Abraham Villaseñor Pérez (CV) y Guadalupe Margarita González Hernández (CV)
1. introducción
El objetivo del  presente es analizar las consecuencias de considerar el proceso de Patrimonialización  de bienes tangibles como un proceso de identificación simbólica y creación de  identidad y/o como un proceso de rentabilización de dichos bienes bajo la  temática de la atracción de turistas. Esta disyuntiva se manifestó en los  pobladores residentes de la ciudad de Zacatecas-Guadalupe (CZG) sobre su Centro  Histórico (CHZ) declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1993 por la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura  (UNESCO). Bajo la aplicación de entrevistas semiestructuradas a profundidad se  les preguntó a los pobladores de la CZG la importancia del CHZ.
En este trabajo no se  busca construir un argumento acerca de si el proyecto turístico ha logrado  generar los recursos económicos necesarios para la protección y conservación de  los inmuebles, sin embargo, de ser así, los recursos económicos invertidos en  la protección del patrimonio edificado y las estrategias de conservación, están  siendo dirigidas a mantener los inmuebles museificados, alejándolos de las  personas locales y resguardándolos para el disfrute y la apreciación estética  de los visitantes y turistas. Bajo esta lógica no se percibe un proceso  participativo donde se incluya a los habitantes del centro histórico en la toma  de decisiones que involucran directamente su hábitat.
Este proceso de  patrimonialización ha generado que en los zacatecanos el valor simbólico de los  inmuebles patrimoniales; quede en un segundo término,  el principal valor que se encuentra en el  patrimonio es el económico. Los resultados de la investigación aluden a que los  residentes de dicha ciudad consideraron al patrimonio cultural más como una  forma de atraer turistas que como la manifestación de su construcción  identitaria y representación simbólica. No obstante, no es un proceso lineal y  completo, por el contrario se identificó una graduación donde existe una  proporción casi inexistente de residentes que el patrimonio cultural lo  consideraron como un proceso de representación simbólica y creación de  identidad; siendo una mayoría aplastante quienes lo identifican como un polo de  atracción de turistas quienes se ven como generadores de riqueza económica.  Este proceso, lejos de considerarse como un proceso de participación, alude a  la no participación de la ciudadanía zacatecana a la patrimonizalición.
El documento consta  de cinco apartados. La presente introducción es el componente primario. Le  sigue la discusión teórica sobre el proceso de patrimonialización en términos  de la construcción social de generación de identidad y su rentabilización. El  tercero apunta sobre la explicación metodológica y contextual de la aplicación  de las entrevistas semiestructuradas a profundidad. El penúltimo apartado  consta de los resultados y finalmente las conclusiones.
2. Patrimonio cultural: rentabilización y  representación identitaria.
                El patrimonio  cultural tangible, específicamente el patrimonio arquitectónico o edificado, es  un elemento de vital importancia en la configuración imaginaria de las ciudades  mexicanas, especialmente de las ciudades coloniales, puesto que proporciona  identidad a la ciudad y genera una apreciación e identificación a la misma por  parte de quienes la habitan (Hiernaux y González, 2008). En este sentido se ha  vuelto fundamental la protección, conservación y preservación del patrimonio,  de tal manera que en México desde 1914 se aplicaron las primeras medidas de  protección en la “Ley sobre conservación de monumentos históricos y artísticos  y bellezas naturales” sin embargo, es hasta 1972 que existe un instrumento jurídico  de peso, en la figura de la “Ley federal sobre monumentos y zonas  arqueológicos, arquitectónicos e históricos” la cual sigue vigente hasta la  fecha. Esta ley permitió delimitar zonas de monumentos históricos en las  ciudades mexicanas, y normar, legislar y reglamentar sobre estas en favor de la  protección al patrimonio edificado. 
