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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Peláez

 

ECONOMÍA Y CULTURA: LA INDUSTRIA DE LA INFORMACIÓN

Naturaleza y estructura de la información

Etimológicamente el término “informar” se refiere tanto a “dar forma” a un pensamiento (uso filosófico clásico) como a recoger un conjunto de datos dispersos referentes a un mismo objeto (uso jurídico). Sólo a partir de los siglos XIV y XV se utiliza dicho término en relación con la comunicación entre las personas.

La definición rigurosa del concepto “información” ha creado una importante controversia en las Ciencias de la Información, controversia que, a los efectos de nuestro estudio económico podemos considerar zanjada(1).

Nosotros definiremos la información como: una percepción, primaria o secundaria, hecha consciente y formalizada para su conservación y transmisión.

Con ello resaltamos los siguientes aspectos:

1. - Su origen es una percepción, es decir, la sensibilización de uno o más de nuestros sentidos físicos, que se resuelve en una descarga nerviosa para, posteriormente, ser procesada por el sistema nervioso central.

2. - De naturaleza primaria o secundaria: según se trate de una percepción directa del mundo natural, o de otra información previamente generada por el mismo sujeto o por otra persona.

3. - Hecha consciente: es decir, disponible para su manipulación (formalización) por el sujeto. Ello supone su conservación, siquiera transitoria, en la memoria a corto o largo plazo(2).

4. - Y formalizada: o sea, transferida a un código comunicativo, verbal o no, que sirva de vehículo para su transmisión en el espacio y/o en el tiempo.

5. - Para su transmisión en el tiempo o el espacio (comunicación): en sentido estricto, una percepción susceptible de ser transmitida es ya información, aunque no se haya comunicado todavía y, aún más, aunque no se haya materializado en otro soporte que en la propia memoria de una persona.

Desde un punto de vista estructural, toda información se compone de dos grupos de elementos: el contenido informativo y los signos(3) que permiten su formalización y transmisión.

En la comunicación, como señala Schramm, es principalmente el signo el que es compartido, y no el significado. Este último es siempre personal, desarrollado a partir de la propia experiencia y, en gran parte, no susceptible de ser formalizado ni, por tanto, comunicado. No obstante, como se precisa cierta homogeneidad entre los sujetos para que la relación comunicativa se produzca, es necesario que el significado (al menos denotativo) se comparta hasta cierto punto(4), y aún más, como señala acertadamente Schramm, se precisa de un “pacto comunicativo” entre los participantes en la relación(5).

Una clasificación de los signos, de gran transcendencia para nuestro futuro análisis del producto informativo, es la que los separa en dos grupos: verbales y no verbales.

Estos dos grupos no son excluyentes, sino complementarios. Como no toda la información a transmitir puede ser contenida en nuestros códigos verbales, los dos tipos coexisten en toda relación comunicativa, incluso en la llamada “comunicación de masas”(6):

Finalmente, recordemos en relación con el uso del lenguaje la hipótesis de Whorf-Sapir, que muestra que aquél no es únicamente un vehículo de transmisión informativa, sino un factor determinante del modo en que se procesa la información por las personas. O, en otras palabras, que el lenguaje no es solo un canal de información, sino un filtro en el aprendizaje: “El mundo real es construido inconscientemente en gran medida sobre los hábitos lingüísticos del grupo”(7)

¿Puede concluirse entonces que el producto informativo no sólo transmite contenidos sino una forma de entender y construir la realidad? Así lo creemos. Los medios de comunicación “modelan” la cultura, tanto en un sentido superficial como profundo, de la Sociedad a la que sirven. La empresa informativa, una institución tecnoeconómica que, en principio debía ser sólo un medio para la difusión de contenidos informativos, se convierte en condicionante del propio Orden Cultural. La “industrialización de la cultura” empieza aquí a mostrar tanto sus luces como sus sombras(8). En los próximos epígrafes nos ocuparemos ampliamente de este fenómeno fundamental.


1. De la enorme bibliografía referente a la “información” y el “hecho informativo” señalemos las obras, ya clásicas, de Voyenne (1984): 20 y ss. y Schramm (1982): 55 y ss.

2. Sobre la naturaleza de la memoria y las diferencias entre la memoria a corto y largo plazo ver, por ejemplo: Fernández Trespalacios, José Luis (dir.). Psicología General II (1 vol.). UNED, Madrid, 1980

3. Schramm denomina signos, símbolos o símbolos significantes a “los elementos de la comunicación que pueden ser decodificados como significado”. Schramm op.cit.

4. Sin esta base mínima común no sería posible siquiera el establecimiento de sociedades estables, al frustrarse continuamente el mecanismo de retroalimentación (feedback) propio de las relaciones comunicativas.

5. El “pacto comunicativo”, de carácter implícito y profundamente enraizado en la cultura de cada comunidad, establece las normas básicas de comportamiento entre los participantes en la relación comunicativa, según sea el tipo y finalidad de aquélla. Por ejemplo, en una relación de entretenimiento (cuento, representación, etc.), se espera del receptor una “suspensión temporal de la incredulidad” y del emisor una forma de narrar apropiada y amena.

6. Como veremos después, la simple elección de un tipo de letra, un formato, etc. para una revista, por no hablar de las ilustraciones que contiene, constituye una fuente de signos no verbal que coexiste con los textos incluidos en ella.

Por otra parte, es importante recordar el gran peso que tiene la comunicación no verbal en todo proceso de transmisión informativa. Ray Birdwhistell, por ejemplo, calcula que más del 65% de la información en la comunicación bipersonal se transmite de forma no verbal. Citado por Schramm (1982).

7. E. Sapir. Citado por Schramm (1982).

8. En las próximas páginas nos ocuparemos cumplidamente de este fenómeno característico de nuestra Sociedad.


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