  “Industrial organization and location: division of labour, the firm and the industrial process”  publicado en Industrial Geography en 1986 le sucedieron una serie de comentarios, aparecidos también en dicha revista en la que se denunciaba el eclecticismo de la aportación. De hecho, en este artículo se utiliza la modelización neoclásica de la competencia para argumentar las tendencias de localización de las empresas. Pero también se utilizaban una serie de consideraciones de origen marxiano, que intentan hacerse casar con las modelizaciones neoclásicas.

 

[4] De hecho, esta es posiblemente la contribución más brillante de estos autores. En este sentido, el grado de conexión entre los fundamentos económicos sobre los que basan su análisis (de carácter marxiano) y su proyección territorial está muy conseguido. En primer lugar, hay que destacar que se establece una relación directa entre competitividad empresarial y localización. Además, este lazo se establece y conceptualiza a escala microeconómica.

 

[5] De esta forma, los fundamentos microeconómicos del análisis, basados en una consideración marxiana de los procesos de competencia, siguen un línea estrictamente marxiana. Pero la proyección espacial de estos principios (en los que la aportación de M. Storper se ve de una forma clara) se observan muchas influencias de los postulados de la escuela de la especialización flexible.

 

[6] Con lo cual el elemento estructural del análisis se debilita, al reconocerse que existe un elemento de indeterminación en el interior del mismo. Esto, a su vez, abre la puerta a desarrollo institucionalistas que son mucho más explícitos en la forma de aprovechamiento de estas ventanas locacionales. En este sentido, véanse los trabajos de Lundvall, B-A (1992) National Systems of Innovation o Nelson (edt) (1993)  National Systems of Innovation: A comparative analysis

[7] Aquí puede observarse como la competencia se define como un proceso feroz, en el que la acumulación de capital, la mejora de la eficiencia técnica de las producciones y la innovación son elementos íntimamente relacionados entre sí. Esta sería la concepción clásico – marxiana de la competencia (Guerrero, 1994) o “strong competition” (Storper y Walker, 1988) que se opondría a la visión neoclásica de estos mismos procesos, más interesada en la determinación de un tamaño de empresa óptimo y, por tanto, con costes medios más reducidos. No obstante, también hay que destacar que es precisamente este carácter feroz de los procesos competitivos el que determina que exista finalmente una cierta indeterminación sobre la proyección que estos tienen sobre el espacio.