Tesis doctorales

EL IMPULSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL, FELIPE GONZÁLEZ, A LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS Y DE PAZ EN NICARAGUA Y EL SALVADOR, 1982-1996

Belén Blázquez Vilaplana

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A.1. El Rey e Iberoamérica.

Tal y como se remarca en el artículo 56. 1, el papel del monarca en las relaciones internacionales tiene un especial significado en relación con las naciones de su comunidad histórica305 . Queriendo con ello hacer referencia a los países iberoamericanos. Lo cual ha manifestado en numerosas declaraciones, visitas oficiales, actos, etcétera. Así, en el Discurso de Inauguración de la II Cumbre Iberoamericana celebrada en Madrid en 1992, culmen de una de las ideas por las cuales más había luchado el Monarca, como era la de Comunidad Iberoamericana de Naciones, exponía que ese día recibía a los allí presentes en el ejercicio de esa disposición constitucional, para asistir a un acto que quiere hacer de esta comunidad histórica una realidad pujante y moderna que pueda entrar con vigor y con optimismo en el tercer milenio306 .

En palabras de Jean Grungel, el papel simbólico que el Rey tiene en Iberoamérica ha sido tomado especialmente en serio por el monarca, transmitiendo el mensaje de las libertades civiles, los derechos humanos y la democracia en toda la serie de visitas oficiales realizadas desde los últimos años de la década de 1970. En palabras de Fernando Morán, ostentar la máxima representación del Estado en el exterior, en relación con las naciones de nuestra comunidad es tarea que tiene un impacto en no ya nuestra posición internacional sino en nuestra imagen como comunidad en la historia308. Así como hemos visto a donde se realizaron los primeros desplazamientos del Monarca cuando era Príncipe, es importante señalar que el primer viaje oficial que realizó D. Juan Carlos una vez que fue nombrado monarca, fue a un país de América Latina, concretamente a la República Dominicana309. Utilizando estos viajes como el medio para superar la retórica y el distanciamiento con los países iberoamericanos. Y del mismo modo, llevando a cabo una política de Estado que ha tenido como eje impulsar y poner en marcha la mencionada idea de Comunidad Iberoamericana de Naciones. La cual está basada en los siguientes pilares: cooperación, respeto mutuo, solidaridad, democracia y desarrollo: la Comunidad Iberoamericana debe convertirse en un proceso abierto, en una intrincada red de intereses recíprocos y de proyectos comunes. Este es, creo, el mensaje de solidaridad y de fraternidad que los pueblos iberoamericanos debemos transmitir al mundo310. Cuya máxima proyección son las conocidas como Cumbres Iberoamericanas en las cuales España tiene doble presencia, por cuanto a las mismas, acude tanto el Presidente del Gobierno como el Jefe del Estado311. Y de las cuales hablaremos en el siguiente capítulo.

Esta popularidad no quiere decir que en ocasiones las visitas del Monarca a los países de América Latina no hayan despertado recelos, e incluso rechazo, como fue durante la promoción de los Actos del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. O que éstas no hayan venido precedidas por importantes implicaciones política como las efectuadas a Cuba y a Nicaragua. En ambos casos, porque la Casa Real siempre ha impuesto como “condición” para realizar estos viajes, que los mismos fueran a países democráticos o en transición hacia la democracia. Con relación a Nicaragua, este requisito sólo fue considerado cumplido cuando los sandinistas abandonaron el poder tras la pérdida de las elecciones en 1991. Aunque de ello trataremos con mayor profundidad en el capítulo cinco. En el caso de la isla caribeña, el viaje tuvo finalmente ocasión de celebrarse en 1999, siendo la excusa para ello, la realización de la IX Cumbre Iberoamericana en la Habana. Y ello por que D. Juan Carlos nunca había faltado a ninguna de éstas desde que habían comenzado a funcionar en 1991, en la ciudad de Guadalajara, México. Hasta ese momento, Cuba era el único país de América Latina que los monarcas no desarrollo y los proyectos de cultura tan necesarios (...) Pienso que Europa debe dar a la dimensión iberoamericana, de la que somos exigentes valedores,una atención máxima. (2001); Con España en el corazón... Op. Cit; Pp 216.

