Tesis doctorales de Ciencias Sociales

PROBLEMAS AMBIENTALES Y CONFLICTO SOCIAL EN ARGENTINA: MOVIMIENTOS SOCIOAMBIENTALES EN MENDOZA. LA DEFENSA DEL AGUA Y EL RECHAZO A LA MEGAMINERÍA EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI

Lucrecia Soledad Wagner




Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP (486 páginas, 2 Mb) pulsando aquí

 

 

 

2.1.1. ¿Por qué Movimientos Sociales? Discusiones en torno a la Acción Colectiva, los Movimientos Sociales y la Protesta Social

En referencia a los movimientos sociales, la autora brasilera María Da Gloria Gohn afirma: “…Nunca habrá una teoría completamente lista y acabada sobre ellos. Se trata de una característica del propio objeto de estudio. Los movimientos son fluidos, fragmentados, atravesados por otros procesos sociales. Como en una tela de araña ellos tejen redes que se quiebran fácilmente, dada su fragilidad; como las ondas del mar que van y vuelven ellos construyen ciclos en la historia, por momentos delineando fenómenos bien configurados, por momentos saliendo del escenario y permaneciendo en las sombras y penumbras, como niebla fluctuante. Pero siempre presentes…” (Gohn, 1997:343). Adherimos a lo expresado por Gohn, ya que, si bien las diferentes modalidades de acción colectiva han tenido y tienen en la actualidad un lugar importante en los debates en ciencias sociales, no existe una teoría única que permita su abordaje, ni una definición consensuada sobre el término. Por este motivo aquí retomaremos algunas definiciones, con la finalidad de explicar a qué nos referimos con “movimientos sociales” (MS) y en qué aspectos de su análisis deseamos hacer hincapié, pero sin intención de dar una definición inmutable de los mismos, ya que el propio objeto de estudio -los movimientos socioambientales-, está en proceso de autodefinición y formación, es decir, parafraseando a Gohn, está fluyendo, a partir de sus propios errores y aciertos, y de sus autorreflexiones y acciones.

Coincidimos también con lo planteado por Alberto Melucci (1994), en cuanto a la dificultad de teorizar sobre los MS, debido a que ellos son parte de la realidad social en la cual las relaciones sociales aun no están cristalizadas en estructuras, donde la acción es portadora inmediata de la tesitura relacional de la sociedad y de su sentido. Melucci enfatiza que la mayor parte de las veces los MS están cuestionando estas estructuras y proponiendo nuevas formas de organización a la sociedad política.

Comenzaremos por abordar las diferencias entre los conceptos de Acción Colectiva (AC), Movimiento Social (MS) y Protesta Social (PS), para posteriormente fundamentar la decisión de utilizar la denominación MS en nuestro caso de estudio.

Para Norberto Bobbio, Niccola Mateucci y Gianfranco Pasquino, “…comportamientos colectivos y movimientos sociales constituyen intentos fundados en un conjunto de valores compartidos para redefinir las formas de la acción social e influir en sus consecuencias. Comportamientos colectivos y movimientos sociales difieren según el grado y el tipo de cambio que intentan provocar en el sistema y según los valores y el nivel de integración interna...” (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 1991:1015).

Estos autores nos aportan algunas variables a considerar en nuestro análisis: los valores compartidos, grado y tipo de cambio a producir, y nivel de integración interna. En numerosas definiciones se destacan estas características y, como veremos a continuación, los valores –como generadores de identidad- son centrales para las teorías europeas sobre MS, y la organización para las teorías norteamericanas. A su vez, estas perspectivas han entrado en debate y éste ha generado nuevos abordajes, en los que profundizaremos más adelante.

El cambio a producir por las acciones colectivas es un aspecto que ha generado también una frondosa discusión. Es interesante destacar lo mencionado por José Aranda Sánchez, sobre la necesidad de reelaborar el tema del cambio social, ante el predominio del criterio de que únicamente las acciones colectivas que tuvieran como finalidad la transformación social podrían denominarse MS, y ante el “prejuicio progresista” que impide analizar a MS que impulsan cambios no hacia la izquierda, como el neofascista o ciertos populismos transformadores. De ahí que todo un conjunto de acciones no explícitamente revolucionarias que buscaran cambios limitados, o procesos de cambio social de menor alcance, quedan al margen de la definición (Aranda Sánchez, 2002). También puede ocurrir que un MS genere un contra-movimiento. Por ejemplo, movimientos feministas que plantean el derecho al aborto y movimientos que luchan por el derecho a nacer y el “no a al aborto”, de modo tal que se puede entender también como MS a aquellas manifestaciones sociales que plantean la lucha por la preservación del status quo.

La continuidad del movimiento es para muchos autores una característica que establece diferencias entre los MS y otras formas de AC. Entre ellos, cientistas como Riechmann y Fernández Buey, plantean que los episodios colectivos como las corrientes de opinión más o menos laxas y fenómenos como la protesta social espontánea, están mucho menos estructurados que los MS, y no poseen ni su duración ni las estructuras comunicativas bastante elaboradas de estos últimos (Riechmann y Fernández Buey, 1994).