                A sido en los centros  históricos donde se han preservado la mayor cantidad de bienes patrimoniales  arquitectónicos (Hiernaux y González, 2008) lo que los convierte en espacios  culturales únicos, “cargados de historia y que confieren una personalidad  específica a las ciudades debido a su carácter simbólico y emblemático”  (Gutiérrez, 1998: 241) lo que ha permitido que actualmente sean referentes de  los valores históricos e identidad local para los propios habitantes y para los  visitantes (Santibáñez, 2012)
                A raíz de la Carta de  Venecia (1964) y la creciente importancia en el mundo sobre el resguardo del  patrimonio, en México se han adoptado las medidas internacionales de protección  al patrimonio cultural y natural dictadas por la UNESCO.  Y es a través de este organismo internacional  que se refuerzan las medidas tomadas a nivel nacional en cuanto a protección  del patrimonio. En 1987  son declarados  como bienes Patrimonio Cultural de la Humanidad los centros históricos de Oaxaca,  ciudad de México y Puebla, siendo los primeros de este tipo, sumándoseles  posteriormente el centro histórico de Guanajuato (1988), el de Morelia (1991),  el de Zacatecas (1993), el de Querétaro (1995), la zona de monumentos  históricos de Tlacotalpan, Veracruz (1998)   y el centro histórico de Campeche (1999). 
                Originalmente la  patrimonialización de los centros históricos de estas ciudades se realizó  pensando que la mejor manera de salvaguardar el patrimonio arquitectónico era  mediante las legislaciones nacionales y el reconocimiento internacional de la  UNESCO, puesto que con ello se lograría poner un alto a los procesos de  modernización  y especulación de los centros  históricos. No obstante, hoy en día, el proceso de patrimonialización a través  de la UNESCO implica más un desencadenamiento de actividades económicas y  lucrativas, basadas en el turismo y el consumo cultural que la propia  protección del patrimonio cultural edificado (Dossier, 2009).
                Actualmente, patrimonio  cultural y turismo (cultural) se encuentran en una estrecha vinculación, puesto  que la creciente industria turística, en busca de diversificar su oferta y  abrir nuevos mercados, ha encontrado en las ciudades patrimonio cultural, un  producto rentable que satisface las necesidades de un segmento de turistas cada  vez más creciente; mientras que las ciudades han encontrado en el turismo, una  estrategia económica que en apariencia, concilia la necesidad de protección del  patrimonio, la identidad y la cultura, con la generación de recursos  económicos. 
                Se ha dado por  sentado que la revalorización del patrimonio a través de la actividad turística  permite generar los mecanismos adecuados para la generación de recursos  económicos que posibiliten la restauración y conservación del patrimonio  edificado, así como la generación de empleos para la población local (Lara y  López,  2004)
                Sin embargo, más allá  de los discursos oficiales de instituciones nacionales e internacionales, el  turismo es una actividad que ciertamente trae múltiples beneficios, pero  también tiene repercusiones negativas en las ciudades o regiones donde se  desarrolla y directamente sobre la cultura y el patrimonio (Vergara, 2006).
                En el caso especial  de las ciudades históricas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, el  turismo se argumenta a favor porque
“Es visto como una estrategia privilegiada para la difusión, el acceso y el conocimiento del patrimonio, cumpliendo con el objetivo de ponerlo a disposición de toda la sociedad; se lo ve también como una fuente de recursos económicos indispensables para garantizar la protección y preservación de este patrimonio, frente a la permanente escasez para estos fines”. (Almirón, Bertoncello, Troncoso, 2006)
Bajo la estrategia  del turismo se buscan cumplir básicamente dos objetivos, por un lado  rentabilizar el patrimonio a fin de conseguir los medios económicos necesarios  para su mantenimiento y conservación, por otro compartir y difundir el  patrimonio a través de los turistas y visitantes de diferentes partes del  mundo. 
