Revista: DELOS Desarrollo Local Sostenible
ISSN: 1988-5245


RELACION GESTION AMBIENTAL - COMPETITIVIDAD TERRITORIAL BAJO EL ENFOQUE DE LA PROSPECTIVA ESTRATEGICA

Autores e infomación del artículo

Gabriel Estuardo Cevallos Uve*
Marlene Campos Tufino**
Jose Bernardo Nevares Garcia***

Instituto Tecnologico Superior Julio Moreno Espinosa, Ecuador

gecevallos@gmail.com


Resumen

El objetivo de este trabajo es analizar la relación entre gestión ambiental y competitividad territorial. En el documento se hace una breve introducción y se describe como la creación de ventajas competitivas tiene un carácter marcadamente local. Después, se presenta una reflexión sobre los conceptos de gestión ambiental en la teoría económica. A continuación, se define competitividad territorial vista desde los preceptos de la prospectiva estratégica y se hace una lista de aquellos resultados de la prospectiva territorial que se han utilizado en lo político, lo económico, lo estratégico y en la inteligencia colectiva. Finalmente, se presentan las dimensiones y resultados  de esta relación donde se destaca la necesidad de la alineación de los gobiernos autónomos a la planificación de cada zona para el análisis de esta categoría en la economía del Estado Ecuatoriano.
Palabras clave: Prospectiva estratégica, competitividad territorial, gestión ambiental, desarrollo sostenible, economía del territorio.
Clasificación JEL: D40, L44, G13, Q51

Abstract

The aim of this paper is to analyze the relationship between environmental management and territorial competitiveness. The paper gives a brief introduction and is described as the creation of competitive advantages has a distinctly local character. After a reflection on the concepts of environmental management is presented in economic theory. Then view territorial competitiveness is defined from the precepts of strategic foresight and a list of those territorial prospective results that have been used in the political, economic, strategic and collective intelligence is. Finally, the dimensions and outcomes of this relationship where the need for alignment of the autonomous governments in the planning of each area for the analysis of this category is highlighted in the economy of the Ecuadorian State presented.
Keywords: Prospective strategic, territorial competitiveness, environmental management, sustainable development, territorial economy.
JEL classification: D40, L44, G13, Q51


Para citar este articulo puede uitlizar el siguiente formato:

Gabriel Estuardo Cevallos Uve, Marlene Campos Tufino y Jose Bernardo Nevares Garcia (2016): "Relacion gestion ambiental - competitividad territorial bajo el enfoque de la prospectiva estrategica", Revista DELOS: Desarrollo Local Sostenible, n. 25 (febrero 2016). En linea: http://www.eumed.net/rev/delos/25/gestion.html


1          Introducción.

En la actualidad, al prescribir políticas públicas para el ordenamiento al interior de los Estados deben estar en correspondencia con la revolución científico-tecnológica, que ha tenido y seguirá teniendo consecuencias muy reveladoras sobre los territorios (Silva Lira, 2005). En particular, las economías nacionales se han hecho muy interdependientes; este cambio ha ido acompañado de una reestructuración profunda de los procesos productivos, que se han compatibilizado al surgir nuevas tecnologías donde es ineludible producir  nuevos conocimientos indispensables para su entendimiento.
La globalización trae consigo muchos cambios de importancia para el futuro de los territorios en contextos macro, meso y micro tanto de influencia como de dependencia global y local.
Desde la arista cultural se observa una doble tendencia: por un lado se tiende a la homogeneización de las identidades culturales, pero por otro se genera cierta resistencia y un retorno a lo local como referente de vida. Dicho de otro modo, y en términos de la variable tiempo, se puede apreciar un incremento desproporcionado de los procesos y el ritmo de vida y una deflación de las barreras y las distancias entre lugares, debido al desarrollo del transporte y las telecomunicaciones que tiende a hacer más accesibles los territorios desde el punto de vista de los tradicionales factores de atracción territorial.
Muchos cambios que comienzan a verificarse impulsan a crear sociedades cada vez más abiertas y descentralizadas, lo cual redefine el lugar que ocupan y el sentido que poseen los territorios en la aldea global (Boisier S. , 1996), e implica que estos deben afrontar nuevos desafíos al formular sus estrategias de desarrollo, en un contexto de mayor complejidad, apertura, competencia, incertidumbre y velocidad de cambio.
En este sentido la necesidad de valorar la dimensión ambiental en la actividad humana sobre la naturaleza ha previsto que la economía y el medio ambiente se consideren elementos recíprocamente dependientes. La economía surge de los procesos naturales que proveen los ecosistemas para el sostén de la vida; a su vez, las condiciones del entorno y del uso de los recursos naturales dependen del desarrollo económico.
De igual forma no existe una definición única acerca de lo que se suele concebir por Competitividad Territorial, más allá de imprimir que se trata naturalmente del proceso que intenta lograr una mejora del ingreso, de las condiciones y calidad de vida de la gente que vive en un determinado espacio territorial, al igual de considerar a la gestión ambiental como parte de uno de sus pilares y no como trasversal y multidimensional.
Al territorio suele considerarse como un sistema complejo, que funciona bajo un entramado de relaciones económicas, sociales y culturales, no como un simple soporte físico donde se desarrolla la actividad humana (Perón, 2000; Boisier S. , 2007; Gonzáles, 2007; Alburquerque & Pérez, 2013). La nueva concepción del territorio es la de un espacio, que aunque no se encuentra perfectamente delineado desde el punto de vista físico espacial, alberga un conjunto de relaciones económicas, políticas, sociales, históricas y naturales que le ofrecen una coherencia tal que constituye un factor, capaz de influir y ser tratado como un actor más del desarrollo (Sarmiento, 2014).
Es así, que las visiones de desarrollo prevalecientes en décadas anteriores se caracterizaron por el peso otorgado al papel del estado en la toma de decisiones, la separación marcada de las esferas económicas, sociales y políticas; el otorgamiento de un papel privilegiado a la economía, la promoción de políticas sociales centralizadas, sectoriales y asistencialistas; la comprensión de lo local como nivel subordinado y depositario de los recursos asignados, fundamentalmente por los niveles centrales, condujo a modalidades sociales insuficientes para la gestión (Gómez & Estrada, 2009).
A fines del siglo pasado se desarrollaron esfuerzos para construir un marco regulatorio que propiciara la incorporación de la dimensión ambiental al desarrollo local sostenible. Krugman (2010) indica que mientras las distintas maneras de satisfacer las necesidades humanas crecen progresivamente, los recursos para satisfacer tales necesidades tienden a decrecer (Max-Neef, et al. 1993) 1.  En 1972 dicha premisa se hizo manifiesta mediante el informe del Club de Roma: “Los límites del Crecimiento Humano”, que expresaba la ineludible urgencia de buscar soluciones al problema ambiental global (Meadows, Meadows, Randers, & Behrens, 1972). En 1983 en la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas fue evidente que la protección del medio ambiente iba a convertirse en un asunto de supervivencia para todos (PNUMA, 1983). En 1987 la misma Comisión presidida por Gro Harlem Brundtland concluyó que “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias” es el fundamento del Desarrollo Sostenible (WCED, 1987) y de la gestión ambiental como imperante de tratamiento.
En este sentido, se considera que la gestión ambiental como parte del desarrollo sostenible despliega una visión de conjunto, incorpora los campos de estudio desde la cultura, la ética, la economía, la ecología y la eficiencia; constituye un modelo y no únicamente una teoría o enfoque de desarrollo, universalmente reconocido, y proporciona patrones e iniciativas de desarrollo o se convierte en una meta en la definición estrategias de competitividad para las localidades. De igual manera coincide con Gómez et al. (2003) en que una visión necesaria es establecer las bases para un modelo de gestión ambiental en función de un territorio más competitivo.
La competitividad de una nación anteriormente había estado fundamentada en factores puramente economicistas, comienza a mezclarse con otros de orden no económico, tales como cultura, política, conciencia ambiental, calidad del recurso humano y ubicación espacial, (Porter, 1995; 1996; Moori-Koening & Yoguel, 1998; Lever & Turok, 1999; Begg, 2002; Sarmiento, 2014) evolucionando hacia una definición más relacionada con el entorno local; siendo sus determinantes los factores endógenos de la economía nacional que se investiga y entendiéndose dentro del marco del desarrollo sostenible y en este lo ambiental.
Las diferentes opciones de propuestas para el estudio de la competitividad de las naciones publicados cada año como el Informe de competitividad mundial 2  y el Anuario de competitividad mundial 3 , así como los índices de competitividad regional implementados en América Latina, que se derivan principalmente de estas investigaciones y entre los que destacan Ecuador, Chile, Colombia, Perú y México (Sarmiento, 2014; Alburquerque & Pérez, 2013; Boisier S. , 2007; Centro de Políticas Públicas de la Universidad, 2013), son aplicadas a economías que funcionan sobre la lógica del mercado, por lo cual no se adecuan totalmente a la economía de cualquier Estado.
Finalmente, Silva Lira (2005) asegura que la creación de ventajas competitivas tiene un carácter marcadamente local, condicionalmente la estructura económica local se puede expresar en torno a cadenas productivas locales que propician el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, que tienden a buscar formas asociativas y articuladas para conseguir ventajas competitivas, ya sea bajo el impulso de aglomeraciones productivas (clusters) de empresas organizadas sobre el territorio o de otros tipos de asociaciones productivas, donde el logro de economías de escala se concibe como externo a las empresas pero interno a los territorios.

