Tesis doctorales de Economía


LOS FACTORES DE LA ALTERNANCIA EN TLAXCALA. 1991-2001

Angélica Cazarín Martínez



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I.2 Alternancia

La alternancia es un concepto de matemática binaria, los que remite a la concepción dual del universo (Martínez:2002) y en efecto alter es el segundo en un sistema contable que sólo llega al dos, los griegos gramaticalizaron el número dual antes que el plural. Los ojos, las manos, los pies... todo aquello que por naturaleza es dual, llevaba este número gramatical, por lo que se planteaban desde entonces que las cosas más importantes están construidas sobre la dualidad lo que permitía tanto la simultaneidad, como la alternancia. Hoy nos hemos quedado sólo con el plural, y así que a partir de dos decimos que son muchos" (Sirvent: 2002).

Seguramente el sentido primordial del pronombre y adjetivo alter es el de negación de la unidad y afirmación de aquello que la sustituye: el otro, lo otro. De todos modos, la derivación orienta bastante sobre el alcance del concepto. Tenemos en primer lugar la alteración. ¿Qué otra cosa es alterar que optar por el otro o por lo otro? De ahí tenemos también la alternancia y la alternativa. La primera sostiene el principio del cambio por el cambio. Del mismo modo que se alternan los pies en el sostenimiento del cuerpo al andar, así la alternancia también es necesaria en muchas cosas, y entre ellas en el poder político. Los romanos la llamaron alternatio. El verbo alternare además de alternar, alternarse, hacer algo alternativamente, significa también dudar. Alterar, altercado, adulterio, adulterar, proceden también de alter, el otro, esa es la esencia de todos estos términos: el cambio, al otro o a lo otro, pero desordenado.

Los romanos estaban tan convencidos del valor de la alternancia en el poder, que instituyeron como máxima magistratura el consulado: eran dos que estaban continuamente alternándose a pesar de que su mandato duraba tan sólo un año. Cuando uno estaba fuera de Roma se turnaban por días en el mando del ejército, si los dos estaban en Roma, se turnaban cada dos meses en el ejercicio del poder. Las decisiones del que ejercía el poder podían ser apeladas ante el que no lo ejercía, porque a pesar de todo seguían constituyendo una magistratura única.

El concepto de alternancia no equivale a una democracia plena es apenas un elemento más para confluir hacia un sistema democrático ideal tal como lo señala Sartori (1997). Se considera a la alternancia como un hecho político en que ninguna persona o grupo político, tiene el monopolio del poder en forma permanente sino que por el contrario, es ostentado por diferentes personas y grupos con distintas ideologías, programas o intereses que se suceden en diferentes periodos” (Martínéz Silva:2002).

La alternancia política al menos hipotéticamente, se da en sistemas democráticos representativos con multiplicidad de partidos ya sean de tipo bipartidista o multipartidario, en donde éstos se encuentren en un plano de igualdad, con un régimen electoral que efectivamente hace posible la rotación de los partidos políticos en el poder y donde las elecciones son periódicas, libres de fraude y coacción (Gros Espiell: 2000). La alternancia se limita cuando existe la posibilidad de reelección, pero aun en este caso se restringe el número de veces en que una persona puede ser reelecta para el mismo puesto. Es por ello, que la alternancia requiere de la existencia de un régimen democrático que permita la competencia real y equitativa de los partidos políticos, así como la expresión periódica de la voluntad ciudadana, mediante un sistema electoral eficaz, objetivo e imparcial.

La alternancia es sólo uno de muchos elementos que confluyen para la consolidación de la democracia. La construcción de la democracia en muchos países ha sido un proceso continuo de cambios, y experiencias donde los procesos electorales han tenido un papel fundamental. Si bien no podemos olvidar que las elecciones se dan bajo un marco de reglas constitucionales, éstas pueden ser origen de tensiones y conflictos para la obtención del poder político.

Si bien la mera sustitución de personas o partidos (aunque haya sido producto de elecciones libres), no constituyen una garantía de verdadera democracia, para que exista alternancia debe existir como precondición, un sistema electoral competitivo con multiplicidad de opciones.

Los espacios electorales con alternancia son aquellos en donde los diferentes partidos que compiten por los puestos de elección popular tienen parecidas o muy parecidas, posibilidades de ganarlos; en estos lugares la oposición ha sido capaz de instaurar una lógica de reproducción interna que posibilita la obtención, reconocimiento y ejercicio de los puestos de elección popular en momentos más o menos continuos de tiempo. Son espacios de poder que se abren a la oposición donde esta ha sido capaz de mantenerse a través de distintas elecciones no necesariamente de manera sucesiva (Carrillo:1994).