                Además las  autoridades locales ven en el turismo cultural “una estrategia de desarrollo  local ligada a la identidad y por tanto, fácil de legitimar ante la propia  población” (Bonet, 2009: 126) de tal manera que apuestan por la actividad  turística como la principal estrategia para la generación de empleos y  diversificación económica local (Harvey 2006 citado en González y González,  2012).
                Finalmente a la  relación entre patrimonio y turismo se le atribuye la capacidad de revalorizar  la cultura e identidad de cada pueblo, pues esta se promociona y difunde, tanto  al interior como el exterior de cada pueblo (Borrega, 2009)
                Si bien es cierto que  el turismo en las ciudades Patrimonio, contribuye en los aspectos antes  mencionados, es claro también que genera conflictos espaciales y sociales en  las mismas ciudades, especialmente los centros históricos declarados Patrimonio  Cultural de la Humanidad, sufren procesos de trasformación que no siempre es  positiva, puesto que para hacer rentable la actividad turística en dichos  entornos es necesario implementar políticas de “rescate” o “preservación” lo  que implica intervenciones puntuales en la imagen urbana, que en muchos casos  se limita a la simple restauración de fachadas, colocación de mobiliario y  vegetación, que a su vez desencadenan procesos de gentrificación y remplazos de  la población local (Gorelik, 2004)  ya  que el incremento en la plusvalía de las zonas “regeneradas” fomenta los  cambios de tipo de uso de suelo, generalmente de vivienda a comercio, lo que  provoca un detrimento en la calidad de la habitabilidad de los espacios y mayor  deterioro en los inmuebles. (Harvey, 2006).
                Pero la problemática  no termina con el reemplazo de la población local, sino que la presencia de  turistas y las modificaciones en la imagen urbana acentúan “conflictos entre  diferentes grupos poblacionales, a la vez que entre segmentos sociales” (Gómez,  2004: 82) de tal manera que cuando se implementan proyectos turísticos con la  finalidad de aprovechar el patrimonio cultural como un producto que puede ser  comercializado y con ello generar, en primera instancia, recursos que puedan  ser invertidos en la protección del patrimonio, y en segunda, procesos económicos  que beneficien a la población local, se deben generar las estrategias y los  mecanismos adecuados que minimicen los impactos negativos de la propia  actividad turística. Más aun, en el caso de los proyectos de rescate de centros  históricos y barrios antiguos, es fundamental tomar en cuenta la participación  de todos los actores presentes en el territorio a intervenir, pues solo de esta  forma se lograran verdaderos procesos de transformación urbana, sustentados en  la realidad local (Hernández, 2007)
                Establecer un  proyecto turístico sin la planificación y las estrategias adecuadas a la  cultura y el contexto local, más allá de ser benéfico, resulta perjudicial,  puesto que no sólo no trae beneficios económicos que permeen hacia la  población, como se plantea teóricamente, sino que además, puede actuar  negativamente sobre la identidad, la cultura y el patrimonio (Cebrián, 2004)  debido a que aleja a los habitantes locales de sus símbolos identitarios y  patrimoniales, pues estos pasan a ser reservados para el goce y el disfrute de  los visitantes y turistas mediante un proceso de mercantilización y  comercialización (Prats, 2003).
                Y si los espacios y  los inmuebles patrimoniales son desligados de las personas locales, mismas que  con su interacción diaria a lo largo de la historia fueron moldeando el entorno  hasta convertirlo en lo que en el presente se reconoce como un espacio  patrimonial, que merece la pena ser preservado, estos pierden su valor como  transmisores de cultura e identidad (Hernández, 2009).