2.         Desarrollo

2.1       Conceptualización de la gestión ambiental

Antes de conceptualizar la gestión ambiental es importante definir el término medioambiente o ambiente, entendido  como el sistema de elementos abióticos, bióticos y socioeconómicos con que interactúa el hombre, a la vez que se adapta al mismo, lo trasforma y lo utiliza para satisfacer sus necesidades (Gómez & Estrada, 2009).
De forma general la bibliografía especializada reconoce la gestión ambiental como un proceso que está orientado a resolver, mitigar y/o prevenir los problemas de carácter ambiental (figura 1.1) con el propósito de lograr un desarrollo sostenible, entendido éste como aquel que le permite al hombre el desenvolvimiento de sus potencialidades y de su patrimonio biofísico, cultural y económico, garantizando su permanencia en el tiempo y el espacio (Acosta García & Cosano Delgado, 2009; Negrín & Martínez, 2011; Ramírez, Sao Rodríguez, & Rodriguez, 2012; Santillán Egas, 2012; Jiménez Jiménez & Vargas Camacho, 2013; Giutta & Rosa, 2013; Cañizares, 2014).

No obstante, la conceptualización de gestión ambiental como un proceso multidimensional, no se halla en el estado del arte especializado ni en los documentos programáticos de organizaciones nacionales e internacionales, que se emiten con el propósito de mejorar el marco regulatorio de la actividad de la institucionalidad pública y privada con relación al ambiente.
Es importante, acotar que el desarrollo sostenible está siendo usado como un mecanismo que sustenta acciones económicas y conquistas políticas en esta era de la universalización del conocimiento, donde está implícito tomar medidas ambientales más por necesidad de competitividad económica y política, que por la preocupación de conservar recursos para las generaciones futuras.
Sin embargo, toda conceptualización de gestión ambiental responde sine qua non a tres objetivos y procesos vinculados al tiempo (Díaz, 2000; Ramírez, 2005): 

  • La reversión de procesos de deterioro ambiental (pasado).
  • La resolución de conflictos ambientales (presente).
  • La prevención de conflictos ambientales (futuro).

