Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 1, Nº 1 (enero 2008)

Japón, vías para “paz positiva”: una diplomacia multilateral y la cooperación económica.

Ulman Carmona Ramos (CV)
Profesor de Historia General de Asia
Sede Universitaria, Habana Vieja, Cuba.

El siglo XXI previsto por algunos estudiosos como el “Siglo de Asia”. En consecuencia, esta percepción de largo alcance debe contribuir a que la comunidad internacional,  en particular la región Asia-Pacífico sea más exigente en lo relativo a la calidad  de la paz.

En realidad, el área tiene rasgos propios derivados del “fin de la guerra fría”  donde se mantienen los intereses vitales de las grandes potencias como Estados Unidos de América (EE UU), República Popular China, Rusia y Japón, en un marco de incertidumbres política y de cuestiones pendientes aún pendientes de evoluciones sustanciales como las relacionadas con la península coreana  y la isla de Taiwan, además de una importante concentración de armamentos nucleares.

En este contexto, la región asiática, si descontamos algunos conflictos muy puntuales; el nuevo milenio se encuentra en una paz relativa, concentrado en la competencia económica y en el modelo de desarrollo exigido por la globalización neoliberal,  que le impone cambios en los paradigmas de defensa y seguridad; reafirmando, la necesidad de pasar de una visión de paz “negativa” - entendida como una simple ausencia de conflictos – a   una paz “positiva” que debe sobrepasar los limites de la confrontación violenta para incorporarse a las exigencias de compresión mutua y, de desarrollo económico y social, entre otras en pos del ratificar la sentencia del “Siglo de Asia”.

Este trabajo intenta una aproximación a la estrategia japonesa para sustentar una paz “positiva” en las primeras décadas del nuevo Siglo y las diferentes percepciones que tienen algunos países de la región Asia-Pacífico sobre el papel de Japón en el mantenimiento de la paz y la seguridad del área, las que varían según el país y la dimensión de los retos; además de las percepciones mutuas que se manifiestan en las interacciones políticas y económicas de quienes conforman ese amplio y heterogéneo abanico regional en cuanto a cultura, etnia, religión e historia. 

Premisas en las que se sustentan las incertidumbres en la región Asia – Pacífico

Las incertidumbres que afloran en la región en cuanto al futuro de la misma, respecto a la paz y la seguridad en las primeras décadas del siglo XXI, parten en lo fundamental de las siguientes premisas:

·        El dinamismo económico regional y de la competencia que lo acompaña no es garantía para la paz.

·        La interdependencia económica regional e internacional que se ha generado no protege de la guerra.

·        El incremento en las capacidades militares de algunos países del área que aún tienen dentro de sus prioridades la consolidación del Estado-nación y la supervivencia en un mundo en transición.

·        El peligro latente del inminente despertar japonés en la política internacional.

 

Mitos y percepciones que pesan sobre Japón respecto a la paz y seguridad regional

 

En los debates actuales, están presente los mitos que se sustentan en las diferentes percepciones respecto a las expectativas internacionales y en relación con  la autodeterminación japonesa en asuntos militares. Las estadísticas más recientes publicadas por el Instituto Internacional de la Paz de Suecia sobre el presupuesto militar y el comercio de armas en el mundo en el 2005, llegan a la cifra de un trillón 118 000 millones de dólares. En ese sentido, Japón posee en gastos militares un 4,5% del total mundial; lo cual contribuye a imagen difusa y ser  identificado como la mayor potencia del área en lo económico y militar. En ese sentido, señalaremos algunos de ellos: 

 

Mitos

·        La imposibilidad constitucional para el rearme nipón.

·        El concepto de que es una verdadera potencia militar, independiente de las limitaciones formales.

·        El reconocimiento de que su poder militar puede resultar una amenaza real y efectiva.

 

Esto es considerado y sopesado además en relación directa a la enorme influencia económica que ellos ejercen efectivamente en los países de la región y en términos pragmáticos, se expresa en el axioma de que una “razón militar esta respaldada por una económica o viceversa”.

 

Percepciones

Para aquellos países que en algún modo fueron víctimas de las incursiones militares durante la segunda guerra mundial, como China, Corea y la gran mayoría de las naciones del sudeste asiático, perviven reservas acerca del papel de Japón en el mantenimiento de la paz y la seguridad regional e internacional, debido a su dinámica emerger en la política internacional y en su capacidad tecnológica-militar. 

