MIGRACIÓN Y FEMINIZACIÓN DE LA POBLACIÓN RURAL EN MÉXICO. 2000-2005

Ma. de Lourdes Salas Luévano

El papel de las mujeres en las economías rurales y la migración

Un hecho que define a nuestra sociedad mexicana actual, es el interés de las mujeres por incorporarse al mercado de trabajo a partir de consideraciones como: el modelo de un solo proveedor de ingresos en la familia es insuficiente para satisfacer las necesidades mínimas; la disminución de la fecundidad, permitiendo que más mujeres en edad fértil se inserte al mercado laboral; la decisión de postergar el matrimonio y la maternidad; el surgimiento de nuevos tipos de hogares (encabezados por mujeres); y el aumento en la instrucción escolar, entre otros (CIMAC, 2000). Si bien, la mujer rural se encuentra envuelta en esta tendencia, los ritmos con los que lo hace son más lentos y los sectores a los que se dirigen menos abiertos.

González (1997) señala que las investigaciones sobre las mujeres rurales en particular desde 1980, arrojaron que, se generó una constante expansión del trabajo femenino remunerado concomitante a la crisis de la economía campesina que acompañó a la nueva etapa en el avance del capitalismo.

Tal aseveración, se relaciona con el incremento de la migración de los hombres que salen en busca de un trabajo o mejores remuneraciones, dejando a las mujeres en las localidades y asumiendo éstas una mayor participación en la actividad productiva.

En palabras de Arias (1998), la incorporación de las mujeres a la actividad productiva es reflejo de la asociación entre la migración internacional masculina y la feminización de los mercados de trabajo en las comunidades rurales. En efecto, al proporcionar el apoyo a los hombres que se marchan, las mujeres rurales adoptan un nuevo rol económico que se relaciona también con las mismas estrategias de sobrevivencia del grupo familiar de origen o propio.

Entre las experiencias de pueblos y/o rancherías del interior de la República Mexicana donde se presenta la relación entre migración masculina y participación de las mujeres en la actividad productiva, pueden mencionarse las siguientes:

  • San Francisco del Rincón, Guanajuato, donde la emigración a Estados Unidos alcanza a más de una décima parte de la población masculina, las mujeres reciben habitualmente los trabajos de maquila domiciliaria de calzado, muebles, tejido y costura de prendas de vestir que les ofrecen los talleres de las ciudades de León, Irapuato, Ciudad Manuel Doblado y la propia San Francisco del Rincón (Arias, 1998).
  • En Calvillo, Aguascalientes, se han intensificado de manera simultánea la migración masculina a Estados Unidos y el trabajo a domicilio de las mujeres (Crummet, 1992).
  • En Puebla, en un estudio realizado en las comunidades de Salitrillo, Petlalcingo y Tepejillo, señala que la escasez de mano de obra masculina a implicado la intensificación de la carga de trabajo para mujeres, niños y ancianos que permanecen en el pueblo (Nava y Marroni, 2003) .
  • Las mujeres productoras y vendedoras de lácteos –quesos- en Campo Hermoso perteneciente al municipio de Maravatío, Michoacán, donde el fenómeno migratorio de los hombres juega un papel importante (Santiago, 2004).
  • García (2004), en una localidad de Trancoso, Zacatecas, encontró que las mujeres cuyos esposos no han regresado a la comunidad y los envíos de remesas son esporádicos o incluso se han suspendido, han empezado a desarrollar actividades que van desde: tejer carpetas para vender, trabajar como domésticas, vender alimentos, así como; cosméticos o productos para el hogar a través de catálogos.

Con la reconversión productiva que ha presenciado la agricultura en los últimos años, se ha transformado en uno de los sectores que ha abierto las puertas para que las mujeres rurales se puedan desempeñar; ocupándose en actividades vinculadas al cultivo de hortalizas, frutales y flores de invernadero, básicamente en actividades de corte, poda, limpia y empaquetado (Lara, 1996).

De acuerdo a Rivera (2005), las nuevas funciones que asume la mujer campesina en la esfera rural, han conducido al llamado fenómeno de la feminización de la agricultura al incursionar como asalariada en los mercados de trabajo, que si bien le permite una mejoría relativa por la obtención de un salario que le posibilita el acceso a mercancías y servicios, también está sometida a una sobreexplotación económica y a un empeoramiento de su situación familiar al asumir las nuevas responsabilidades, además de las domésticas las que implican; educar, alimentar, limpiar, cuidar y proteger a los hijos y/o ancianos; recolectar leña, acarreo de agua, cuidado del ganado, entre otras.

De igual forma, las mujeres buscan emplearse en lugares cercanos a sus comunidades en la economía informal como comerciante ambulante o artesana;  en la maquila, en los campos agrícolas como jornaleras, como trabajadora doméstica e incluso en la industria del sexo comercial; bajo esquemas de inestabilidad laboral, contrataciones carentes de seguridad social, sueldos bajos y desprovistas de sus  derechos laborales -donde se incluyen los reproductivos-, etc., dada la poca calificación que tienen (Szasz, 2000).

Por otro lado, las mujeres en las localidades de los migrantes asumen funciones y responsabilidades que antes correspondían a los hombres, como por ejemplo a internarse en las cuestiones del mercado de insumos y productos, a tener una mayor participación en organizaciones sociales locales, situación que les abre la posibilidad de relacionarse con instituciones públicas contribuyendo de esta forma, en la definición e implementación de políticas y programas de desarrollo rural  en aspectos tales como; la posesión de la tierra, el crédito, los recursos a la asistencia técnica, etcétera, (CEPAL, 1999).

En muchos de estos hogares y sus comunidades, la organización social y económica se encuentra estrechamente vinculadas a los envíos de las remesas que hacen los migrantes, pues ellas, permiten solventar gran parte de la demanda familiar de bienes de consumo, vivienda, servicios sociales y personales y otros gastos necesarios para la manutención del hogar de origen (Canales, 2005).

A pesar de lo anterior; las mujeres rurales enfrentan serias dificultades cuando el dinero que envían los migrantes no llega pronto, con ello, el núcleo familiar afronta serios problemas económicos; obligando a las mujeres a establecer mecanismos de solución bajo diferentes esquemas que van desde; el aumento de las actividades de traspatio y la parcela para la producción de alimentos, frutas y vegetales; que les sirve, tanto para el consumo en el hogar, como para la venta de los productos.

Por último, existen vastas experiencias de aquellos hogares que se ven desamparados por el abandono total de los esposos migrantes, que emprenden nuevas responsabilidad en los lugares a donde se han desplazado y se olvidan de aquella familia que dejaron en sus comunidades esperando su regreso. Con ello, la responsabilidad y el compromiso de proporcionar los medios de vida básicos al núcleo familiar recae por completo en las mujeres, convirtiéndolas inevitablemente en jefas de familia.

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