La conceptualización de la gestión ambiental vista desde un enfoque multidimensional de gobierno – entorno como apoyo 4  a la competitividad territorial es per se indispensable para  la ciencia (Zapata, 2007). Dado que el pensamiento científico solo reproduce la realidad a través de conceptos5 , como consecuencia, en el marco de cualquier investigación, es necesaria establecer las dimensiones no solo cuantitativas sino también cualitativas del objeto que hacen posible su definición categorial. Asimismo, se sientan las bases para el estudio de las influencias mutuas sobre las partes que lo componen, su medición, el pronóstico de su posible desarrollo ulterior y la elaboración de recomendaciones dirigidas a transformar o mitigar el impacto de factores indeseables (externalidades negativas).
Varios autores definen la gestión ambiental de acuerdo a diferentes aspectos, al analizar los conceptos de gestión ambiental se evidencia un tránsito que responden a momentos o acontecimiento centrados en sus inicios a la percepción del individuo, el contexto y el sistema de valores que se asocian con las relaciones de producción naturaleza – sociedad, como producto del asentamiento de la industrialización, el surgimiento de la urbanización con el aparecimiento de la sociedad del consumo en el siglo XVIII y que se amplía con el germen del movimiento proteccionista o conservacionista en el siglo XIX, para en el siglo XX llegar a consensos de sensibilizar a la humanidad de la problemática ambiental mediante la educación ambiental.
Es por esto que se asume en esta investigación que la  gestión  ambiental no sólo  contiene  el hecho del acogimiento de tecnologías de proceso menos contaminantes, que inquieren adaptar antiguos procesos, ahorrar energía y materias primas, además de minimizar la generación de residuos, posteriormente se centra el enfoque del proceso productivo incluyendo la gestión de riesgos asociados y los riesgos ambientales, con el objetivo de minimizar su potencial como fuente de contaminación, la optimización del desempeño ambiental de forma integrada desde los insumos que serán utilizados, la tecnología para su procesamiento, el consumo de energía, las emisiones, la generación de residuos, hasta el producto final que será comercializado, actividades asociadas a infiltraciones, explosiones, liberación accidental de contaminantes, insumos o productos, así como sus relaciones con la salud humana o con la integridad de los ecosistemas. De ahí la necesidad de su modelación. Dicha modelación, comienza en los años 70 cuando es notorio que la explotación descontrolada deteriora y perjudica irreversiblemente el ambiente, con  el objetivo de crear una sólida base  conceptual que  permita  definir origen,  variables,  y  principales  relaciones.
En 1992 la Cumbre para la Tierra de Río de Janeiro, representó un hito en las negociaciones internacionales sobre las cuestiones del ambiente y el desarrollo. Los objetivos de la misma eran lograr un equilibrio justo entre las carencias económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras (PNUMA, 2012).
En aras de asumir una posición en cuanto a la consideración del concepto de gestión ambiental se coincide con las definiciones  aportadas por Salazar, J. et al. (2014) que lo definen como… “un proceso que está orientado a resolver, mitigar y prevenir los problemas de carácter ambiental, con el propósito de lograr un desarrollo sostenible, entendido éste como aquel que le permite al hombre el  desenvolvimiento de sus  potencialidades y su  patrimonio  biofísico  y cultural, garantizando su permanencia en el tiempo y en el espacio”
Este concepto se asume, porque expresa desde un enfoque multidimensional, integral y prospectivo los elementos que caracterizan la gestión ambiental y además, reconoce la importancia de lo ambiental para el logro de un desarrollo sostenible, de ahí que la gestión ambiental se puede abordar desde varios puntos (Pousa, 2006): 

  • Económico. Las actividades deben ser rentables y constituir una fuente de bienestar económico, provocando una sostenibilidad social y cultural.
  • Ecológico. Se debe tener en cuenta la integridad de los ecosistemas, su capacidad de carga y de generar externalidades positivas, así como la conservación de los recursos naturales y de la biodiversidad.
  • Social. La sostenibilidad social se deriva del desarrollo de las actividades agroambientales, recreativas, paisajísticas y ecoturísticas.

Así como aportar a la existencia de una serie de principios de carácter general, los cuales corresponden a la gestión ambiental, Gómez (2003):

  • Lo económico es ecológico y lo ecológico es económico; expresa que el ambiente no debe entenderse como dificultad u obstáculo para las actividades económicas sino un argumento de negocio y factor de competitividad.
  • Responsabilidad compartida; señala que la cuestión ambiental es un problema de la sociedad en conjunto.
  • Es mejor prevenir que curar; evitar o reducir los problemas antes de que se produzcan y gestionar las actividades con mentalidad previsora.
  • Sostenibilidad de las actividades: hace referencia al respeto a las tasas de renovación de los recursos naturales renovables, a unos ritmos e intensidades de uso para los recursos naturales no renovables, a la capacidad de acogida de los ecosistemas y capacidad de asimilación del  aire, agua y suelo.
  • Integración ambiental de las actividades: plantea la identificación de las actividades de desarrollo. El diseño de los proyectos y la gestión  de las actividades económicas con  sensibilidad ambiental.
  • Lo verde vende: principio que pone de manifiesto la actitud favorable de los consumidores y clientes hacia los productos y procesos ecológicos.
  • Pensar globalmente, actuar individual y localmente: se refiere a que el área de extensión de los problemas es muy amplia y por pequeña que sea una causa puede desencadenar efectos que acumulados con el tiempo pueden llevar a resultados muy importantes y que las opciones personales inciden en problemas globales.
  • Quien contamina paga: el causante de contaminar debe de responsabilizarse de los costos públicos que implica reparar el daño. Esto debe de ir acompañado de la mejora de los procesos industriales y métodos de trabajo  con el fin de reducir los residuos y la contaminación; al mismo tiempo la sociedad debe de cuestionarse la necesidad de consumir productos procedentes de una industria altamente contaminante.

Finalmente se describen los componentes que deben hacer parte de la gestión ambiental:

  • Componente Económico: Logra la eficiencia económica sin detrimento del capital natural y  construido, procurando mantener la productividad y las oportunidades para el desarrollo y el bienestar de la población actual y del futuro.
  • Componente de Eficiencia: Relación adecuada entre producción, tiempo invertido e inversión  realizada. Los fenómenos a considerar son: la participación en la  producción económica nacional, comportamiento fiscal del municipio, comportamiento de la deuda, eficiencia administrativa.
  • Componente de la Producción: Utilización e interacción de recursos naturales, capital y trabajo en la elaboración de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades de los individuos y sus organizaciones. Los fenómenos a considerar son: Comportamiento económico por sectores, diversidad económica, empleo y  producción limpia.
  • Componente de la Inversión: Los fenómenos a considerar son: Ejecución presupuestal y asistencia técnica al sector productivo.

2.2       La gestión ambiental en la teoría económica.

Se comienza  abordando  los  modelos  teóricos  y empíricos generales relacionados con la gestión ambiental. La  literatura  revisada  refiere que no  existen modelos suficientemente explicados, claros  y definitivos  sobre el camino que tiene lugar una buena gestión ambiental en especial que integre eficientemente todas las dimensiones del desarrollo sostenible. Todos los modelos recogidos en la literatura presentan carencias e interrogantes, como concluyen algunos autores (Aguirre, 2001; Montes, 2008; Méndez, 2009; Barcellos, 2010).
A finales de los ochenta e inicios de los noventa, algunos autores siembran la idea del Posdesarrollo (Escobar, 2005), determinado también como sostenible, como una corriente crítica e insurgente al discurso desarrollista de las naciones industrializadas y su incidencia en países del Tercer Mundo, la idea predominante del desarrollo favoreció la emergencia o reivindicación de prácticas, conocimientos, saberes y una economía política de la verdad que hagan visibles a las comunidades objeto del desarrollo y las transforma en sujetos y agentes del mismo.
Estas discusiones engendraron el aporte de la Sociedad Ecológica Americana (SEA), que a mediados de los noventa presentó la Gestión de los Ecosistemas (Christensen, 1996), que criticaba los métodos de gestión observados en la realidad por su enfoque hacia la rentabilidad económica cortoplacista no sostenible, y convocaba nuevamente a la comprensión de la complejidad e interconectividad propia del carácter dinámico de los ecosistemas, donde los seres humanos son uno de los componentes.
Así, a finales de la década de los setenta, y de forma articulada a la dinámica global de la mejora continua promovida por la Organización Internacional de Normalización (ISO), aparece en los noventa la Gestión Ambiental Integrada (Born & Sonzogni, 1995), fundamento de los sistemas de gestión ambiental para la industria y la empresa, con un énfasis hacia el manejo de los recursos, insumos, e impactos, generados en distinta actividades de transformación.
Lo cual estimuló a la industria para que desarrollara sistemas de gestión ambiental que atendieran el proceso productivo utilizando concepciones de mejora con la finalidad de disminuir sus costes y aumentar la productividad, reducir, al tiempo, la contaminación y dar cumplimiento a las normativas existentes; esto les permitió diversificarse mediante la implementación de estándares internacionales como las normas ISO 14001 (Zorpas, 2010).
Un SGA según la Norma se fundamenta en el modelo Planificar, Hacer, Verificar y Actuar  (PHVA) y se describir como:

