Tesis doctorales de Ciencias Sociales

RACIONALIDAD ADMINISTRATIVA Y RACIONALIDAD POLÍTICA EN EL REPOSICIONAMIENTO DE ACTORES GUBERNAMENTALES: EL CASO DE SAN LUIS POTOSÍ 1979-2004

Miguel Ángel Vega Campos




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CAPÍTULO 2 CONCEPTUALIZACIÓN DEL MODELO Y SUS COMPONENTES PARA EL ESTUDIO DEL REPOSICIONAMIENTO GUBERNAMENTAL

La inclusión de este capítulo tiene como propósito conceptualizar los componentes del esquema o modelo utilizado para guiar la caracterización de los rasgos que el autor considera intervienen en el reposicionamiento gubernamental de los AD en las OP.

Cuando se habla del esquema o modelo (Figura 1), se hace referencia al conjunto de variables y de relaciones que tratan de reproducir una determinada realidad que se pretende conocer (Sáinz, 2002).

Por definición, un modelo es una representación simplificada y esquemática de una determinada realidad, por lo que en su construcción se seleccionará un número necesariamente limitado de variables, suficientemente representativas que, junto con las vinculaciones propuestas, exprese eficazmente la estructura latente del objeto de estudio (Sáinz, 2002).

Entre las variables o términos que se definieron conceptualmente, están los siguientes: reposicionamiento gubernamental de actores decisores (RGAD), racionalidad (de manera específica la racionalidad administrativa [RA] y la racionalidad política [RP]), proceso decisorio, actor decisorio y organización pública.

2.1 Definición conceptual del reposicionamiento gubernamental

La actuación o comportamiento en general que adopta cualquier OP, no es otra cosa que la suma de comportamientos específicos de cada uno de los miembros que la integran. Por tal razón, en el caso de los AD, se estima que en cierto sentido ellos al igual que las OP, para sobrevivir, encuentran una nueva idea o posicionamiento que los impulsa hacia delante (Trout y Rivkin, 1995).

No obstante que el concepto “posicionamiento” se utiliza más en el campo de mercadotecnia, le resultó al autor particularmente útil y aplicable en esta investigación, para aludir al comportamiento organizacional que adoptan los AD, cuando aspiran continuar en su misma posición laboral, o inclusive desean mejorarla aprovechando un cambio en el gabinete administrativo.

En paráfrasis de Trout y Rivkin (1995) se dice que posicionarse consiste simplemente en concentrarse en una idea, o incluso en una palabra, que defina a los AD en las mentes de quienes decidirán con respecto de su futuro laboral, ya sea en la misma o en otra OP. En esta investigación se utiliza el término “reposicionamiento”, porque otra vez con Trout y Rivkin (1995) todo reposicionamiento implica siempre repensar la imagen del AD y todo lo que le atañe. Normalmente, ya no se hacen las cosas como antes.

Nuevamente con elementos de la mercadotecnia, según los resultados obtenidos en un estudio de White, Varadarajan y Dacin (2003) encontraron que los AD cuando eligen una decisión es porque ya evaluaron la situación del mercado para reaccionar de determinada manera, cuestión que se puede comparar con lo que ocurre en el terreno del ámbito organizacional.

Estos autores encontraron que el AD, para interpretar y responder ante una situación del medio ambiente, involucra el estilo de conocimiento, la cultura organizacional y el uso de la información (White, Varadarajan y Dacin, 2003).

En este sentido, manifiesta Hartasánchez (2002) que las OP desarrollan su cultura inventando, descubriendo, pero sobre todo, constituyendo un conjunto de premisas a lo largo del tiempo, premisas que posteriormente ayudan a sus miembros a irse adaptando hacia el exterior y hacia el interior de la organización, a tal grado que se generan mecanismos de acción y de respuesta característicos o previsibles en dicha organización.

Se debe estar dispuesto al cambio para alinearse mejor en la nueva posición. Todo esto es precisamente lo que considera el autor que hacen consciente o inconscientemente los AD como estrategia para lograr continuidad laboral en las OP. Tan es así, que Trout y Rivkin (1995) manifiestan que en la política, todo es percepción, actitud y reposicionamiento. Los AD se vuelven unos genios del reposicionamiento. Y deben serlo, si desean sobrevivir.

De lo anterior se infiere la siguiente definición del RGAD: la permanencia de actores públicos de nivel directivo (identificados en esta investigación como actores decisores [AD]) en el mismo puesto de trabajo o en otro de igual o superior rango jerárquico, en la misma organización pública o en otra del Poder Ejecutivo del Estado de San Luis Potosí, México, no obstante que se haya presentado un cambio de gabinete en la administración pública, independientemente de las razones que lo provocaron.

En esta investigación el RGAD constituye la variable dependiente. Como variables independientes están los conceptos de “racionalidad administrativa” (RA) constituida a su vez por la subvariable denominada “perfil administrativo” (PA) y “racionalidad política” (RP) que la compone a su vez la subvariable identificada como “perfil político” (PP). Estos puntos se desarrollarán con más detalle en los siguientes capítulos de la tesis.