La alternancia de partido no significa por sí misma transición democrática; la transición es un proceso mucho más amplio que implica cambios estructurales en la vida política de un país, el debate mayor sobre la transición, tiene sus raíces en los procesos políticos de América Latina y del mundo entero. Las estructuras autoritarias de diverso signo y contenido han ido cediendo frente al empuje del voto como herramienta hasta hoy legítima para constituir gobiernos democráticos, sin embargo, no podemos desvalorizar la creciente participación social a través de movimientos sociales con diversos objetivos.

La tesis centra su análisis sobre la base del reclamo democrático como vía legítima que conduce a una alta valorización de la alternancia de partidos en el gobierno en la medida en que los actores acepten las nuevas reglas del juego que han de conducir a una nueva conformación institucional del Estado.

Si bien los procesos de democratización política presentan cierto grado de certidumbre (legalidad), la liberalización del sistema genera al mismo tiempo incertidumbre que caracteriza a las experiencias estatales de alternancia política, porque el reconocimiento y triunfo de los partidos de oposición no ha sido suficiente, la liberalización no ha logrado aún desarticular el centralismo y autoritarismo que caracteriza a algunos sistemas de gobierno, son estos vacíos los que ha ocupado la sociedad civil dando origen a los movimientos sociales, si bien la construcción de ciudadanía tiene una base importante y hasta hoy legítima en los procesos políticos, existe otro universo en el que las expresiones y manifestaciones ciudadanas encuentran causes que permiten su inclusión y consideración en la toma de decisiones. En el contexto actual y ante una sociedad que se ha vuelto cada vez más compleja, la incapacidad gubernamental de responder a las demandas de los actores tradicionales (élite económica, burocracia, sindicatos y partidos políticos) y el surgimiento de nuevos actores (organizaciones no gubernamentales), ha generado serias crisis de gobernabilidad.

Es en este escenario, donde el Estado como institución pretende generar una oferta que norme las reglas del juego, tanto del ciudadano como de sus formas de participación. Es por ello que las elecciones son apenas un escalón en este esfuerzo de incluir y adaptar las demandas sociales, si la población vota por una u otra opción política, lo hace buscando un mayor grado de compromiso en relación con sus actividades cotidianas y sus demandas, aunque dicho tema podría ser motivo de otra investigación.

Considerando lo anterior, pero centrando el análisis en los procesos políticos hasta hoy reconocidos como legítimos (elecciones), uno de los elementos principales para arribar a la transición democrática es la alternancia de partidos políticos en el poder, aunque ello no sea muestra efectiva de una democracia plenamente madura. La dinámica del cambio político ha sido un proceso gradual, donde el escenario local se ha convertido en el espacio por excelencia para lograr la democratización de la vida política (Santiago: 2002).

Existe una visión más pesimista que considera que el proceso de alternancia ni siquiera apunta hacia la transición es decir, se considera como a la alternancia política como un proceso inútil en la medida en que no se avanza en la construcción de un régimen democrático pleno, sino que se queda en el simple cambio de partido, en otras palabras, una alternancia que sin proyecto democrático reproduce los viejos sistemas autoritarios (Espinoza Valle: 2000).

Hay al mismo tiempo una tercera visión de los procesos de apertura política y alternancia, postura que ante los acontecimientos políticos recientes en nuestro país parece fuera de contexto, pero que plantea que los cambios visibles en la esfera política en los últimos diez años, no han alterado la esencia del sistema autoritario y que si bien se ha dado un proceso de apertura en la que destacan los procesos electorales locales, esto no ha significado que nos encontremos en dirección de una transición a la democracia). Según la postura de Loaeza (1993) la liberalización del sistema ha sido dictada con el objetivo de la preservar un régimen, más que por una mera meta de democratización. Se piensa que la alternancia ha venido a fortalecer sólo a los partidos políticos, provocando que las decisiones y el impulso de políticas públicas se den por acuerdos entre cúpulas, sólo entre los gobernantes y los dirigentes de los mismos partidos, sin embargo, la sociedad civil se ha convertido en una referencia importante para sus discursos. La alternancia como vía para la transición democrática, es uno de los muchos aspectos que se tienen que plantear para la construcción de nuevos espacios, nuevas reglas y mecanismos que garanticen verdaderamente la terminación del régimen político autoritario, y el paso a un régimen más democrático (Loaeza:1993).

La alternancia de partido como ya se ha mencionado reiteradamente en este texto, no significa por sí misma transición democrática. Se tiene que pensar en una estrategia que tome en cuenta las diferencias que existen con respeto a la diversidad y la autonomía de los países y los sistemas. Es claro que no puede darse un proceso unívoco y uniforme de la alternancia a la transición, sino que se tendrá que caminar hacia la construcción democrática en campos diversos y complementarios. Para ello la lucha desde los gobiernos locales se vuelve fundamental.


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