  • Planificar: Es fijar los objetivos y procesos para la obtención de resultados conforme a la política de la empresa.
  • Hacer: Consiste en implementar los procesos.
  • Verificar: Es realizar el seguimiento y medición de los procesos.
  • Actuar: Es tomar las acciones necesarias para la mejora continua.

En este sentido la Norma  ISO 14001:2004 define a un SGA como “parte del sistema de gestión de una organización, empleada para desarrollar e implementar su política ambiental y gestionar sus aspectos ambientales”.
Otras normas que favorecen la gestión ambiental desde el ámbito de la economía son:

  • ISO 14021 Etiquetas y declaraciones ambientales. Autodeclaración (etiquetado ambiental tipo II).
  • ISO 14025 Etiquetas y declaraciones ambientales. Declaraciones ambientales tipo III. Principios y procedimientos.
  • ISO 14040 Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Principios y marco de referencia.
  • ISO 14044 Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Requisitos y guía.
  • ISO/TS 14048 Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Modelo de documentación de los datos.
  • ISO 14064-1 Gases de efecto invernadero. Parte 1: Especificación con guía a nivel organizativo para la cuantificación e informe de las emisiones y reducciones de gases de efecto invernadero.

Muestra de esto es que los actores clave de proceso de gestión comenzaron a considerar la dimensión ambiental en sus decisiones estratégicas (Cevallos Uve, Análisis de los problemas sociales derivados de la influencia de los actores locales en la eficiencia de las políticas públicas ambientales., 2015), generándose modelos teóricos y empíricos de gestión ambiental que consideran indicadores de gestión de residuos, eficiencia de gestión, externalidades, segregación de input y outputs en deseados y no deseados, gestión de residuos y reciclado, eficiencia productiva y gestión industrial, ecoeficiencia desde la perspectiva macro y microeconómica, eficiencia técnica y ecológica, valor agregado sostenible y costes de oportunidad social, gasto municipal en gestión de residuos, gestión de desechos y sistemas de abono, ecoeficiencia y factores socioeconómicos, privilegiando como unidad de gestión el nivel municipal o cantonal.
Para establecer los elementos diferenciales entre los modelos y conceptos con los aspectos más relevantes identificados en cada uno de ellos, relacionando el concepto de indicadores, con el planteamiento de principales resultados y las dimensiones consideradas en cada uno de los 26 modelos de gestión ambiental utilizados desde 1998 hasta 2013 analizados por Cevallos (2015). La mayoría de los modelos examinados utilizan indicadores ambientales (30%) y económicos (26%), siendo los sociales poco utilizados en al menos 23 modelos analizados. Como principal referente teórico y metodológico se destacan los modelos de Díaz (2006), Prado (2011),  y OCC (2013) que integra todos los indicadores, los que se agrupan considerando el uso de sistemas de gestión que responden a los SGA, siendo este uno de los referentes de mayor peso para la presente investigación.
Estos modelos pueden agruparse en dos grandes conjuntos: los empíricos (65%) y teóricos (35%); los empíricos todos consideran al municipio como unidad de gestión ambiental, de aquí el peso que le dan a la gestión urbana6 ; de estos el 53% de los modelos se enfoca en la gestión de residuos.  Los modelos pueden además responder a otra clasificación basada en los indicadores que utilizan: eficiencia, eficacia, efectividad y alcance.
El concepto de la Gestión Ambiental en la teoría económica, hasta hoy ha transitado por distintos momentos, en los que la relación  economía – ambiente y la apreciación de la sociedad sobre los daños causados al mismo, fueron modelando su proyección hasta nuestros días.
Es así, que sobre la Gestión ambiental han establecido varios paradigmas, que parten de la relación hombre-naturaleza (Merayo & Barzaga, 2010; Martínez & Figueroa, 2013). Cada uno de ellos marcó una etapa del desarrollo y con ello una forma de enfrentar la Gestión Ambiental, primando en sentido general el punto de vista antropocéntrico.

En general, en los paradigmas referidos anteriormente la Gestión Ambiental desde la arista económica ha tenido escaso carácter prospectivo, lo cual constituye uno de sus grandes limitaciones a pesar del desarrollo acelerado en las diferentes ramas de las ciencias.
Si bien los paradigmas presentan diferentes tipos de relaciones entre sus planteamientos, como se ilustra en la tabla 1.2, es posible afirmar que comparten las siguientes limitaciones:
a)         Necesitan de una dimensión glocal7   ambiental.
b)         No enfrentan las relaciones multidimensionales evidentes en entornos particulares convenientes de los sistemas heterogéneos.
c)         No consiguen trascender el modelo conceptual de desarrollo vía incremento económico o solución técnica incorporados al esquema de mercado tradicional sin anticipar hacia las posibilidades que generan las sociedades del conocimiento.
d)         En este sentido, no permiten ver la existencia de otros supuestos de desarrollo que deben conciliar en múltiples escalas.
e)         Demandan un mayor esfuerzo conceptual en la construcción de propósitos comunes de tipo ambiental, establecidos entre actores que personalizan grupos sociales y sectores particulares (Cevallos Uve, Análisis de los problemas sociales derivados de la influencia de los actores locales en la eficiencia de las políticas públicas ambientales., 2015), para posicionar los supuestos culturales propios y evitar los reduccionismos epistemológicos.
f)          No incorporan el modo II de hacer ciencia 8, donde los saberes son fundamentales en la dirección para el desarrollo integral en entornos glocales.
g)         Todos estimulan la planificación basada en medidas bien definidas donde cualquier cosa que hoy no sea económica o técnicamente factible, puedo serlo en un futuro próximo, evitando el estudio prospectivo (escenarios futuribles) y en basados en cálculos de riesgo que pueden estar llenos de errores y de sesgo.
Considerando estos factores y dimensiones, los nuevos paradigmas de la gestión ambiental deben orientarse hacia la construcción de conceptos que relacionen de forma integral la oferta ecológica, las lógicas productivas, los actores del territorio que arbitran sobre el entorno y los propósitos regionales/locales en un contexto globalizado para el desarrollo sostenible.
No está totalmente estructurada una teoría científica que fundamente a la Gestión Ambiental, además de tratarse de un concepto relativamente nuevo, y como se expone en esta investigación las definiciones que sobre el tema se han consultado, no reflejan la esencia del objeto que abarca la Gestión Ambiental, donde lo que la caracteriza son los indicios no distintivos, propio de la gestión, y no de lo que se debe entender sobre la Gestión Ambiental.
Es así que, la gestión ambiental realizada de forma tal, que a manera de cascada permita ir llevando a los diferentes niveles territoriales de un país, como pueden ser de descentralización o de desconcentración, el uso de normas y modelos, contribuye en gran medida a la operacionalización de los objetivos del cualquier plan de desarrollo, por lo cual merece una especial atención su estudio a partir de los preceptos de la gestión y sus diferentes normativas.

