Tesis doctorales de Ciencias Sociales

RACIONALIDAD ADMINISTRATIVA Y RACIONALIDAD POLÍTICA EN EL REPOSICIONAMIENTO DE ACTORES GUBERNAMENTALES: EL CASO DE SAN LUIS POTOSÍ 1979-2004

Miguel Ángel Vega Campos




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4.2 Los actores decisores como parte de las élites políticas y el poder económico

Un enfoque para abundar en el fenómeno del RGAD, lo constituye precisamente el estudio de las élites políticas y el poder económico. Señala Corzo (2002:2) que diversos estudios de la década de los sesenta, distinguieron una “movilidad competitiva” y otra “movilidad patrocinada” y cómo esta última adquiriría mayor desarrollo que la primera.

En el primer caso, se hacia referencia a los méritos propios del AD y a cómo con su esfuerzo se constituía en élite política. Facilitarían el proceso de selección su populismo, su conexión con los electores, las necesidades profesionales de su perfil, su disponibilidad, entre otras. En el segundo caso, en la movilidad patrocinada, estaba apoyado por quien ya formaba parte de la élite (Turner, 1966; citado por Corzo, 2002).

En palabras de Corzo (2002) el apoyo familiar juega un importante papel en el proceso de selección de los candidatos, por ejemplo en el PAN de México, el 23 por ciento de los legisladores tienen a tres o más familiares que se dedican a la política. Los partidos políticos y las asociaciones juveniles son las dos organizaciones desde las que se inicia la carrera política de los legisladores latinoamericanos (Alcántara, 2001; citado por Corzo, 2002).

El proceso de circulación de las élites está muy relacionado con la profesionalización de la clase política (Corzo, 2002). En la medida en la que los AD van ocupando cargos de menor a mayor poder, adquieren no sólo experiencia, sino contactos y clientela que utilizarán cuando requieran apoyos para sí o para otro miembro de la misma facción. Por eso, a medida que los AD van extendiendo su carrera en la política, de ámbitos de menor representación a cargos de mayor responsabilidad, su profesionalización se acompaña de una mayor capacidad de decisión.

Los AD incrementan su poder de persuasión, en la medida en que generan clientelas fieles e incondicionales que legitiman sus más variadas actuaciones y para ello requieren fondos económicos que no siempre tienen en el ámbito de las OP (Corzo, 2002). Meisel (1962; citado por Corzo, 2002) describía a la élite de poder como aquel grupo compacto, que tenía complicidad en sus actuaciones y mantenía una estrategia común.

Según la visión de Corzo (2002) el AD vive para la política porque no vive de ella, sino que obtiene beneficios de aquellos que se favorecen con su gestión. Por estos servicios se les retribuye, no desde la política sino desde el poder económico. Profesionalización, experiencia, intercambios y conexiones entre sí, determinan el funcionamiento de las élites políticas (Corzo, 2002).

Corzo comenta que entender los comportamientos políticos como hechos diferenciales entre los AD, limita el acceso a una mayor información sobre estructuras sociales más grandes. Aceptar el comportamiento político como el efecto de los intercambios entre grupos que acceden a los recursos o al poder, ofrece la posibilidad de examinar los vínculos entre OP mayores y también entre sus AD.

Corzo (2002) explica que en el estudio de las élites han proliferado los análisis descriptivos en torno a las cualidades, formación, titulación, y otras, de cada uno de los AD considerados como élite. Pero realizar sólo el análisis de cualidades de cada AD como una unidad no relacionada con el resto, es empobrecer el estudio de las élites, fundamentalmente porque cada una es el resultado del grupo en el que se consolida como tal.

Coleman (Citado por Corzo, 2002) en 1964 explica cómo dentro del grupo, cada sujeto se manifiesta en función de cómo es en ese grupo y que ahí mismo, se reproducen lealtades entre los miembros, de forma que el todo no es la suma de las partes, sino lo que se produce al unirse dichas partes. De la misma forma en que un AD no dispone de los mismos recursos en los que basar los intercambios, si no cuenta con las mismas relaciones.

Numerosos estudios sobre las élites tratan de correlacionar los perfiles de los comportamientos que manifiestan, la estabilidad que conceden al sistema, la predisposición a formar coaliciones, entre otras acciones, sin embargo esto supone el reconocimiento de que los comportamientos de cada AD son similares por su calificación o profesión por ejemplo, o por su edad o género, y la realidad demuestra que no es así. Los mismos perfiles tienen diferente peso en la toma de decisión en función de la posición que ocupan (Corzo, 2002).

4.3 Los actores decisores en el poder legislativo de México

El fenómeno del RGAD no sólo se presenta en el Poder Ejecutivo, también hace acto de presencia en el Poder Legislativo, tal como lo relata Benito Nacif (1997) en su trabajo La rotación de cargos legislativos y la evolución del sistema de partidos en México.

Se menciona lo que ocurre con los AD, dentro del Poder Legislativo de México. Comenta Nacif (1997:115) que uno de los aspectos del entonces dominio del PRI era su habilidad para reproducir su mayoría en la Cámara de Diputados –la cámara baja del Congreso–. La persistencia de este fenómeno durante 23 procesos electorales entre 1929 y 1994, recomendaba que las ventajas del PRI sobre los partidos de oposición tenía un origen gubernamental, se basaban en patrones de comportamiento político que se reproducen en el tiempo, independientemente de la identidad de los individuos y de las circunstancias históricas.

Expone Schlesinger (1991; citado por Nacif, 1997) que los AD políticos responden esencialmente al objetivo de conseguir puestos y a la forma en que anticipan sus carreras. El PRI era una poderosa fuerza centralizadora que fusionaba órganos constitucionalmente diseñados para funcionar separados, como la Cámara de Diputados, el Senado y la Presidencia de la República (Nacif, 1997).

Actualmente, la situación ha cambiado. Para entender el debilitamiento de las fuerzas políticas locales y su eventual sometimiento a la organización nacional del partido (PRI) es necesario ver cómo la no reelección consecutiva alteró las opciones gubernamentales de reposicionamiento y obligó a los políticos a cambiar de estrategias para conseguir la promoción. La rotación sistemática de cargos de AD imposibilitó el desarrollo de carreras “internas” en la Cámara de Diputados, el Senado, las legislaturas locales y los gobiernos municipales (Nacif, 1997).

Con respecto del artículo: La rotación de puestos en el poder legislativo, comenta Nacif (1997) que los pocos AD políticos de oposición exitosos enfrentaban enormes dificultades para continuar sus carreras. Conseguir la promoción a un puesto de elección más alto después de una breve experiencia en la cámara era una meta que rebasaba sus posibilidades. Para ellos, el acceso a cargos de AD en las OP federales o estatales, estaba cerrado a menos que se sumaran al entonces partido oficial (PRI).

Señala Nacif (1997) que la rotación de cargos de AD tuvo un profundo efecto en la política local al suprimir la posibilidad de realizar carreras políticas locales y forzar a los políticos a integrarse a esquemas de promoción de mayor envergadura. La rotación de cuadros le dio a la dirigencia del PRI una enorme capacidad gubernamental para resolver conflictos y medios para recompensar la disciplina.


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