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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Peláez

 

EL ENTORNO DE LA EMPRESA CULTURAL

LA SOCIEDAD COMO ENTORNO: LAS NECESIDADES INDIVIDUALES Y SU SATISFACCIÓN.

Necesidades y especialización social: Los tres Ordenes de Daniel Bell.

Como ya hemos tenido ocasión de sugerir, el dinamismo humano construye, simultáneamente, dos ámbitos enlazados: el mundo del Yo y el mundo de lo Mío. Uno es íntimo, individual y el otro externo, necesariamente compartido con otros. Este último se configura en grupos, en los que personas y cosas se integran y forman, poco a poco, esa estructura compleja que denominamos Entorno o Sociedad. El adentro es el ámbito íntimo del propio cuerpo y de la personalidad, el afuera es el campo de la acción y del trabajo, donde la persona se convierte en social, en elemento de conjuntos cada vez más grandes y complejos. (1)

Productos del mismo dinamismo y percibidos por el mismo sujeto conocedor, Individuo y Sociedad son como dos imágenes del hombre reflejadas en espejos distintos. Así, en su obra de prognosis social, ya clásica, Daniel Bell utiliza un modelo similar al usado por nosotros para clasificar las necesidades humanas. (2)

Bell considera que nuestra Sociedad se estructura en tres Ordenes: el Tecnoeconómico, el Político-jurídico y el Cultural. Cada uno de ellos tiene atribuida una función social fundamental y se manifiesta por medio de esas formas repetitivas de organización que hemos denominado instituciones. Las instituciones, en el sentido en que aquí las entendemos, son organizaciones especializadas que adoptan formas particulares dentro de cada Orden. Abarcan gran cantidad de personas y de grupos, por lo que son relativamente independientes de las personalidades específicas de los que las forman.(3)

Así, lo que en el ser humano serían facultades (cuya existencia y uso da lugar a las necesidades), en la Sociedad son Ordenes especializados en facilitar el desarrollo de aquellas facultades personales.

Integrando ambos aspectos, individual y social, y apoyándonos en el análisis social de Bell, podríamos hablar de tres funciones principales, cada una de ellas atribuida a un Orden o conjunto de instituciones:

1. - Función cognoscitiva: El Orden Tecnoeconómico: Al conocimiento y la experiencia práctica en el ámbito individual correspondería la Ciencia y la Tecnología en el social.(4)

El depósito del conocimiento social se realiza, bien bajo la modalidad de información, bien en forma de instrumentos o bienes de consumo, siendo ambos accesibles a los individuos a partir de determinados procesos de distribución económica. La forma en que se da lugar a los procesos de producción y distribución condiciona la estratificación social.

Recordemos que la Sociedad “respira” gracias a los individuos. La satisfacción individual es imprescindible para la existencia de aquélla. Este es el motivo por el que no basta con el conocimiento científico, y ni siquiera con el conocimiento técnico. Es preciso desarrollar una organización que, como dice Drucker(5) , haga “productivos los saberes”, es decir, que extienda los beneficios de la Ciencia a una base social suficientemente amplia (en número de personas o en poder social) como para justificar la existencia de la Sociedad misma.

 

La estructuración lógica de este Orden sería, entonces:

 


El conocimiento científico tiene sentido en cuanto proporciona una relación coherente, un puente lógico con la realidad. La existencia de éste otorga, a su vez, al hombre un poder potencial, una influencia posible sobre el mundo. El desarrollo de dicha potencialidad es función de la Tecnología, en su doble aspecto técnico (ingeniería) y organizativo (administración de organizaciones y, en especial, de empresas). La Técnica lleva a la práctica el conocimiento científico en un entorno reducido, la Organización proporciona a la Técnica la posibilidad de extender sus efectos a la Sociedad entera.

Por lo tanto, las funciones Científico-Tecnológica y Económica están naturalmente unidas y constituyen un sólo Orden para nosotros: el Tecnoeconómico.

Las instituciones características de este Orden son, naturalmente: el Mercado y la Empresa.

2. - Función activadora o volitiva: El Orden Político-Jurídico. La voluntad de manifestación y poder sobre el entorno es nuestra segunda característica básica. Se expresa como poder de acción, es decir, como voluntad de transformación y apropiación del mundo exterior. Implica cierto grado de concentración de energía, lo que exige la conservación de la misma y su empleo selectivo. Este aspecto está enfocado a la supervivencia y desarrollo personal.

La delimitación y protección de los derechos individuales (que se manifiesta, a un tiempo, como reconocimiento y restricción del poder de acción personal) con el fin de favorecer la satisfacción de necesidades vinculadas con el ejercicio del poder, libertad y seguridad personal, da origen al Poder Político y Legal. Su función es proporcionar el equilibrio social interior continuado, la “homeostasis”, por la creación y mantenimiento de un marco de actuación común para los individuos que la componen.

Para conservar este equilibrio se produce un “monopolio de la violencia”(6) por el Estado, monopolio que se aplica al mantenimiento de determinada estructura de derechos de propiedad a través del sistema legal y judicial. Su aplicación provoca la necesidad de instituciones que garanticen la seguridad interior y exterior (poder ejecutivo y sus vertientes militares y civiles).

Esta es la función, en fin, del segundo Orden de Bell, el Político-Legal, que se articula en la actualidad a través de tres tipos de instituciones(7) (los tres Poderes de Montesquieu): políticas, legislativas y judiciales.

Siguiendo a North podemos afirmar que el crecimiento económico se lleva a cabo cuando la producción se incrementa a mayor velocidad que la población. Este proceso tiene lugar cuando los derechos de propiedad reconocidos hacen que valga la pena emprender actividades socialmente productivas. Los gobiernos asumen dicha protección porque pueden hacerlo más eficientemente que los particulares. No obstante, el Estado está condicionado por sus necesidades fiscales y esta circunstancia puede motivar que, buscando el beneficio propio, llegue a proteger derechos de propiedad que impidan, más que beneficien, el crecimiento social.