2.3       La competitividad territorial vista desde los preceptos de la prospectiva estratégica

Al revalorizar el territorio como categoría de análisis, cambia la valoración sobre el significado que tienen los factores territoriales. La diferencia espacial careció de sentido alguno hasta la década de los años 70 en la medida en que la distinción entre territorios más o menos prósperos se fundaban en un único criterio (la renta per cápita) y en el desarrollo forjado como estadios (fase de procesos) unilineales acostumbrados a todas las regiones (Del Canto, 2000). Desde esta óptica las diferencias en renta per cápita explicarían las diversas fases de desarrollo, en el pretendido ideal de la posibilidad de que todas las regiones alcanzarían.
Desde los años 70, la hipótesis de convergencia y de unilinealidad es cuestionada con importantes consecuencias para la comprensión de las diferencias territoriales (Del Canto, 2000). Se descubre que no existen estadios unilineales de desarrollo comunes a todas las regiones, que la segunda y tercera generación9   en las regiones desarrolladas no repite la experiencia de la primera (Helmsing, 1999), al contrario, su situación y sus estrategias de desarrollo son diferentes.
Es desde estas evidencias cuando las diferencias territoriales se empiezan a percibir como fruto de la interacción por una parte de factores sociales, económicos e institucionales, específicos de una región (lo local) y por otra de economías externas y conocimientos (lo mundial) (Alburquerque & Pérez, 2013; Boisier S. , 2007; Centro de Políticas Publicas de la Universidad, 2013; Del Canto, 2000). Lo que quiere decir que la naturaleza de esta interacción influye en las diferencias en competitividad de los territorios.
Considerando esta nueva perspectiva, las diferencias territoriales son consideradas como componentes potenciales de desarrollo y no únicamente como contrastes percibidos negativamente (Del Canto, 2000). Desde este punto de vista, las políticas de desarrollo, cualquiera que sea el origen institucional, comienzan a reconocer y explotar la diversidad territorial como factor estratégico. Por tanto, implica que cada territorio debe reconocer la vía de su propio desarrollo y que puede variar según los casos.
Este enfoque es por definición difícil de sistematizar y generalizar más allá del relato de casos y requiere de criterios pertinentes que expliquen las diferencias en cuanto a la competitividad de unos territorios respecto a otros.
Concurren varias aproximaciones teóricas y metodológicas que tratan el tema de competitividad, el enfoque difiere si se aplica a países, territorios o empresas. Los países compiten por la atracción de inversiones al ofrecer ciertas condiciones macroeconómicas favorables en cuanto a la tasa de interés, estabilidad política, actividad económica, regulaciones estatales o incentivos fiscales (Begg, 2002). Las ciudades compiten por la localización de empresas mediante un entorno propicio en cuanto a infraestructura, tamaño poblacional, características socioeconómicas del lugar y otras de la actividad económica (Cabrero, Orihuela, & Ziccardi, 2003).  En el caso de las empresas, según la visión neoclásica, logran ser más competitivos al maximizar beneficios y lo hacen vía diferenciación de precios, productos, localización (Begg, 2002) y generación de innovación (Roberts, 2004; Van Dijk, 2002; Del Canto, 2000).
Las ciudades en sí mismas no compiten unas con otras,  sino más bien, son los territorios que rivalizan por la atracción de inversiones (Krugman, 1996). En este sentido La existencia de fuerzas centrípetas y centrífugas en un territorio que atrae o repele recursos económicos (personal, inversión, empresas) es un lugar que ofrezca buenas condiciones demográficas, sociales, ambientales, tecnológicas, institucionales y en materia de infraestructura favorezca la concentración de la actividad económica (Krugman, 1996; Del Canto, 2000; Cabrero, Orihuela, & Ziccardi, 2003), por tanto, vuelve más competitivo el territorio por la influencia de fuerzas centrípetas. Por el contrario, condiciones desfavorables en estas y otras variables generan fuerzas centrífugas que repelen o expulsan recursos económicos de un territorio hacia otro con mejores condiciones (Del Canto, 2000; Centro de Políticas Publicas de la Universidad, 2013), es decir, se da una traslado de recursos de una periferia a un centro.
En estas investigaciones los autores no muestran un acuerdo teórico y práctico, por lo cual, las herramientas consideran distintos criterios y se aprecian limitaciones teórico-conceptuales, metodológicas y prácticas, para el análisis de esta categoría para la economía en el Estado Ecuatoriano, entre las cuales pueden enunciarse:

  • Los conceptos no brindan elementos suficientes para explicar a través de un conjunto de factores universalmente aplicables la competitividad de las naciones y/o los territorios; estos son seleccionados acorde con el nivel de jerarquía que le asignan los autores, los objetivos de la investigación, la disponibilidad de la información o el país de referencia y consideran de manera primordial el papel del mercado.
  • El modelo de Michael Porter supone que la labor gubernamental es exógena, lo cual constituye para apreciar la competitividad en Ecuador una restricción desde el punto de vista teórico, a partir del papel activo que deben jugar los territorios en la gestión de sus resultados.
  • La bibliografía internacional revisada no muestra estudios empíricos con una estructura metodológica que oriente cómo aplicarlos y culminan a nivel de planteamiento de las potencialidades y limitaciones competitivas de la gestión ambiental, sin proponer cómo integrarlos para orientar la estrategia.
  • La insuficiencia conceptual mencionada se expresa, en el orden práctico, en la carencia de un conjunto de determinantes de la gestión ambiental como apoyo a la competitividad que se derive de un consenso explícito y en consecuencia no existe uniformidad de indicadores en el conjunto de los instrumentos que se utilizan en la toma de decisiones.