                De tal manera que las  estrategias de protección y conservación del patrimonio cultural arquitectónico,  incluido el turismo cultural, deben poner especial énfasis en conservar y  propiciar la apropiación al mismo, por parte de todos los sectores de la población  local. Porque como Carrión dice:
“La preservación de los valores del patrimonio depende de su democratización, esto es, de su “deselitización”, de su apropiación social, de su promoción como interés general, de la formulación de un proyecto colectivo y del fortalecimiento del sentido de ciudadanía, entre otros”. (Carrión, 2003: 144)
Cuando  el turismo en su modalidad de turismo cultural, es una de las principales  estrategias implementadas por el gobierno local, para salvaguardar el  patrimonio cultural, mediante su puesta en valor, se debe evitar la  trivialización del mismo, puesto que esto, hace perder el valor simbólico del  patrimonio y actúa en detrimento del propio turismo (Prats,2003). Por  consiguiente el centro histórico o sitio patrimonial que experimente este  fenómeno, se verá afectado en la pérdida de su identidad y patrimonio y  sustentar su vida cotidiana en la posibilidad de obtener ganancias económicas.
                En  todo caso, se puede hacer una diferenciación entre el patrimonio vivido,  reconocido y apropiado por los ciudadanos y habitantes locales, y el patrimonio  “declarado” o institucionalizado, que responde más a intereses políticos y  mercantiles que a la propia identidad local. Y, por tanto, el patrimonio se  puede valorizar desde dos aspectos, el simbólico y el económico (Guerrero,  2006).
                Existen  autores que resaltan los beneficios que resultan de la relación entre  patrimonio y turismo, y otros que señalan los efectos negativos de esta  relación, sin embargo, la interrogante sigue siendo ¿puede el turismo cultural,  conciliar ambos aspectos de la valorización del patrimonio; al mismo tiempo que  protege la identidad y la cultura, desencadene procesos económicos socialmente benéficos? 
                El  Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas (CHZ) declarado Patrimonio Cultural  de la Humanidad por la UNESCO desde 1993, ha sido la punta de lanza del  gobierno del estado de Zacatecas, para fomentar un proyecto turístico, por  medio del cual se logre  salvaguardar el  patrimonio arquitectónico, fomentar la identidad y la cultura, crear empleos y  derrama económica en favor de todos los estratos sociales (GODEZAC, 2007). Sin  embargo, son cuestionables los resultados que a la fecha ha obtenido dicho proyecto  (González, 2002). Ha sido llevado a cabo bajo un esquema poco participativo,  donde han sido los actores de mayor poder político y económico, quienes deciden  la dirección y los beneficiarios del mismo (González, 2012a).
3. medición de la patrimonialización  en el Centro histórico de Zacatecas.
                El  objetivo es identificar si a raíz de la patrimonializacion del CHZ y las  estrategias de turismo, desencadenadas de esta designación, se ha reforzado la  identidad, la valorización simbólica y su grado de apropiación por los zacatecanos  o si por el contrario han ido en detrimento a costa de una mercantilización y  trivialización en favor de un proyecto meramente económico.
                Para  tal fin se aplicaron treinta entrevistas semiestructuradas a profundidad, en  los espacios públicos más importantes del CHZ, a los ciudadanos zacatecanos residentes  en la ciudad Zacatecas-Guadalupe en el período del 10 al 20 de julio del año  2013. En dichas entrevistas se les cuestionó sobre seis aspectos principales  que fueron:
a)  La razón del porque les gusta el CHZ; 
                b)  identificación de sus edificios y espacios públicos más representativos; 
                c)  lo que entienden por patrimonio cultural y 
                d)  el patrimonio cultural más importante de Zacatecas; 
                e)  la valorización hacia los inmuebles museísticos y las obras que resguardan y 
                f)  la percepción sobre el turismo en el lugar.
El objetivo de sistematizar la problemática en estos aspectos fue lograr un acercamiento hacia la percepción de los ciudadanos sobre su CHZ e identificar si la valorización al mismo tenía que ver con aspectos simbólicos o económicos. De los ejes principales de las entrevistas se desencadenaron otros cuestionamientos como, frecuencia y razón de visita a los lugares previamente identificados como más representativos, enfocados a conocer el grado de apropiación de los ciudadanos hacia el CHZ y sus espacios representativos.
