Tesis doctorales de Economía

 

APROXIMACIÓN A LA INCIDENCIA DE LA INDUSTRIA VINÍCOLA
EN EL DESARROLLO ECONÓMICO DEL VALLE DE GUADALUPE (MÉXICO) Y LA MANCHUELA (ESPAÑA)

 

Leandro Sánchez Zepeda

 

 

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III.2. Origen y conformación de la industria vitivinícola en México

III.2.1. Introducción

Con la dominación española de México se introdujo la vitis vinífera en gran parte del continente americano pues aunque existían uvas silvestres (vitis rupestris o labrusca) éstas no eran aptas para la producción de vino. México fue la primera zona de América donde se plantan cepas procedentes de España. Entre las distintas pruebas que lo demuestran sobresale el edicto emitido por Hernán Cortés en marzo de 1524, apenas tres años después de la conquista de la Gran Tenochtitlán (hoy ciudad de México), donde establece que todo individuo de origen español que dispusiera de una encomienda o repartimiento debería en un plazo de cinco años, plantar mil vides por cada cien indígenas a su servicio . Más adelante, en 1531, el rey Carlos I emite un Real Decreto ordenando que todos los navíos con destino a la Nueva España, llevaran en sus bodegas viñas y olivos para ser plantados.

Mapa III.3. Provincias vitivinícolas mexicanas

Fuente: Asociación Nacional de Vitivinicultores de México.

Tales ordenanzas provocaron que en los alrededores de ciudad de México y en varias provincias septentrionales floreciera la vitivinicultura. El testimonio escrito por Fray Toribio de Benavente en 1536 constata la plantación del primer viñedo con cepas vitis vinífera en Puebla. La primera bodega fue creada en 1539 por Francisco de Urdiñola en Parras Coahuila . Poco después en Puebla, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Baja California se crearon nuevas bodegas (Mapa III.3.). Alrededor del 1554 la producción de vino en México se había desarrollado con celeridad, de tal suerte que el consumo de vino era satisfecho ya en su mayor parte con vino mexicano, lo que provocó una sensible caída en la demanda de vino procedente de España. Esta competencia originó un notorio descontento entre los comerciantes de Cádiz al ver disminuido su negocio. Por ello, con el propósito de mantener el monopolio del vino español en los territorios americanos, Felipe II decretó en 1595 la Ley XVIII, título XVII de la recopilación de las Indias, que establecía la total prohibición de plantar nuevos viñedos o replantar los existentes en todas las colonias americanas. Dicha ley significó un daño irreversible para la viticultura en México, pues los Virreyes de Nueva España acataron dicho ordenamiento durante los siglos XVII y XVIII. La producción de vino mexicano desapareció casi en su totalidad. Quedó como una actividad marginal y, en consecuencia, la cultura del vino no arraigo entre la población.

La lejanía geográfica de Baja California respecto al centro del país y, en particular, a la ciudad de México, permitió el arraigo y la expansión de la viticultura, de la mano de los frailes jesuitas, dominicos y franciscanos . La íntima relación entre cultura, religión y vino se repite de nuevo en la historia. Para que los frailes cumplieran con la celebración de sus oficios religiosos fue necesario introducir el cultivo de la vid. En su peregrinar de Sur a Norte por la península, los frailes jesuitas (1697-1767) fueron los primeros en plantar viñas y elaborar vino en la región. En concreto, se atribuye al fraile Juan de Ugarte en la Misión de San José de Comondú la producción de 48 tinajas vino al año en 1714 . Con la fundación de la Misión de Santo Tomás de Aquino por el fraile dominico José Loriente en 1791, el cultivo de la vid llega al actual municipio de Ensenada. En similares circunstancias, el fraile dominico Félix Caballero funda la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte en 1834 y, así, llegan al Valle de Guadalupe las primeras viñas.

Entre 1769 y 1773 los frailes franciscanos en su ruta al Norte de la península (Alta California) llevan el cultivo de la vid hasta la actual ciudad de San Francisco en California (Estados Unidos) . Con todo, el hecho que marca el comienzo de la industrialización de la vitivinicultura en la Baja California es la venta de los viñedos del rancho “Los Dolores”, a Francisco Andonaegui y Miguel Ormat de origen italiano y vasco respectivamente, quienes en 1888 fundan en la ciudad de Ensenada la primera vinícola: Bodegas Santo Tomás .