Todo lo expuesto adquiere más relevancia en los momentos actuales donde se ha destacado la importancia que la gestión ambiental  en los territorios debe jugar en el desarrollo del país y hace especial énfasis en la elaboración de proyectos de desarrollo y ordenamiento locales (SENPLADES, 2013). Sin embargo, la sistematización y generalización de diversas investigaciones por parte de los académicos ecuatorianos no es abundante y van conformando una visión propia del desarrollo local (SENPLADES, 2013; Panchana, 2001; Cevallos E. , 2015), que se nutre de la teoría del desarrollo endógeno local e incorpora las especificidades de estos procesos a las condiciones de Ecuador.
Los actores localizados en el territorio, como los gobiernos descentralizados u otras instituciones, juegan un papel preponderante en el desarrollo de en función del ambiente, es por tanto, un factor clave para el desarrollo económico – social del territorio, la región y la nación en general (Porter, 1996; Begg, 2002; Del Canto, 2000; Cevallos E. , 2015). En el mismo sentido la importancia de los gobiernos locales es explicada por que estos conocen las particularidades, el contexto que vive una localidad y tienen la posibilidad de integrar a la comunidad a los afectados directos en la solución de los problemas (Tello, 2010); es decir esto les facilita una mejor capacidad de respuesta en relación con las autoridades nacionales que desconocen estos elementos.
Dadas las condiciones que anteceden se puede expresar que la prospectiva territorial es un instrumento potente para el diseño de escenarios territoriales y estrategias de desarrollo endógeno (Espinosa, 2014); esta herramienta ha sido constantemente utilizada para abordar el problema central que emergió hace diez años en Europa relacionado con la búsqueda de una mayor autonomía para los territorios subnacionales, dicha autonomía pretendía crear capacidad regional para controlar su propio desarrollo y, concomitantemente, capacidad para diseñar su propio futuro10 , para lo cual se consideró necesario promover la descentralización y la participación. Los resultados de la prospectiva territorial se pueden catalogar en cuatro grupos: políticos, económicos, estratégicos y con relación a la inteligencia colectiva, como se puede observar en la tabla siguiente.
Cabe agregar, la prospectiva territorial se ha extendido ampliamente en Europa, Estado Unidos, América Latina y Australia (Escobar, 2005). Los métodos empleados son equivalentes pero las condiciones  en cada territorio donde se aplica, hacen que se provoquen  resultados únicos y acordes para ese lugar 11. Son determinantes tres propósitos principales en la prospectiva territorial: la necesidad de aumentar la “gobernanza” urbana (auto organización, calidad de la decisión pública, aprovechamiento de la inteligencia colectiva), la promoción de la inteligencia económica (competitividad territorial, gestión local – global), y la estimación del potencial de innovación.
De los anteriores planteamientos se deduce que la prospectiva territorial es una herramienta poderosa que brinda, entre otros aspectos los siguientes:

  • Proporciona herramientas técnicas y metodológicas para explicar y comprender el “modelo de desarrollo actual o sistema territorial” y sus tendencias o “gérmenes de futuro”. Asimismo permite inferir o imaginar varios escenarios de futuro o modelo de desarrollo futuro.
  • Inspecciona cambios y opciones para contar con referentes de nuevas necesidades, demandas, oportunidades e ideas actuales y futuras.
  • Se dirige hacia asuntos claves, estratégicos para horizontes temporales de más de 5 años.
  • Tiene en cuenta la necesidad de ejercer sobre las actitudes mentales examinando equilibrio entre perspectivas negativas y positivas hacia el futuro, e induciendo la búsqueda de opciones alternativas.
  • El pensamiento y construcción  colectiva de visiones, objetivos y escenarios de desarrollo comunes desarrolla cooperación o sinergias y permite reconstruir y vigorizar el tejido social e institucional.
  • El énfasis sobre escenarios e intereses a largo plazo facilita el proceso de concertación de visiones de futuro, en ambientes conflictivos, puesto que es más fácil converger hacia propósitos a largo plazo.
  • La prospectiva territorial conoce, analiza y comprende las fuerzas que interactúan y que estructuran el futuro de un territorio, y se enfoca primordial- mente a reconocer las tendencias fuertes y los hechos portadores del futuro. La prospectiva estratégica busca anticipar las evoluciones del territorio para actuar dando forma al futuro deseado (Espinosa, 2014).

De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando el análisis de la conceptualización de la competitividad territorial y las funciones del proceso de gestión ambiental, se considera que sí es posible llevar a la competitividad territorial la filosofía de un enfoque desde los preceptos de la prospectiva estratégica, ya que constituye una necesidad la alineación de los procesos de planificación, gestión y control, para lograr de forma integrada y sistemática la evaluación y monitoreo de la gestión ambiental en los Gobiernos descentralizados, para la toma de decisiones a cualquier nivel de descentralización o desconcentración lo cual constituye el objetivo fundamental de la presente investigación. En la investigación se hará énfasis en estos dos procesos por la incidencia en la solución del problema planteado, dada la necesidad de su alineación en el ámbito de los gobiernos autónomos a la planificación de cada zona12 .

2.4       Relación entre la gestión ambiental y las estrategias de competitividad territorial.

Las políticas ambientales bien planificadas proporcionan oportunidades para la innovación, crean nuevos mercados e incrementan la competitividad de los territorios gracias a una mayor eficacia de los recursos y a nuevas oportunidades de inversión (Bravo & Marín, 2014; SENPLADES, 2013). Pero el valor de las innovaciones tecnológicas va más allá de las compañías, en el caso de Ecuador, también las empresas públicas y los gobiernos autónomos descentralizado directamente involucrados benefician a la economía en conjunto y pueden reducir los costos, tanto económicos como de personal, de la sociedad en su totalidad.
Según el Foro Económico Mundial de Competitividad  2011-2012,  se lanza el Informe de Competitividad Global donde se señala que  la competitividad: “es el conjunto de factores, políticas e instituciones que determinan el nivel de productividad de un país. Es la que asegura un crecimiento sostenible del PIB per cápita, reduce la pobreza, es abierta a la economía internacional y amigable con el ambiente porque depende del desarrollo equilibrado de los subsistemas…” 
Ser competitivo es el dominio de soportar la competencia del mercado y su relación con el entorno (Leader II, fascículo 1, dic. 1999).  Un territorio adquiere carácter competitivo si puede afrontar la competencia del mercado y garantizar al mismo tiempo la viabilidad ambiental, económica, social y cultural, aplicando lógicas de red y de articulación interterritorial.
Según el plan regional de competitividad territorial Región Huetar Atlántica (2012), Forgia (2009), Ulate, Chaves & Maroto (2009); la competitividad  territorial debe verse desde cuatro dimensiones que se combinarán de manera específica en cada territorio y que son las siguientes:

  • La competitividad social.- capacidad de los agentes para actuar eficazmente de manera conjunta sobre la base de una concepción consensuada del proyecto y fomentada por una concertación entre los distintos niveles institucionales.
  • La competitividad medio ambiental.- capacidad de los agentes para valorizar su entorno haciendo de este un elemento “distintivo” de su territorio, garantizando al mismo tiempo la conservación y la renovación de los recursos naturales y patrimoniales.
  • La competitividad económica.- capacidad de los agentes para producir y mantener el máximo de valor añadido en el territorio mediante el refuerzo de los vínculos entre sectores y haciendo que la combinación de recursos constituya activos para valorizar el carácter específico de los productos y servicios locales.
  • Desde  el contexto global – capacidad de los agentes para situarse con relación a los otros territorios y al mundo exterior en general, con el objeto de hacer progresar su proyecto de territorio y de garantizar su viabilidad en el contexto de la globalización (véase Anexo 8).

La competitividad territorial ha sido analizada por diversos autores Porter (1995,1996), Lever yTurok (1999) y  Begg (2002), entre otros. Todos coinciden en que la competitividad no depende solo de factores micro y macroeconómicos, sino también de las capacidades que ofrece el territorio para facilitar las actividades económicas. Cabe agregar, existen factores que inciden en la competitividad de las instituciones localizadas en un territorio, que son propias de ese territorio, y que no quedan directamente relacionados con factores macroeconómicos del nivel nacional, ni con elementos internos de la institución. Estos componentes son los que determinan la competitividad territorial.
Ronald Martin (2011) en el The European Commission desarrolla el argumento Contrariamente que hay empresas muy competitivas y otras menos competitivas en todos los territorios, hay características habituales dentro de un territorio que afectan a la competitividad de todas las empresas allí ubicadas”.
Otro aspecto interesante de la competitividad territorial y que marca una diferencia con el concepto utilizado a nivel nacional, es la reaparición de la competencia entre unidades territoriales
Las características propias del territorio como su infraestructura, capital humano, el medio ambiente, instituciones locales, etc., constituyen un importante insumo para la competitividad territorial, afectando el desempeño de las instituciones ahí localizadas, aumentando sus niveles de productividad, y generando un ambiente que atrae mejores trabajadores y más inversiones (Centro de Políticas Publicas de la Universidad, 2013). 

2.5       Contribución  de  la gestión ambiental a las estrategias de competitividad territorial.

La gestión ambiental es un concepto clave que propicia que los agentes económicos y sociales en las localidades puedan tener un comportamiento más sostenible. La misma articula el crecimiento económico y el bienestar ecológico, que son dos condiciones esenciales para que una localidad sea prospera, productiva y competitiva. La prosperidad económica, con un uso más eficiente de los recursos y menos emisiones de sustancias que pueden tener consecuencias adversas sobre el ambiente.
De aquí la importancia de que los gobiernos autónomos descentralizados formulen políticas económicas que favorezcan  la gestión ambiental y la competitividad territorial. Es decir, el desarrollo sostenible desde una óptica local tiene que considerar el papel de la empresa como agente económico del desarrollo local sostenible, que a su vez implica que las empresas sean eficientes, efectivas, eficaces y competitivas considerando la dimensión ambiental (Tiguera, 2011; Cevallos Uve, 2015). Esto se traduce en un impulso decisivo para alcanzar mejores resultados locales, pero que exige una mayor descentralización y desconcentración en el orden político territorial, una mayor autonomía y también  una alta responsabilidad de los actores locales.
Los actores locales, al asumir  el protagonismo en el proceso de su desarrollo, facilitan el uso eficiente del potencial endógeno con la adecuada inserción o no de recursos estratégicos exógenos, para así alcanzar un mayor nivel de desarrollo que garantice crecimiento económico, desarrollo social y conservación del ambiente (Cevallos Uve, Análisis de los problemas sociales derivados de la influencia de los actores locales en la eficiencia de las políticas públicas ambientales., 2015), basado fundamentalmente en una cultura ambiental de las empresas. Así pues, los agentes económicos del desarrollo local juegan un papel muy importante en especial el Gobierno (Boisier S. , 2007; Cevallos Uve, 2015). Este último mediante la utilización de sus instrumentos de política, puede influir positiva o negativamente en el empleo racional de los recursos naturales en el territorio, debido a su relación  e influencia con o sobre los demás agentes económicos (Bravo & Marín, 2014). Existe un número considerable de instrumentos que permiten, a escala local, mejorar y proteger el ambiente, pero a la vez a hacerlo más competitivo, se refiriere en específico a los instrumentos normativos, los de mercado, los horizontales de apoyo  y los de asistencia financiera.
Los gobiernos autónomos descentralizados, deben desempeñar un papel importante en la protección del medio ambiente, pues dirigen el proceso de planificación y gestión sostenibles del territorio de su jurisdicción. Esta gestión permite el conocimiento de la situación ambiental actual del territorio, garantiza conocer el nivel de cumplimiento de la legislación, y contribuye a sensibilizar la opinión pública con la repercusión  de estos hechos en la zona y así desarrollar una conciencia ambiental y de pertinencia territorial en los empresarios y en la población.
Resulta de vital importancia evaluar la relación de la gestión ambiental con las estrategias de competitividad territorial en aras de disponer de la información cuantitativa y cualitativa necesaria para la toma de decisiones y así avanzar hacia un desarrollo local más sostenible, sin embargo, los resultados alcanzados en esta dirección son mínimos si se considera la implicación que en este proceso tiene este agente económico.