La inestable seguridad internacional actual, quebró el mito del “fin de la guerra fría”, lo cual ha contribuido a reaparecer la vieja imagen nipona de “amenaza potencial”, en su amplio entorno geográfico. Esta percepción se ha convertido en una de las más complicadas al incidir la desconfianza y el temor junto a la objetiva necesidad de las tendencias del comercio internacional como imperativos en la globalización neoliberal las mismas son: colaboración económica, concertación y, consolidación y desarrollo de los bloques económicos. 

Se percibe también, como una sociedad tecnológicamente militar, dado que posee una base industrial y tecnológica capaz de convertirse en breve tiempo, en productora de armas sofisticadas a gran escala, incluyendo las nucleares; lo cual le permitiría defenderse contra cualquier agresión convencional y en última instancia, ejercer la disuasión nuclear. Además,  es considerado como ente capaz de comprometer el mantenimiento de numerosos sistemas de armamentos de sus socios, al poner bajo embargo ciertos componentes tecnológicos de punta.

Los países del área, siguen por ende al detalle tanto el incremento del gasto militar como el resurgimiento del militarismo en cualquiera de sus experiencias, como fundamentos para asegurarse  sus rutas comerciales y sus industrias en la región.

Es importante subrayar, que el poderío militar japonés estuvo creciendo al amparo de la alianza con EE UU, desde el fin de la segunda guerra mundial, lo que le permitió concentrarse positivamente en su crecimiento económico. Las responsabilidades y las tareas de seguridad militar japonesa y de la región fueron cubiertas por sus aliados estadounidenses, pudiéndose así restringir el gasto de defensa al 1% del PBI. Con el tiempo como anteriormente mencionamos ese gasto aumento junto con la producción y los ingresos de sus productos en el mercado mundial.

Entre algunos de los llamados de aletas, como manifestaciones de preocupación ante las percepciones de amenazas potenciales, se encuentran la del entonces presidente de China, Jian Zemin, al expresar “hay que vigilar a las minorías militaristas japonesas que, aunque hayan transcurrido medio siglo desde el fin de la segunda guerra, hay algunas (minorías) que tienen una visión equivocada de la historia “. Sin embargo, para el gobierno de Pekín, resulta “lógico” que una potencia económica como Japón incremente sus responsabilidades internacionales en los aspectos políticos relacionados con la estabilidad y la seguridad regional y mundial. No obstante, China, sigue con cautela la evolución de la política exterior japonesa.

La preocupación mostrada por algunos países del área, se concreta en el criterio de que no están convencidos de que el pueblo japonés, inclinado al  desarrollo pacífico; no pueda ser lo suficientemente organizado, fuerte y capaz, para detener los propósitos de una minoría, pero que si, influyen en estas corriente militaristas y revanchistas.

En contraste, es necesario señalar algunas manifestaciones de la opinión pública japonesa, como expresión contundente de oposición a cualquier intento militarista en el país.  Pueden citarse como ejemplos, la “Declaración Anti-Guerra”, de agosto de 1995, la que sugiere entre sus principios una paz positiva enmarcada en: las disculpas a los países agredidos durante la segunda guerra mundial; compensaciones a los ciudadanos extranjeros ofendidos; abolición de las Fuerzas de Autodefensas; la cancelación del Tratado de seguridad con EE UUU; la reafirmación de la renuncia  a la guerra y a al desmilitarización del país. Otro aspecto ya histórico, son los actos de recordaciones a las víctimas de los bombardeos atómicos de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki  cada año para que no vuelvan más la agresión nuclear en nuestro planeta.

No obstante, lo complejo que es tratar a profundidad el tema militar internamente, en el estado actual de la opinión pública y la correlación de fuerzas en la Dieta y, el  hecho  improbable  de  que sus vecinos asiáticos  y sus socios, en  particular EE UU le permitan, sin sensibles reservas, tales propósitos militaristas. Lo probable para estos primeros decenios es que Japón seguirá siendo incapaz de acceder a la plena autonomía y de asegurar solo su seguridad. 

A las distintas formas en que Japón ha sido percibido por los países vecinos, debemos incorporar también, la percepción que tiene él, a su vez, de la región, enmarcado fundamentalmente en este período de transición en lo interno y en lo externo en que se encuentra, después de haber desempeñado durante muchos años un papel periférico en las relaciones internacionales, bajo la sombrilla económica y militar norteamericana.