A partir de la década de 1920 la economía de Baja California y, en particular, su producción vínica, se ve influida por una creciente demanda de bebidas alcohólicas por el aumento del turismo y de los pedidos de caldos derivados de la prohibición de fabricar y vender bebidas alcohólicas en Estados Unidos . La condición transfronteriza de Baja California con dicho país fue clave. Hubo un aumento generalizado de la demanda de bebidas alcohólicas que propició el auge de la producción vínica en la comarca. Bodegas Santo Tomás se convierte en la primera gran empresa vinícola de Baja California, a la vez que surgen nuevas bodegas en las ciudades de Ensenada, Tijuana y Tecate. Otras ya existentes aumentan su capacidad instalada de producción . Otro hecho sobresaliente en la configuración de la industria vinícola de Baja California es la llegada de Ángel Cetto, originario de Italia y con amplia experiencia en la producción de vinos. Adquirió una finca en el extremo noroeste del Valle de Guadalupe, la puso en producción y fundó, en 1937, Bodegas Cetto. Su actividad supuso un fuerte impulso al dinamismo empresarial vitivinícola de la zona, así como un gran salto cualitativo en sus procesos de elaboración. Los habitantes del Valle de Guadalupe dedicados principalmente al cultivo de la vid desde 1906, se convirtieron en los abastecedores de uva de las bodegas Santo Tomás y Cetto . El auge de la industria vitivinícola cesó al derogarse en 1933 la “Ley seca”. El turismo estadounidense cayó sustancialmente y, por ende, disminuyó la demanda de vino, provocando con el paso de los años el cierre de varias bodegas (Mapa III.4.). Hubo algunas que lograron adaptarse a los cambios, entre ellas las más representativas de la industria vitivinícola de Baja California: Bodega Santo Tomás y Bodega Cetto. Ambas abrieron una nueva etapa para la vitivinicultura regional al reorientar su producción hacia el consumidor nacional .

Tal como señala Hugo D’Acosta en la década de 1930, surge el concepto moderno de empresa vitivinícola y se establecen redes comerciales en otras regiones mexicanas fuera de Baja California. La producción vínica ya no se orienta a la demanda turística sino al mercado nacional. Al mismo tiempo se mejoran las prácticas vitícolas y enológicas y se incorpora tecnología moderna para producir mejores caldos. A finales de la década de 1960 hay un repunte en la demanda mexicana de vino derivado del aumento de la renta de la población. Ello implicó la reactivación de la vitivinicultura en Baja California, y en otros Estados con tradición vínica como Aguascalientes, Coahuila, Querétaro y Zacatecas. La producción y variedad de vinos crece y, consecuentemente, también la gama de vinos ofertados (tintos, blancos, rosados y generosos). Dicha reactivación se detiene a partir de 1980 por los efectos de la crisis económica y financiera del país. La gran mayoría de las bodegas quiebran o modifican su actividad ante los estrangulamientos y problemas financieros ocasionados por la recesión. La superficie de viñedo mexicana disminuye entre 1984 y 1998 en un 36 por ciento (de 70.250 a 41.000 hectáreas).

Con el ingreso de México en el GATT en 1986 los productores nacionales han de afrontar la intensa competencia internacional, además de unas condiciones internas desfavorables como la elevada imposición fiscal sobre la producción vinícola imperante en el país que agravan aún más la difícil situación de las bodegas mexicanas. A pesar de ello, en Baja California surge un fenómeno excepcional: Aún cuando varias bodegas desaparecen, nacen otras orientadas a producir vinos de calidad: Monte Xanic, Château Camou, Casa de Piedra, Viñas Liceaga, Cavas Valmar y Vinos Bibayoff. Como apunta Hugo D’Acosta: “en los últimos 10 años el vigor de la zona es otro. Nacen nuevas empresas y las ya existentes se modernizan pero, sobre todo, establecen un compromiso con el vino, con su origen. La palabra personalidad empieza a difundirse entre los productores” .

Mapa III.4. Municipios del Estado de Baja California

Fuente: Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE).

En el marco de este escenario la industria vitivinícola surge como un factor clave para fomentar no sólo el crecimiento hacia dentro del aglomerado empresarial sino el desarrollo endógeno en la comarca, a través de la demanda de insumos que tienen que ver con el sector agrícola como el cultivo de la propia vid; del sector industrial demanda maquinaria, equipo, fabricación de botellas… Dichas actividades se traducen en aumento de la inversión y en generación de empleos en distintos campos. A su vez, además de la comercialización al por mayor del vino en los mercados nacional e internacional, los bodegueros ofertan sus vinos “al detall” en sus propios establecimientos originando externalidades positivas como cierta derrama turística que beneficia a los empresarios de servicios hoteleros, gastronómicos y esparcimiento elevando sus ingresos.

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