Tesis doctorales

EL IMPULSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL, FELIPE GONZÁLEZ, A LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS Y DE PAZ EN NICARAGUA Y EL SALVADOR, 1982-1996

Belén Blázquez Vilaplana

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1. Socialistas Exiliados (H) versus Socialistas del interior (R).

A comienzos de la década de los 70, en el Partido Socialista existía un enfrentamiento entre aquellos militantes que debido a la dictadura franquista habían tenido que abandonar España y aquellos que permanecían en el interior419 . Lo que realmente se debatía, era si la dirección del partido debía permanecer en el exilio, sin dar prácticamente ni voz ni voto a los que permanecían en el interior como hasta el momento ocurría, o si bien, debido al rumbo que estaba tomando la vida política española, era no sólo posible, sino incluso necesario y benéfico para sus intereses, desplazar el órgano ejecutivo al interior. En definitiva, lo que se debatía, era la posibilidad de articular en uno solo a dos partidos diferentes que se catalogaban así mismos de socialista y que reclamaban para sí tanto las siglas como la memoria histórica de la población asociada a ese partido420. Por una parte, un partido en el exilio formado por aquellos que habían sufrido las consecuencias de la guerra civil y la represión franquista y, por otra, uno que comenzaba a articularse en España alrededor de una generación de jóvenes que no habían sufrido la experiencia referida. En este sentido, lo que se consigue tras algunos años de “negociaciones”421 es superar esta distancia generacional en favor de los que se encontraban en el interior, los que se denominaron “renovadores”, frente a los denominados “históricos” cuyos miembros se encontraban en su mayor parte residiendo en Francia, aunque también en otros países, sobre todo, en México422. Los socialistas encabezados por González, representaban a un grupo de jóvenes, la mayoría de ellos con títulos universitarios, que no habían vivido las pugnas existentes en el interior del partido con anterioridad a la guerra civil española, y, por tanto, que no habían experimentado una de sus consecuencias más visibles: lo acontecido en la Segunda República. Pero, además, representaban a un grupo, que en el momento de alcanzar el poder primero dentro del partido y años más tarde en el Gobierno, por su edad no habrían pasado muchos años formándose en los cuerpos inferiores. Es decir, cuando González se presenta a las elecciones generales del 77, como cabeza de lista del partido, no había desempeñado ningún cargo de relevancia política en el ámbito local, ni provincial y como consecuencia de ello, había alcanzado la cúspide del partido sin apenas moverse entre los escalones inferiores. No hay que olvidar que cuando González accede a la Secretaría General tenía 32 años, por tanto, lo que se produjo fue un salto generacional consecuencia directa del régimen franquista423. Los jóvenes que en ese momento buscaban sus parcelas de poder en el partido, podrían ser los nietos de los que los dirigían desde el exilio y, por ello, sintonizaban mejor con la población española que en aquellos años reclamaba libertad y democracia, que con la que había intervenido en la contienda civil. De ahí, que esta misma población, le achacara años después su cambio, sus pactos con los poderes del dinero y de las armas, y su sonsonete sacerdotal, como si él fuera el único que sabe, el único que puede y el único que vale para conducir los destinos de este país424. Pero es que, además, en los primeros años coincidió en el tiempo la llegada al gobierno con el declive generacional de los cuadros franquistas que habían gobernado España desde el triunfo en la guerra civil y que, aún muerto el dictador, permanecían inamovibles en algunas instancias gubernamentales. En este sentido, el aprendizaje al que debe someterse todo aspirante a político profesional, lo tuvo que realizar González en apenas 10 años. La mayor parte de los cuales fueron en la clandestinidad, en precarias condiciones económicas y técnicas, y como se verá en el siguiente apartado, en estrecha relación con dirigentes internacionales. Se pueden desprender dos consecuencias de lo expuesto, en primer lugar que cuando accede a la Secretaría General del Partido fuera prácticamente un desconocido para todo el mundo, incluidos sus propios compañeros del PSOE fuera de la esfera sevillana y, por otra, que esta relación con los líderes internacionales, algunos de los cuales le doblaban la edad, le permitiría ir abriéndose un camino propio con vistas al futuro inmediato, por cuanto tenía un margen de acción mucho mayor teniendo en cuenta su edad 425.