En este contexto, cabe recodar que la política exterior japonesa estuvo orientada por el Partido Liberal Democrática (PLD), la cual consintió en “convenir” con la política hegemonista estadounidense. El debate actual en Japón, consiste en reorientar acertadamente la nueva imagen del país a escala regional e internacional. Este tiene dos visiones: el pragmatismo y el deber de asumir nuevas responsabilidades en el concierto mundial, para las cuales la alianza a ultranza con EE UU resulta un incomodo obstáculo.

 La política interna muestra el efecto de las transformaciones de la economía y de las presiones que EE UU le ha impuesto en materia de apertura económica y política. Estos son elementos que reflejan la reorientación exterior nipona enmarcada entre otras, en la reforma constitucional, en particular el artículo 9, que limita su acción en el campo militar y en el proyecto de Okinawa para eliminar las bases estadounidenses en el 2015, lo cual incidirá indiscutiblemente en el marco de la cooperación con EE UU sobre defensa y seguridad.  

El reto japonés en política exterior radica en homogenizar sus dimensiones reales, sustentándose en el poder económico y en las necesidades de su seguridad nacional respecto a su alianza con EE UU. Para así, redefinir su estrategia de participación  más activa en el ámbito internacional para “contribuir a la paz y la prosperidad internacional” como reflejo de su liderazgo económico, en busca de un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En este sentido, ratificamos nuevamente que Japón se encuentra expuesto a múltiples cuestionamientos y presiones para que asuma nuevas responsabilidades y realice mayores sacrificios en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Sus obligaciones con el gobierno estadounidense y la urgencia de éste, para que ellos, se adjudiquen más compromisos políticos y económicos en el mundo actual, son llamados que pueden coadyuvar a una percepción internacional incierta en el futuro inmediato. Estos aspectos estimulan, sin embargo en el área percepciones de abandono norteamericano y necesidad nipona de llegar al círculo de potencias, con presencia militar propia en la región Asia-Pacífico. Es cierto que Japón alcanza progresivamente, el control de la seguridad de sus líneas marítimas en un radio de mil millas; pero su capacidad ofensiva sigue casi nula, lo cual reafirma su estrategia de paz en las primeras décadas del siglo XXI. En el estado actual de su economía, proyectada estratégicamente a la Mundialización, Japón es indefendible por los medios militares; incluso una fuerza nuclear jugaría difícilmente un papel disuasivo. Su configuración geográfica confirma su aniquilación de un solo golpe. 

Los nexos de todo tipo tejidos por Tokio con los países de la región se han reforzado después que, emprendió la internacionalización de su economía a medidos de los años 80. Ello implica la reconstrucción progresiva del imperio nipón. Su hegemonía es de una escala más limitada, Japón provee solo un tercio de las exportaciones de los países de la zona.

Vías japonesas para una paz positiva

El fomento de medios pacíficos para resolver las diferencias internacionales, se ha convertido en una interesante propuesta que responde a los nuevos esquemas de cooperación con los que la comunidad internacional trata de redefinir sus vínculos recíprocos.

En este sentido, se establece el concepto japonés de relacionarse comprensivamente con su entorno natural, enmarcado en la Diplomacia Multilateral y en la Ayuda para el Desarrollo; y al mismo tiempo profundiza sus vínculos con los organismos multilaterales. Convirtiéndose estos en aspectos fundamentales de su política exterior.

 

Diplomacia Multilateral

El gobierno japonés artículo desde la década del 6, una política exterior llamada “diplomacia multilateral, que prevé el mantenimiento y desarrollo de las relaciones normales con todos los países del mundo, sin interponer barreas ideo-políticas. Ésta sirvió de base para su transformación gradual, en una potencia mediadora, entre Occidente y los países en vía de desarrollo.

Con el gabinete de Hibushi se refuerza ésta, la cual amplia el radio de acción de prioridades e incorpora objetivamente a los nuevos actores regionales e internacionales teniendo en consideración las condiciones existentes del escenario internacional y las demandas de sus socios. Así surgen las denominadas “bandas” de vínculos exteriores, en primera instancia por ejemplo de cuatro actores: EE UU, China, Rusia y ellos. Finalizando con seis actores que incluyen muy pragmáticamente: EE UU, China, Rusia, Corea del Norte, Corea del Sur y Japón.

