Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 4, Nº 13 (enero 2012)

LA ESTANDARIZAIÓN DEL JAPONÉS HABLADO DESDE LA RESTAURACIÓN MEIJI

Héctor Gómez Pinos
hgomezp@uoc.edu


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Resumen: Texto que repasa el proceso de estandarización, de modernización, de la lengua japonesa desde el Meiji hasta nuestros días. Etapa que cuenta con tantas luces como sombras: desde la agilización de la Administración y el mutuo entendimiento entre habitantes de los distintos feudos Tokugawa hasta la dureza de la represión de todos lo que se saliese de la línea a seguir marcada. Pasando por cierta revitalización dialectal en la actualidad y el papel que los movimientos de población y ciertos medios como la radio o incluso los videojuegos han tenido en ello.

Palabras clave: Japón, lengua, Meiji, modernización, dialectos.

ANÁLISIS

Partiendo del estudio publicado por Robert Ramsey “The japanese language and the making of tradition” podemos observar la evolución de la lengua japonesa desde el siglo XIX hasta la actualidad, con especial atención por su trascendencia, a la creación y expansión del japonés estándar (actualmente kyôtsû-go). El punto de inflexión lo encontramos en la “Restauración Meiji”, cuando, en un marco general de profundas reformas con el fin de fortalecer Japón convirtiéndolo en un Estado moderno, la cuestión de la lengua hablada, aún más que la escrita (más uniforme pese a la cuestión de los kanji y los estilos) adquirió un fuerte protagonismo. Aspecto este que, además, nos permite reflexionar acerca de la fuerza e importancia de las lenguas, ya que la cuestión era llevada de forma paralela a asuntos tan importantes como la creación de la propia Constitución.

Efectivamente, esta situación era así porque la enorme cantidad de feudos, unido al rígido control por parte del gobierno durante la época Tokugawa que prácticamente impedía contactos interregionales, había sembrado el país de dialectos en muchos casos ininteligibles entre si; situación que claramente tendría que entorpecer la administración general cuando el país iniciase un proceso centralizador.

Así, con el Meiji se inició un debate acerca de cuál debía ser la base del idioma estándar, en ese momento era conocido como “lengua nacional”, hecho en absoluto neutro y que dejaba bien a las claras la intención centralizadora y unificadora. Entre las opciones que se barajaron, de forma paralela a un estudio profundo sobre los diversos dialectos, nos encontramos con el dialecto de Kyoto (antigua capital) o incluso con la posibilidad de dejar que se crease de forma espontánea al aumentar la movilidad y contactos de los japoneses. Sin embargo el modelo elegido fue el habla de Tokio, clara muestra de que ahora el país giraría en torno a la nueva capital.

El gobierno decidió entonces controlar la expansión del estándar centrándose sobre todo en las escuelas. Con ello no sólo conseguiría educar a las nuevas generaciones, sino que los propios niños acabarían “contagiando” a sus padres, más aún a raíz de la prohibición de los dialectos tras la victoria frente a China. El legado del “Imperio del Centro” se consideró entonces obsoleto y el fervor patrio dio un nuevo impulso al estudio de la nueva lengua, que hasta entonces y a falta de una mayor definición lingüística, se orientaba sobre todo a la escritura y la lectura. Los dialectos, aún usados de forma permisiva en ámbito personal, pasaron a ser objetivo de erradicación.

En este ambiente ya no sólo se temían los castigos, sino que un sentimiento de vergüenza, de anti-patriotismo, en caso de no usar la “lengua nacional” se fue extendiendo, hasta el punto de que ciertos vestigios aún llegan hasta nuestros días. Con tal de promocionar el estándar se aprovechaba cualquier momento para que los niños recitasen la nueva pronunciación, se realizaban sesiones de comunicación que incluían también a los padres y, como ya hemos señalado, se castigaba, en algunos casos muy duramente y tanto física como psicológicamente, en caso de un uso incorrecto del habla. Incorrección que incluía no sólo la utilización de dialectos o la mala pronunciación estándar, sino también el uso de algunas palabras que se consideraban poco refinadas. Claramente el nuevo gobierno pretendía controlar todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos y, seguramente en su forma de pensar, elevarlos a una nueva categoría moral alejada de costumbres “atrasadas”.

