“POLÍTICAS PÚBLICAS EN SALUD Y SU IMPACTO EN EL SEGURO POPULAR EN CULIACÁN, SINALOA, MÉXICO”

Manuel Ildefonso Ruiz Medina

3.4.2 Teoría de la racionalidad limitada


La aportación de Herbert Simon (1947-1957), enmarcada en su obra Administrative Behavior (Comportamiento Administrativo) representó un intento por averiguar qué resulta fundamental en los seres humanos como tomadores de decisiones, buscaba  una  ciencia  para  la  toma  de  decisiones  humanas  en  las  organizaciones,  enfatiza encontrar mejores soluciones políticas para las políticas públicas por medio precisamente del análisis técnico de las políticas (Goodin y Klingemann 1996:814); introdujo el concepto de la racionalidad limitada por  los decidores públicos (policy makers o fabricantes de política), discutiendo, sin embargo, que la limitación de la racionalidad se podría reducir al mínimo por el conocimiento racional (Parsons, 2007:55-57).

En la mencionada obra, Simon ofreció un marco conceptual diseñado para fomentar el desarrollo de una ciencia de la administración, el trabajo lo inició como tesis doctoral en la Universidad de Chicago,  estudiando  junto  a  Lasswell  y  otros  miembros  en  medio  de  un  clima  intelectual estimulado por Merrian, allí Simon fue influido enormemente por el pragmatismo aunque más tarde se orientó deliberadamente hacia el positivismo y los atractivos de su mayor formalismo.
El marco de Simon para la ciencia de la administración emerge en contraste tanto con la propuesta de Lasswell a favor de las ciencias de las políticas públicas como con la concepción de Lindblom de una ciencia de la estrategia para salir del paso. Criticó en su obra a los refranes de  la  administración  como  un  tipo  de  sabiduría  popular  que  no  se  corresponde  con  los principios  de  una  ciencia  de  la  administración;  diferenció  rigurosamente  la  ciencia  de  la administración del saber común: términos  como creatividad, intuición y juicio no eran sino vagas  etiquetas  que  ocultaban  procesos  cognitivos  para  los  que  la  investigación  buscaba modelos formales o precisos; con el advenimiento durante la posguerra de la gestión, distinguió entre decisiones programadas y no programadas no solo sosteniendo que las primeras tienden a desplazar a las segundas, sino también sugiriendo que la resolución de los problemas es un proceso en el que las decisiones no programadas son alcanzadas por medio de su reducción a una serie de decisiones programadas (Farr et al, 1999:310-311).

Para Simon en la resolución de problemas no hay ningún secreto, sino que se embarca en una revolución  tecnológica y muestra su confianza en un importante avance: estamos adquiriendo progresivamente los recursos tecnológicos para automatizar todas las decisiones que se toman en la gestión, tanto las no programadas como con las programadas; Su objetivo explicito al promover una reforma de los procesos administrativos es defender un control democrático más efectivo sobre la Administración Pública. Simon invoca el ideal de un proceso presupuestario racional, planteando los fines en términos medibles de tal modo que un presupuesto de  gran alcance pueda especificar los niveles adecuados así como las formas de servicio, mientras se toma en consideración el tipo y cantidad de recursos que se precisa para conseguirlos, considera necesaria una tarea de investigación de gran alcance y dificultad si se pretende que la racionalidad posea un papel significativo en el proceso administrativo de toma de  decisiones  y  agrega  que  el  problema  no  puede  resolverse  a  través  del  juicio  o  del descubrimiento basado en la experiencia,  puesto que estos no son habitualmente más que conjeturas absolutas (Farr et al, 1999:311-312).

Aunque Simon reconoce y acentúa claramente el carácter limitado de la racionalidad, el impulso global de su  trabajo consiste en buscar un modo de coordinar la racionalidad limitada de los individuos con la racionalidad  organizativa de un sistema de toma de decisiones de mayor alcance,  ese  proceso  presupuestal  ideal  constituye  un  paso  notable  en  la  trayectoria  de  la Administración Pública que culmina en el surgimiento durante la posguerra de las tecnologías avanzadas de toma de decisiones; en ese periodo insiste Simon en la capacidad para desarrollar procedimientos programados de toma  de   decisiones  que  puedan  reemplazar  a  los  procesos  de  toma  de  decisiones  no programadas, todo esto hacerlo rutinario si no se desea que el sistema político y administrativo se obstruya; reconoce el autor  que queda un margen para el ejercicio del juicio práctico y dada la impredecibilidad de juicio,  sugiere que el control político de la Administración pueda ser salvaguardado a través de una profesión que trasluzca fiabilidad a través de predicibilidad, por lo que propone la formalización y la automatización, de esta forma el planteamiento explicito y categórico de la base de decisiones permite la supervisión y el control político. La naturaleza técnica  de  los  asuntos  públicos  implica  el   fomento  de  un  lenguaje  tecnocrático  y  un distanciamiento de la comprensión común de los debates de políticas públicas, la tendencia no consistiría en imponer control político sobre la Administración,  sino en definir la política a imagen de la Administración (Farr et al, 2001:312-313).

Existen dos modelos que interpretan la formulación de las políticas a partir de la toma de decisiones:  el  modelo  de  la  racionalidad  limitada  de  Simon  y  el  modelo  de  la  decisión incremental de Lindblom; Simon aplica el modelo de la racionalidad limitada en el análisis de políticas ya que siguen un ciclo fijo (formulación-decisión-implementación-evaluación) del que se esperan unos resultados que se correspondan con los objetivos que han dado pie a la aparición de las políticas públicas (Ruiz Viñals, 2004:54).

La racionalidad limitada de Simon es un concepto según el cual ningún individuo puede tener todo el conocimiento de los elementos de conjunto de una situación, ni de todos los resultados de los actos que pueda emprender, ni de todas las opciones posibles, y así sucesivamente, la tarea es reemplazar  la  racionalidad  global   del  comportamiento  humano  con  un  comportamiento maduramente  racional  compatible  con  las  posibilidades  reales  de  acceso  a  la  información existente  y las  capacidades  de  procesamiento  en  las  personas,  las  organizaciones  y en  sus respectivos entornos.

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