Así, concluimos, la estructura político-jurídica es esencial, vía protección de los derechos individuales (no sólo de los derechos de propiedad) en la eficiencia de la actividad productiva y, en definitiva, en el crecimiento económico.

3. - Función emocional: el Orden Cultural: El mantenimiento de la separación entre un “afuera” y un “adentro” (personales o sociales) se apoya en un fuerte sentimiento de individualidad, en una autoconciencia centrada en medio de un flujo material compartido. El sentimiento es una discriminación, por vías distintas del conocimiento lógico, de aquello que es favorable o desfavorable a la propia existencia. Como consecuencia, proporciona una clave adicional para vincularse de una forma u otra a los distintos elementos del entorno.

La interacción continuada de los individuos en una comunidad y su referencia a un medio ambiente común y a una tradición histórica única genera una cierta homogeneidad en la forma de valorar emocionalmente la realidad circundante.

La función del tercer Orden es la de construir el ámbito de las “representaciones simbólicas comunes” de la Sociedad, lo que denominamos su Cultura(8) .

Hay diversidad de instituciones de naturaleza cultural. Desde un punto de vista tan amplio como el que asumimos aquí, podríamos considerar tres de especial importancia: la Familia, las instituciones educativas básicas (Escuela) y las instituciones religiosas (Iglesia).

Un problema de gran importancia, y que ha adquirido relevancia recientemente, lo constituye la ambivalencia de la llamada Industria Cultural y, sobre todo, de los Medios de Comunicación de Masas.

En efecto, este conjunto de empresas sobre las que se centra nuestro trabajo, pertenece propiamente al Orden Tecnoeconómico, aunque sus contenidos sean culturales. Este hecho provoca que los Medios se encuentren a caballo entre dos Ordenes distintos, lo que genera algunos problemas y contradicciones muy significativos, que analizaremos en capítulos posteriores con el debido detalle.
 


 

1.Para un análisis detallado de la construcción simultánea de la sociedad como realidad a la vez objetiva y subjetiva véase la obra, ya clásica: Berger y Luckmann (1979): IIª y IIIª partes.
Un resumen de la evolución histórica del concepto Persona dentro de las ciencias humanas, sobre todo para la psicología y la sociología, así como un desarrollo del contenido reciente de dicho concepto para la epistemología genética puede obtenerse en: Díaz (1980), 7-37.

2.El advenimiento de la Sociedad Postindustrial, al que nos hemos referido en una nota anterior, fue publicada en 1973 tras una década de reelaboración de la idea original por su autor. Su mensaje principal, Bell (1982): 11, es que la tecnología del conocimiento está remodelando el orden tecnoeconómico y, con él, el sistema de estratificación social. Esta obra, centrada en el ámbito tecnoeconómico, se completa con la aparecida en 1976, Las contradicciones culturales del capitalismo, que analiza en profundidad los otros dos ordenes, el cultural y el político. Ver Bell (1976), (1982).
 

3.Recordemos los conceptos de “rol” y “burocracia” de Weber.

4.La Ciencia no es conocimiento, sino representación del conocimiento o, si se quiere, conocimiento en segundo grado. Es un depósito inerte que sólo se convierte en conocimiento cuando un individuo la interpreta.
Por otra parte, y de forma muy general y aproximativa, podemos decir que la Ciencia está vinculada con las representaciones objetivas de los conocimientos y la Tecnología con las pautas objetivas de acción. La Técnica, a su vez, será el sistema físico que permite la realización de una Tecnología.
Gil Peláez, por ejemplo, define la tecnología como “el conjunto de conocimientos o integración de aplicaciones que nos permite, a partir de unos recursos y medios dados, desarrollar una actividad productiva, prestar un servicio o alcanzar un fin u objetivo”, y la técnica como una combinación de trabajo y medios de producción para obtener un output. Citado por Carmona, (1992), 13.
 

 5.Véase Drucker (1993), especialmente los capítulos 1 y 2.

 

6.En línea con lo afirmado por Weber, Gregorio Peces Barba afirma: “el Poder Soberano del Estado, expresa el monopolio del uso legítimo de la fuerza a través del Derecho”. Y, más adelante, citando a Ihering, “la Administración del Derecho es la función vital del Estado”. Más tarde añade, citando a Bobbio, “poner como fundamento último de un orden jurídico positivo al poder, no quiere decir reducir el Derecho a la fuerza, sino simplemente reconocer que la fuerza es necesaria para la realización del Derecho”. Ver Peces Barba (1993): capítulo 2º.

 

7.Los Tres Poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), desarrollados a partir de las ideas que Montesquieu expone en su Espíritu de las Leyes (XI, 6).

8. El concepto de Cultura, en sentido amplio, abarca todas las manifestaciones de una Sociedad determinada (técnico-científicas, económicas, artísticas, etc.). Es el concepto predominante a finales del s. XIX : “Cultura o Civilización...es ese complejo conjunto que incluye el conocimiento, las creencias, las artes, la moral, las leyes, las costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad”. Tylor (1977): 19.
Nosotros lo empleamos aquí de forma muy restringida y hasta, tal vez, residual para referirnos a toda aquella producción social que no encaja en los campos de la ciencia-tecnología o político-jurídico. Estamos hablando, básicamente, del aspecto artístico-emocional de una sociedad, de lo que Bell llama “el ámbito de los contenidos simbólicos”. Un resumen del desarrollo histórico del concepto Cultura y del estado actual de la cuestión puede hallarse en: Díaz (1980): 251-267.


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