Por su parte, Adrián Scribano (2005) realiza la siguiente diferenciación entre AC, MS y PS: la teoría de la AC es una gran “teoría cobertura”, un “concepto paraguas”, que incluye toda movilización de grupos interactuando en función de un conflicto, aunque no posean recursos ni metas. Siempre que hay una AC es porque se está “en contra de”, movilizándose por algo. En cambio, los MS constituyen formas de acción colectiva que institucionalizan una acción entre metas, recursos e identidad. Finalmente, la PS representa toda manifestación, episodio o evento, con diferentes organizaciones internas, donde se da una red natural de conexión y el conflicto “se pone en la calle” -se liga a la demanda en el proceso institucional-. Podría decirse que se caracteriza por su espontaneidad. De todos modos, existe una discusión teórica acerca de la espontaneidad o militancia. Si bien una protesta puede generar una movilización espontánea, se discute que, para llegar a ese momento en el que se “hace visible” al resto de la sociedad, previamente se fue gestando un proceso que, sin ser evidente, hizo posible que el conflicto desembocara en una protesta social. Es decir, puede haber acción colectiva más allá y previamente a su materialización a simple vista (Scribano, 2005). Federico Schuster también hace referencia al proceso previo a la protesta, ya que, si bien afirma que puede existir el caso en que la acción constituya una auténtica novedad -que no ha surgido de ningún movimiento conocido ni reconoce antecedente alguno en acciones anteriores de sus miembros-, destaca que es muy raro encontrar esta categoría de protesta en su forma pura, ya que siempre hay alguna clase de interacción social antes de una acción de protesta (Schuster, 2005).

Otra diferenciación entre AC y MS es dada por Jorge Cadena Roa, que denomina AC a todas aquellas prácticas en las que es posible identificar con mayor o menor precisión a un cierto sujeto o actor social. Considera que las AC se realizan lejos y a veces sin la intención de influir en el movimiento histórico de la sociedad, si bien esas acciones pueden o no responder a sus tensiones estructurales o inducidas. Agrupa en ellas las diversas formas de resistencia o prácticas de sobrevivencia ante los efectos más destructivos de la crisis: organización de cooperativas de producción, comercialización y consumo, formación de cajas de ahorro, ollas colectivas, rebeliones, saqueos y protestas espontáneas. En general no se dirigen contra un adversario identificado claramente, carecen de interlocutor. Sus características centrales son la desarticulación, la espontaneidad y la rapidez con que se desactivan. Transcribimos a continuación la diferenciación que realiza este autor entre AC y MS que, si bien es algo extensa, merece ser transcripta en su totalidad para dar cuenta de la caracterización que Cadena Roa establece para ambos conceptos: “…una acción social se convierte en movimiento social cuando un cierto actor social consciente de ser diferente a los otros e independiente del Estado y su partido político, se plantea luchar a través de las organizaciones que se han constituido para ese efecto, por la obtención de ciertas demandas mínimas que pueden ir desde el reconocimiento a su organización, la dotación de servicios, etc. En general su interlocutor es el Estado en todos sus niveles, a él se plantean las demandas y de él se espera la solución; no propone acciones destructivas del Estado, sí acaso las reformas necesarias para la mejor atención a sus demandas. En la medida en que las demandas de los movimientos sociales son planteadas al Estado, se desarrollan en el ámbito de la política o del sistema político (…). Los movimientos sociales crean órganos más o menos estables de coordinación y dirección, sus acciones son relativamente concertadas entre los que participan en ellos, se plantean problemas de táctica y estrategia en la lucha por ver satisfechas sus demandas. Tienen una visión más amplia de sus problemas y se plantean la cuestión de la política de alianzas que articule la lucha del pueblo. Sus demandas no son sólo reacción espontánea e irracional a tensiones inducidas, es decir, involucran el plano de la orientación del movimiento histórico de la sociedad por lo que está presente un cierto proyecto alternativo, a veces declarado, otras sólo implícito…” (Cadena Roa, 1991:41-42).

En referencia a uno de los aspectos mencionados por Cadena Roa, la diferencia entre movimientos que intentan destruir al Estado y aquellos que sólo demandan reformas, o entre revolucionarios y reformistas, ha dado lugar a muchos debates sobre la radicalidad de los movimientos y su relación con el Estado.

Las diferencias destacadas por los autores seleccionados, nos permiten deducir que AC es un concepto más amplio que MS. Es decir, es posible identificar un sujeto social, que presenta una mayor espontaneidad, y menores garantías respecto a: su continuidad, su nivel de integración interna, su estructura y organización, la construcción de una identidad, y la planificación de tácticas y estrategias. En palabras de Juan Manuel Ramírez Saíz: “…El término conducta o acción colectiva es excesivamente amplio (...), el concepto únicamente excluye, en un extremo, los comportamientos de agregado y, en el otro, las acciones individuales…” (Ramírez Saíz, 1991:95).

