Tesis doctorales de Ciencias Sociales

LA COMPETITIVIDAD DEL SISTEMA AGROALIMENTARIO LOCALIZADO PRODUCTOR DE QUESOS TRADICIONALES

Enrique Espinosa Ayala





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1. INTRODUCCIÓN

En los últimos 20 años se han presentado cambios drásticos en los sistemas productivos de la mayoría de los países, los cuales han pasando de un esquema proteccionista con un Estado rector, hacia un esquema de libre mercado, dándose así lo que se conoce como globalización de los mercados (Coronado, 2001).

Coronado (2001) analiza la globalización en dos vertientes, una denominada globalismo que consiste únicamente en la reducción y aproximación tendenciosa del liberalismo económico; y la otra globalidad, definida como el incremento de las relaciones internacionales en un sentido amplio que corresponde a múltiples aspectos de la vida social, económica, política, cultural y ecológica, cuya intensidad y diversidad son apreciadas y reconocidas por grandes sectores del mundo. Al considerar el enfoque de globalismo los efectos más importantes en los diversos países han sido cambios en los negocios, en los mercados, en el comercio nacional e internacional, así como las finanzas y actitudes. Por otro lado también se han presentado cambios en las tendencias y eventos económicos, políticos, sociales, culturales y tecnológicos, los cuales han producido impactos en los países, instituciones, empresas, familias e individuos (Guerra, 2000).

Todos estos cambios son consecuencia del establecimiento de las políticas de corte neoliberal, cabe mencionar que la mayor parte de los países occidentales han aplicado este modelo económico, caracterizado por la disminución del gasto del Estado, privatización de empresas paraestatales, disminución de seguridad social, desregulación y liberalización del mercado, reconfiguración del sistema de subsidios y crédito, mantenimiento de inflaciones bajas y eliminación de precios de garantía (González, 2001).

El objetivo primordial del modelo neoliberal fue incrementar la productividad de los países (FMI, 1997), para lograrlo, se estimuló el comercio internacional a través de la desregularización y liberalización de los mercados, donde el mercado es quien fija y toma precios en función a la oferta y demanda de los bienes y servicios (Coronado, 2001; Ramonet, 1996). Se observó un incremento en el comercio internacional de bienes y servicios, por tal motivo a escala internacional se ofertaron productos a precios inferiores a los locales, además de la oferta de productos nuevos, por otro lado en el efecto negativo destaca que no todos los países presentan las mismas condiciones para competir, o bien existen marcadas inequidades productivas y sociales que llevan a una mala distribución del ingreso e incremento de la pobreza, situación que se acentúa en los países en desarrollo (Lipton, 2006; Coronado, 2001).

El proceso de globalización e implantación de políticas neoliberales ha afectado a la mayoría de los sectores productivos y la agricultura no esta fuera de estas tendencias mundiales. El evento en el cual se incluyó fue la Ronda Uruguay del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) que inició en 1986 (Relleno y Trápaga, 2001), cuando se estableció que los productos agrícolas podrían comercializarse entre los países miembros empleando un sistema de cuotas y aranceles, las cuotas incrementarían cada año y los aranceles disminuirían paulatinamente hasta llegar a una liberalización total, la desgravación se llevaría en un periodo de 10 a 15 años, el GATT justificó la desgravación paulatina con la teoría de las ventajas comparativas, destacando que cada país presenta ventajas en algún sector lo cual le permitiría participar en los mercados internacionales (Relleno y Trápaga, 2001).

Cabe mencionar que el modelo propuesto por el GATT de ventajas comparativas no ha funcionado completamente, existe países como Estados Unidos de América (EUA) y la Unión Europea (UE) que crean ventajas para el comercio internacional con la aplicación de subsidios a la producción y a la exportación, tales esquemas de subsidios distorsionan los precios internacionales y perjudican a países que no cuentan con recursos suficientes para subsidiar la producción primaria (Alcazas y Alcazas, 2001).

Años después en las negociaciones de la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercios (OMC) antes GATT, se estableció que los países deben disminuir los subsidios a la producción agrícola y eliminar los subsidios a la exportación, lo cual no ha sucedido, por tal motivo los países en desarrollo deben seguir enfrentando una competencia no con las ventajas comparativas sino con los recursos económicos de los países ricos, tal situación acentúa las inequidades y tiene un efecto negativo en los sistemas productivos de los países con menos recursos.