4. Centro Histórico de Zacatecas: Patrimonialización  y rentabilidad económica.
                A  continuación se presentan los resultados más importantes obtenidos de las  entrevistas realizadas. Primeramente se ha de destacar que, a  la pregunta directa sobre si el CHZ les gusta  o no, el noventa y uno por ciento se expresó afirmativamente, de tal manera que  el análisis sobre la valorización y apropiación del CHZ esta realizado en  relación a una notable mayoría que aún mantiene su apreciación por el CHZ pese  a conflictos como contaminación (por residuos, visual y auditiva) y  congestionamiento vial (González, 2012a).
                La  razón principal del aprecio hacia el CHZ fue el tipo de arquitectura de los  edificios con más del cincuenta por ciento de las menciones, esto refleja como  los zacatecanos asimilan al lugar con la arquitectura monumental de los  edificios principales, de ahí que como mencionan González y González (2008),  existe una clara diferencia entre la dimensión del CHZ declarado Patrimonio Cultural  de la Humanidad y lo que se reconoce como CHZ por los ciudadanos. La historia  que resguarda el casco colonial fue la segunda razón del gusto por el mismo,  pero con un considerablemente menor porcentaje de menciones (diecisiete por  ciento)
                En  lo que respecta a la principal razón de asistencia al CHZ, casi el cincuenta  por ciento manifestó el ocio, la recreación o las actividades de esparcimiento,  lo cual confirma la tendencia señalada por González y González (2012a) del  cambio en la centralidad de la ciudad de Zacatecas, pues el CHZ ha dejado de  ser el principal centro de comercio y servicios. 
                El  CHZ es percibido como un espacio agradable, tranquilo, con una variada oferta  de actividades de esparcimiento y recreación, que han sido fomentadas por el  proyecto turístico de la ciudad, lo cual ha facilitado la proliferación de  comercios, restaurantes, bares, cafés, etc., que son dirigidos hacia el mercado  turístico, pero que sin embargo, son un gran atractivo para la población local,  lo que se demuestra con la frecuencia de asistencia al CHZ pues el cien por  ciento de los entrevistados, lo visita al menos una vez cada quince días y un  sesenta y seis por ciento lo hace entre tres y siete días por semana.
                Ahora  bien, los edificios más representativos para los zacatecanos fueron  identificados como se muestra en la gráfica 3, siendo la Catedral Basílica,  claramente identificado como el inmueble más representativo y junto con el  Teatro Calderón obtienen casi tres cuartas partes de las menciones. Según la gráfica  4, la arquitectura monumental de estos edificios se volvió a confirmar como la  principal razón de que se les considere como los inmuebles más representativos  o importantes, la historia queda nuevamente como segunda razón y es de destacar  como la identidad que proporcionan y el valor simbólico de los inmuebles quedan  muy abajo en las menciones.
Cuando  se cuestiona sobre el motivo principal de visitar estos inmuebles (véase grafica  5), la arquitectura no figura como una razón de peso, pues las personas visitan  los inmuebles de acuerdo a la utilidad que puedan encontrar en ellos, de ahí  que el motivo principal tenga que ver con las actividades religiosas, muy cerca  en las menciones, está el motivo recreativo, que tiene que ver principalmente  con la asistencias al Teatro Calderón. Es importante notar como entre las  razones mencionadas como principales para visitar los inmuebles, no figura la  relacionada con la historia, el valor simbólico o el sentimiento de identidad o  pertenencia, además que una cuarta parte de los entrevistados, no asiste a los  inmuebles que considera son más representativos. 
                Por otra parte, con  la identificación de los espacios públicos más representativos, aunque en las  entrevistas se cuestionaba específicamente sobre los espacios públicos del CHZ  más importantes o representativos, las respuestas incluyeron, espacios públicos  que se encuentran fuera de los límites del CHZ, lo cual nos indica que para los  ciudadanos, no existe una clara distinción en lo que corresponde espacialmente  al CHZ (véase grafica 6).