habían visitado, posponiendo incluso un viaje previsto para esa primavera al condenar el régimen castrista a cuatro disidentes. Año tras año se había ido distanciando en el tiempo una visita anunciada, pero que nunca llegaba a concretarse. La razón de fondo, era el deseo de los monarcas españoles de no favorecer con la misma las faltas de libertades y los atentados contra los Derechos Humanos del régimen castristas312, es decir, no dar la imagen al exterior de que ésta era un apoyo y una aceptación del sistema político cubano. Lo cual no había sido obstáculo para que en anteriores ocasiones hubieran habido contactos con Fidel Castro.

Finalmente, este viaje, intentó ser vendido por el régimen cubano como una visita oficial, aunque desde fuentes gubernamentales españolas siempre se transmitió la idea de que este viaje no constituía tal visita de Estado, sino un viaje del Rey en el marco de un encuentro Presidencial iberoamericano313. Y aunque la cordialidad marcó el tono de los encuentros, tanto “oficiales”, como “no oficiales”, el Rey en la cena de bienvenida que Fidel Castro ofreció a los mandatarios iberoamericanos, hizo una llamada de advertencia al régimen castrista al afirmar que sólo con una auténtica democracia, con la plena garantía de las libertades y en el escrupuloso respeto de los derechos humanos por parte de todos nosotros podrán nuestros pueblos enfrentar con éxito los desafíos del siglo XXI314 . Con este viaje, se convirtió en el Primer monarca español en recorrer las calles del casco histórico de La Habana, puesto que su padre lo había hecho, pero sin ostentar dicho cargo. Aunque, unas calles vacías, porque Fidel Castro se había encargado de que la población cubana no estuviera en las mismas, al cerrarlas al público y al tráfico para que la delegación que asitía a la Cumbre Iberoamericana pudiera recorrerla sin problemas315. Las razones, se pueden encontrar varias explicaciones. No hay que olvidar en ningún momento, que el recorrido lo hizo acompañado por el Presidente del Gobierno José Mª Aznar y por su esposa, Ana Botella. Las relaciones entre los dirigentes españoles y cubanos no eran muy cordiales en aquellos momentos316. Tal vez por ello, Castro temió la reacción de la población ante el Presidente del Gobierno español, y no quiso que el Monarca soportara indirectamente sus consecuencias.

O, simplemente, en otra lectura, no se atrevió a aceptar la posible espontaneidad hacia el monarca del pueblo cubano y sus comentarios sobre su actual situación.

Lo cierto es que el papel del Monarca en Iberoamérica ha sido crucial, no tanto en la formulación de la política exterior hacia la zona, pero sí en ese elemento que hemos destacado como prioritario en esta materia y que es el simbólico. Su actuación hacia la evolución del sistema político español, ha sido un referente mediato e inmediato para muchos países iberoamericanos. Según Bagehot, la Monarquía no sólo encarna y representa a un país, sino que es un espejo en el que se contempla y se recrea la ciudadanía. De ahí que todo lo mencionado, sea en última instancia, una manera de contribuir a moldear la imagen que la sociedad española desea tener de sí misma317. Según un estudio realizado por Demoscopia para El País, con motivo de los 25 años del restablecimiento de la Monarquía en la persona del Rey Juan Carlos I, su actuación es considerada buena o muy buena por el 84% de la población consultada y sólo el 4% la califica de mala o muy mala. Indicándose por un 88% de los ciudadanos, que el Rey ha sabido ganarse la simpatía incluso de quienes no veían la Monarquía con buenos ojos. Así mismo, un 85% afirma que en conjunto, ha hecho un buen trabajo y un 78% afirma que el Rey ha sabido cambiar la Monarquía adaptándola a los cambios y exigencias actuales de la sociedad española318. En el caso que aquí nos ocupa, las acciones puntuales y las declaraciones efectuadas hacia Nicaragua y El Salvador, formarán parte del capítulo cinco de la presente investigación.


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