Como no podía ser de otra forma este proceder se extendió a todos los órdenes, aumentando la familiaridad y el conocimiento del estándar: hacia 1905 casi todas las novelas ya se escribían en la lengua común, y el mismo “monolingüísmo” ocurrió en las ondas de radio cuando ésta hizo aparición. Pero sin duda la peor parte se la llevaron tanto el ainu, lengua en peligro de extinción, como los dialectos de las Ryukyu, islas en las que, a todo lo expuesto, se sumó la idea de que debido a la reciente anexión para su control efectivo debía suprimirse su propia identidad atacando un idioma que era considerado por Tokio como un mero dialecto del japonés.

Este fue el panorama en todo Japón hasta la derrota en la II G.M., momento en que, con el estándar ya extendido, se abandonó la presión gubernamental, incluyendo el cambio de nombre del idioma por el menos discriminador “lengua común”, y poco a poco se han ido recuperando los dialectos, si bien con mayor dificultad en unas zonas que en otras: los dialectos de Kansai se han visto especialmente revitalizados (pueden incluso ser escuchados en productos de consumo generalista como videojuegos), pero en el noreste aún siguen vivos ecos de la represión lingüística. Caso singular es el de Okinawa y alrededores, ya que, como resistencia a la invasión estadounidense que promovía la independencia cultural de Japón con fines políticos, se acabó reforzando por parte de su población el conocimiento del japonés estándar, dando incluso nacimiento a una fusión de la lengua de Tokio y las autóctonas, especialmente entre la población más joven.

Con todo lo dicho sobre la dureza de la política cabe señalar dos cosas más: la primera, que Ramsey R., desarrollando la idea también apuntada por Heinrich P., afirma que su éxito no fue ni mucho menos absoluto, y que al hecho de que hoy en día todos los japoneses entiendan el estándar han contribuido con más fuerza factores como las migraciones internas en busca de trabajo (principalmente dirigidas a la región de Kantô, origen de la lengua común), sin menospreciar por ellos las emisiones de televisión. Así,  se ha cumplido hasta cierto punto (porque ahora ya existía una base común sólida) la idea señalada de que los contactos interregionales contribuirían a la unidad lingüística. El segundo punto que hay que citar es que esta idea de lograr la unidad lingüística no es ni mucho menos exclusiva de Japón, el propio Ramsey cita a Francia y Alemania, pero Japón tenía un ejemplo mucho más cercano en todos los aspectos: China, donde la cuestión fue también tema de primera línea durante muchísimos años y en la que se decidió adoptar un estándar basado en el habla de la capital. Es coincidente, además, la represión que en algunos momentos sufrieron los dialectos.

Para terminar, cabe preguntarse si esta unidad lingüística era necesaria para modernizar el país. Si bien es un tema complejo, ya que podemos fácilmente relacionar estas medidas con el carácter imperialista de la política japonesa de aquellos años, que incluso llegó a pretender erradicar el coreano, atendiendo a los logros estructurales, la respuesta se nos antoja afirmativa. Ello sin perder de vista que no fue el único país en iniciar este proceso y que la mayor permisividad actual puede deberse más al hecho de que la base ya estuviese consolidada que a la propia democratización del país.

BIBLIOGRAFÍA

  • HEINRICH, P., “Language loss and revitalization in the Ryukyu Islands”. En: The Asian-Pacific Journal: Japan Focus, http://www.japanfocus.org/products/details/1596 (06-11-2010).
  • MARTÍNEZ ROBLES, D., Chino I. Introducción a la lengua y la escritura chinas, Barcelona: UOC, 2006, módulos 1-2.
  • RAMSEY, R., “The japanese language and the making of tradition”. En: Japanese Language and Literature, Vol. 38, nº 1, 2004, pp. 81-110.
  • SAITO, A., “El origen y las variedades de la lengua japonesa”. En: VV. AA., Japonés I, Introducción a la lengua y la escritura japonesas, Barcelona: UOC, 2007.
  • VV. AA., Literaturas de Asia oriental: siglos XIX y XX, Barcelona: UOC, 2005, módulo 5.

 

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Gómez Pinos, H.: LA ESTANDARIZAIÓN DEL JAPONÉS HABLADO DESDE LA RESTAURACIÓN MEIJI " en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2012. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/


 

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