                La Alameda y el  Parque Sierra de Álica fueron identificados como los espacios públicos más  representativos para los zacatecanos, sin embargo sólo la Alameda pertenece al  CHZ declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. En segundo  lugar se encuentran la Plaza de Armas y la Plaza Bicentenario. Finalmente el  Jardín Independencia completa los cinco espacios públicos mencionados como más  representativos.
                Según los zacatecanos,  lo que destaca a estos espacios del resto, es su belleza, en primer lugar,  seguido de la concentración de gente en estos puntos y la tranquilidad que les  proporcionan, así como las actividades y comercios existentes, en tercer lugar.  La importancia histórica de los espacios públicos aparece hasta un cuarto sitio.  Nuevamente, para los zacatecanos el espacio público no se vuelve importante en razón  del valor simbólico o identitario que pueda trasmitir, sino más bien por  la utilidad que pueda proporcionar, en este  caso, espacios bellos, de relajación, donde se puede reunir la ciudadanía  (véase grafica 7). 
                Es  de destacar que un pequeño porcentaje de personas manifestó que el Parque  Sierra de Álica es el más representativo porque es un atractivo para los  turistas, en este sentido, se vislumbra que en la idea de algunas personas  atractivo turístico y patrimonio cultural son sinónimos, si bien es cierto que  el patrimonio cultural, muchas veces se constituye como un atractivo turístico  importante, algunas personas no le atribuyen otro clase de valores más que el  relacionado con la atracción de turistas y el beneficio económico que se puede  obtener de ello. En la gráfica 8, se puede constatar cómo un diez por ciento de  las personas asocian Patrimonio Cultural con la atracción de turistas, sobre lo  histórico, bello, tradicional o identitario.
                Patrimonio  cultural, para los zacatecanos, tiene que ver principalmente con algo  histórico, mientras que solo el treinta por ciento lo asocia con algo  tradicional y que proporciona identidad a la ciudad y los ciudadanos (véase grafica  8). De ahí que cuando son cuestionados sobre el patrimonio cultural más importante  de Zacatecas, un cincuenta y dos por ciento mencionó a la Catedral, mientras  que el treinta y uno por ciento el CHZ en general. Es preciso resaltar que el  treinta por ciento de los entrevistados manifestó no sentir ningún tipo de  pertenencia o apropiación hacia lo que previamente calificaron como el  patrimonio cultural más importante de Zacatecas.
Cuando  se cuestionó a los entrevistados sobre el inmueble más representativo, aunque  la catedral obtuvo el cincuenta por ciento de las menciones, hubo una gran diversidad  de respuestas. No obstante, cuando se preguntó sobre el patrimonio cultural más  importante, el noventa por ciento de las respuestas se dividieron entre la  Catedral y el CHZ en general, esto refleja lo que Guerrero (2006) alude sobre  el patrimonio vivido y reconocido, y el patrimonio institucionalizado. Ante la  primera pregunta, los zacatecanos respondieron pensando en lo que para ellos,  es el patrimonio más importante, sin embargo, en la segunda interrogante,  identificaron claramente cuál es el patrimonio institucionalizado que se ha  mercantilizado en favor del proyecto turístico. 
                Esto  quedó muy claro cuando se interrogo a los entrevistados sobre el principal  beneficio que veían de la protección y el resguardo del patrimonio cultural,  que previamente habían identificado. El cincuenta y cuatro por ciento relacionó  el principal beneficio con la atracción de flujos de turistas y la derrama  económica que ello supone. Solo un diecinueve por ciento hizo alusión al  orgullo y la identidad que supone el resguardo del patrimonio, mientras que el  quince por ciento lo atribuyo al poder conocer la historia y finalmente un doce  por ciento mencionó no encontrar beneficio alguno del patrimonio (véase gráfica  10).