La Diplomacia Multilateral se redimencionó en la década del 90 y continuará como estrategia exterior en las próximas décadas del siglo XXI. La renovación de la confianza regional e internacional, a través de dicha diplomacia, como resolver conflictos y remover las fuentes de beligerancia con sus propios métodos.

 

La Ayuda Japonesa al Desarrollo

La Ayuda Oficial al Desarrollo del gobierno japonés (ODA) es una de  las más elevadas entre las naciones desarrolladas, la cual se otorga generalmente a proyectos para el desarrollo y en programas para aliviar la carga de la deuda externa. En la década anterior la tendencia japonesa fue, la ayuda a la protección del entorno ambiental global, manifestándose con donaciones en los primeros de años con una cifra de 2 250 millones  de dólares. Tal decisión fue tomada en la “Conferencia sobre Ambiente Global y Respuesta Humana a un Desarrollo Sostenible”, efectuada en Tokio.

La contribución en los 90, en especial se centró, en los países de la región asiática; entre otras razones según su percepción, por las circunstancias históricas de reparaciones de guerra, afín de suavizar cualquier brote de desconfianza en el área. No obstante incluyó también a países de niveles más bajos en el Producto Interno Bruto (PBI) como a los centroamericanos, Perú, Bolivia y Paraguay.

Esta ayuda al desarrollo, bajo todas sus formas, sin lugar a dudas fue un pilar esencial de la estratega de legitimarse como potencia mediadora entre el Norte y el Sur y en la aspiración de ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. 

 

Consideraciones Finales

 

En los ámbitos de paz y seguridad, la región Asia-Pacífico enfrenta antiguos y nuevos desafíos. Las percepciones sobre el papel de Japón en estos temas son variadas. Por un lado, el fantasma tradicional de “amenaza potencial”, alimentado por una corriente militarista; situación que se traduce en una percepción extendida, de que la nación japonesa puede recurrir nuevamente a los medios militares para dirimir los conflictos, violentando la Constitución, en particular su artículo 9. En el recuerdo histórico regional continúa presente las acciones militares del Imperio Japonés, el cual tiene un peso fuerte. Por otra, la estrategia económica no es suficiente para generar un clima de paz y seguridad que efectivice la paz regional e internacional.

 

La tendencia de la política exterior japonesa con su mirada puesta en el siglo XXI, continua reafirmado progresivamente en estas primeras décadas, su estrategia de potencia económica-civil, sustentada en la Doctrina de Yoshida; sin obviar sus aún ineludibles  compromisos como aliado estratégico número uno de EE UU en la región.   

 

La Diplomacia Multilateral y la Ayuda al Desarrollo, se expresan como vías para estrechar los vínculos y promover las relaciones internacionales de interés de Estado; al mismo tiempo que pretende el rango de intervenir en los asuntos  mundiales, en pos de la estrategia concebida. No obstante, esa visión efectista no ha implicado, que los países del área entre otros compartan integralmente los mismos objetivos políticos, de seguridad y paz. 

 

Si Japón hipotéticamente lograra asumir la responsabilidad de su propia defensa, se estaría redefiniendo un nuevo esquema  de equilibrio regional, que incrementaría las percepciones de reservas y la consecuente inestabilidad; presionándole al rearme y distrayéndolo de sus objetivos económicos y como actor internacional. En este supuesto habrá que estar atentos a las señales, para poder predecir los acontecimientos y la viabilidad de los mismos.

 

Bibliografía

 

Asia Pacífico, 1997. Publicación Anual del Centro de Estudios de Asia y África. El Colegio de México, México, D.F., 1997.

Fuente-Berain, Sandra. “Japón estrategia económica e influencia en los países de la Cuenca del Pacifico”. En: Revista  Mexicana de política Exterior. (México), (35): 74, 1992.

Román Zavala, Alfredo. Cinco percepciones de la región Asia pacífico. Los casos de Singapur, Malasia, Indonesia, Australia y Japón. El Colegio de México,  México, D.F., 1997.

Periódico, Ashí Shimbun, 15 de agosto de 1995.

 


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Carmona Ramos , U. :  “La Paz en la Constitución japonesa. ¿Está amenazada en el Siglo XXI?" en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2008. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/

 

 

 

El Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón es una revista académica, editada y mantenida por el Grupo eumednet de la Universidad de Málaga. Tiene el Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas ISSN 1988-5229 y está indexada internacionalmente en RepEc.

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