Ante esto, los sistemas agrícolas de los países en vías de desarrollo han tenido que evolucionar para sobrevivir a la globalización, una estrategia para enfrentar los retos globales es que la agricultura no sólo sea el sector productor de bienes primarios sin valor agregado, sino se convierta en un sector que provea bienes agroalimentarios con mayor generación de valor (Boucher y Requier-Desjardins, 2005a).

El sector agroalimentario está integrado por unidades de producción primaria, agroindustrias transformadoras, transporte y comercialización (Piña y Sánchez, 2004), todos los actores que forman al sector se integran en cadenas agroalimentarias que se establecen dentro de territorios específicos (Acosta, 2006). El elemento central de las cadenas agroalimentarias es la agroindustria rural (AIR), la cual integra la producción de materias primas con la transformación y comercialización (Boucher y Requier-Desjardins, 2005a). Acosta (2006) establece que las cadenas agroalimentarias contribuyen a mejorar la distribución del ingreso en áreas rurales, facilita la inserción al mercado, reduce los costos de transacción, aumenta el intercambio de información, mejora la transferencia de tecnología y facilita la adopción de tecnología, aumentando así los niveles de competitividad de actores y eslabones de la cadena.

Las cadenas agroalimentarias se concentran en espacios donde se articulan el territorio – actores - sistema de innovación - relaciones campo ciudad (Salas-Casasola et al., 2006), las articulaciones forman a los Sistemas Agroalimentarios Localizados (SIAL), y se definen como organizaciones de producción y servicios asociados por sus características y funcionamiento a un territorio, que en un espacio construido histórica y socialmente en el cual la eficacia de las actividades económicas están fuertemente condicionadas por los vínculos de proximidad y pertenencia (Boucher y Requier-Desjardins, 2005b). El medio, los productos, las personas, sus instituciones, su saber-hacer, sus comportamientos alimentarios, sus redes de relaciones, se combinan para producir una forma de organización agroalimentaria en una escala espacial dada (Sandoval, 2002).

En ese tenor los SIAL cuyo elemento central son las AIR y las cadenas agroalimentarias, favorecen la presencia de ventajas competitivas, incrementándose la participación en los mercados alimentarios (Macias, 2000), además cada eslabón se ve beneficiado y puede ser una forma de disminuir la pobreza en el medio rural tal como lo establece Lipton (2006). En ese sentido, los elementos que integran al SIAL potencializan la producción y comercialización de los bienes agroalimentarios, favoreciendo así la competitividad de cada actor y por consecuencia la del sistema, todo en un entorno de competencia local y global.

Hablar de competitividad es complejo, existen diversos debates para definirla, para el trabajo se tomó el concepto desarrollado por Porter (1991 y 1998), que la define como la capacidad de mantener y ampliar la participación de las empresas en los mercados locales e internacionales de una manera lucrativa que permita su crecimiento, Cordero et al. (2003) agrega que se presenta en diferentes niveles: entre países, regiones, sectores, cadenas productivas, industrias del ramo y empresas, siendo un elemento importante el territorio como unidad espacial con un tejido social propio, asentado en una base de recursos naturales particulares, con ciertas formas de producción, consumo e intercambio, y regido por instituciones y características de organización particulares

El territorio establece las condiciones para que se presenten las ventajas comparativas como abundante dotación de factores básicos de producción (tierra, mano de obra y capital), además de factores especializados (educación, tecnología e infraestructura), que pueden convertirse en ventajas competitivas cuando son aprovechados para obtener el máximo beneficio (Cillóniz et al., 2003; Silva, 2005).

Diversos autores (Cillóniz et al., 2003; Silva, 2005; Mañallch, 2004; Cordero et al., 2003) coinciden en que la competitividad no sólo es la presencia de ventajas comparativas y competitivas sino es un proceso complejo el cual se debe de analizar en cuatros niveles, estableciendo así las siguientes esferas económicas.

Metaeconómica: la capacidad de una nación para ser integrada, además de todas las destrezas para conducir y comprender los patrones socioculturales, valores, organización política, jurídica y económica, en síntesis es la capacidad estratégica y política.

Macroeconómica: son políticas propuestas por gobiernos, parlamentos y banco central que aseguran la estabilidad y la certeza, se da a través de control de inflación en niveles bajos, de políticas fiscales que estimulen la inversión, política monetaria y cambiaria que favorezca las condiciones del comercio internacional.

Mesoeconómica: formación de un entorno capaz de fomentar, complementar y multiplicar los esfuerzos de las empresas, los elementos más importantes son las distancias, infraestructura, tecnología, educación y los recursos naturales; se da a través de la promoción económica, comercio regional, información comercial, estructura industrial y políticas apuntadas al fortalecimiento de la competitividad de algunos sectores.