                Por  otra parte, considerando que la conversión de edificios históricos y de valor  patrimonial en museos, ha sido una de las principales estrategias de resguardo  del patrimonio edificado en Zacatecas, se cuestionó a los entrevistados, cuál sería  la principal afectación que tendrían ante un hipotético cierre de los museos.  Las respuestas, fueron nuevamente en relación con el valor turístico y económico  que se les atribuye  y al consecuente  descenso que habría en el flujo turístico y la perdida de ganancias económicas  que supondría . 
                Ante  estas últimas dos respuestas, se vislumbra claramente como en la ideología de  los zacatecanos, el patrimonio cultural edificado tiene la función principal de  generar riqueza a través de la actividad turística. 
                Por  lo tanto, con este panorama, no sorprende que cuando, a los entrevistados se  les cuestionó con la pregunta abierta ¿Qué opina sobre el turismo en el CHZ? Las  respuestas hayan sido dirigidas casi en su totalidad hacia la importancia  económica que supone la actividad. Solo un nueve por ciento respondió sobre el  orgullo que le representa que personas de otras regiones y nacionalidades conozcan  su ciudad y su patrimonio. 
                Aunque  fue evidente relacionar el patrimonio cultural con atracción de turistas y con  la rentabilidad económica por parte de los residentes de la ciudad de  Zacatecas, no es un proceso acabado ni totalitario. Por el contrario se  identifica un proceso gradual de asimilación del proceso de patrimonialización.
                Se  identificaron tres grados de asimilación. El grado más básico, donde se  encuentra la mayor parte de los entrevistados (setenta y cinco por ciento),  considera el fin económico del patrimonio y donde no existe ninguna evidencia  de considerar el proceso de patrimonialización como una forma de considerar a  los bienes culturales tangibles e intangibles como parte de la representación  simbólica y construcción de identidad de los zacatecanos sino como el medio  para obtener recursos para su conservación, mantenimiento y disfrute de la  humanidad.
                Un  grado intermedio donde se concentra el veintitrés por ciento de los  entrevistados y que entabla una construcción social del patrimonio como un eje  bipolar de rentabilidad económica (aunque sin conocimiento de que pueda ser  útil para mantener y conservarlo) y símbolo y creación de la idiosincrasia  zacatecana. Y un grado superior, donde sólo se encuentra un dos por ciento de  los entrevistados, que el proceso de patrimonialización más allá de  considerarlo un medio para rentabilizar los bienes culturales y crear riqueza  económica a ciertos sectores de la ciudad, se considera como un mecanismo de  trasmisión de cultural, identidad y tradición por parte de los zacatecanos  hacia el mundo.
                La  explicación a tan dominante grado básico de patrimonialización, entre otras  razones, se debe al proceso de alineación del proyecto turístico a causa de  toda una política de su fomento llevada por el Gobierno del Estado de Zacatecas  desde 1980 a la fecha y a escasa inclusión y apertura de espacios para la  participación ciudadana. Y es que cuando se habla de participación ciudadana en  proyectos de intervención urbana, se trata, como establecen Borja y Muxi, que  todas las personas puedan hacer emerger sus valores culturales e intereses  sociales, de “proporcionar medios a quienes no los tienen, por edad, genero, o  marginación social o cultural” (Borja y Muxi, citados en Hernández, 2007). El  proyecto turístico del centro histórico de Zacatecas, carente de participación  ciudadana, ha llevado a estrategias culturales e intereses sociales (a  excepción del económico) ajenos a el grueso de la población Zacatecana, lo que  ha contribuido a la disminución de la apropiación al patrimonio histórico.
                El proceso de  alineación se dibuja bajo dos formas: a) El imaginario de la preservación  colonial como una inversión: Crear la idea de lo nostálgico colonial sin  respeto a la cultura e historia de la ciudad de Zacatecas pero que permite la  creación de actividades económicas lucrativas y b) la  usurpación de prácticas y actividades propias de los pobladores por parte del  capital y gestión del Estado para hacerlas suyas y rentabilizarlas: fiestas  religiosas, populares o cívicas; así como la creación de otras que nada tienen  que ver con la idiosincrasia zacatecana.