2.2 Conceptualización general del término racionalidad

Para Kant, un ser humano es digno de respeto porque es un agente racional, capaz de guiar sus acciones por principios racionales (Nudler, 1996). La racionalidad consiste en el uso adecuado, teórico, práctico y evaluativo de la razón, en otras palabras, en el uso de la razón para adoptar creencias, tomar decisiones y evaluar hechos correctamente. La razón es la facultad o capacidad para pensar y actuar inteligentemente (Broncano, 1996).

Manifiesta Antaki (2000) que la historia de la racionalidad se hizo de crisis, revoluciones e interrupciones. Su tierra de origen es Grecia. Existen diferentes formas de racionalidad en el mundo, pero la historia de la razón es la historia de la importancia de la palabra, y el paso de la persuasión a la búsqueda de la verdad, utilizando la razón.

En términos de Broncano, la inteligencia es a su vez, la capacidad para encontrar, plantear y resolver problemas. Esta definición de racionalidad recoge por una parte, los aspectos más importantes de la racionalidad –el razonamiento que conduce a la fijación o a la aceptación de creencias, el razonamiento que conduce a la acción y el razonamiento que elige fines y valora hechos– y por otra parte señala el aspecto normativo que trasciende la mera capacidad biológica. Se trata de una virtud que se asienta sobre el ejercicio de una facultad, la inteligencia, pero sólo en la medida en que se usa adecuadamente (Broncano, 1996).

Por su parte, expresa Ramírez (2000) que una acción racionalmente comprensible se vincula a su conexión de sentido, es decir que sea captable intelectualmente de un modo unívoco. Además, el término racional puede significar planificación metódica, de ahí que distinga entre racionalidad formal y material; en la primera se ponderan los medios, fines y consecuencias, mientras que en la segunda se sopesa la influencia de los valores.

Según Weber (1983; citado por Ramírez, 2000) el actuar racional significa la conexión entre los medios, que implica ciertas condiciones para su elaboración. Por lo que se establece la acción racional con arreglo a fines, como aquella acción que sopesa racionalmente los medios con los fines y éstos con las consecuencias o los diferentes objetivos entre sí.

Mientras que la acción racional con arreglo a valores se define como la acción acorde con mandatos o exigencias que la creencia en el valor o convicción valorativa determina (Weber, 1983; citado por Ramírez, 2000).

Por otra parte, racional, racionalidad y saber se relacionan e implican una estructura proporcional (Haberlas, citado por Ramírez, 2000). Los AD racionales son los que disponen del saber, saber que puede criticarse por no fiable, sin embargo la racionalidad y el saber dependen de la demostración de su fiabilidad o de su pretensión de validez y se fundamentan a partir de la verdad del enunciado o de la eficacia de las reglas de acción (Haberlas, citado por Ramírez, 2000).

Entonces, continúa la misma autora, la racionalidad encarna un saber infalible, que siempre estará en relación con el mundo objetivo, con los hechos, y accesible a un juicio de pretensión transubjetiva de validez. Por lo tanto, toda racionalidad es inmanente a la práctica comunicativa que se amplía con la argumentación.

En tal sentido, la racionalidad se entendería, en una primera determinación, como una disposición de los AD hacia el lenguaje y la acción, que se manifiesta en un comportamiento con buenas razones, accesibles a un enjuiciamiento objetivo. Las argumentaciones posibilitan el comportamiento racional y el aprendizaje de los errores una vez que se identifican (Ramírez, 2000).

La racionalidad teórica no es un fin sino un medio. En particular, es un medio para alcanzar la verdad y/o hacer uso (bueno o malo) de ella. A su vez, la verdad un bien intrínseco y una herramienta para la acción: normalmente queremos saber la verdad porque somos naturalmente curiosos, y la necesitamos para dirigir racionalmente nuestra conducta (Bunge, 1988).

Según Bunge (1988:14) la palabra “racionalidad” designa por lo menos siete conceptos diferentes:

1. Conceptual: minimizar la borrosidad (vaguedad o imprecisión).

2. Lógica: bregar por la coherencia (evitar la contradicción).

3. Metodológica: cuestionar (dudar y criticar) y justificar (exigir demostración o datos, favorables o desfavorables).

4. Gnoseológica: valorar el apoyo empírico y evitar conjeturas incompatibles con el grueso del conocimiento científico y tecnológico.

5. Ontológica: adoptar una concepción del mundo coherente y compatible con el grueso de la ciencia y de la tecnología del día.

6. Evaluativo: bregar por metas que, además de alcanzables, valga la pena alcanzar.

7. Práctica: adoptar medios que ayuden a alcanzar las metas propuestas.

El hombre es un animal racional. Esto quiere decir que su facultad de razonar ayuda a explicar una gran parte de su conducta, a partir de sus propósitos, deseos y creencias (Margáin, 1978), tal es el caso del reposicionamiento gubernamental de los AD. La racionalidad nos dota del poder (potencial) para investigar y descubrir cualquier cosa, permite controlar y dirigir nuestra conducta a través de razones y la utilización de principios. Los criterios de racionalidad son un medio por el que superamos o moderamos nuestros propios deseos, esperanzas y sesgos particulares (Nozick; 1995).

Para Nozick la racionalidad consiste en el logro efectivo y eficiente de objetivos, fines y deseos. Porque si son procedimientos racionales los que fiablemente logran objetivos definidos, una acción es racional cuando tal procedimiento la produce y un AD es racional cuando emplea adecuadamente procedimientos racionales.


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