Microeconómica: ve lo relacionado a las empresas, intervienen factores como: precios, costos, utilidades, eficiencia, calidad, rapidez de reacción, articulación en redes de colaboración mutua y competencia entre las empresas.

Los aspectos citados por los autores coinciden en los atributos de disponibilidad y calidad de los factores, condiciones de la demanda interna, sectores de apoyo y relacionados y estrategia empresarial, organizacional y competencia; Cordero y colaboradores (2003) incluyen además el entorno como elemento a considerar debido a que éste incluye los aspectos del territorio.

Por otro lado, la competitividad no sólo consiste en participar e incrementar la participación en los mercados, sino debe considerar la generación de valor a lo largo de la cadena, en ese tenor, Herrera (2000) desarrolló el concepto de competitividad con equidad en cadenas agroalimentarias en el cual establece que una cadena agroalimentaria es competitiva si genera valor y se distribuye equitativamente entre los actores que forman la cadena. Ese es un elemento que favorece a todo el SIAL y genera un sistema donde todos ganan, Requier-Desjardins (2006), establecen que uno de los objetivos primordiales de los SIAL es favorecer un esquema “win-win” (ganar-ganar) entre los actores del sistema, tal situación asegura que se fortalezca e incremente su competitividad, además de ser un modelo de desarrollo regional justo.

Considerando los elementos anteriores, para el trabajo se utilizó el enfoque de los SIAL y de competitividad sistémica con equidad, se tomaron como elementos de análisis a la AIR y sus articulaciones (cadena agroalimentarias), el entorno en el cual se lleva a cabo la producción (territorio) y los factores macroeconómicos que afectan de manera indirecta. La competitividad se definió como la capacidad que tiene el SIAL de mantenerse y ampliar su participación en mercados específicos y generando valor, el cual se distribuye entre los actores del sistema.

El enfoque de SIAL se ha empleado para analizar diversas actividades agropecuarias en Latinoamérica siendo la producción de lácteos una de ellas (Boucher, 2002), lo que la hace una herramienta adecuada para su uso en el análisis de la agroindustria rural en México y de manera particular en la de quesos.

La producción nacional de quesos es una de las actividades más importantes en el ramo de alimentos, la cadena leche queso ocupó para el 2007 el tercer lugar dentro de la industria alimenticia, la actividad industrializó el 15% de la leche producida en el país, gracias a esto la producción quesera ha mostrado un incremento significativo en los últimos 15 años que representó una tasa anual de crecimiento de 2.89% de 1997 al 2008 (SIAP, 2008). La producción de quesos en México se lleva a cabo de manera heterogénea, intervienen grandes empresas tanto de capital nacional como transnacional (Espinosa et al., 2006), además de un número no determinado de pequeñas agroindustrias de tipo tradicional las cuales transforman hasta un 47% del total producido (Cervantes et al., 2008).

A pesar de que la actividad muestra un incremento productivo, los sistemas de producción de quesos se ven afectados por los aspectos globales de la economía, siendo el factor más impactante la apertura comercial, de manera particular el TLCAN. El tratado incluyó en los acuerdos leche fluida, lactosuero, leche descremada en polvo (LDP), quesos, caseína, grasa butírica entre otros, estos elementos afectan directamente a las cadenas de lácteos mexicanos debido a que son productos baratos y algunos se utilizan en la fabricación de quesos análogos.

Una estrategia de los queseros para disminuir los costos y competir contra las importaciones de quesos baratos es la disminución del precio pagado al productor de leche, la utilización de extensores para incrementar el rendimiento y disminuir el costo; o bien ideando estrategias más avanzadas donde los procesadores y los productores primarios obtengan beneficios. Una estrategia puede ser la integración horizontal y vertical, con la finalidad de obtener beneficios en la compra de los insumos y sobre todo en la comercialización para diversificar los mercados.

Analizar la producción de quesos bajo el enfoque de los SIAL permitirá determinar cuales son los elementos que favorecen o perjudican la producción, además de establecer estrategias futuras para fortalecer las ventajas y disminuir las desventajas de todos los actores que lo integran.

El trabajo pretende determinar si el SIAL productor de quesos tradicionales es competitivo, si genera valor y si este valor se distribuye de manera equitativa entre los actores que integran el sistema. Se tomó como caso de estudio la producción tradicional de quesos de la zona noroeste del Estado de México, que se caracteriza por la concentración de unidades de producción de leche en pequeña escala, recolectores de leche, queserías de tipo tradicional y comercializadores de quesos, quienes venden los productos en mercados específicos en ciudades cercanas.


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