                Los pobladores ante  este proceso han actuado de dos maneras:
                i) Pasiva y presencial:  disfruta la imagen que proyectan los monumentos y realiza el ocio. Es  común que los pobladores (en especial los jóvenes) invadan las calles del CHZ  sobre todo los fines de semana, los puentes, y las vacaciones sin un fin  específico, solo pasear, pasársela bien y consumir los bienes y servicios que  ofrece el casco histórico. Los pobladores de la ciudad se clasificarían en  aquellos quienes solo pasean, por un lado, y quienes pueden acceder a los  bienes y servicios que produce la industria del ocio, por el otro. Es un  proceso excluyente o elitista; y
                ii) Asociativa:  manifestados en asociaciones civiles o culturales que intentan crear una  opinión pública sobre cómo ven a la ciudad y cómo quisieran que fuera. Entre  ellos identificamos dos tipos, el primero más institucionalizado (en  asociaciones civiles) pero muy heterogéneo que intenta forjar un punto de vista  algunas veces crítico y otras superficial de las acciones estatales  urbano-culturales pero siempre respetando los principios de fomento al  patrimonio colonial y la actividad económica establecida. El segundo es menos  organizado y más homogéneo pero mucho más crítico. Aunque se enfoca a la  crítica de la política cultural estatal, busca un acceso equitativo a los  recursos de la ciudad y evidencia las acciones fácticas a quienes no congenian  con sus intereses (González y González, 2009).
5. Conclusiones
                El gobierno del estado  de Zacatecas, como una de las principales estrategias de desarrollo económico  para el territorio zacatecano, ha impulsado un proyecto turístico, tomando como  punta de lanza, el CHZ (GODEZAC, 2012). Dicho proyecto se ha legitimado bajo  los supuestos de que sólo a través del turismo, se pueden conseguir los medios  económicos necesarios para la conservación del patrimonio cultural edificado, a  la vez que se consigue revalorizarlo entre la población, fomentando la identidad  y el orgullo por lo propio.
                En este trabajo no se  tienen los argumentos para establecer si el proyecto turístico ha logrado  generar los recursos económicos necesarios para la protección y conservación de  los inmuebles, sin embargo, de ser así, los recursos económicos invertidos en  la protección del patrimonio edificado y las estrategias de conservación, están  siendo dirigidas a mantener los inmuebles museificados, alejándolos de las  personas locales y resguardándolos para el disfrute y la apreciación estética  de los visitantes y turistas. Lo que ha generado es que ha quedado en segundo  término en los zacatecanos el valor simbólico de los inmuebles patrimoniales;  el principal valor que se encuentra en el patrimonio es el económico.
                El bombardeo  mediático sobre la importancia del patrimonio, ha ido en un solo sentido, la  importancia económica que representa cuando se consolida como un atractivo  turístico de gran escala. Sin embargo esto está fomentando una desapropiación  social del patrimonio, y como establece Hernández (2009), al desligar los  bienes patrimoniales de las personas locales, estos pierden su valor como  transmisores de cultura e identidad. Y paradójicamente, la pérdida del valor  simbólico del patrimonio, consecuente por la mercantilización y trivialización  (Prats, 2003) excesiva,  se transforma en  una pérdida del interés turístico, pues el turismo busca la autenticidad y los  símbolos identitarios locales.
                Bajo esta temática,  el proceso de patrimonialización de los edificios y espacios públicos con el  fin de atraer turistas implica a los ciudadanos en la forma de actores pasivos  involucrados en los beneficios económicos, más no presenta incidencia de una  mayor participación y apropiación de los bienes culturales.
Bibliografía
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Recibido: 7/2/2013
Aceptado: 10/04/2014
Publicado: Junio 2014
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