3.         Conclusiones

  • La revisión del estado del arte sobre competitividad, gestión ambiental y su enfoque prospectivo, facilitó establecer los elementos teóricos esenciales, que permiten desde sus definiciones, identificar la gestión ambiental como un proceso prospectivo de apoya a la competitividad, que en la experiencia va construyendo y validando sus principales argumentos teóricos.
  • La gestión ambiental como pilar de la competitividad territorial aunque ha sido  tratada en la literatura especializada, no refiere una teoría desarrollada, plenamente satisfactoria, utilizada como referente en la mayor parte de los estudios de este tipo. Además, ella ha de constituir una herramienta estratégica y prospectiva de gestión para el logro de la competitividad territorial.
  • La  influencia activa de la gestión ambiental en la competitividad territorial sobre todas las dimensiones la convierte en una herramienta fundamental para avanzar en la senda de la sostenibilidad en el territorio.
  • Muchas polémicas respecto del sentido preciso de la gestión ambiental y sus implicancias con la competitividad territorial que se relacionan con el hecho de que se utilizan criterios de valor (o funciones de valuación) diferentes (por ejemplo, la ponderación relativa que se atribuya al capital natural y al capital manufacturado). Por lo tanto, es crítico especificar claramente cuáles son los criterios adoptados.
  • El desarrollo de la competitividad territorial no es una propiedad sino un proceso de cambio direccional, mediante el cual el sistema mejora  de manera sostenible a través del tiempo.
  • Continuamente se confunde competitividad territorial con crecimiento económico, pero es necesario diferenciarlos manifiestamente. La competitividad es un proceso cualitativo de concretización de potencialidades que puede o no entrañar crecimiento económico (incremento cuantitativo de la riqueza en un territorio).
  • En definitiva, al elaborar respuestas para fomentar el desarrollo local y construir territorios competitivos, si bien se parte de situaciones muy disímiles por las enormes desigualdades territoriales prevalecientes, es posible apoyarse en algunos procesos de naturaleza endógena, en los cuales es preciso estimular la capacidad de detectar las potencialidades propias: naturales, humanas, institucionales, tecnológicas, comerciales, financieras y organizacionales presentes en el territorio, con el fin de saber de qué se está mejor dotados y capacitados.
  • Las estrategias debe estar basada en una gestión asociativa entre representantes públicos y privados: esto implica estar convencidos de que solos no saldrán adelante y que, por lo tanto, hay que impulsar proyectos que conciten consenso y que, además, sean de largo plazo y trasciendan la esfera de un determinado gobierno. Esto es edificar socialmente un proyecto político territorial que identifique a toda la comunidad y que logre transformarse en una visión común de desarrollo y que, al tener su contraste propio, llegue a constituirse en lo que lo diferencia de otro territorio.

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* Licenciado en Informatica Educativa, Magister en Docencia, mencion: Gestion en Desarrollo del Curriculo, Master en Administracion de Empresas, Candidato a Doctor en Ciencias Economicas por la Universidad de Oriente de Cuba.
** Ingeniera de empresas, Master en Administracion de Empresas, Docente titular de la Pontificia Universidad Catolica del Ecuador, Sede Santo Domingo
*** Ingeniero Comercial, Docente Tiempo Completo Instituto Tecnico Superior Julio Moreno Espinosa Santo Domingo
1 Max-Neef construyó una matriz con nueve necesidades básicas, conectadas axiológicamente con cuatro categorías de satisfacción de necesidades. Las nueve necesidades fundamentales son: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Las cuatro categorías correspondientes al nivel de las satisfacciones son: ser, tener, hacer e interacción.

2 Elaborado desde 1979 por el Foro Económico Mundial (Ginebra, Suiza), Estudio comparativo entre 144 países acerca de los factores que inciden sobre la competitividad, 114 variables, en 12 Pilares

3 Elaborado por el Instituto Internacional de Estudios Globales para el Desarrollo Humano (el Instituto), es una organización multidisciplinaria, educativa y de investigación aplicada. Ubicado en España, Unión Europea, con filiales en Venezuela y el Caribe Holandés y con vínculos y alcance internacional que se extienden a la totalidad de América Latina y el Caribe. Constituido al amparo de la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, y normas complementarias y registrado en el Ministerio del Interior del Gobierno de España bajo el número 600253. Posee capacidad jurídica y plena capacidad de obrar, careciendo de ánimo de lucro. Es miembro de Open Education Europe y de ANCED, Asociación de E Learning y Distancia, la más prestigiosa y antigua asociación profesional española de esta naturaleza.

4 Ley de gestión ambiental, libro I, de la autoridad ambiental, Art. 3.- Objetivos del Ministerio del Ambiente: literal a. Formular, promover y coordinar políticas de Estado, dirigidas hacia el desarrollo sustentable y la competitividad del país

5 Marx señala que el pensamiento científico, con ayuda de las categorías y conceptos, reproduce la realidad histórica objetiva como lo concreto-pensado, como la “síntesis de múltiples determinaciones”. (Ver: Marx, Karl. “Fundamentos de la Crítica a la Economía Política”, T-I, Pág. 36, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975).

6 Se define como gestión ambiental urbana un grupo de mecanismos, procedimientos y actos de gobiernos y gestión de una ciudad, que se distingue por incorporar en la toma de decisiones, acciones dirigidas al mejoramiento ambiental debidamente articuladas o ajustadas a las tendencias de crecimiento urbano (Herzer, 2011).

7 Palabra compuesta por global y local. El término "economía glocal" se refiere a un proceso de internacionalización y regionalización de la economía, y a una tercerización creciente, descentralización, interrelación y privatización de las actividades económicas. Glocalización es un término que nace de la composición entre globalización y localización y que se desarrolló inicialmente en la década de 1980 dentro de las prácticas comerciales de Japón. El concepto procede del término japonés "dochakuka" (derivada de dochaku, “el que vive en su propia tierra”).

8 Intentan describir los cambios producidos en la segunda mitad del siglo XX en la investigación científica y tecnológica. Los tres enfoques analizados –“Modo 2”, “ciencia posacadémica” y “ciencia posnormal”– asocian estas transformaciones a una mayor permeabilidad de la ciencia hacia los intereses y preferencias de los principales actores sociales. Estos enfoques han tenido un gran impacto, no sólo en la literatura especializada, sino también en la retórica de los hacedores de las políticas de I+D en los últimos años.

9 Presenta una división entre varias generaciones de políticas. La ‘primera generación’ de políticas regionales se basó en la importancia de factores exógenos de crecimiento. La ‘segunda generación’ de políticas se focalizó en los factores endógenos locales. Desde la mitad de los años ochenta la base teórica que sustenta estas políticas recibió impulsos fuertes de nuevos puntos de vista derivados de la nueva literatura sobre ‘especialización flexible’ y distritos industriales. Se está formando una nueva y ‘tercera generación’ de políticas que va más allá del crecimiento endógeno y que busca superar la separación entre políticas endógenas y exógenas (Helmsing, 1999).

10 En Francia, España y otros territorios europeos la prospectiva regional se constituyó en una forma de expresión de la autonomía territorial

11 Estudio dirigido por Goux-Baudiment, F. y Parrad, F, titulado: Etude des pratiques de prospective territoriale à niveau internacional. DATAR. Marzo 2001.

12 Plan Nacional del Buen Vivir, Corresponde al proceso que permite la particularización de lo definido en el Plan Nacional de Desarrollo y en la Estrategia  Territorial Nacional para cada una de las  zonas de planificación, así como también la coordinación y articulación de la planificación de los Gobiernos Autónomos Descentralizados, en coherencia con los objetivos y políticas nacionales.

Recibido: Diciembre 2015 Aceptado: Febrero 2016 Publicado: Febrero 2016


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