Sobre ello, en 1978, comentaría, que en esos momentos la política se había ido haciendo gerontocrática, porque eran los viejos los que hasta entonces la hacían, debido a que existía una identificación entre la acción política y la realización del yo, del ego de esas personas. Y ello, era consecuencia de que la escala de valores no era la misma para una persona con 30 años que para una con 60, puesto que para esta última, lo que empieza a ser importante es la absorción de poder, la capacidad de decisión, y en definitiva, mandar. Lo cual no ocurría a su edad a no ser que se tuviera una terrible ambición política personal, una tremenda pasión por el poder426, la cual él no compartía, o al menos eso afirmaba en aquellos momentos. Pero es que, además, el ascenso del líder español coincide en el tiempo con la “desaparición” política de los grandes líderes de los partidos socialdemócratas de la Europa del Norte427.

Aspecto a tratar con mayor detenimiento en el siguiente apartado.

La separación entre los socialistas que defendían sus ideas en el interior y los que lo hacían en el exterior, era de tales dimensiones, que hasta 1972 a los miembros del PSOE que vivían en España no se les permitía votar en los Congresos. Siendo 1970, la primera vez que miembros del partido que actuaban en su interior entran a formar parte de la Ejecutiva. Y en esta labor, será Felipe González el primero que se enfrente a Llopis como representante del PSOE en el exilio en 1969, cuando al acudir junto a Rafael Escuredo a la reunión del Comité director en nombre de la Federación de Andalucía, le plantea a éste que la dirección debe pasar al interior. Exposición que llamó la atención de los asistentes a la reunión, tanto por el contenido de la misma como por la locuacidad del interlocutor428. Además, el hecho de haber acudido como una Federación no adscrita ni encabezada por la persona que Llopis tenía en la región como su interlocutor, César Calderón, ya suponía un triunfo frente a los miembros del exilio. Este enfrentamiento que tuvo una solución de transición al ir incluyendo a algunos miembros del interior en la Ejecutiva del partido429 durante el XI Congreso, tendría una prolongación en 1972, cuando ambos grupos, los históricos y los renovadores, celebran sendos Congresos al no aceptar cada uno de ellos el realizado por el otro grupo como el Congreso legítimo del Partido. Esto provocaría la presencia de la IS como fundamentalmente a la presencia de afiliados veteranos, con fuertes implicaciones políticas, los cuales se iniciaron a la vida política en contextos fuertemente politizados. Estos permanecerían en el partido, pero no alcanzarían al llegar la democracia puestos de importancia, ni en el partido (exceptuando a Ramón Obiols) ni en la actividad gubernamental. Datos suministrados por TEZANOS, JOSÉ FÉLIX; El papel social y político del PSOE en la España de los años 80. Una década de progreso y democracia, Pp 21-56 en TEZANOS, JOSÉ FÉLIZ Y GUERRA, ALFONSO (1992), OP. Cit.

Su misión, en última instancia, era decidir a cual de ambos grupos se apoyaba como el representante oficial del socialismo en España. Sólo referir aquí que en ese momento se envió una Comisión presidida por Bruno Pitterman, con Rodney Balcomb como secretario y con diversos miembros procedentes del partido laborista británico; de los socialistas y socialdemócratas italianos, de los radicales chilenos y de los socialistas franceses. Su decisión no se conoció hasta el 6 de enero de 1974, y en la misma la IS decide brindar su apoyo a los socialistas residentes en España, al considerarse que los mismos conocían mejor y contaban con mayor presencia en el territorio español. Apoyo que se concretó de manera explícita tanto en el citado congreso de Suresnes, al cual acudieron Carlos Altamirano y François Mitterrand y que en palabras de Alfonso Guerra, fue donde los líderes internacionales descubrieron que el PSOE era una realidad430, como en el primer Congreso que el PSOE realizaba en territorio español tras la muerte de Franco, en 1976, al cual acudieron numerosos líderes socialistas internacionales, entre los que se encontraban Willy Brandt; Olof Palme; Mitterrand; Pietro Nenni y Michael Foot431, además de representantes de Rumania, Cuba, Chile y el Frente Polisario. Presencia que fue el espaldarazo definitivo para el partido encabezado por González. Y en donde se afirmaría que el PSOE era el eje de cristalización de la unidad de los socialistas españoles432. Siendo, además, en aquel Congreso y como acierto atribuible a Alfonso Guerra, donde se decide adoptar el anagrama del puño y la rosa, símbolo de la IS, pero con un diseño adaptado a las necesidades del PSOE. Este fue determinante en las elecciones del 77, por cuanto la manera en que había que votar hacía que el anagrama de un partido tuviera muchísima importancia, pues al llevar la papeleta el anagrama del partido, si era fácilmente identificable no obligaba al elector a leer para escogerla433. En definitiva, el PSOE (r) había conseguido mantener su vinculación simbólica con el pasado heroico y superar al tiempo los envejecidos esquemas aplicados por los dirigentes exiliados a la transformada realidad española434.


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