Por su parte, el concepto PS parece estar delimitado a aquellas acciones colectivas caracterizadas por la espontaneidad, la novedad y la falta de organización y continuidad. Sin embargo, es interesante la caracterización de la PS realizada en el libro “Tomar la palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea”. Sus compiladores, Federico Schuster, Francisco Naishtat, Gabriel Nardacchione y Sebastián Pereyra (2005) toman la unidad “acción de protesta” como aquella que muestra un esfuerzo de movilización de recursos único. En este sentido, no importa tanto la duración de la acción, sino la disposición de una movilización continua e ininterrumpida. Federico Schuster -en el artículo que escribió en este libro, bajo el título “Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva”- avanza en la diferenciación entre protesta y MS: “…La noción de protesta social se refiere a los acontecimientos visibles de acción pública contenciosa de un colectivo, orientados al sostenimiento de una demanda (en general con referencia directa o indirecta al Estado)…” (Schuster, 2005:56). En este sentido, la protesta suele reconocerse como la expresión visible de un movimiento. La idea de movimiento, sin embargo, remite a un carácter de continuidad que la protesta no necesariamente tiene. Para Schuster, un MS incluye: identidad colectiva, organización, continuidad en el tiempo y extensión en el espacio. La PS no necesariamente posee todas estas características. “…Una protesta puede perfectamente surgir de la nada, en el sentido de no ser emergente de un movimiento social constituido previo a ella. Y una protesta puede derivar en la nada, en la medida en que no se perpetúe en ningún movimiento que la continúe. Una protesta puede (aunque no requiere) agotarse en sí misma, en su pura existencia como acción instantánea, sin pasado ni futuro…” (Schuster, 2005:48). Para Schuster, en términos absolutos, la protesta desafía a la ciencia social en tanto plantea la potencial ausencia de fundamentación, pero no de explicación. Es interesante en este sentido la diferenciación que realiza Schuster entre ambos conceptos –fundamentación y explicación-, vinculados a la caracterización de la “nada”, que remite a la propiedad de indeterminación: se sabe que algún conjunto de antecedentes debe existir que le dé sentido, pero nunca cuál.

Schuster también realiza una diferencia desde la influencia teórica, ya que las teorías de las protestas, por su parte, tienen su mayor desarrollo en la racionalidad como clave explicativa, es decir, en la Sociología Política norteamericana heredera de la Teoría de Elección Racional y sus críticos –Teoría de Movilización de Recursos (TMR), Teoría de Procesos Políticos-. Por otra parte, las teorías de los MS sitúan el eje del análisis en la noción de identidad, que ha recibido su mayor impulso de los trabajos de la Sociología europea.

A la luz de las discusiones previas, en este trabajo se tomará el concepto de MS para definir a aquellas asambleas, colectivos y grupos de vecinos autoconvocados que han sido objeto de estudio. Estos grupos poseen características mencionadas en la definición de AC, como la identificación de un sujeto o actor social y la existencia de valores compartidos. Sin embargo, su continuidad en el tiempo, sus grados de organización, el desarrollo de tácticas y estrategias de lucha, la conformación de una identidad colectiva, su amplia visión de los problemas y su interacción con el proceso histórico de la sociedad de la cual forman parte, son algunas de las características que les otorgan una especificidad más acorde a las definiciones de MS. Asimismo, la protesta será considerada como parte de sus estrategias de lucha. Es decir, de la clasificación dada por Schuster, se adopta aquella donde los agentes de la protesta actual ya integran (en conjunto) un movimiento: “…Esto es, que asume una identidad previa, una cierta organización, experiencia en la acción colectiva, metas establecidas de modo más o menos claro, etc. ...” (Schuster, 2005:49). Para este autor, la protesta expresa el carácter incompleto de la representación política, manifiesta lo excluido de la representación formal. Es en sí misma una ruptura del orden establecido, fuertemente vinculada a los procesos de configuración subjetiva que tiene una sociedad. Schuster destaca la importancia de la protesta al afirmar que “…No es solamente una manera de hacer visible un movimiento, sino también la creación de una novedad, un quiebre, y una ruptura con la serie de interacciones sociales que teníamos antes de ella...” (Schuster, 2005:51). El autor relaciona estas características con su impacto en el otorgamiento de una identidad específica a los miembros de la protesta.

Más allá de la decisión de utilizar el concepto “Movimiento/s Social/es”, es importante destacar que el mismo ha sido cargado de diversos contenidos según las diferentes perspectivas/teorías que lo han abordado, y su uso ha variado según las épocas y los contextos. Estas variaciones epocales-contextuales y los abordajes teóricos serán desarrollados a continuación, tanto para MS como para “Conflicto”. Abordaremos, previamente a ello, la discusión conceptual existente en torno a “Conflicto Social”.


Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios